Partida Rol por web

El maestro Genbu sonrió al ver que Shigen se había recuperado y era el mismo hombre que siempre había conocido.

- Yo también me alegro de verte, amigo mío -le saludó con una inclinación-. Este joven es Minakata Moriya, discípulo de Gaisei. ¿Recuerdas al joven Gaisei, verdad?

Shigen miró a Moriya y asintió.

- Ha muerto, asesinado por él... por Suzaku -continuó Genbu Okina, mientras su rostro se ensombrecía-. Lo mató de noche, a traición. Moriya no pudo llegar a tiempo de evitarlo.

Shigen escuchó la noticia de la muerte de Gaisei con el rostro impasible, pero Moriya notó una ligera tensión en sus músculos. El gigantón también había apreciado a su maestro, estaba seguro.

- Maldito criminal... -gruñó Shigen, con los dientes apretados-. No sólo es un traidor, si no que además es un cobarde asesino. ¡Debemos darle caza y acabar con él!

Hizo chocar un puño contra su palma, con todas sus fuerzas. Tal fue la potencia del gesto, que unas cuantas piedrecitas del suelo temblaron y el pelo de Moriya se movió mecido por una brisa.

El maestro Genbu negó con la cabeza.

- Paciencia, amigo -pidió, alzando una pequeña mano nudosa-. Ni tú ni Moriya habéis podido derrotarle. Sus poderes están próximos a despertar por completo, y los nuestros están aletargados. Ni atacando todos juntos podríamos vencerle.

Se sentó en su cesta de mimbre y sacó un pastelito de arroz.

- Si sigues vivo es porque eres duro de pelar, amigo. Y no mató a Moriya porque no le divertía. Tuvo suerte -se detuvo un momento y miró al joven samurai-. Esperaremos aquí a tus hermanos. Estarán ya de camino. Cuando lleguen, decidiremos qué hacer...

Y le dio un gran bocado al pastelito de arroz.

Moriya asintió a las palabras, y aunque seguía sin saber cómo podía estar aquel hombre en dos sitios a la vez, no insistió más.

Había cosas que averiguaría llegado el momento, no le cabía duda.

Después de un breve rato, el joven guerrero no podía estarse quieto. Las ideas de venganza se mezclaban indolentes con los recuerdos aun vividos de ver a su maestro morir en sus brazos.

No sabía cómo ni porque, pero le consumía una ira que era, sin duda, difícil de explicar. Y que rayaba lo absurdo, pero que necesita saciar como si se tratara de respirar.

Luego, cuando ya no pudo más. Se giro hacia el viejo. Y armándose de una paciencia que para nada tenía le pregunto.

Y no sería posible que hiciéramos algo mientras esperamos. Quizás podrían prepararme para enfrentarme a alguien así de poderoso. No conseguí vencerle la última vez, pero aprendo rápido, y necesito hacerlo.

Se quedo mudo esperando una respuesta. En realidad quería seguir el rastro del asesino y enfrentarse a él en aquel preciso instante. Pero como sabía que no podría al menos necesitaba no estar ocioso.

Genbu Okina sonrió y se acercó al joven pelirrojo.

- Tranquilo, Moriya -dijo-. Habrá tiempo para todo. Y cuando tus hermanos lleguen, creo que todos veremos y aprenderemos cosas que nos sorprenderán. Incluidos los más viejos...

Acabó su pastelito de arroz y se tendió en el suelo, para disfrutar del canto de las aguas.

- Aprovecha para recuperarte y descansar, jovencito -le aconsejó-. Lo vas a necesitar...