Marlene observa el resto del intercambio con cara de no acabar de creerse lo que está pasando y calculando mentalmente cuánto puede carte por disparar accidentalmente una pieza de artillería naval contra un superior. Ahora sí que está segura de que para llegar a Sargento hay que padecer alguna tara psicológica. Se pregunta cuál sería la suya.
Bah, da igual. No me pagan lo bastante para que haga de niñera aparte de soldado. El que quiera buscarse un consejo de guerra por lesa imbecilidad, que lo haga. Mientras no sean mi pelotón, me vale.
La cadena que ocupa su brazo derecho vuelve a envainar el sable con un chasquido seco, justo a tiempo. A los pocos segundos de haberlo hecho, escucha el carraspeo tras ella, como si alguien estuviese haciendo rodar balas de cañón dentro de un cubilete de dados. Reconoce ese tono, y ni siquiera ella es lo bastante terca o suicida para buscarse problemas con el "cabo" Dan.
Con toda la naturalidad que puede aparentar dentro de su tensión, extiende su cadena para agarrar la tetera que presenta el sargento Tunad, servirse una taza y llevársela a su mesa, mascullando "no hay dinero que pague esta mierda" y sentándose de nuevo, agarrando los palillos. La cabo inclina la cabeza y se mira la mano que los sujeta.
Ah- dice al fin. Claro.
La cadena se reuerce sobre si misma, formando una masa que va adquiriendo consistencia y cambiando de color, primero oscuro, luego ocre, y finalmente de un tono que vuelve a ser el de su piel, completa con dedos pars coger el utensilio en condiciones. Lleva tanto tiempo empleandolas o practicando con ellas que a veces no distingue la sensación de uno de la de otra.
El silencio tras el carraspeo se empezó a tornar molesto, Tunad miró a Dan y cruzaron miradas mientras él seguía su camino, Tunad se limitó a asentir amablemente y seguir con la conversación de la mesa.
Estás en lo cierto Xen, es una receta milenaria, unas pastas que hace mi familia desde siempre, acompañan espléndidamente este maravilloso té- Dio un sorbo al té tranquilamente y luego siguió con su monólogo -Mi abuela me enseñó a hacerlas cuando era pequeño, verás, es que era una de las mejores reposteras de mi ciudad natal, por eso mismo si queréis la receta tendré que consideraros de mi familia grogrogro
Esperó a que Marlene terminase con la tetera para servirle un té al Cabo Sleut -Toma, se que te gusta- Ahora que la situación estaba mas calmada y menos tensa aprovechó.
He de decir que tenéis un temperamento muy explosivo camaradas, eso os podría meter en muchos problemas si no sabéis administrarlo bien, aquí estamos para hacer justicia, pero la justicia no lleva violencia atada en la mayoría de los casos, tenedlo en cuenta antes de levantar el arma.
Tomó otro sorbo de té y miró a Xen contento, le gustó mucho como reaccionó Quien diría que el que otrora fue de los mas agresivos del pelotón ahora sabe controlar bastante mejor su ira, estoy orgulloso de ti, amigo mío.
Oh no
Xen conoce perfectamente esa mirada. La mirada de "estoy orgulloso por tu buen comportamiento, Xen. Por alguna razón le complace a la vez que le incomoda, intentando de manera bastante mediocre que no se le note como se ruvoriza ligeramente. Estaba demasiado habituado a que le mirasen con desprecio, pero no a que alguien se sintiera orgulloso de él de forma sincera, y menos con la mirada que le echaría un padre orgulloso a su hijo.
Girando la cabeza hacia un lado mientras intentaba disimular, decidió desviar su mirada hacia otro lado
-E-es un buen consejo, Tunad. Un marine que se precie debe mantener la mente fría, incluso en el campo de batalla- Decidió centrar su atención en Sleut -Pero la mente fría conlleva también concentración y fijarse en el terreno, cabo. La próxima vez ten más cuidado y mantén la mirada atenta. Ahora trabajas en Befehlgard, chaval
Con la aparición del cuatro-cabo se terminó la fiesta y Savant habiendo pillado la indirecta se sentó de nuevo en la mesa.
No ha sido mi mejor improvisación, pero tampoco la peor. - pensó cuando terminó la escena. - al menos, ya conozco a quien tengo que conocer.
Espero que la justicia tenga pastas de té como estas. - dijo tras probar una de esas galletas - Pero aunque el trabajo de la Gloriosa no lleve siempre violencia, siempre lleva acción, misterio y emoción. Al fin al cabo (y nunca mejor dicho) perseguimos piratas y otros criminales. No somos como el Imperio que espera sentado a que llamen a su puerta. Nosotros salimos a buscarlos, ergo aquí todos somos personas de acción, algunos incluso hemos vendido nuestra alma al demonio.
Tras escuchar la respuesta del Sargento Jester, Tunad tomó un sorbo pensativo a su té, le miró con cara amable y respondió
Eso es relativo Sargento, no solo nos dedicamos a la caza de criminales, también nos aseguramos de que la gente viva segura, hacemos misiones humanitarias, como cuando hay desastres naturales-Tomó otro sorbo y suspiró mirando hacia abajo- La gente tiene que vernos como lo que somos, unos héroes, si les damos una apariencia demasiado agresiva dejarían de creer en nosotros y si eso pasa, sería el fin, cada vez habrán mas rebeldes, tenemos que ser un ejemplo.
Miró de nuevo a la mesa con unos ojos deslumbrantes, se estaba empezando a emocionar con su propio discurso -tengo que ser el héroe que los piscidos necesitamos, acabaré con su opresión desde dentro, seré un ejemplo a seguir para todos- pensó
Al no ver respuesta por parte de su compañeros, Savant continuó su onanismo verbal con Tunad.
Claro, tengamos cuidado de no mostrar una apariencia agresiva. No vivamos en fortaleza, ni vayamos en buques de guerra. Quien diga que en la Gloriosa entrenamos hombres para luchar que sepa que son todos unos mentirosos, por ejemplo las prácticas de tiro son para disparar al fuego si se acerca mucho a los hogares de las buenas personas del imperio. Así seguro que aprende - dijo Savant en un tono sarcástico antes de un nuevo buche de café.
Aunque también es cierto que tienes razón - siguió refiriéndose a Tunad - la gente debe de ser capaz de confiar en nosotros, pero para mucho de ellos somos indeseables, matones que llegan y montan follón. Tortuoso y lleno de dificultades es el camino de un héroe.
Y tras la última frase Savant se cayó (por fin).
Vamos a ver su reacciones - pensó - a ver si les gusta la frase o tenemos que ir pensando otra.
Marlene bufa al ver a los dos sargentos discutiendo sobre el sexo de los ángeles y la inmortalidad del cangrejo.
El orden y la ley son el orden y la ley, independientemente de lo que nadie piense de ellos. La gente puede amarnos, odiarnos, temernos o lo que le dé la gana, mientras los obedezca. Ser un marine no es ser una hermanita de la caridad ni un héroe de folletín de dos doblones. Es ser alguien que vele por que se cumpla la ley. Cuando eso se haga, todo lo demás ira llegando solo.
Si se puede hacer con buenas intenciones y payasos de feria, bien. Si no, pues habrá que hacerlo a ostias. Ya sé lo que se murmura de mi, pero aunque les parezca increíble, no es que abogue por arreglarlo todo a cañonazos. Simplemente, mi experiencia me dicta que es la manera más rápida de hacerlo, y la más efectiva. Que las ovejas me consideren lo que les de la gana, mientras hagan lo que tienen que hacer. Seré todo lo explosiva que haga falta. Yo no tengo la culpa de que cuando se les de libertad a la gente elijan comportarse como animales, y si no a las pruebas me remito. ¿Por qué mis ovarios si no estamos aquí ahora mismo?- concluyo con un gesto la mano abarcando a la sala con todos nosotros, listos para salir.
Xen miró a toda la mesa allí sentada. Pensó en las palabras de Jester: Bandidos.
Lo cierto es que, en los tiempos que había trabajado para la Armada matando piratas, asaltando sus barcos, ejecutando tanto a criminales como gente que simplemente habían querido aventuras en su vida y que se había metido con la gente equivocada... tampoco es que se viese a si mismo como algo muy distinto. Y el definitivamente sabía muy bien lo que era ser un matón. Su vida criminal y su vida en la Armada le habían hecho ser tanto un matón de la ley del Imperio como un matón de la voluntad de Oracio, y la verdad, tampoco veía mucha diferencia.
Por supuesto, no se arrepentía de ello. El simplemente había elegido el bando ganador, el bando que más posibilidades tenía de sobrevivir en estos tiempos de eterna guerra. Que gente buena o gente mala cayese bajo su lanza le traía sin cuidado mientras el siguiera viviendo por encima de estos. Total, ellos harían lo mismo si estuviesen en su lugar, imponer su propia voluntad, o la que les hubieran convencido cumplir.
Estaba enfrascado en estos pensamientos cuando de repente un ligero pensamiento se le pasó por la cabeza Tunad ¿de verdad quieres ser un matón?.
Unos segundos de reflexión llevarón a Tunad a decir estas palabras, de las cuales podría arrepentirse más adelante.
-La verdad es que me gusta ver tanta... convicción en vuestras palabras, caballeros. Pero me parece que estaría bien reflexionar sobre esto que llamamos "ley y orden". Oh, no me miren así, yo tengo muy claro mis propias convicciones y mis propios motivos para pelear cada día. Pero desgraciadamente conozco a muchos...¿había un nombre para ello?... bueno, no importa. Mucha "gente" que vinieron a unirse a pelear en nombre de la Armada encontraron que muchas de sus ideas sobre estas no eran las más afines a la realidad, y sinceramente, prefiero hombre y mujeres de seguridad ferrea luchando a mi lado que un montón de idiotas luchando por algo que ni ellos se han parado a pensar en que consiste. En conclusión, espero que todos estos soldados tengan muy claro porque pelean, por que si se arrepienten no voy a ser el que les de una palmadita en la espalda. Así que, Hatcher, no veo el problema de reflexionar en que consisten ambos conceptos, si luego te ayuda a mantener el rifle apuntando a la cabeza del enemigo
Marlene se limitó a mirar al fúrido con una mirada ligeramente más atenta con la que miraba la comida de su plato, y una expresión que venía a implicar que no lo tenía en una estima excesivamente más alta que a esta.
No me ha hecho excesiva falta reflexionar sobre la naturaleza de la ley y el orden, Cabo. Ni de los efectos de la falta de éste. He tenido la oportunidad de vivirlos, y he tenido la oportunidad de ver cómo la gente que tenía la labor de impedirlo no lo hacía y prefería dejarlo estar mientras no fuese demasiado malo. Así que creame, tengo muy claro por qué y por quién lucho, ya que al menos yo tengo la suerte de que aún pueda hacerlo. Usted preocúpese de sus convicciones y yo me haré cargo de las mías. Nunca he necesitado ayuda para ello, y no pensaba empezar ahora.
Xen por primera vez miró directamente a la cara a Hatcher.
Otra vez esa puta mirada. Pensó Xen, mientras sentía algo dentro de su cabeza pinchandole el cerebro, susurrandole que la asestara una ostia en esa cara de imbécil que se la había quedado a la pobre. Siempre había estado ahí, una parte inherente a su condición de furido. Su padre durante años le había estado presionando de todas las formas posibles para que lo mantuviera a raya, pero a veces es verdad que... era más complicado de lo que parece.
Así que, con una sonrisa propia del Lobo Feroz, y dejando sus dientes al descubierto, la dijo.
Oh, no me esteba preocupando por sus convicciones-Ni siquiera me importas, niñata- Más bien era una reflexión que lanzaba a la propia mesa, ya que estabamos hablando del tema. Veras, tanta pelea le hace a uno reflexionar sobre la naturaleza del mundo, y a veces es bueno que estemos todos aquí, sentados, intercambiando opiniones. Si lo piensas bien, usted y yo somos del mismo rango, y es bueno que en nuestro ascenso vayamos aprendiendo el uno del otro ¿no cree?.
Marlene se limita a arquear las cejas al ver la expresión del cabo Xen. No es la primera vez que alguien cree que por ser mujer sea fácil acobardarla. Tampoco será la última. Por toda respesta, se limita a posar la mano con aparente indolencia sobre la empuñadura del sable. Si el chucho este cree que es tan facil amilanarna, que lo intente. No obstante, no hace ningún otro gsto hostil aparte de ese. Si alguien va a empezar hostilidades, no tiene intención de ser ella. No merece la pena ganarse un tribunal militar por según que cosas.
Mis disculpas, cabo. No estaba en mi conocimiento que todos los marines de "la propia mesa" se llamaran Hatcher. Añadiré ese dato a la lista de cosas que sin duda podemos aprender los unos de los otros.
Puede que la lucha le haga a uno reflexionar. Y puede incluso que le haga plantearse cosas, como si realmente hay otro camino, o si el precio que se paga por ellas puede haber sido demasiado alto. No soy una extraña a ello. Sé que hay gente que piensa que sí, pero qué puedo decir. Tampoco me es desconocida la idea que se me juzgue sin conocerme por la reputación de otras personas.
Simplemente, he llegado a una respuesta, he tomado una decisión y he escogido un bando. Puede que a otra gente le parezca demasiado simplista, o crea que no he pensado o vivido lo suficiente para ganarme ese derecho. Bien. No se puede contentar a todo el mundo, supongo. Eso no me impedira luchar con y para ellos. O contra ellos. Aunque preferiría no hacerlo, increíble como le pueda parecer a mucha gente de esta sala.
Savant aprovechó la situación para realizar un ataque sorpresa sobre las pastas de Tunad mientras escuchaba la conversación entre los cabos.
Sargento, debo felicitarle por estas delicias - le susurró con varias pastas en la boca no queriendo molestar el intercambio de los cabos - son puramente geniales. Ojalá nos manden pronto a alguna misión, la verdad. - hizo una pausa para tragar y buscar el beneplácito del sargento para atacar otra pasta desprevenida - Es que los ánimos están a flor de piel.
Tunad estaba viendo el panorama, era una discusión, no muy agresiva, pero una discusión-Chicos, un poco de calma, estamos tomando un té, no es momento para alterarse, tenemos puntos de vista distintos de como llegar al mismo objetivo, podemos aprender los unos de los otros-luego miró a Savant, le hizo un gesto con la mano para que cogiese todas las pastas que quisiese-Solo asegúrate de dejar algo para los demás-Le dijo. Miró con cansancio a la mesa y pensó ojalá estuviese aquí mi querido Pugpo, siempre consigue recargarme las pilas con esa tierna sonrisita y suspiró
Xen desvió ligeramente la mirada hacia Tunad, pudiendo ver el tono cansado que había cogido su rostro. Durante un instante se preguntó si había sido culpa suya que ahora estuviera así, lo que hizo que su gesto agresivo se debilitase ligeramente. Tras este momento de duda, el pinchazo remitió, pudiendo pensar con más claridad. Se maldijo a sí mismo por haberse alterado tanto.
Eres un furido, por el amor de dios. Buscate bronca y te caerá toda la mierda a tí. Mantén la puta compostura.
Carraspeó ligeramente y, echando la cabeza hacia atras, dijo.
-En fin, supongo que tiene razón, sargento. Son opiniones que llevan a un mismo fin. Aplastar a nuestros enemigos y luchar por la Armada- Dijo esto último con cierta sonrisilla picara- Dejando eso de lado, sargento Jester, tengo entendido por los rumores que he escuchado que su puntería es infalible. Si aún tiene pensado lo de llevarse a los marines a la galería de tiro, ¿podría practicar con usted? Lo cierto es que voy un poco oxidado en cuanto al uso de armas de fuego.
—Buenos días caballeros—escucharon en la mesa de pronto sin saber quién había llegado.
Todos se giraron repentinamente para encontrarse…¡el sargento Cat D. Astroph! El fúrido gatuno tenía la extraña habilidad de aparecer sin que nadie lo viera. Era algo inexplicable, no tenía ningún poder demoníaco ni tampoco había recibido ningún tipo de entrenamiento especial al respecto. Simplemente lo hacía.
—Sargento Williams, sargento Jester, cabo Wu, cabo Hatcher, cabo Louckford, marine Heidermunt…—dijo educadamente mientras tachaba nombres de una lista— El comandante ha ordenado que os dirijáis al muelle número cuatro. Si me disculpan, tengo más camaradas a los que avisar.
Tunad, ya sabes lo que toca.
Tras llegar el Sargento Cat, Tunad empieza a sudar muchísimo, contesta: Si, iremos ya, gracias. Se levanta modo robot y va casi sin poder moverse fuera de la cantina, con pasos muy toscos y con cara aterrorizada, no le gustaba nada el sargento, pero esta vez había podido contener su temor hacia él, menos mal
Motivo: No tener un ataque de pánico
Tirada: 2d6
Dificultad: 14+
Resultado: 9(+5)=14 (Exito) [6, 3]
Éxito en la primera tirada, bien
Si existiera alguien a quien Xen pudiera llamar su archienemigo, no sería ni los racistas que le juzgaban, ni aquel que mató a su padre, ni sus rivales en las peleas de los bajos fondos. Su nemesis, aquel que tenía en la mente como la persona que más odiaba, era a Cat D. Astroph. ¿Que, que le odiaba porque era un gato? ¡pero como podéis decir eso!. Miradle, con esa mirada sospechosa. Seguro que tenía secretos que ocultar. Seguro que ni siquiera era un gato. ¿Quizás era un robot malvado haciéndose pasar por un gato? Probablemente (Xen, ¿que cojones estas diciendo?)
Si, Sargento. Le seguiremos-Ten cuidado Xen, podría tener un cuchillo oculto. O quizás......una pistola de rayos. Si, tiene sentido.
El sargento se marchó a otra de las mesas para seguir notificando la orden del comandante. Los demás se levantaron de la mesa, se despidieron de los compañeros de mesa y salieron de la cantina. En el fondo era cuestión de tiempo que los llamaran para una misión, todo estaba patas arriba, pero en esta ocasión había en el ambiente un halo que lo magnificaba todo. Lo que hacían ahora, no lo hacían sólo por la Gloriosa. Lo hacían por orgullo, el suyo, el de sus camaradas, el de Befehlgard.
Tunad no recibe daño a la Salud Mental.
El grupo continúa aquí.
Motivo: Daño psicológico
Tirada: 3d6
Resultado: 7 [2, 2, 3]