El bosque estaba en relativo silencio. Desde que partieran de la casa de Julius, cada vez se oían menos pájaros, e incluso la luz del sol parecía algo más tenue. Moth se abría ante ellos, y lo que prometía no era nada demasiado esperanzador. Intentando despejar esos pensamientos de su cabeza, Faliar se inclinó y comenzó a recoger leña seca del suelo. Catherine, Nahia, Aaron y Conrad se habían quedado preparando el campamento, mientras que él, Quint y Alice recogían maderos para hacer un fuego y comer caliente. Una hoguera era una bonita manera de llamar la atención por la noche, pero con todos los que eran, y teniendo en cuenta sus habilidades, era un riesgo mínimo que estaban dispuestos a correr a cambio de algo de calor y la posibilidad de cocinar algo para no comer en crudo. Ese día habían cazado un ciervo, así que la cena prometía
Cuando se irguió de nuevo, la vio
No la había oído venir. Como si hubiera aparecido de la nada, Alice le observaba desde el extremo del claro en el que se encontraba, con mirada seria y expresión impenetrable. Iba vestida con ropa oscura de viaje, y hacía varios días que no se arreglaba, pero aún así estaba tan bella como antes. Una belleza que, aunque ligeramente menor a la de su esposa, resultaba algo salvaje y magnética, como un fruto prohibido. La ex-música llevaba las manos vacías, y si no fuera porque la conocía muy bien para saber que probablemente no era así, habría dicho que iba totalmente desarmada
Pasaron unos segundos en los que sus miradas se cruzaron, pero Alice no dijo nada. Se limitó a mirarle, en silencio
Faliar levantó la vista y vio a Xerine, observándole. Durante unos segundos no dijo nada y se limitó a mirarla, esperando a que dijera algo. La situación se le hizo tensa; había estado pensando en aquel recuerdo, y había hecho algunas hipótesis. Se inclinaba a pensar que su mente le había jugado una mala pasada, y que había confundido a Xerine con aquella mujer a la que había visto en sus recuerdos, pero la actitud de Xerine le decía que no era así, que pensar que había sido una confusión era una excusa que se había intentado creer para no afrontar un hecho que, sinceramente, le asustaba. No sabía que relación tenía Xerine con su pasado, ni siquiera estaba seguro de que realmente fuese ella a quien vio en sus recuerdos, pero tenía claro que la había visto, a ella o a alguien que se le parecía mucho (era difícil confundirla, a fin de cuentas). Y las repercusiones podían ser abrumadoras.
- Bueno, si hubiera querido matarme, ya lo habría hecho -pensó. Dejó la leña en el suelo y dio el primer paso para aclarar todo aquel asunto
- ¿Querías algo?
Alice no respondió, pero frunció ligeramente el ceño. Fue un movimiento casi imperceptible, pero para alguien como Faliar no pasaba desapercibido. El silencio comenzó a hacerse algo tenso. Más de lo normal
Y es que, durante esos días, la actitud de la joven hacia él había sido fría y distante. Desde que partieran de la casa de Julius, era casi como si una especie de muro se hubiera levantado entre ellos. Charlaba con él de tareas cotidianas como las guardias o el racionamiento de agua, y respondía de forma educada si se la preguntaba algo, pero más allá de eso, era como una tumba. Lo más extraño era que, con los demás, su actitud era diferente, casi familiar. ¿Qué había ocurrido en realidad para que le tratara así?
No respondió. Aquello se le hacía insoportable. ¿Había ido a buscarle solo para mirarle de forma acusadora sin decir nada? Si, bueno, aquello parecía bastante propio de Xerine; nunca se había caracterizado por ser muy habladora, precisamente, y lo más probable es que tras unos segundos más, se diese media vuelta y se marchase sin decir nada. Una pregunta se le pasó fugazmente por la cabeza, pero prefirió no hacerla; mejor no pronunciar el nombre de Rose, al menos hasta que ella diese un paso.
- Escucha... Alice -le costaba recordarse a si mismo por cual de los muchos nombres tenía que llamarla en aquella ocasión- Sé por que ese cambio de actitud, y por que estás aquí, pero no se que tengo que ver yo en lo que fuese que ocurriera; sigo sin recordar casi nada de lo anterior o posterior a la primera vez que estuve e Corvinus. Si quieres aclarar algo, tendrás que ser tu la que me diga que está ocurriendo.
Ale... continuad ;)
Solo tres palabras salieron de su boca
¿Quién es Rose?
La pregunta le sorprendió; era la misma pregunta que quería hacerle él a ella, porque a decir verdad, no lo sabía.
- Esperaba que tu me respondieras a esa pregunta. Yo... solo sé que es alguien de Chaville a quien conocí hace mucho tiempo, veinte años o quizás más, pero no recuerdo más.
Su apellido. ¿Como se apellidaba?
Cada palabra era una aguja, tan afilada como las de la asesina que la atacó en la fiesta
Faliar intentó hacer memoria, pero no recordaba su apellido
- No lo sé. Solo sé su nombre, y que era hija de un mercader no muy importante...
Alice se acercó a él lentamente. Cuando estuvo a un par de palmos de distancia, frunció el ceño, esta vez de forma obvia. El silencio se alargó unos segundos, hasta hacerse casi insoportable
Entonces le abofeteó
La marca roja en la cara de Faliar comenzó a disiparse de forma casi inmediata, pero el dolor persistió. Sin decir una palabra, Alice se giró, dándole la espalda, y se marchó
Y por mí, hasta aquí llega la escena. A menos, claro, que Faliar tenga algo que decir
Faliar aceptó la bofetada sin decir nada; lo cierto es que se esperaba cualquier cosa, y esa era una. Pero no podía dejarlo ahí. Tenía que saber que había ocurrido. Fue detrás de ella y la agarró por un brazo, con suavidad pero con firmeza.
- Alice, por favor, dime que ocurrió. Solo así tal vez pueda... pedirte perdón. Ya sé que tanto tiempo después quizás ya no signifique nada, pero... ¿que más puedo hacer? Tengo que responsabilizarme de todo lo que hice en mi vida anterior y aceptarlo... pero solo puedo hacerlo si sé lo que hice...
Sabía que no obtendría nada, pero tenía que intentarlo. ¿Que le habría hecho para que se mostrase así? No podía dejarlo estar, sin más.
Alice se giró de forma casi automática, antes siquiera de que Faliar terminara su primera frase. Un destello plateado, y la daga estaba en el cuello de Faliar. Este observó, sorprendido, como los ojos de ella brillaban con la intensidad que solo las lágrimas pueden conceder. Pero no lloraba. Alice no era de las que desperdiciaban lágrimas en vano
No me toques
Escupió cada palabra, cada sílaba, con una intensidad que casi le hizo estremecerse. En sus ojos se podía leer algo parecido al... ¿Desprecio?
Pido una tirada de engatillar con la daga. Si es posible pillar a Faliar por sorpresa, mejor
Los dos de cansancio van implícitos
Si sale, me gustaría que me dejaras narrarlo, si es posible... Y cárgate este post de notas ;)
Parece que hemos llegado a un acuerdo, y a menos que nos pongamos muy quisquillosos con la posibilidad de que Sexine pifie, no hace falta ni meter tiradas de por medio. Voy posteando porque es una posibilidad muy pequeña ;)
Por mí, escena cerrada. A menos, claro, que Faliar vuelva a perseguirla. En cuyo caso será mejor que vayamos tirando turnos XD
Faliar levantó la barbilla; podía sentir la punta de la daga en su piel. Pero en ese momento, teniéndola tan cerca, pudo ver la expresión de Xerine. No era la típica mirada suya; ni indescifrable, ni fría y calculadora. Había verdadero odio y desprecio, verdadera pasión en aquella mirada; unos hermosos ojos verdes, con su belleza acentuada por la intensidad de sus emociones y por unas lágrimas que parecían a punto de desprenderse. Eso encendió algo en su interior, algo que quizás fuese más propio del Faliar anterior, y no del que pretendía ser ahora.
Se inclinó ligeramente sobre la daga; la punta abrió una pequeña herida, y unas cuantas gotas de sangre empezaron a deslizarse por el filo. En ese momento no pensaba ni en Nahia, ni en Catherine, ni en lo que buscaba, ni nada. Solo quería saber por que Xerine le odiaba tanto.
- ¿Quieres matarme? Adelante, hazlo. A fin de cuentas, es lo que mejor sabes hacer, ¿no? Da rienda suelta a tu odio y rebáname el cuello. Pero tanto tu como yo sabemos que no seré uno más en la lista de muertos que llevas a la espalda.
Era una locura provocarla de esa manera, pero le daba igual. En su interior, seguía pensando que, si hubiese querido matarlo, no se habría limitado a darle una bofetada.
La expresión de Alice no mudó
Pero su muñeca temblaba
Sus pupilas estaba dilatadas
¿Qué ocurría en su interior?
Faliar percibió como le temblaba el pulso a Xerine, y se inclinó un poco más; solo un milímetro, lo suficiente para que cayesen un par de gotas más sin ensartarse el cuello. Hizo una mueca de dolor, pero no se apartó. Su yo más altruista, el que amaba a Catherine y Nahia con locura, le decía que se alejase, que se separase de aquella daga y dejase a Xerine en paz con su odio. Pero su lado más salvaje decía lo contrario; le decía que, aunque fuese él quien tuviese la daga en el cuello, era Faliar y no Xerine quien tenía ahora mismo el control de la situación. Quería que aquella mujer le dijese de una vez por que su pulso temblaba, y también que se quitase esa máscara de frialdad de una vez por todas. Su mirada era tensa, severa; acerada como el hierro. Ni rastro de miedo o duda. Sus ojos verdes se iluminaron, pero esta vez no por la magia que corría por sus venas, sino por pura determinación.
- ¿Y bien? ¿Por que tanto odio, Alice? Me tienes a tu disposición ¿Que te hice que fue tan horrible como para que te tiemble el pulso?
No era justo. Joder, no era justo
Tendría que matarle. En ese mismo instante. Pero su muñeca no reaccionaba. Ese idiota era, con toda la probabilidad, el que abandonó a su madre dos décadas atrás, y como consecuencia directa, el que la había condenado a una vida errática e infrahumana. Su infancia había sido aderezada con una educación de mendicidad y delincuencia, y todo porque el señor polla caliente no pudo guardarse su libido en un cajón cerrado con llave, ni apechugar cuando la cosa se fue de madre. Y ahora encima se atrevía a exigirla explicaciones. Tendría que matarle, joder. Tendría que rebanarle el cuello y dejar que se ahogara en su propia sangre como el cerdo que era. Pero no podía. No podía
No era justo
Alice bajó la daga
Lo que siempre haces, Faliar. Tu error, tu estigma
Le dio la espalda. Antes de irse, lanzó una última mirada, de reojo, girando la cabeza
Si el mundo fuera justo, yo estaría muerta desde hace tiempo. Pero tú perecerías conmigo
Volvió a caminar hacia el límite del claro, y esta, vez, su voz fue apenas un susurro
Quién sabe. Quizás los dos encontremos nuestra redención en este viaje
- Quizás...
Faliar se quedó mirando como Xerine se alejaba; seguía sin tener respuestas, pero aquellas palabras y su actitud, eran suficiente por ahora. Quizás en otra ocasión, tal vez si salían vivos de todo aquello, podrían volver a hablar de ello, sin dagas en el cuello.
Se sentó en una piedra y se frotó la herida del cuello. Era un poco más profunda de lo que creía, pero no era nada que no pudiese arreglar con los ejercicios que le habían enseñado. Solo unos segundos concentrándose únicamente en su respiración, y la herida se cerró. Luego se quedó allí un poco más, mirando al cielo nocturno y pensando en lo que había ocurrido.
Por mi ya. Por cierto, uso curación por ki xDDD