Partida Rol por web

Tunad y Xen hacían todo lo posible por quitar pedruscos y encontrar a la capitana Marconi, cuando un grito llegó a hasta los oídos de la pareja.

—¡HATCHER! ¡NO!

¡Era el comodoro Beheit! Pero ninguno de los dos marines tuvo tiempo de reaccionar. Tras el grito escucharon un fuerte estruendo. Un golpe contra el suelo que lo hizo temblar como nunca. ¿Qué había pasado para que el comodoro llamara a Marlene? ¿Estaría bien?

Xen intentaba por todos los medios apartar aquellas rocas, pero, incluso con la ayuda de Tunad, no conseguían apenas avance.

Mierda, no tenemos todo el día.

En ese momento, girando la cabeza en alerta y con mirada de horror, escuchó el grito del comodoro

Nonononono

-Tunad, tenemos que irnos a ayudar. Ya. Si no vamos no aguantarán mucho más. 

Tunad estaba desesperado, quería salvar a la capitana, pero no podía dejar que el gigante andase a sus anchas - Mierda, mierda. - El piscido se levantó tirando la roca que tenía entre manos - Vamos, la capitana puede resistir por su elixir - Cogió su bate y esperó a Xen - ¿Solo hay que ir hacia esa mole, verdad?

La pareja de marines se rindió a la evidencia de que eran más útiles confrontando al zombi del capitán Utgardian que intentando rescatar a la capitana Marconi. Al menos era fácil llegar hasta el gigante no muerto, ¡pero sobre todo por que él también se dirigía a ellos!

Por suerte no fue al único al que vieron, porque por delante del muerto viviente estaba el comodoro Beheit con una Marlene inconsciente en brazos.

—¿Dónde os habíais metido?—dijo con un frío enfado mientras frenaba patinando por las calles de Nibana— ¡Coged a la cabo Hatcher y marchaos al buque! Yo me enfrentaré a esta cosa hasta que los cañones puedan disparar.

Hans no estaba contento, pero para como estarlo. Tenía detrás de él al zombi de un gigante poniendo en peligro las vidas de toda la tropa y sabiendo que podía acabar por convertirse en una amenaza todavía mayor si escapaba. El objetivo de la misión estaba en vete tú a saber donde con la intención de atacar al no-muerto. Y los encargados de encontrarlo y custodiarlo se habían lanzado a un plan loco sin contrastarlo con ningún superior. Seguro que en esos momentos preferiría estar luchando con gusanos de fuego.

Todavía no, pero Marlene podrá gastar un punto de épica para recuperar la consciencia antes de tiempo.

A la orden señor - Dijo Tunad con un tono frustrado y acercándose para coger el cuerpo inconsciente de la cabo, no iba a rechistar nada, el tenía sus motivos para estar cabreado aunque no estuviese de acuerdo, distintas disciplinas, supongo.

-VAMOS CAGANDO OSTIAS.

Sinceramente, en aquellos momentos el reproche le importaba poco a Xen. No se arrepentía demasiado de haber intentado ayudar a una camarada en peligro, independientemente de que hubiera sido buena o mala decisión. Ya cargaría con las consecuencias después.

Gajes del oficio, supongo

Pero ahora había que correr.  Escoltado a Tunad, lideró la marcha, esperando que aquel error no les hubiera costado demasiado caro

El comodoro le entregaba a Marlene a Tunad, cuando el suelo empezó a temblar con más violencia si cabe. El capitán Utgardian corría hacia ellos a una velocidad endiablada. Entonces tropezó con un edificio llevándose a la mitad del mismo por delante. Pero donde para cualquier un tropiezo era un problema para alguien tan grande solo fue un camino más rápido para llegar hasta los marines. Sobre todo cuando en la violenta caída golpeó con un manotazo accidental a Beheit lanzándolo por los aires y haciéndolo atravesar un edificio.

Aprovecho para informar a Tunad. Por su estilo de combate caótico, destructivo, gigantesco y carente de intelecto el capitán Utgardian generará amenazas de 2d6 +7. La dificultad de la amenaza será de 12. Usar Defensa Total (entenderé que Marlene hace lo mismo) lo cual le da un +1d6 en la tirada contra la amenaza.

¡Hora de las TCOM! Si sacáis más de un 12 en Iniciativa, podéis actuar.

Marlene para el siguiente turno podrás usar tu PEP para despertar.

-¡Tunad, en guardia, que vieAYYYYYY MIS GEMELOS!

En ese momento, Xen, sintiendo como se le subía la bola por haber estirado la pierna de mala manera (cosas que pasan si expones la pierna a mucho esfuerzo), calló al suelo retorciéndose de dolor. Intentó aliviar el dolor estirando la pierna y el pie, pero si hubiera hecho natación, Xen sabría que con apoyar la planta del pie en el suelo y mantener la pierna en posición normal se te pasaba.  Pero Xen no había hecho natación.

Tunad salió corriendo siguiendo a Xen, hasta que notó el temblor y miró un momento para atrás - LA HOSTIA PUTA - Corrió y vio a Xen caerse - ME CAGO EN TODO - Decía mientras se subía a Marlene al hombro para echarse a Xen al otro y seguía corriendo - VAMOS, RECUPERATE COÑO - En este momento Tunad estaba viviendo una de sus mayores episodios de estrés, no sabía qué hacer y a la desesperada lanzó a los dos hacia el aire - PUGPO - Agarró su bate y disparó su bola gaseosa a la cara del zombie y como por arte de magia cogió de nuevo a sus compañeros para seguir corriendo como un loco, esperaba que, yo que se, ese golpe le detuviese un poco

Con Utgardian en el suelo, Tunad tuvo un disparo fácil y directo a la cabeza. Pero Ugardian era duro: su tamaño, su armadura, su carne no muerta... La explosión pareció dañar al zombi, por supuesto. Pero no tanto como le habría hecho a otros.

—¡GROWAAAAAAH!

El no muerto se levantó dando brazadas a izquierda y derecha intentando agarrar algo. Lo cierto es que había una ventaja con enfrentarse a un zombi gigante. Aunque se movía por ese hambre atroz, su falta de inteligencia le quitaba destreza suficiente para agarrar a los pequeños marines.

Vamos, que era más torpe que los titanes de Shingeki no Kyojin.

Tunad le hace 15 puntos de daño al Zombi de Utgardian. Este reduce en 11 y recibe 4 puntos de daño.
Utgardian hace 8 puntos de daño. La dificultad de la tirada es de 12. Si la supérais recibiréis 4 -RFIS. Si fallais, 8 - RFIS.

¡Es el turno de Xen! ¡Ah y cuando iréis por la amenaza, podéis tirar vuestra TCOM!

ESTADO - FÍSICO
Marlene - 18 puntos de daño - GRAVE.
Tunad - 13 puntos de daño.
Xen - 10 puntos de daño - GRAVE
Zombi de Utgardian - Desconocido + 4 puntos de daño.

ESTADO - MENTAL
Marlene - 11 puntos de daño.
Tunad - 7 puntos de daño.
Xen - 5 puntos de daño.

Consiguiendo que le dejase de doler la puñetera pierna, de un salto desde el hombro de Tunad consiguió esquivar el impacto del gigante, viendo con cara de preocupación como, incluso con aquel poderoso ataque, apenas le había hecho un rasguño en la cara. 

Esto pinta mal.

-¡Tunad, nuestra misión es distraer a esta puñetera mole para que Igul lo destroce! ¡Mientras Marlene esté inconsciente, sin sus poderes me temo que no podremos detenerlo! ¡Y me temo que huir no es una opción! ¡Pero creo que si lo mantenemos en el mismo sitio igual no hará falta pararlo! ¡¿Que me dices, lo hacemos bailar?!

La verdad, es que probablemente también los reprobasen por desobedecer también la orden de huir, pero que demonios, en aquella situación no tenian mucha opción que enfrentarlo, y lo mejor que podían hacer era encararlo.

El salto de Xen hizo que Tunad diese un paso hacia adelante que le hizo esquivar el ataque del macro zombie - Uf, por poco, gracias Xen

Tunad iba a tope con el plan, ya puestos a ser degradados que fuese por algo en lo que creía y el creía en el plan de Sir Igul - Puedo probar a cegarlo momentáneamente, esperemos que salga bien compañero - Aprovechó que aún tenía encima a Marlene - VAMOS CABO, TE NECESITAMOS - Dijo gritándole básicamente al oído

​​​​​​El sargento miraba a esa mole de reojo mientras pensaba, tal vez si lo cegaba con su bola de tinta se quedaría un rato intentando quitarsela, tal vez se quedase en el sitio quieto... O todo lo contrario y se volvía loco, pero era algo que tenía que intentar

Abro tentativamente los ojos. Lo último que recuerdo es el puño de Utgardian creciendo de tamaño hasta comerse todo mi campo visual como una bola de demolición y una serie de imágenes... y una... ¿música? La verdad es que no sonaba mal, si salimos de esta igual se lo cuento al sargento Savant, la cosa tiene posibilidades. Aunque no acabe de entender lo de la chica desnuda montada en una bola de demoliciones.

Sea como sea, creo que estoy viva. Si, el relámpago de dolor que me recorre el espinazo a medida que mis nervios se despiertan me confirman que estoy viva, aunque desde luego no en mi mejor momento. Más bien, en mi escala de "momentos de mi vida en que he estado bien", este estaría compitiendo por el último puesto con la vez que el sargento Latkovia me sacó a hombros como un fardo de patatas del campo de batalla en ese desastre de operación donde me gane una corte marcial. Iba perdiendo y recuperando el conocimiento a medida que el sargento iba alternando maldecir por lo bajo con gritarme al oído diciendo el océano de mierda en el que iba a estar si se me ocurría pensar siquiera en morirme durante su guardia.

"Me cago en Dios y la virgen puta con combo de angelitos maricas y McFlurry, cabo. ¿Quién se ha caído en un remolino y la ha hecho Almirante para creerse que puede morirse sin mi permiso y la zona sin asegurar? Abra los ojos y las orejas cuando le hablo, pipiola. Como vuelva a perder la consciencia, le voy a tener dando vueltas al fuerte a paso coreano hasta que se le queden las rodillas como campurrianas. Le voy a pegar tal ostia que va a hacer noche en el aire. Va a hacer instrucción supervisada hasta que mi cara se le quede tan grabada que se acuerde de ella hasta cuando se haga un dedo. Ahora despierte de una puta vez, Cabo. Tiene un destino que cumplir y alguien que ser en este cuerpo, y por las bragas de su señora abuela que me voy a asegurar de que lo sea así tenga que empujarla a pollazos. ¡DESPIERTE EN ESTE MISMO PUTO INSTANTE, CABO MARLENE T. HATCHER!"

Y para que el momento nostálgico sea completo, ahora tengo a otro sargento gritándome a la oreja. No es tan... conceptualmente interesante como el otro, pero su voz tiene la misma urgencia, y algo dentro de mi se revuelve al oírlo y me insta a obedecer, abriendo los ojos y poniéndome en pie aunque sienta las piernas como flanes, sintiendo las miradas de Tunad y Xen.

Con el debido respeto, señor... una chica se puede hacer una idea equivocada si le dice eso con tanta intensidad en la voz.

Sonrío. Quedaría más bonito si no estuviese echando sangre por la boca, pero bueno. Hay que trabajar con lo que se tiene.

Bueno... creo que el plan sigue en pie, ¿no? Si probablemente me voy a pasar lo que me queda de servicio en el calabozo cortesía de nuestro buen Comodoro, que sea por algo gordo. Yo me ocupo de la parte de "pararlo". Ustedes intenten que no termine de romperme antes de que Igul pueda hacer sus cosas.

—¡GROWAAAAAAH!

Utgardian seguía gritando y revolviéndose en busca de esas cucarachas que conseguían eludir sus manos. El zombie gigante se movía presa de una rabia descontrolada y ansiosa. La verdad es que entre su invulnerabilidad y sus ansias destructivas, estaba claro que los valientes de Befehlgard no se enfrentaban a amenazas como esa todos lo días. Ni todos los meses.

Marlene había recobrado la consciencia y los tres marines estaban ahí, dispuestos a no rendirse con el zombi pirata. La situación no pintaba bien, estaban muy agotados y el no muerto era devastador. Entonces, en uno de sus giros incontrolables, Utgardian arrampló con sus dos brazos la parte superior de un edificio y se la llevó por delante... ¡arrojándola sobre el agotado trío de marines! 

Utgardian gasta un punto de épica en aumentar su iniciativa +1d6. Utgardian os hace una amenaza dificultad 17. Si la superais recibiréis 4 -RFIS. Si falláis, 8 - RFIS.

¡Es vuestro turno! ¡Intentad sobrevivir!

Iniciativa: [16] Utgardian Tunad [14] Marlene [12] Xen

ESTADO - FÍSICO
Marlene - 18 puntos de daño - GRAVE.
Xen - 14 puntos de daño - GRAVE
Tunad - 13 puntos de daño.
Zombi de Utgardian - Desconocido + 4 puntos de daño.

ESTADO - MENTAL
Marlene - 11 puntos de daño.
Tunad - 7 puntos de daño.
Xen - 5 puntos de daño.

El piscido asintió a sus compañeros, iban a ejecutar el plan, Pugpo sabía lo que tenía que hacer, disparó su bola de tinta y Tunad... PERO QUE COÑO - Tunad recibió una serie de ladrillazos que su grasa pudo detener lo suficiente como para no dejarle KO, aún con esos ladrillazos, el sargento bateó, no con la fuerza con la que podría haber sido... Pero atinó, le dio en la cara, lo que buscaba, esperaba que así pudiese estarse quieto un rato, al menos intentando quitarse el manchurrón negro - AHORA TROPA, AHORA - Gritaba mientras se apoyaba sobre una rodilla, ese último golpe le dolió, sabía que si recibía otro así iba a estar perjudicado.

-¡Tunad, ten cuida..-Por poco a Xen casi le golpea una de las piedras que lanzó el gigante. Si no fuera porque se estaba moviendo como un poseso, hace rato que ya habría sido sepultado. Lo único que esperaba es que por el momento el gigante se distrayese con él. Quizás no pudiera pelear contra él, pero al menos podría mantenerlo ocupado intentando darle.

Con la lanza, aprovechó para ir golpeando cada una de las piedras que encontraba, esperando que, mientras el gigante estuviese cegado, se centrase en usar el oído para detectarlos. Con la posición firme de tierra, podía provocar que aquellos golpes se escuchasen bastante por encima de la pelea, como si fuera el impacto de gigantescas piedras chocando entre ellas.

Fijo la vista en el zombie gigante. Por cómo me duele todo el cuerpo, sé que no me queda mucho gas en el depósito. Estoy a otro mal golpe de que me vuelvan a mandar a dormir, y esta vez no se si despertaré. Algo en las tripas me dice que puede que no.

Bueno. Puede que no me quede mucho. Pero sigo teniendo una tarea. Sigo siendo parte de un plan y no es porque lo haya hecho yo, pero sigo pensando que Casta Diva es la mejor oportunidad de que salga bien.

Solo tengo un tiro. Tendré que hacer que no falle. Me agacho y hago girar las cadenas cada vez más rápido, fijando el blanco. No me muevo cuando el gigante agarra un trozo de edificio entero y nos lo tira. El impacto, cerca mío, sacude la tierra a mi alrededor y hace que me balancee para mantener el equilibrio, pero sigo apuntando.

Un cascote que sale despedido con violencia al romperse una pared me golpea de pleno en la frente y se hace añicos. La sangre empieza a bajarme por los ojos, y Utgardian se vuelve borroso y de repente son dos. Tres. Pero parpadeo con fuerza y sigo apuntando.

Otro me golpea a la altura de la clavícula y algo hace "crac". "Crac" no es un sonido que indique nada bueno, y el adormecimiento súbito del hombro me confirma que no, no es nada bueno. Por suerte, no necesito el hombro para que Casta Diva gire, así que sigo apuntando

Ahí voy, Sargento, Cabo. Creo que le tengo. Lo mantendré quieto todo lo que pueda, pero les digo desde ya que va a ser unos segundos a la máximo. Aprovechenlos. Y diganles a la Marine Calvados y la Cabo Moskouri que tienen preferencia para quedarse con mis cosas antes de que llegue Intendencia, incluídas las no oficiales. La Cabo Moskouri sabe cuales son.

Desde el suelo, apunto a una de las vigas del edificio más grande que veo. Lanzo un de mis brazos-cadena para entrollarse alrededor suyo y usarlo de argolla. Lanzo el otro hacia la pierna del gigante. En cuanto note que llega y rodea la zona, usaré las piernas como grueso de cadena adicional. Espero que sea suficiente. Si no lo es... bueno. No creo que tenga que preocuparme por la tetraplejia. Ni por nada, nunca más.

Tunad bateó la bola de tinta con todas sus fuerzas y la rompió en un millar de pequeñas bolitas de tinta, dirigidas todas a los ojos del gigante. El cegador disparó alcanzó al muerto viviente cegando su vista y obligándole a rugir furioso mientras se llevaba las manos a la cara.

Marlene aprovechó la apertura para rodear al enorme gigante con Casta Diva. La cabo consiguió su objetivo, el no-muerto esta aprisionado con la cadena. Pero, ¿sería capaz de mantener su presa? La respuesta no tardaría en llegar. El primer gesto brusco  de Utgardian comenzó a desplazar a la marine. La cosa pintaba muy mal cuando dos figuras se abalanzaron contra el capitán pirata. ¡Eran el comodoro y el cabo Titán! Los dos marines, cada uno por un lado, agarraron a Casta Diva y reforzaron la presa que atenazaba al gigante.

Entonces, una columna ascendiente y explosiva hecha de nieve sorprendió a los marines. De ella emergió blanca y radiante la capitana Marconi, con dos alas a sus espaldas con un auténtico aspecto angelical. Al rededor de ella había doce espadas níveas apuntando a Utgardian. Y una tras otras salieron disparadas como proyectiles contra el gigante.

Los marines aunaban sus fuerzas para doblegar al temible no-muerto. Cuando parecía imposible que hubiera más sorpresas, el sonido de una detonación llegó a sus oídos al mismo tiempo que una explosión destrozaba el casto del gigante. Ese disparo tenía que venir desde el barco pero, ¡menuda precisión!

Por primera vez sintieron que podían hacer algo contra tremenda amenaza, pero aun así todavía conseguía resistir. Entonces lo sintieron. Una corriente de energía recorriendo sus cuerpos. Y poco después vieron el inmenso haz de luz roja procedente del castillo de Nibana. ¡La espada Pentagonal!

Instintivamente, Marlene anuló el uso de sus poderes y, el comodoro Beheit y el cabo Titán se apartaron. El haz de luz alcanzo a Utgardian en el lado derecho izquierdo del torso, llevándose buena parte de éste y su brazo por delante. La técnica del caballero era realmente espectacular. El no muerto mostró debilidad por primera vez e hincó la rodilla. Sus gigantescas protecciones cayeron rotas. Apenas podía mantener el equilibrio. Pero todavía vivía, por decirlo de alguna manera.

Pero si algo habían aprendido los marines en su estancia en Nibana era que los zombis podían morir. Xen, agotado, malherido y con uno de sus hombros dislocados, agarró con fuerza la lanza con el brazo que tenía bueno. El fúrido, presa de la adrenalina del momento y sin apenas raciocinio, se lanzó de cabeza hacia Utgardian en una carga frontal que acabó con el asta del cabo hundiéndose en una de las cuencas oculares del muerto viviente hasta hundir su propio brazo en él.

Y con ese último golpe, finalmente el zombi del capitán Utgardian se precipitó contra el suelo. Y tras su estruendosa caída, lo único que quedó fue el sonido de una agradable música inspiradora. Una música sutil pero capaz de encender las voluntades y los corazones con puro fuego.

Pero, ¿de dónde venía esa música?

Tunad aún con la rodilla hincada en el suelo vio como ocurrió todo, cuando vió el cadáver muerto y muy muerto se levantó lentamente, no daba crédito, el plan había funcionado, lo había hecho de verdad.

Se emocionó tanto que casi echa a llorar, pero no, tenía que contener las lágrimas. Escuchó la música, solo podía ser una cosa, miró a todos lados - ¿Savant?

Buscaba también al niño rata, si estaba Titán y había música tenían que estar los dos. Arrastró el bate mientras se acercaba al zombie gigante, de camino agarró a Marlene y la obligó a ir con él. Se precipitó e hizo un abrazo en grupo con todos los presentes, no sería muy duradero, porque tendrían que haber zombies cercanos, pero, que cojones, que se acababan de cargar a esa pedazo de mole, que lo habían conseguido.

-Lo hemos conseguido, lo hemos conseguido joder - Decía mientras abrazaba a todos, Tintan y Beheit incluidos. Cuando les soltó dió tres pasos hacia atrás y se puso firme - Lo siento por el impuso señores - Le dijo a Beheit y Marconi, luego miró a Titán - Gracias por los refuerzos, sin ti no lo habríamos logrado - miró a todos - Buen trabajo en equipo - aunque en realidad no era a él a quien le tocaba decirlo, pero se había animado.

Todo ha pasado demasiado rápido. Un instante, pensé que todo estaba perdido. Cuando intenté anclarme a un punto y Utgardian empezó a moverse, cuando oí los eslabones crujir y cómo empezaba a irme hacia él, pensé que hasta ahí habíamos llegado. Lo siguiente era fácil de adivinar. La cadena se rompería, el capitán quedaría libre de moverse, y yo quedaría incapaz de hacer nada.

Y entonces, de repente , como si hubiese sonado un cuerno de batalla, todo el mundo empezó a aparecer uno detrás de otro. La capitana, el comodoro, el cabo Titán, el corte de Ser Igul desde lo alto de la torre... como si el universo se hubiera sincronizado para llegar a este momento, todos los implicados en la misión aparecíamos de golpe en el momento exacto. 

Y funcionó.

No me puedo creer que realmente hayamos podido matar a esa cosa, otra vez. Pero bueno... como diría mi padre, se puede luchar contra las personas, pero no contra la evidencia. Y la evidencia es que, de algún modo que todavía no acabamos de comprender, hemos ganado.

Me pongo en pie con las piernas como flanes. No sé si por el estado general de mi cuerpo, que parece ir apagándose y encendiéndose en el borde de la consciencia por momentos, o si es el alivio que me recorre como una riada. Y me da igual. El sargento Tunad me agarra del hombro y me lleva con él sin que oponga resistencia. En parte porque no tengo fuerzas para resistirme a nada ahora mismo, y en parte porque mi cabeza está demasiado aturullada para pensar en ello.

Y así es como de repente me encuentro espachurrada entre varios superiores y el Cabo Wu, en una presa que hace que las costillas me bailen un zapateado en las tripas. Se han llevado mucho castigo estos últimos minutos y es un milagro que la mayoría aguante en su sitio. Y sigo detestando que me toquen, aunque... debo admitir que la sensación en si, sólo esta vez, y por supuesto tomada en el debido contexto... no está mal.

Diría que incluso es agradable. Diría incluso que me recuerdan a un tiempo más sencillo, cuando el grupo de niños de la isla celebrábamos así después de haber hecho alguna trastada o de ganar un partido de balón prisionero especialmente memorable. El orgullo, la sensación de victoria y la incredulidad en el pecho. Diría que siento algo parecido ahora mismo.

Diría incluso que recuerdo haber sentido algo así con otra persona. Cuando era joven. Mucho más joven. Cuando aún no habíamos dejado de hablarnos. Cuando aún no le llamaba simplemente... "Capitán Blair".

Bueno. Suficiente. Tunad se recompone, y va siendo hora de que haga lo propio. Me coloco en frente de los oficiales, al lado del Sargento y saludo.

Se informa de que, gracias a la inestimable a la gallardía y destreza en combate de las fuerzas aquí presentes, la amenaza inesperada a los civiles y personal ha sido neutralizada y, con su permiso, el equipo de reconocimiento puede proseguir con la extracción de nuestro objetivo principal. La Cabo Marlene T. Hatcher desea asimismo hacer patente su agradecimiento a título personal por su seguridad y su vida a todos los aquí presentes, y desea asimismo constatar respetuosamente que se considera indispuesta para realizar el combate de entrenamiento de revancha contra el Cabo Wu en el viaje de vuelta, o en cualquier punto dentro de los próximos tres o cuatro meses, si ello no es inconveniente. Fin del informe.

Pongo las manos detrás de la espalda, me yergo lo mejor que puedo habida cuenta de mi estado general, e intento mantener una imagen seria y resuelta, en contra de la sonrisa que pugna por salirme a la boca sólo por estar viva aún.

No lo consigo.

Y por esta vez... no me parece tan mal.