jajajajajajaj
me ha gustado ;)
Tranquila, aún te queda tiempo ^^ céntrate en el examen de derecho ^^
vale, necesito que me ayudes con dray..no se que tienes pensado para él, y por eso no se como enfocarlo...
ocupado, o lo hablamos por algun medio de comunicacion que sea a tiempo más real?
Voy a ir poniendo poco a poco la historia de nahia aunque todo el principio tu ya lo has leido^^:
-¡Cariño! ¡Cariño! ¡Ven aquí corre!
Nahia sintió como una mano golpeaba suavemente su cara, pequeños toquecitos que le devolvieron a la realidad. Sus ojos se abrían perezosos, Una mano le sujetaba la cabeza. Tosió.
-¿Pequeña estas bien? ¿Qué os ha pasado?
Nahia no tenía fuerzas para contestar, su única palabra fue:
-Ayudadnos
-¿Ayudadnos? Pequeña aquí no hay nadie más, ¿Ibas con alguien?
Los ojos de Nahia se abrieron como con un resorte. Deseaba levantarse pero sus fuerzas no respondían como debieran y cada intento terminaba en fracaso.
-Pero… Faliar, Cath, ..cof, cof…Xerine, Aaron… cof, cof, y ¿¡Quint!?
-¡Oh! Pequeña, no se de quien hablas pero aquí no hay nadie más. Max cariño ayúdame, recorre un poco la playa a ver si ves a alguno de los que esta niña mencionó.
La mente de Nahia no podía hacer nada más que luchar por volver a ponerse en pie, tenían que estar allí, no podía haberse quedado sola de nuevo.
-¡Lilian cariño!- Chillo desde la distancia una voz masculina pocos segundos después.- Aquí hay dos personas más, la chica parece estar medio consciente, pero el chico…no tiene buena pinta.
¿Aaron? ¿Quint? ¿¿Faliar??
El cuerpo de Nahia cedió ante la urgencia del momento, se levantó con ayuda de la señora y caminaron algunos metros hasta encontrar al marido de esta…
Tenían que ser Xerine y Quint, son los que estaban con ella en la cubierta cuando todo empezó.
De pronto vio en el suelo a Catherine que intentaba levantarse y… ¡Faliar!
No respondía, seguía tirado en la arena sin dar señales de vida. El anciano le tomó el pulso, La pequeña respiró algo más tranquila cuando le indicó que seguía en este mundo. Aunque no sabía por cuanto tiempo.
Con la ayuda de aquella bondadosa pareja todos acabaron en el hospital, Cath y Nahia parecían ya casi recuperadas del todo, pero Faliar , no despertaba.
Pasaron algunas semanas, en las que las dos aldeanas de Córvinus permanecieron entre el hospital y la casa de Max y Lilian. Nahia no podía alejar de su mente la imagen de su ciudad natal explotando y quedando reducida a un polvo que se tragaba el mar, y se levantaba por las noches sudorosa, en medio de aquella pesadilla. Durante este tiempo Cath fue su apoyo, entendía perfectamente a la pequeña, ambas habían perdido lo mismo, pero intentaban hacerse fuertes alimentándose la una a la otra.
Faliar despertó, y la grata sorpresa significó la despedida con la familia que tanto habían hecho por ellos, nunca los olvidarían.
2º Camino a ninguna parte.
Viajaron durante algún tiempo de cuidad en cuidad, en cada pueblo Nahia dejaba atrás un pedacito de sus pesadillas, intentando que solamente fuese un recuerdo desagradable que formaba parte de su pasado. Mantenía largas charlas con Catherine y con su padre, que le ayudaban a aceptar ese hecho y la pérdida del resto de los integrantes del grupo: Xerine, Aaron… Quint.
No se lo contó a nadie, pero aún conservaba la carta que el chico le había dado justo antes de ser barridos por la gigantesca ola. No era muy legible, pero ya había conseguido descifrar algunas partes, nada muy relevante, palabras inconexas y frases que no tenían sentido. ¿Qué pondría en aquella carta? ¿Que habrían podido leer sus ojos si el mar no se hubiese llevado con él sus palabras? ¿Le diría que la quería pero que aún era muy pronto? ¿O le rechazaría con excusas similares?
No lo sabía, y no estaba muy segura de si quería saberlo, al menos así podía soñar con que en otra situación ahora podría existir un lugar donde ella y Quint estarían juntos, un lugar donde los sueños eran realidad, donde la isla ahora disfrutaba de su libertad y sus compañeros de entonces continuaban sus caminos, quizás en otras ciudades…pero vivos.
Habían hecho una pausa en un pequeño pueblo cerca de la frontera entre Kanon y Lucrecio. Llevaban un tiempo viajando de un lado a otro, sin ningún destino concreto.
Ya había amanecido pero Nahia seguía disfrutando del sueño, un sueño en el que ya casi no le atormentaban las imágenes del pasado. Despertó y bajó a desayunar, tanto Faliar, como Cath ya se habían puesto en pie. Se comportaban de manera extraña, Cath no hacía más que corretear de un lado para otro, sus mejillas estaban algo más sonrosadas que de costumbre y tenía una sonrisa grabada a fuego en su rostro, mientras, Faliar parecía disfrutar de aquel espectáculo.
Lo cierto es que aquel alboroto estaba más que justificado, ¿Se iban a casar? La noticia pilló a Nahia de improvisto pero no pudo más que sumarse a la felicidad de la pareja.
La gente de alrededor se notaba algo revolucionada, pues las miradas y cuchicheos eran más que evidentes. De pronto un grupo de mujeres se acerco a ellas, y como si se tratase de su propia boda, cogieron a las dos protagonistas femeninas de la ceremonia y las llevaron a sus hogares, donde una tras otra, cada señora iba sacando de viejos armarios u olvidados baúles los posibles vestidos para la futura novia y su dama de honor. No tardó demasiado en decidirse cuales serían los elegidos, pero aquellas mujeres no iban a quedarse sólo en la preparación del traje, también comenzaron ha hacer propuestas de complementos para el pelo. Lo cierto es que todo quedaba espléndido sobre Catherine, irradiaba felicidad, y ese sentimiento parecía contagiarlo a las prendas y demás accesorios que le colocaban.
Ya estaba todo preparado, bueno..casi.
Aquella misma tarde, Faliar esperaba en la iglesia. El sacerdote era un muchacho joven, todavía sin la rigidez de mentalidad propia del que lleva mucho tiempo en un cargo espiritual, y cedió pronto ante la extraña petición de Faliar y Catherine. Normalmente una boda se planificaba con mucho tiempo... pero aquel era un pueblo pequeño, y habían transcurrido años desde que se oficiase una boda por última vez. Quizás por eso en la iglesia habían unos cuantos curiosos, gente del pueblo que se había acercado atraída por el rumor de que un par de locos que se habían declarado aquella misma mañana en la posada se iban a casar.
Faliar no llevaba más que unos pantalones y una camisa sencillos; no había tenido tiempo de comprar ropa más adecuada para la ocasión, pero no importaba. Se había bañado y se había recortado la barba; era toda la preparación que necesitaba. La novia, como era costumbre, llegaba tarde; nunca está mal visto hacer esperar un poco al novio.
Por fin apareció por la puerta de la iglesia. Llevaba un vestido blanco sencillo y una corona de flores. Nahia, la dama de honor, iba tras ella, con un vestido similar y otra corona de flores; las mujeres del pueblo se habían volcado en ponerlas preciosas a las dos. Ambas avanzaron hasta el altar; los ancianos y ancianas del pueblo contemplaban la escena con un aire de nostalgia en los ojos, quizás recordando su propia boda, o la última que se celebrase. Unas cuantas jovencitas miraban alternativamente a Catherine y a Faliar y reían nerviosamente, pensando en estar tan deslumbrantes como Catherine el día que pasasen ellas por el altar, y soñando con un futuro marido tan apuesto como Faliar. Nahia sólo sabía reírse de aquellas situaciones. Era divertido observar a esas muchachas. Sin embargo su cometido era otro, caminó delante de su amiga mientras dejaba caer los poco pétalos que guardaba en su mano. No era nada llamativo, dado que no había conseguido muchas rosas o flores en general.
Catherine se colocó junto a Faliar y ambos se miraron, sonrientes. El sacerdote inició la ceremonia.
- Faliar Eldwen, ¿aceptas a Catherine Absolom como legítima esposa, para serle fiel en las penas y alegrías, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, y así amarla y respetarla hasta que la muerte os separe?
- Si, quiero
- Y tu, Catherine Absolom, ¿aceptas a Faliar Eldwen como legítimo esposo, para serle fiel en las penas y alegrías, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, y así amarle y respetarle hasta que la muerte os separe?
Catherine miró a Faliar y no pudo evitar soltar una risita; aún no había terminado de creerse todo aquello
- Si, quiero
- Por el poder que el Señor me ha otorgado, que hizo nacer entre vosotros el amor, confirmo este consentimiento mutuo, que habéis manifestado ante la iglesia. Yo os declaro marido y mujer.
Antes de que el sacerdote dijese “puedes besar a la novia”, Catherine se lanzó a los brazos de Faliar y le besó con una pasión que hizo enrojecer a los presentes. Incluso se pudo oír como algunas de las jovencitas reunidas lanzaban un suspiro. Nahia volvió a reír ante las reacciones de aquellas pueblerinas. Eran como niñas ante la escena final del cuento, cuando el príncipe, tras salvar a la princesa, se casa con ella y le jura amor eterno... Bueno... no estaba tan mal esa idea. ¿No?
La cena de bodas había sido bastante sencilla, pero suficiente para ambos. La posadera se había empeñado en prepararles un asado e invitar a unos cuantos habitantes del pueblo, el sacerdote incluido. Lo cierto es que era una gente encantadora, y les habían ofrecido quedarse (la mayor parte de los jóvenes se marchaban a las ciudades, y una pareja joven de recién casados siempre era bienvenida), pero rechazaron la oferta; todavía querían seguir viajando un poco más, antes de instalarse de forma definitiva. Terminados los postres, Nahia decidió ofrecer un recital de violín a los presentes, y mientras la gente del pueblo escuchaba las notas de la muchacha, Faliar se fugó con Catherine. La joven música disfrutaba de su “concierto improvisado”, la gente la escuchaba fascinada. Había practicado algo con aquel instrumento, pero aún no se hacía del todo a él. Nahia era pasión, era sentimiento, era irracional cuando de música se trataba, y con la flauta todo eso componía melodías hermosas y vibrantes. Sin embargo con el violín se requería técnica, también podías volcar ahí todos tus sentimientos, siempre y cuando tuviese la destreza suficiente, para conocer de forma casi automática, cada traste, cada movimiento, debías ser perfecto. Era la esencia de Xerine, era su instrumento, y parecía que había impregnado de ella el arte de tocarlo. Es cierto que la joven concertista tuvo algún pequeño error, pero a esa gente pareció no importarle, seguramente ni se hubiesen percatado de ello. Estaba siendo un día mucho mejor de lo que había imaginado.
Se despidieron de las amables gentes de aquel lugar y tras mucho tiempo de ciudad en ciudad, llegaron a lo que sería su lugar de residencia permanente, o eso esperaban: Lucrecio.
3º Nueva vida, nuevo hogar.
(Descripción de Lucrecio y la casa de allí)
Mientras inspeccionaba su nueva cuidad, Nahia descubrió a un grupo de chicos que jugaban en las calles, no tendrían más de 16 años, alguno incluso se veía más pequeño que ella. Una pelota de cuero volaba por los aires pasando de unos a otros mientras en su trayectoria esquivaba personas o puestos callejeros. Parecía que se lo pasaban bien. Uno de los chicos más mayores lanzó la pelota con bastante fuerza, sin embargo la trayectoria de aquel objeto se desvió, aterrizando en la cabeza de Nahia, la cual los llevaba observando un rato.
El golpe había dolido. La joven se rascaba la cabeza cuando de repente un chico rubio, de metro ochenta y buen físico, estaba delante de ella excusándose por aquel desgraciado accidente. Mientras, por detrás, el resto del grupo no hacía ningún esfuerzo por controlar su risa.
-Perdónales, son aún críos. ¿Estás bien?
Nahia lo miró a la cara, tenía unos preciosos ojos claros. A su lado se sentía segura. Era curioso como aquel joven le transmitía tanta confianza. Se parecía bastante a lo que sentía cuando conoció a Cath o Faliar, sólo que mucho más fuerte.
-Sí, no te preocupes. No fue para tanto. Tienes un buen brazo. Ya se nota.- dijo con la mano aún en la cabeza.
-Gracias, -rió el joven-Bueno creo que debo irme, espero que nos volvamos a encontrar en otras circunstancias, un placer hablar contigo. Por cierto, me llamo Lighter.
-Y yo Nahia -dijo mientras veía como aquel extraño joven se alejaba con resto de su grupo.
Había sido un encuentro fugaz, una conversación casi inexistente, pero ese chico ya se había ganado un lugar en la mente de la pequeña.
Durante los siguientes días Nahia y Ligther coincidieron unas cuantas veces más, era agradable hablar con aquel muchacho, y parecía que él opinaba lo mismo de Nahia. Aquel muchacho le enseñó a moverse por la cuidad, algunas zonas y costumbres que debía conocer, Básicamente fue su mentor a la hora de adaptarse a aquel lugar. Mientras, el padre de Nahia había conseguido un trabajo que permitía traer ingresos a casa y Cath empezaba a dar clases de canto, lo que suponía otro pequeño aporte a la economía familiar.
Nahia por su parte decidió ir al colegio, Sentía curiosidad por todo lo que conocerían en ese nuevo mundo. Ansiaba descubrir los secretos que aquellos libros guardaban. Era cierto que al principio Nahia no era del mismo nivel que los jóvenes de su edad, pero en pocos meses y con algo de esfuerzo consiguió alcanzarlos. Se maravillaba con cada nueva lección, era increíble hasta don de era capaz de llegar el ser humano. Más ese no era el único saber por el que se interesaba, también debía nutrir su poder mágico.
Para ello buscó algún lugar discreto donde pasase desapercibida. Estuvo deambulando un rato por las afueras de la cuidad hasta que encontró un local perfecto. No se encontraba demasiado lejos de su domicilio así que nahia tampoco perdería mucho tiempo en ir y volver de allí.
Volvió al día siguiente, quería probar si de verdad era tan seguro como le pareció la noche anterior, fue ella sola, si la cosa salía bien se lo diría a su padre. Este se suponía que iba a ayudarla a avanzar un poco más rápido en el dominio de sus poderes. Sacó su flauta y comenzó a tocar melodías ya conocidas para ella, sencillos hechizos con los cuales no llamar mucho la atención. La música flotaba por la habitación creando formas, luces, y sonidos increíbles, era un espectáculo hermoso, a la par que peligroso.
Tras terminar, y asegurarse que realmente nadie se había percatado de lo sucedido allí, volvió a casa deseando dar la noticia del hallazgo.
Dias despúes Nahia había quedado con L, abreviación con la que ahora llamaba cariñosamente a Lighter. Ultimamente no tenía mucho tiempo para estar con él, pero siempre que podía hacía lo posible para estar un rato juntos. La mayoría de las veces terminaban en algún callejón hablando, o recorriendo la cuidad sin rumbo fijo. Sus sentimientos respecto a él se volvían cada vez más confusos. ¿Que era aquello? Le empezaba a importar bastante aquel muchacho, ahora necesitaba saber todos los días algo de él Era una sensación nueva y a la vez lejanamente familiar.
Los días empezaron a volverse monótonos y repetitivos. Esa ciudad consumía poco a poco el espíritu de la pequeña, era tan diferente de su antigua vida. La gente paseaba absorta en sus propios mundos, muñecos que caminaban unos junto a otros sin ni siquiera saludarse. Todo era tan individual, tan egoísta e impersonal.
Una tarde como otra cualquiera Nahia había quedado con L, el joven quería llevarla a un lugar especial de la cuidad, el lugar donde iba cuando necesitaba estar sólo, cuando necesitaba que sus pensamientos se liberasen.
Ese día iba a ser diferente, aunque ella jamás se hubiese imaginado hasta que punto.
Llegó al lugar acordado poco antes de la hora, desde la distancia se vislumbraba la silueta de L, sin embargo el joven parecía no estar solo. Pensó que se trataría de alguno de los chicos de la banda, pero cuando se acercó, no supo reconocer al nuevo invitado. Un chico pálido, de cabellos oscuros, y ojos claros, se encontraba frente a él. Cuando ya estaba a pocos pasos de ellos, L reconoció a Nahia, y la conversación entre los dos muchachos cesó. El desconocido la miró. Aquellos ojos daban la sensación de traspasar el cuerpo y clavarse a fuego en el alma. Ese sentimiento le atraía y le alejaba a partes iguales.
Nahia parecía transparente ante su mirada, sin embargo él estaba rodeado de opaco velo de misterio. Algo se removió en el interior de la joven. Miró a L intentando averiguar cual era la relacíon que unia a ambos, pero sólo era capaz de ver los movimientos nerviosos del rubio.
- ¡Hola Nahia! -comenzó hablando L-Os presento. Este es Dray, es un conocido mio. Y ella es..
-¡Nahia!-se apresuró a decir con la mirada aun perdida en el rostro del extraño- Mi nombre es Nahia.-repitió algo más calmada.
-Mucho gusto.- Aquel muchacho hizo una pequeña reverencia
-Igualmente.
-Pero creo que ya se iba- intervino L- ¿No?
Nahia no era de la misma opinión, quería saber más sobre él, y no comprendía exactamente porqué, que era lo que le hacía tan especial.
-¡Oh, no hace falta que te vayas! Siempre esta bien conocer gente nueva.
No lo entiendo,¿Que me pasa?, Porque le digo que se quede si realmente lo único que me dicta mi instinto es que me aleje de él...es contradictorio, es como con..
Y por fin cayó, aquel nombre que había intentado enterrar el tiempo, resonó por toda su mente.
…. Quint.
Y de nuevo las sensaciones que se creían olvidadas regresaron como fantasmas, perturbando su tranquilidad.
-No te preocupes-anunció aquel muchacho- es cierto que me tengo que ir. Ya nos veremos por ahí.
Nahia no fue capaz de emitir ningún sonido, su mente iba demasiado deprisa para que su cuerpo pudiese reaccionar.
-¡Nahia! ¡Nahia! ¡Despierta!
-¿¡Eh!? ¡Si!, L , bueno...¿Que decías?
-Parece que te has quedado impresionada con Dray, no te preocupes, se que al principio no da muy buenas sensaciones, bueno, ni al principio ni nunca, pero es buena gente.
Las siguientes horas Nahia trataba de concentrarse en pasar la tarde con L pero cada vez que se distraía volvían a su mente aquellos penetrantes ojos grises.
Una hora, dos, tres...la tarde caía y la vuelta a casa estaba cada vez más próxima. Los dos jóvenes caminaban por un barrio algo alejado del centro. A su alrededor se alzaban edificios con varios pisos que, por la pinta de su fachada, se encontraban deshabitados. L se paró delante de uno de ellos.
-¿Que hacemos aquí? ¿Tu sitio preferido es un edificio en ruinas?
-Exactamente, -dijo el muchacho con una sonrisa en la boca.
Cogió a Nahia de la mano y comenzaron a subir las escaleras piso tras piso, entre cristales rotos y escombros. Finalmente llegaron a lo que se podría llamar azotea.
L tapó los ojos de la joven con sus manos, y la colocó justo en frente de la cuidad.
-¿Me vas a enseñar un montón de edificios muertos?
-Mira.
Dijo mientras dejaba que la luz bañase de nuevo las pupilas de la joven y le mostrasen una imagen que jamás hubiese creído posible...
La vista desde allí era espectacular, debía de tratarse de uno de los edificios más altos de la cuidad, era capaz de ver hasta casi el mismo centro. Un mar de casas y calles eran bañadas por la luz anaranjada del ocaso. Se sentía libre, se sentía inmensa, todo parecía insignificante visto desde lo alto. No había problemas, no había pasado, ni dudas, ni miedos, sólo ella y L.
-¡L! ¡Es precioso! Nunca pensé que esta cuidad pudiese ser tan hermosa! – No cabía en si de gozo, sus ojos reflejaban los sentimientos que las palabras no alcanzaban a pronunciar, todo era tan...Perfecto.
-Me alegro de que te guste Nahia,- dijo mientras dibujaba en su rostro una sonrisa amistosa- Ahora este lugar es tuyo también, si quieres.
-¿Yo? ¿En serio? Sí, gracias, es, es.. ¡Gracias!- Cerró los ojos para dejar que solo sus sentidos hablasen, quería sentir aquella suave brisa mientras el calor del sol iba desapareciendo poco a poco. Oír como las calles estaba vivas, el repiqueteo lejano de las campanas de la catedral. Realmente disfrutaba del momento.
L se acercó a ella por detrás lentamente, poniéndose a su altura, Nahia seguía con los ojos cerrados. Era increíble como la risa de aquella chiquilla podía hondar tan profundo en su corazón. Ya no podía esperar más, no era capaz de seguir fingiendo, haciendo como si no pasase nada. Llevaba todo el día esperando ese momento.
La abrazó fuertemente. Nahia abrió automáticamente los ojos sorprendida.
-¿Que pa..?
No pudo terminar la frase, los labios de L callaron los suyos. Su cuerpo se estremeció, no sabía donde meterse, tenía que apartarse de él, tenía que dejarle las cosas claras, que solo eran amigos.
¿Entonces porque no lo hago? ¿Por qué no me muevo?
Cerró los ojos y se dejó llevar, parecía que flotaba, aquel beso erizó cada fibra de su piel, haciendo que perdiese el sentido del tiempo. Era tan cálido. Casi mágico.
Lentamente sus cuerpos se separaron, sus miradas se encontraron y en sus mejillas se reflejó un rubor infantil.
-Nahia-dijo el joven sosteniendo aún la mirada- Te quiero.
-Yo..esto..
-No , no hace falta que digas nada,-callo a la chica con la yema de su dedo índice- eres el ser más extraordinario que he visto nunca. Y es extraño, pero desde hace unos días no te vas de mi cabeza. Lo Siento, quizás es muy precipitado y no debí ser tan impulsivo, pero es esa sonrisa tuya, esos ojos. Nahia, ¿Querrías salir conmigo?
Se había quedado muda, todo sucedía demasiado rápido, o...Quizás no. Quizás eso era el paso que ella temía dar y que postergaba hasta saber que era realmente aquel sentimiento, pero… ¿Desde cuando había nada claro en el amor? El lugar no podía ser más bonito, y él siempre intentaba darlo todo por ella, ayudarla siempre que lo necesitase, escucharla si había algo que le preocupase...Sin embargo, sentía que algo fallaba, una señal apenas audible pero que le hizo dudar un segundo. Sería cosas de su imaginación. Era el pretendiente perfecto: Bueno, simpático, guapo, atento, ¿Porque no iba a ser la elección adecuada?
-Sí…yo también quiero estar contigo.
Los ojos de L se iluminaron, y una sonrisa apareció fugaz en su rostro antes de fundirse de nuevo en un beso con Nahia. Un beso que pareció regalarle el cielo más inmenso y azul.
Por un instante la cuidad había dejado de existir, el ruido del día a día ya no importaba, ya no era más que un susurro apenas audible. En ese instante todo parecía claro. Todo estaba tal y como debía.
El día terminaba y cada uno debía volver a su hogar antes de que el sol terminase de despedirse de la inmensa cuidad.
Se que aqui tengo que retocar lo del juego y lo del edificio..pero..que quieres que te diga primero termino de poner decente la historia, la termino y luego ya cambiare estas cosas, que sino no me da tiempo^^
4. Momentos inesperados
-Vamos pequeña despierta ya, yo me tengo que ir, y Cath está preparando algo para que desayunes. Venga que sino no vas a llegar al colegio.
-Papá, por favor, por caridad, déjame un poquito más en la cama. Ayer estuve hasta tarde estudiando.
Unos pasos sonaron al fondo, alguien subía por la escalera. Segundos después Cath estaba también en la habitación de la joven Nahia.
-También estuviste hasta tarde con L. Así que vamos. Que tengo todo listo abajo.
¿Por cierto cuanto lleváis juntos?- Preguntó la recién llegada.
-Sólo un mes.-Respondió mientras aun se quitaba las legañas de los ojos.
- Jajajaja creo que este es el que más te va durando Nahia, y eso que son sólo es un mes…el resto como mucho habían llegado a quince días. No te aguantabas tanto en Corvinus. –En esta ultima frase el tono de la rubia había cambiado, no era un tema tabú, pero aun mostraban cierto respeto al rememorar su ciudad natal.
-Bueno pequeña, vístete y baja ya, os veo esta noche.
Faliar dio un beso en la frente de Nahia y otro en los labios a Cath y descendió por las escaleras dejando solas a las dos damas.
-Bueno y ahora que por fin estamos solo tú y yo dime, ¿Qué tal con L? Te veo contenta, pero no se, ¿Va todo bien?
- Sí, sí, perfecto.
-Nahia, se nota cuando mientes, tu voz suena algo más aguda y aceleras las frases. Así que dime ¿De verdad esta todo bien?
-Sí, bueno, no sé, yo le quiero mucho, es bueno conmigo, y me hace reir. – sus manos recorrían las sabanas buscando una distracción y sus piernas decidieron ayudar abandonando la cama. Comenzó a andar por la habitación de un lado para otro, mientras sujetaba un cojín entre sus manos- Se esfuerza mucho, y se nota que él me quiere. Pero no tengo esa necesidad de él, no lo entiendo muy bien, pero le falta algo. Le falta algo que me intrigue, algo que me haga querer permanecer junto a él. No lo entiendo sólo se que no funciona del todo, cuando estoy a su lado estoy muy a gusto, pero no es como con…Quint.
¡Oh! Había vuelto a pensar en aquel rubio insolente.
…o Dray.
Ella misma se sorprendió de que aquel nombre habría venido a su mente. Ya llevaba tiempo sin verle.
Cath la miraba con cara expectante, mientras su gesto se torcía en una sonrisa burlona.
-Así que Dray... ¿Eh? Bueno, ya nos lo presentaras algún día.
Dio media vuelta y comenzó a bajar las escaleras.
-Y baja ya, que esto tiene que estar ya todo frío.
En la cocina unas tostadas y un vaso de leche aguardaban encima de la mesa. Nahia se sentó y comenzó a dar vueltas con una cucharilla a la leche.
- ¿Cath? ¿Es eso lo que se siente? ¿Siempre es casi completo? ¿Es eso lo que tu sientes cunado estás con Faliar?
-No lo sé Nahia, no se si eso es lo normal, no todo el mundo es igual, pero creo que no. Yo cuando estoy con Faliar me siento feliz, no necesito esforzarme por sonreír porque sale sólo.
-Bueno pero a ti nunca te ha costado sonreír.
-Jajaja, ya Nahia, pero esto es diferente, es un sentimiento cálido, un sentimiento de querer permanecer allí a su lado eternamente, es… No se… Como entrar en un paraíso privado donde sabes que pase lo que pase, todo estará bien si siguen estando esas puertas abiertas. Un abrazo suyo y todas tus defensas caen, dejándote una sensación de seguridad, de protección y a la vez te hace fuerte. Y cuando me besa, mi cuerpo siente como si un millos de mariposas me recorriese el cuerpo, desordenando todo y haciendo que sólo sea capaz de dejarme llevar.- Cath sacudió su cabeza, volviendo al mundo real- Bueno no se explicarlo muy bien, es algo que te llena. Supongo que saber si es la persona indicada es todo cosa de uno mismo.
Aunque su mirada había permanecido sobre el vaso de leche que tenía entre sus manos, Nahia había escuchado todas y cada una de las palabras de Cath atentamente.
-Bueno, creo que ya se lo que tengo que hacer. Gracias Cath…se nota que quieres mucho a mi padre.- Dijo con gesto complacido. Nahia se levantó y se fue a su habitación, tenia cosas en que pensar.
La tarde cayó y L esperaba en un callejón. Su novia apareció cinco minutos tarde, con un gesto algo más serio de lo habitual.
-¿Estas bien pequeña? Te noto extraña.
-Sí, no te preocupes L, ¿Podemos ir a algún lugar tranquilo? Me gustaría hablar contigo de algo.
-Sí claro, Nahia como quieras.
Caminaron pocos minutos antes de encontrar un lugar donde el caos del centro no estuviese tan presente, encontraron un poyo que Nahia utilizó para sentarse.
Esa tarde iba a ser difícil para ella, pero sobretodo para él.
La conversación se postergó durante horas. Había muchas cosas que aclarar, muchos porqués que resolver. Mientras una intentaba explicar sus razones lo más claramente posible, y aplacar el golpe, el otro retenía como podía sus lagrimales, pretendiendo ser cabal y comprensivo. Pero aún así, el golpe dolía, mucho.
Terminó la conversación y aunque L pidió algo de tiempo antes de volverla a verse, ambos querían seguir manteniendo, a la larga, la amistad que en un principio les había unido.
Vagó por las calles, se sentía mal después de ver el rostro de L aguantando las lágrimas con todas sus fuerzas, pero era lo correcto. ¿Verdad? Era mejor ahora que no postergar un imposible. Ellos no estaban hechos el uno para el otro, y si eso era así, Nahia no quería robarle la oportunidad de encontrar a su otra mitad por más tiempo.
Necesitaba desahogarse, así que en vez de encaminarse a casa como debería, se encaminó a las afueras de la ciudad, al lugar donde solía practicar magia. Este mes había ido un poco menos o había acortado sus sesiones de entrenamiento para poder pasar más tiempo con L y aun así seguir estudiando lo mismo que todos los días.
La luna ya reinaba en lo alto del cielo abrigada por su oscuro manto salpicado de estrellas, Ese día se encontraba en cuarto menguante. Entró dentro de aquel edificio abandonado, las marcas de sus anteriores entrenamientos se hacían patentes en las paredes.
Observó que no había nadie en la calle, ni lo suficientemente cerca como para llamar su atención. Una vez se aseguró. Sacó el violín que tenía escondido entre los escombros. Hoy practicaría con aquel artefacto. Lo sacó de su funda, era precioso, las insinuantes formas de aquel instrumento te invitaban a probarlo, tocarlo y dejarte llevar por el armónico sonido que entre sus cuerdas guardaba.
Cerró los ojos, era cosa de técnica, pero ella siempre había sido más de corazón, y además necesitaba liberarse, necesitaba quitarse de encima esa sensación que parecía llenarle de oscuridad.
El arco acarició la primera cuerda, suave y lentamente. Luego continuó dejándose guiar por lo que le dictaba su interior. El sonido era precioso, intentaba imitar lo que había visto hacer a Xerine y poner en practica lo que ésta le había enseñado cuando tocaron juntas en aquella iglesia.
De pronto las cuerdas se iluminaron como lucecitas de navidad, y un fuego de lenguas azules envolvió al instrumento. Sin embargo aquellas llamas no le quemaban. Era igual que las que vio la primera vez que lo tuvo entre sus manos, cuando Xerine se lo entregó en la cubierta del barco. Los recuerdos la inundaron, ahora su alma tenia mucho más que decir. Siguió tocando mientras el fuego crecía,. Cada vez que el arco rozaba las cuerdas para dar otra nota, arrancaba parte de aquella luz que irradiaban volviendolas reales. Las corcheas, negras, blancas, semicorcheas, redondas, fusas y seminfusas bailaban incandescentes alrededor de la joven maga. Era un espectáculo digno de ver. La música era perfecta, e impactaba todo aquel escenario grafico.
Nahia se dejaba llevar. De pronto escuchó un ruido, ¡Pasos! Despertó de su ensoñación. Dray se encontraba delante de ella con los ojos abiertos y una extraña expresión en el rostro. Parecía fascinado por aquel instrumento.
La joven paró en seco.
-Yo. Dray que hac..
-¿Qué era eso?-se apresuró a cortarle Dray.
-No digas nada por favor, sólo estaba tocando musica.
-No, eso no era sólo música. ¿Que eres? ¿Y que es es instrumento?
Era evidente que no había forma de explicar aquello de una forma racional. ¿Como iba a justificar todas aquellas notas bailando a su alrededor y un violín prendido en un fuego azul con el cual no se consumía?