Partida Rol por web

Eduardo miró a Murphy confuso porque quería probar esa sopa hecha solo de calabaza y probablemente alguna criatura que no conocemos todavía. Ese gigante tenía la pinta de necesitar muchas criaturillas en su dieta diaria o no podría sostener una barriga tan grande.

—¿Está buena la sopa esa? ¿Qué más echaste además de la calabaza? Solo si Murphy la prueba primero tomaré un poco —dijo, no muy seguro de querer probar.

Era muy divertido que hubiese murlaps por el castillo de todas formas.

—En las bodegas solamente vi ratas... no sé si una de ellas sería murtlaps, aunque no me acuerdo. A veces estaba oscuro y yo solo quería practicar calvorio. Es posible que haya dejado alguno de sus tentáculos tirados en el suelo sin darme cuenta. Quizás estén por las mazmorras, es más húmedo.

Eduardo se alegró cuando Murphy aceptó el frasquito con la bebida.

Me puse un poco pálido al ver esa sopa verde poco apetecible. - Oh, entonces no... gracias. Me he empachado demasiado de calabaza estos últimos días. - esperaba no ofenderle, pero aquello no tenía pinta de ser demasiado comestible. No comparado con las deliciosas cenas del castillo - No te molestamos más...gracias Hagrid! que aproveche la sopa! - le dije con una sonrisa. Era muy amable! nada que ver con lo que decían algunos de la casa de Slytherin, sobre todo ese rubio, Draco.

Entonces me dirigí a Eduardo. - Pues tienes razón! creo que por la imagen que me enseñó la señorita Pomfrey eran bastante paliduchos, quizás no les guste la luz del sol. 

Sonreí de vuelta a Eduardo, mirando de nuevo mi botella que me había regalado.

-Adios Hagrid! y muchas gracias otra vez!. - Y a paso firme, salí de allí despidiéndome de Hagrid con la mano.

De camino al castillo, después de visitar a Hagrid, Eduardo repasó su mochila para hacer hueco a la murtlap que debían cazar, cuando se encontró algo que no se esperaba.

Era su recordadora y se había puesto de un rojo intenso, algo que nunca había sucedido.

—¡Anda! ¿Entonces funciona de verdad? —exclamó, y se quedó un rato pensando en qué estaba olvidando—. ¡Ah, sí! Creo que ya me acuerdo de lo que es... iré ahora mismo a hacerlo antes de que se acabe el tiempo.

Continuando la trepidante trama de los cazadores de Murtlaps...

Llegamos corriendo a la cabaña de Hagrid y llamamos a su puerta igual que la última vez. 

-Hagrid! Hagrid! hemos conseguido encontrar uno!... - y tras unas cuantas miradas de incertidumbre le pregunto - ¿Le arrancamos los tentáculos? ¿Si se los cortamos vuelven a crecer? ¿no le haremos daño...?... - y la pregunta final - ¿crees que se pueda domesticar un Murtlap, Hagrid? - en la mente de Murphy se imaginaba tentáculos infinitos, aunque siendo la primera pequeña criatura extraña y mágica que había visto en persona, no tenía ni idea de si habían granjas de Murtlaps. Si no, de donde sacaban los ingredientes cuando los necesitaban para pociones?

Eduardo escondió sus manos con el bicho dentro de su túnica. Pensó que sería muy llamativo que dos alumnos de primero corriesen a las cercanías del bosque con un animal rosado en sus manos. Los ruidos fueron mejor disimulados, pues cuando alguien miraba, Eduardo intentaba imitar los sonidos o hacer que había sido un acto de magia.

Cuando estuvieron en frente de la caseta de Hagrid, levantó las dos manos y le mostró la horrible cara de rata a Hagrid, mientras Murphy hablaba.

—¿Esto se come? —preguntó confuso. Después señaló con sus cejas a lo que había encima de la mesa—. Digo eso del plato, ¿está rico para darle de comer? Si se puede domesticar, podría llamarse Murthy, jajaja.

-Los murtlap solo comen crustáceos -dijo Hagrid cuando Eduardo le preguntó si podía darle de comer-. Son domesticables, aunque os costará haceros su amigo, quitarle las protuberancias con diffindo son molestos para ellos, pero no son especialmente dolorosos, con el tiempo le vuelven a crecer

Miro a Eduardo con cara de interrogante - Pues no creo que mi madre me deje llevar una rata con tentáculos a casa... y menos aún si le pongo mi nombre. - no se ni si me dejaría entrar en casa -  ¿tu crees que puedas domesticarlo Eduardo?...  - de hecho el curso estaba a punto de terminar. - Quizás sea mejor dejarlo aquí con su... er.. familia?

Miro a Eduardo sin saber qué hacer. Le dejo la decisión a él, que es quien lo atrapó al final.

Eduardo miró a la rata con tentáculos que tenía atrapada en sus manos y se dio cuenta de que no estaba seguro de qué hacer. A pesar de que le parecía fascinante, sabía que no era un animal común y que su madre probablemente no estaría contenta si lo llevaba a casa. Además, no sabía si sería capaz de cuidar adecuadamente de la rata con tentáculos, ya que no tenía experiencia con animales tan húmedos.

—En Gibraltar hace mucho calor y el único sitio como las Mazmorras es la cocina —al decirlo, arqueó las cejas, no quería pensar que su frase significaba cocinar al murtlap—. Lo mejor será devolverlo a su pasillo, quizás tenga bebés y podamos llevarles las sobras... Si es que ponen crustáceos en la comida... ¿Qué hacemos Hagrid?

-Lo mejor es que las dejéis aquí, yo puedo cuidarla y darle de comer hasta que volváis el año que viene

-Gracias Hagrid! - eso era probablemente lo mejor. Al fin y al cabo tampoco podía ponerme a experimentar con sus tentáculos justo en medio de la semana de exámenes.

Dejando al Murtlap con él, me fui con Eduardo de regreso al castillo. Hagrid parecía saber tratar con aquella rata pelada sin importarle si le arañaba o no. De hecho en su manaza cabrían un montón de Murtlaps.