Arne y Dilaila entran a la vez en el Lavadero procedentes de su puerta Norte
En la FASE 2:
Arne y Dilaila entran juntos en el Lavadero desde Pasillo J.
Podéis interactuar en esta estancia todo lo que dure la ronda. El jueves editaré destinatarios.
En la FASE 3:
Dilaila Merygold se quedará en el Lavadero y se acercará a las pilas.
Arne Windsbraut saldrá del Lavadero y entrará a la Despensa.
No podréis intercambiar información de lo que ocurra durante la fase 3, porque para entonces ya no estaréis juntos.
Arne entro junto a la doncella y al estar ambos solos sintió la necesidad de agachar ligeramente la cabeza y saludar. -Señora. -Para poco después proseguir su camino, si no tuviera nada que decirle.
Entré al lavadero intentando pensar solo en mi labor y no en lo sucedido, de tal manera que apenas si me percaté de que alguien había entrado conmigo hasta que oí su voz.
- Arné - fue lo único que dije a modo de saludo acompañado de un ligero movimiento de cabeza. Después, continué en mi quehacer.
Dilaila salió del Lavadero en dirección a la Despensa
Sigue allí ^^
Bermejo Russus rellena el depósito de agua de los Lavaderos y continúa con sus tareas.
Desbloqueas la Etapa 3
Todavía dándole vueltas a los recientes acontecimientos, especialmente al cruel asesinato por envenenamiento del buen senescal Deadfate a manos de los viles impostores infiltrados entre ellos, los pasos del Consejero de la Moneda le condujeron al lavadero, donde tenía la clara intención de terminar de rellenar los depósitos de agua y así completar con éxito la mitad de la tarea que le había encomendado el difunto senescal.
Al cruzar la puerta observó a la siempre hermosa y bellísima lady Dilaila Merygold, quién acababa de acceder al recinto y todavía no se había percatado de su presencia, acercándose al lavadero para realizar sus labores. Rudeus Greyrat se acercó sigiloso por la espalda, con una eterna sonrisa imperecedera dibujada en su rostro, buscando sorprender a la joven dama con un gesto íntimo y cariñoso abrazándola por detrás y cruzando sus manos sobre su vientre.
Bien era sabido por muchos que el Consejero de la Moneda tenía especial atracción y deseo por la doncella de buena alcurnia, pero siempre en el respeto y el decoro, rara era la vez que se mostraba tan cariñoso e íntimo salvo en aquel tipo de ocasiones, en las que se encontraban de forma fortuita y a solas en alguna de las estancias del castillo, supuestamente menos concurridas.
- Si mi persona fuese un vil asesino e impostor, ahora mismo podríais estar yaciendo sin vida en el suelo, mi querida Merygold. - le susurró suavemente al oído, haciendo un amago de querer besarle el cuello en complicidad. ¿A caso no teméis que los impostores os puedan hacer daño, aventurándoos sola por el castillo? ¿O quizá fuisteis en todo momento acompañada hasta este preciso instante, sabedora de que podríamos encontrar un momento de intimidad?
Rudeus Greyrat volteó a la joven de hermosas curvas para ponerla frente a sí, a solo escasos centímetros de rozar sus labios, para que en el caso de que accediese, sorprenderla gratamente acortando la distancia que les separaba y fundiéndose ambos en un dulce beso, mientras se abrazaban con calidez. ¿Estaría dispuesta la hermosa joven a dejarse llevar y complacer al Consejero de la Moneda?
Post para Merygold
La intención de Rudeus era clara pero la última palabra estaba en manos de la chica, que bien podría cambiar el esperado beso por un buen rodillazo en las partes más innobles de Rudeus (Y en cuanto a innobleza, había mucho donde elegir).
Quería completar mis tareas lo antes posible, lavar no era un trabajo agradecido pero cuanto antes acabase antes podría dedicarme a una tarea mas descansada. Nada mas entrar busqué con la mirada la túnica del clérigo para lavarla, pero al acercarme a la pica alguien me sorprendió por la espalda. No pude evitar sobresaltarme y tuve que contener un grito antes de darme cuenta de que era el mismísimo Consejero de la Moneda, un hombre influyente pero con bastante fama de mujeriego.
En cuanto me repuse, el caballero me agarró por la cintura e intentó besarme. Por suerte, mis reflejos fueron suficientes como para lograr colocar dos de mis dedos en la comisura de los labios de Rudeus.
-Mi buen señor, ¿no le tengo dicho que mis labios estarán sellados hasta que decida comprometerse y deje de perseguir a todas las doncellas de la corte a mis espaldas?
Mi rostro no mostraba ofensa alguna, pero no por ello iba a dejar que mancillaran mi honor con simples promesas.
-Si vuesa merced fuera un asesino o un impostor el dinero del reino ya no estaría en manos del Rey, de eso estoy segura- Dije de forma divertida -Además, ¿cómo sabe que la villana no soy yo, y que le he seguido hasta aquí con motivos ocultos y no de los que vos disfrutaría?
Le guiñé un ojo y recogí la túnica del sacerdote de la pila con intención de iniciar mi tarea.
- Claro que ninguno de los dos confesaría, así que mejor céntremonos en trabajar para poder volver junto a una de las chimeneas más rápidamente, piense que ese entorno es mucho mas encantador para una dama que un lavadero sucio lleno de ropa eclesiástica.
Post para Rudeus Greyrat