Ya por fin había terminado sus compras. Según le habían contado en las tiendas sus cosas les serían llevadas a Hogwarts, sin embargo, habría decidido quedarse con su gata luna para comenzar a pasar tiempo juntos, así que aparte de algo de comida en una bolsa, su varita, capa y un sombrero que había comprado además de unas curiosidades por si las necesitaba (Unas muy pocas cosas pequeñas que cabían en sus bolsillos para ser realista) era todo lo que traía encima mientras sentado en uno de los vagones miraba por la ventana con Luna sobre sus piernas mientras le acariciaba la cabeza y ella dormía.
- Ha sido un día largo... pensar que en esa tienda de artilugios las cosas eran más movidas que en las calles plagadas de personas. Dijo bajo para no despertar a su gata escuchado por el mismo o por quien estuviera cerca.
¿Por qué no? Vamos a conocernos que somos lo próximo mejor de Hogwarts jsjsjs
La pequeña se aferraba con fuerza a la mano de su padre a la par que intentaba semiocultarse tras su brazo. Su mirada corria veloz de un lado a otro, con los ojos abiertos mezcla de excitación y temor por toda aquella gente desconocida.
- ¡Esperarme! - se escuchó la voz de una mujer detrás de ellos, que venia cargada con el equipaje. Los alcanzó jadeante para entregar a Lenna una pequeña urna de cristal donde reposaba sobre una piedra húmeda un pequeño sapito morado. - Lo siento, me entretuve... - su índice señalaba detrás de ella pero acabó bajándolo sin llegar a decir nada más salvo regalar un aleteante beso en la cabeza de su sobrina. Luego un abrazo estrecho de su padre y enseguida se vió montada en aquel tren que le parecía terriblemente enorme.
En el mismo momento que la joven bruja se vió a solas, sus ojos se anclaron al suelo y se fue guiando por lo que le mostraba su visión periférica, entrando en el primer compartimento con asientos que encontró.
De repente percibió que ¡había otro niño como ella! en el lugar. Sus manitas rodearon protectoras a Lil mientras lanzaba miradas esquivas de vez en cuando a la gata que tenía en el regazo
La verdad es que en ese momento el vagón estaba bastante tranquilo, solo se escuchaba el caminar de las personas por el tren o las personas fuera de este que iban de aquí para allá, sin embargo, los acolchados asientos y la luz lo hacían un lugar para echarse una pavita.
- . . . (?) Abriría los ojos al escuchar como alguien entra y vería a una chica con una... ¿rana? ¿era su mascota? Bueno eso parece al ver las miradas que le daba a Venus.
- Pues... Hablaría algo bajo mientras miro a su rana a mi gata y a ella de vez en cuando. - Te diría que no tienes nada de qué preocuparte, pero la verdad es que venus y yo comenzamos nuestra amistad hoy así que no sé de qué es capaz.
Un lengüetazo de nerviosismo le recorrió la columna vertebral casi obligándola a afianzarse mejor al pequeño terrario.
"¿¡Me está hablando a mi?! Parece que si, pero ¿¡y si no?!"
Tragó saliva mientras intentaba pensar que decir y sin saber muy bien donde mirar. Sentía una ligera humedad en la palma de sus manos y un sonoro retumbar en su pecho
"Dile algo. Mejor no. Arghhhhhhh"
Con cuidado depósito a su sapito en su asiento y luego se inclinó hacia el felino, mirándola a los ojos con confianza mientras extendia la mano para que el animal pudiera olerla primero antes de intentar tocarla.
- Hola Venus - la voz le brotó bajito pero mejor de lo esperado - Él se llama Lil - Miraba a la gata pero en realidad se lo decía al chico. Otra cosa es que él lo entendiera así
Venus al ver la mano acercarse, primero tímidamente agacharía la cabeza hacia atrás y luego de unos segundos al ver la mano quieta la olería y tranquilamente cerraría los ojos concediendo el permiso.
- Parece que tu olor no le desagrada. Diría a la chica.
Miraría al sapito llamado Lil y luego a la chica. - ¿Por qué un sapo? La verdad es que no lo entiende.
- Por supuesto que nos esforzaremos más este año por poner en alto nuestros ilustres apellidos, así como a nuestra casa padres! - Dicen casi al unisono un par de gemelas que van apoyadas por un par de elfos domésticos que se encargan de llevar su equipaje a la sección correspondiente del tren, excepto sus bolsas de mano después de haber hecho sus respectivas compras en las tiendas del callejón de Duagon en Hogsdale, entonces dos o tres empleados del expreso parecen reconocer a su padre y se acercan al mismo para pedir le autógrafos ante una expresión incomoda de su madre, pero orgullosa de las chicas:
. - Por favor estimado William Fergusson hagamos el enorme honor de tomarse una foto con nosotros! .... No me lo va a creer en mi casa! - Entonces las chicas se despiden de sus padres, quienes interrumpen a los empleados para asegurarse que suben al vagón donde los chicos han tomado asiento, mirando les por un momento con una sonrisa antes de comenzar a buscar su lugar