Son las IX de la tarde:
Por toda la ciudad comienzan a sonar las campanas del toque de queda, indicando a los ciudadanos que deben refugiarse y no salir de sus hogares. Nadie debe salir a la calla a excepción de las patrullas de Azores.
Eres capaz de sentirlas a través de las piedras, que vibran con cada grave tañido.
Tras el acicalado y la revisión de normas que había que seguir a la hora de asistir a una reunión de aquel calibre —que Kaleb no tardó en enumerar para sus compañeros—, bajaron a tiempo para tomar el carruaje que les llevaría directamente a la mansión de Lord Laforet.
* * *
Llamar a aquel lugar mansión era quedarse corto. Los patricios de Montnoir solían establecer su lugar de residencia en sus respectivas residencias, lo que indicaba un alarde de poder y riqueza por parte de la cabeza gremial que había sido escogida como regidor de toda la ciudad. Abélard Laforet no era ninguna excepción, pues su familia poseía uno de los palazzos más ostentosos y bellos de todo el distrito residencial. Un bastión tan descomunal que a Le Maison le sorprendió no ver un foso ni torre de homenaje.
La guardia personal del Patricio les abrió la puerta de la baja muralla que protegía el recinto, dejándoles apreciar el exuberante jardín que crecía en torno al palacete. Una hilera de palmeras filtraron entre sus hojas los últimos rayos de un agonizante sol.
La noche acababa de caer sobre Montnoir, pero la fiesta no había hecho más que comenzar.
[ACLARACIÓN]:
Dan las IX de la tarde en cuanto llegáis al palacete.
Acabáis de llegar al final de vuestra historia en este capítulo. Comenzamos el siguiente dentro de unos días.
Había oído historias acerca de decir su nombre a ciertas entidades sobrenaturales, pero no sabía si eran meros rumores. Titubeó al responder.
- Me llamo Volk, rad mi pequeño amigo ofidio. Confieso que me siento algo nervioso, pues nunca antes había hablado con ninguna serpiente, con todos mis respetos. Espero no haberte ofendido, pero no eres mi objetivo; estoy aquí para seguir a la Marquesa y obtener información sobre ella, como habrás comprobado en nuestro anterior encuentro, y preferiría mantener el nombre de mis asociados al margen. Ahora, dime ¿quién eres y qué haces aquí? ¿Están enfrentados nuestros intereses, buen Lenguaraz?
Concluyó no sin cierta inquietud al conocer la hora que era, y el peligro que entrañaba. No obstante, era un profesional, y seguiría a la Marquesa como había acordado.
Rad: encantado.
Estoy al borde de una crisis de ansiedad con el trabajo y los examenes, en serio xD
¡A ver cuando podemos coincidir y quedar a tomar algo y conocernos, tovarishch!
La serpiente volvió a chirriar aquel intento de carcajada.
—Tienes demasiado miedo a ofenderme. Relájate, humano —siseó tranquilamente —. Tampoco soy una serpiente. Tus ojos eligen verme así, ¿sabes? Y yo estoy haciendo lo mismo que tú: escuchar. No me gusta lo que está haciendo esa… marquesa con mi hermano. En realidad quería comunicarle lo que he descubierto, pero veo que está ocupado.
Lenguaraz remoloneó un poco en torno al cuello y los hombros del rhusiyano, haciendo vibrar su lengua bífida de vez en cuando. Aunque no tenía mucha idea acerca de reptiles —o de criaturas que aparentan serlo—, Volk estaba bastante seguro de que aquel ofidio no mentía. O, por lo menos, que lo hacía muy bien.
De pronto, comenzó a sentir cómo el espacio vibraba a su alrededor. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Podría haber jurado que algo había cambiado en el pasadizo, pero no estaba seguro de qué.
—Puede que no lo sepas, pero acabo de hacerte un favor. Espero que después de esto te relajes un poco.
Unos pasos sonaron detrás de Volk, que maldijo por lo bajo. Lenguaraz y la extraña vibración le habían distraído. ¿Acaso aquella criatura le había delatado mediante magia?
Apenas tuvo unos segundos para girarse y toparse cara a cara con un grupo de diez hombres encapuchados. Llevaban túnicas extrañas, bajo las que se podían adivinar zapatos de buen cuero. No eran soldados, pero tampoco Inquisidores, ¿qué eran?
El ladrón se quedó completamente paralizado. Estaba perdido. No podía huir, tampoco tenía donde esconderse. Se sintió defraudado por la serpiente, incluso por su propio instinto y habilidades. No tardarían en apresarle y encerrarle en un calabozo… o algo peor. Pero había algo extraño en toda aquella escena. Volk tardó unos segundos en percatarse de dos cosas que no encajaban demasiado bien: la primera era que, bajo las capuchas, asomaban rostros juveniles de bigote incipiente. La segunda era que no parecían haberse percatado de su presencia.
Todavía sin poder moverse de la impresión, volvió a notar un escalofrío cuando aquellos adolescentes comenzaron a atravesarle como si él no estuviese ahí; como si estuviese hecho de niebla o fuese un fantasma.
Antes de que pudiese abrir la boca, recordó que alguien —o algo— sí que podía tocarlo. Lenguaraz le miró divertido:
—Ya me darás las gracias en otro momento. Si quieres seguirles y espiar a esa bruja, no hay tiempo que perder. Ah, y puedes hablar si quieres. En este plano solo podemos verte y escucharte mi hermano y yo.
Y continuaron andando tras Doña Lorena de Avellaneda, que, tras saludar fríamente a los recién llegados, desapareció con ellos tras uno de las puertas de la sala.
Rad: encantado.
Estoy al borde de una crisis de ansiedad con el trabajo y los examenes, en serio xD
¡A ver cuando podemos coincidir y quedar a tomar algo y conocernos, tovarishch!
Me lo imagino, meu :/
Ya te respondí por privado. A ver si podemos quedar pronto ;)
Nos vemos en el Recuento de experiencia y, después, en el siguiente capítulo…