Partida Rol por web

Faliar se mostró entusiasmado, pero prefirió ser algo más prudente que el cartógrafo

- ¡Vaya, eso son buenas noticias! Pero aún así... no quiero arriesgarme a viajar de noche; Quint te puede confirmar que Moth es una tierra muy peligrosa, y más de noche.

-Pero Julius dijo... estimó...

Aún reticente en sus palabras, se observaba una alegría incipiente en Nahia. Como si la noticia de que esa misma noche podrían dormir a cubierto hubiera iluminado sus palabras. Miró a Cath, y a su barriga. Estaba preocupada por su hermano, y la perspectiva de dormir caliente esa noche era, como poco, tranquilizadora.

-Cállate Nahia.-Dijo Cath sonriente.- ¿Estas seguro Conrad? Quiero decir... ¿al desviarnos con los bandidos? Si hemos ido justo en dirección contraria al camino...

Al igual que su amiga, la rubia estaba feliz de escuchar esas noticias. Quizá si el día hubiera sido soleado y el camino hubiera sido recorrido en la carreta no estaría tan contenta de acabar de una maldita vez aquella travesía. El viaje a Karlsrude había sido largo, pero dentro de lo que cabe, cómodo. No como este viaje.

Pero ella se había metido, y le habían insistido que no lo hiciera. No podía quejarse.

- Bueno, pues si Conrad cree que podemos llegar a Koven esta misma noche, será mejor ponernos en marcha inmediatamente, aunque estemos cansados. Yo también quiero darme un baño, comer algo caliente y dormir de una vez en una cama. Voy a bridar los caballos.

- Sí, mirad -indicó el cartógrafo señalando el mapa- el camino que Julius nos marcó bordeaba este lago por la izquierda, hasta llegar a Koven, al otro lado. Pero al cruzar el campo de empalados y movernos hasta este campamento, que parace estar en estas formaciones rocosas, hemos ido por el otro lado del lago, y ahora pordemos ir en línea recta directamente a Koven. Sencillamente hemos tomado una ruta distinta, y hemos tenido al suerte de atajar.

Cath se asomó fuera del saliente rocoso. No estaba lloviendo ya. El cielo había detenido su lagrimeo y permitía a cualquier caminante no ser mojado mientras cumplía su recorrido.

-Pero... si queremos bridar los caballos al carruaje, tendremos que ir hasta el camino, alejándonos de este sitio. Y recordar que aquel carro tenía una rueda rota. ¿Tenéis algún remedio para eso?

-¿Y montando sobre los caballos?

Nahia quería llegar ya a la ciudad, o a la aldea... o a lo que mierdas fuera Koven. La aparente cercanía de la ciudad le había hecho hablar a lo loco, sin pensar demasiado.

-Son sólo tres caballos, y nosotros somos ocho. Tres personas encima de un caballo me parece mucho... Aunque si nos organizamos bien, quizá aguanten y lleguemos incluso más rápido a Koven. Si montamos a Faliar y a mi con la niña en uno de ellos. A Quint, Pierre y Nahia en otro y a Alice y Aaron en el tercero...

Se quedó pensando, le seguía pareciendo demasiado peso, sobre todo en los dos primeros caballos. Quizá el tercero aguantara perfectamente, pero no así los que tenían tres personas.

Yo... bueno, creo que podría ayudar con mis habilidades a uno de ellos para que no se cansara tan rápido. Y si Nahia pone de su parte...

Aunque la idea de Nahia le había parecido, en un principio, desacertada parecía que iba tomando color.

La chiquilla miró a Aaron, con una mirada cargada de inocencia. Pensó en quiénes tenían habilidades sobrenaturales en el grupo, y trató de convencer a todos para que ayudaran a los caballos. No sabía si había un conjuro exacto para esa clase de cosas, pero la magia que bullía en su interior le decía que algo se podía hacer.

-Papá, ¿hay algo que puedas hacer? No se a qué se refiere Cath, pero usando magia...

Luego miró al miembro del grupo más callado. Parecía como una sombra que les seguía, sin inmiscuirse demasiado en sus conversaciones. Pero quizá pudiera ayudar ahora.

-Aaron... tu antes hacías magia, ¿no? ¿Podrías ayudar a los caballos a no sentir cansancio?

No recordaba lo de la rueda rota, pero era cierto, así que coger el carruaje de la niña no era una opción, y regresar al carruaje que llevaban ellos, más alejado aún, menos.

- Vamos a asfixiar a las pobres bestias... pero si el carro estaba roto más no podemos hacer. Lo mejor es que el segundo caballo lleve el menor peso posible, así que creo que Pierre debería montar con Aaron, y Alice con Quint y Nahia.

Aaron gruñó ante la pregunta de Nahia y retiró la mirada. Ni siquiera intentaba ocultar su incomodidad.

-Me da igual la forma de llegar a Koven mientras lleguemos.

Paseó la mirada entre los integrantes del grupo, intentando hacer un cálculo aproximado del peso de cada uno.

-Probemos la distribución de Faliar. Si no aguantan ya pensaremos en algo, ¿Os parece?

Conrad plegó de nuevo el mapa y volvió a guardarlo en su chaqueta, para acto seguido acercarse a uno de los caballos y tomar las riendas.

- En marcha, pues. No podemos perder ni un minuto si queremos llegar antes de que anochezca.

-¿Cómo que te da igual? ¡No me has respondido!

Nahia se quedó mirando a Aaron con expresión sorprendida. Si bien el chaval era frío y distante no esperaba esa ausencia de predisposición a ayudar.

-Si... ¡si no fuera por el conjuro de Julius te quedabas ahora mismo ahí!

Era cierto, Aaron había despreciado la pregunta de Nahia y no había dicho nada sobre la posibilidad de ayudar que tenía. A pesar de que la reacción de Nahia fue un poco brusca, tenía toda la razón. Sin hacer ningún gesto notorio, la rubia se quedó también mirando al chico despeinado, esperando una respuesta. Y de hecho, añadió una pregunta más.

-En cuanto a tu segunda pregunta, Aaron, mejor pensar en si podemos hacer algo si no aguantan. Creo que Nahia y yo podemos hacerlo, la pregunta es ¿puedes tú? Y más concrétamente... ¿Sigues controlando aquello a lo que tu no llamabas magia?

La expresión de Cath era severa. No más secretos.

Aaron miró con dureza a mujer y niña. Al fin y al cabo, para él seguían siendo unas completas desconocidas.

-No, no puedo hacer nada. Quiero llegar a Koven tanto como vosotros así que no tengo ningún motivo para no querer ayudar.

Se acercó a Conrad, dispuesto a montarse en el caballo.

-Y respecto a la segunda pregunta; si, puedo controlarlo perfectamente.

Por el tono irritado de Aaron todos podían darse cuenta de que no estaba precisamente a gusto.

Cath relajó el gesto. No iban a sacar nada de él, era demasiado hermético. Aceptó palabras de su marido considerándolas más sabias y se acercó al caballo. Sonriéndole, le dijo en voz baja.

-En realidad, en nuestro caballo iremos cuatro.

Tras esto se acarició el vientre, mientras bajaba la vista. Ese niño había viajado por medio mundo y todavía no había nacido. Sería una experiencia bonita que decirle cuando creciera...

Tras comprobar que la silla estaba bien sujeta con las correas, el cartógrafo puso un pie en el estribo y montó. Miró significativamente al muchacho misterioso. Esperaba que su caballo fuese relativamente fuerte, ya que aún llevaba a la espalda el fardo que había cogido al abandonar el carro. Con las manos, además de las riendas, también sujetaba su "bastón de defensa".

- Debemos darnos prisa -dijo para recalcar la frase que había dicho antes. No tenía en absoluto ganas de comprobar hasta qué punto era cierta la reputación de las noches en Moth.

Faliar sonrió discretamente a su esposa, subió al caballo y ayudó a subir a Catherine, mientras colocaba a la niña inconsciente entre ambos, para que no se cayera. 

- Agárrate a mi y mantenla a ella sujeta para que no caiga; no vamos a ir a galope, pero nos conviene ir a paso rápido si queremos llegar antes de que sea noche cerrada.

Aaron torció un poco el gesto cuando subió al caballo junto a Conrad. La verdad es que no le apetecía nada compartir montura, pero era lo que había...