Partida Rol por web

-Es un placer volverte a encontrar, Katarina- comentó Le Maison con una franca sonrisa. -Parece que nos estamos acercando a algo porque la inquisición contrató a un asesino para darnos problemas. Aquí lo traemos y ahora tenemos que investigar a un estudiante que parece haberse metido en Artes muy oscuras y que desea nuestra muerte. ¿Podemos dejaros a nuestro prisionero con vosotros? Esperamos que dejéis a ambos, al inquisidor y al asesino, a manos de las autoridades competentes.

—¿Chto proiskhodit?

Katarina miró con sus ojos de gélida esmeralda al cronista.

—Маркиза ликвидировала хорошую группу студентов с капюшоном. Нуньо пытался бежать, потому что он отказался выполнить такой приказ.
»Этот инквизитор попытался атаковать Нуньо, обвинив его в резне. Мы искали тебя, когда нашли весь беспорядок. Буллфрог дружил с мальчиком, и идея допроса инквизитора была слишком сочной, чтобы пропустить.
»Y sí, estoy de acuerdo. Debemos movernos. El cuervo es cosa nuestra, y tengo la sensación de que esta noche pueden cambiar muchas cosas. ¿Tenéis algún plan?

 —Esperamos que dejéis a ambos, al inquisidor y al asesino, a manos de las autoridades competentes.

—Me temo que ahora mismo, con todo el asunto de la enfermedad y las desapariciones, la Inquisición es la autoridad competente. Ya tenemos bastante con ocuparnos de él. Laforet tiene cada vez menos control sobre la situación, me temo.

Traducción del Rhusiyano:

—La marquesa ha liquidado a un buen grupo de estudiantes encapuchados. Nuño trató de huir, pues se negó a cumplir semejante orden. 
»Este inquisidor trató de atacar a Nuño, culpándole de la masacre. Estábamos buscándoos cuando nos encontramos con todo el embrollo. Bullfrog había hecho buenas migas con el muchacho, y la idea de interrogar a un inquisidor era demasiado jugosa como para desaprovecharla.

—Vuestro amigo el druida tiene un plan, si estáis interesados en escucharlo —contestó Iacobus sonriendo—. La hija del otro Señor de las alimañas puede confirmar que no miento. Si no os deshacéis de mí puedo haceros de intérprete y guía por las catacumbas. Ya sé que vosotros no sois ratas ni palomas, pero yo que vosotros le haría caso.

En efecto, detrás del anciano, Magdala asiente con timidez. Es evidente que le disgustaba estar de acuerdo con lo que decía aquel asesino.

-¿Cuál es el plan?- Inquirió Arnault mientras Kaleb terminaba de hablar con Katrina.

El joven miró a Magdala que parecía confirmar que Iacobus estaba diciendo la verdad. No soportaba a aquel hombre, y tenía ganas de atravesar su garganta con la espada, pero no lo haría mientras tuviese alguna utilidad para el grupo. Pero sobre todo se fijó en los movimientos y el lenguaje corporal del gran lobo que tenía cerca, sabía que si Iacobus no decía la verdad, podría arrancarle la yugular fácilmente de un bocado.

-¿Y por qué necesitaríamos de tu ayuda si la hija del otro Señor de las Alimañas puede traducirnos y él parece conocer el camino?. - Le preguntó con una sonrisilla suspicaz al preso.

Iacobus rió con sorna.

—Las catacumbas no son carreteras que uno pueda recorrer de un lado a otro siguiendo un rastro. El privilegiado olfato de vuestro amigo le indica la dirección, pero no sabe por dónde debe moverse. No sabe qué callejones debe evitar para no perderse durante horas. Por sí solo es una brújula, pero únicamente eso. Yo, sin embargo, conozco bien estos pasillos, y puedo ser vuestro mapa.

Babaccar dio unos pasos hacia delante, colocándose al lado de Iacobus, para dar más peso a sus palabras. Era un riesgo, era evidente, pero era un riesgo con premio. La posibilidad de deambular durante horas sin rumbo por las catacumbas con Inquisidores y quién sabe qué más rastreándolos no parecía mejor opción, sobre todo teniendo en cuenta que precísamente los inquisidores habían elegido las catacumbas como su base.

-Poetomu my dolzhny prinyat' eto, potomu chto u Inkvizitsii yest' oshchushcheniye, chto ona na nashikh kablukakh*¹- dijo el gnomo en rhusiyano, para darse cuenta que detrás suyo se estaban negociando términos un tanto extraños.

Kaleb se dio la vuelta y puso los brazos en jarra luego de hablar con Katarina.

-Iacobus, me caes bien, seguramente lo sabes, pero... ¿cómo sabremos que no nos mandarás a las fauces de la Inquisición?*¹- le preguntó sinceramente -Porque me gustaría creerte, pero este gnomo no está vivo luego de vivir lo que vivió por confiar de más en asesinos a sueldo-

Miró a Katarina.

-Estamos juntos en esto, ¿no?- le preguntó amablemente, mirándola a esos ojos que le recordaban a otros ojos, en otra cara, en otro tiempo.

Babaccar avanzó hasta situarse junto a Iacobus, con la testa bien alta, como suscribiendo lo que el brujo acababa de decir. Magdala, por su parte, asintió en silencio. No estaba conforme con la situación, pero sabía que no había más remedio. Todavía estaba algo consternada al descubrir a uno de sus vecinos como un vulgar asesino a sueldo.

Iacobus sonrió en silencio y se encogió de hombros.

—Gano más con vosotros que con la Inquisición. Además, tampoco me gustaban esos niñatos de la Universidad. Vais a tener que fiaros de mí.

Katarina levantó al inquisidor y llamó con un gesto a Bullfrog y a Nuño.

—Podéis contar también con nosotros. Mantendremos el contacto mediante las piedras, así que no dudéis en llamarnos.

Trapos Sucios: en la corte del patricio a penas se habla de los inquisidores. Es un tema que incomoda a la mayor parte de la burguesía. No obstante, el terrible oficio del hermano Arcadio es un secreto a voces. Lo torturadores tienen una fama oscura en todos los rincones de Montnoir. Nadie habla a viva voz del proceso, pero los gritos que salen de las cámaras y las mazmorras son lo suficientemente explicativos.

Kaleb sintió que podía confiar en Iacobus. Tampoco había muchas más opciones.

-Vengan con nosotros- le dijo a Katarina -Me gustaría preguntarle un par de cosas a Don Arcadio... no creo que con sus métodos, pero sí un par de cosas- agregó con una mirada que bien parecía sombría en los ojos de Kaleb, al menos el que viera aquella mirada, tan extraña en el pequeño gnomo, que parecía tener casi algo personal con aquel hombre.

Si algo le caía mal, eran los torturadores. Él se dedicaba a conseguir información por las buenas, que ambas partes ganaran algo en el valioso y divertido arte de la conversación y la oratoria, pero esos degeneraban ese sagrado arte, lo manchaban y mancillaban con sangre y violencia innecesaria, actuar cobarde y humillante.

El inquisidor atravesó a Kaleb con ojos como estiletes de hielo. Era un hombre enjuto y paliducho, delgado y con una melena que caía en mechones negros sobre su rostro.

—El cronista de Lord Laforet. Un extraño honor en un lugar tan sombrío y apartado del lujo de los grandes salones, las telas rellenas de pluma y los dulces empalagosas.

El tono de su voz era inquietantemente tranquilo, como si el hombre desquiciado que unos segundos antes se deshacía en exabruptos nunca hubiese existido.

—He tenido el placer de escuchar los gritos de muchos poetas antes, incluso algún que otro gnomo. 

Kaleb apretó los labios de una manera que nadie había visto antes. Sus puños se aferraron a sí mismos, poniendo blancos los tostados nudillos del gnomo. Si antes sólo tenía dudas que apenas se podían comparar con trinos, ahora tenía una confirmación clara.

Era célebre la muerte de Cratesso "Lengua de cicuta" a manos de la Inquisición, y a él le pesaba personalmente. Ese muchacho, porque sólo tenía veinte años cuando cayó en manos de ésta, fue culpado de herejía y blasfemia por un tribunal eclesiástico por los poemas y cantos con claras señas de crítica social y religiosa. Kaleb había hablado muchas veces con él en sus viajes, para que dejara de provocar algo que no podría contener si llegaba a llamar demasiado la atención. Pero era un niño testarudo. Y así acabó, con las llamas que él mismo había hecho crecer con sus palabras.

-Tal vez pueda incursionar por nuevos caminos del diálogo...- dijo aún apretando la boca, conteniendo la furia que sentía en su interior -Será mejor que nos vayamos...-

Se comió todas las respuestas inteligentes, y no tanto, que se había imaginado, porque la furia se las hizo tragar amargamente.

"Un Cronista tiene que estar en donde está la Historia..." o "Que sea Cronista Honorario no quiere decir que no pueda ensuciarme las manos..." y así podría haber seguido.

El hermano Arcadio hizo ademán de escupir al cronista pero Bullfrog le detuvo, asestándole un puntapié en la mandíbula.

—¡Bullfrog! —lo reprendió Kararina— Ya te he dicho que lo necesitamos entero. Haz el favor de contenerte, por favor.

—¡Bah!

—Y vosotros andaos con cuidado —prosiguió—. La marquesa de Avellaneda ha fregado el suelo de las catacumbas con la sangre de varios de esos cultistas universitarios, por lo que la Inquisición está que echa humo. 

Alek se adelantó, poniéndose delante del resto. Tarannis se apresuró a colocarse a su lado, en pose orgullosa.

—Dejadme ir con vosotros, zarev… Katarina. 

—¡Yo también voy —tronó una voz a su espalda.

Magdala se adelantó y desafió a Arcadio con la mirada.

—Los inquisidores han quemado mi hogar. Necesito respuestas. Necesito nombres. Necesito justicia.

Nadie se atrevió a contradecirla. El tiempo apremiaba y debían separarse, era mejor así. 

Sin perder el tiempo en despedidas triviales, el grupo se separó para continuar avanzando en la oscuridad de aquellos túneles. A la cabeza, Iacobus y Babaccar guiaban la comitiva. Solo faltaban Hugo, Tancredo y Orrghk, pero tenían que averiguar dónde se hallaba el epicentro de aquella locura. Le Maison debía detener aquella blasfemia a los ojos de Lineras. Babaccar ansiaba detener el sufrimiento y la corrupción de los espíritus que habían sido atraídos a la ciudad. Arnault tenía una misión por cumplir y un nombre que labrarse. Kaleb deseaba poner fin a aquellos oscuros acontecimientos y regresar para plasmarlos en unas de las más grotescas y enrevesadas historias jamás escritas. Y Volk… Bueno, nadie sabe lo que quería aquel misterioso ladrón rhusiyano. Tampoco sabían qué tramaba aquella serpiente que lo acompañaba ni el brujo que los estaba guiando. Una cosa estaba clara: el final estaba cada vez más cerca.

FIN DEL CAPÍTULO