Partida Rol por web

Hordu Priest salió del pasillo en ese mismo momento, pasando el brazo por encima del hombro del Doctor Amarak y alejándolo de los prisioneros.

Ese es el problema, Doc. Que los mandamases de la Olympic Carrier nos han abandonado a todos a nuestra suerte. Solo podemos contar con nuestros propios recursos. Es probable que la bajada de temperaturas sea en todos los módulos. Necesito que trabaje en un modo de usar su cachibache para abrir puertas más allá de lo que da el largo del cable. Un... "modelo autónomo" que funcione con una batería, o algo así.

Oh, si es para ayudar a la gente atrapada, no puedo negarme... Pero no hay muchos materiales para llevar a cabo... Bueno, quiero decir... Puedo usar un compartimento de una máquina expendedora como recipiente, y usar refrescos energéticos como electrolitos, para crear una batería. La cargamos en una de las tomas de corriente, ¿alterna o continua? Debo hacer unas comprobaciones... ¿Señorita Godfrey? Si es tan amable de acompañarnos, necesitaré su ayuda.

Allí se iba su primera oportunidad para escapar: un genio despistado más afin a la teoría que a la práctica.

Al cabo de unos minutos forzando la apertura de puertas de los módulos cercanos al área de descanso, llegó el turno del Módulo N-1. En ese momento empezaron a ver caras conocidas...

Oh, por dios, esta despedida de soltera empieza a no tener ni pies ni cabeza. Me estoy muriendo de frío. Basta ya, solo quiero irme a casa...

La futura novia, todavía en privación sensorial (banda en los ojos y tapones en los oídos), iba acompañada de sus amigas, que frotaban sus brazos para que entrase en calor. Tal vez Gloria Willmourd estuviese equivocada, y Hordu Priest tuviese razón: la prioridad debería haber sido abrir las compuertas de los módulos y dejar que todas las personas se calentasen en los pasillos, el área de bienvenida y el área de descanso.

Vaya, vaya, vaya... mira quién tenemos aquí. Si es el boy scout, atadito y preparado para regalo. ¿Ganándote la insignia de nudos, eh?

Jijijijiji... Insignia... Qué palabra más graciosa-dijo la hermana de Robin, visiblemente drogada.

Robin se inclinó hasta poner la cara a una pulgada de distancia de la de Gaheris.

Tal vez debería hablar con el que esté aquí al mando. Puedo ofrecerme voluntario para vigilar a un peligroso elemento como tú. Incluso podría presentarte mis nudillos formalmente...-amenazó.

Alguna de las palabras de Robin le volvieron a resultar graciosas a Pixie, porque la chica volvió a reírse nerviosamente.

 - Antes de volveros todos violentos, ¿sabéis lo que está pasando fuera de esta nave?. - Respondí, sin dejarme intimidar por el matón y la loca de su hermana.

''Otro día para morir'' pensó Dan con cierto pesimismo. Por un momento, había tenido la esperanza de reunirse con su familia allá en el Hades.

El Dr. Fallter le ayudó a ponerse de pié. Pese a que sentía algunos dolores posoperatorios, evidentemente estaba en mejores condiciones que antes. ''Bien ... es hora de demostrarle a esa sobrecargo qué somos los tauranos''.

- Dr. ... gracias. No lo olvidaré, sirva eso para lo que sirva. - ''Una deuda de honor es sagrada'' - ¿Podría llevarme hasta dónde se encuentre la Sra. Willmoud? Hay un tema que tengo que aclarar con ella. - Su voz sonaba extrañamente amenazante.

La información velada que dejó caer Gaheris llamó la atención de Robin.

¿De qué estás hablando? Dime que no vas a empezar un discursito en plan "fuera de esta nave hay hombres y mujeres que trabajan duro cada día...".

Ehm...-dudó Jerry, algo descolocado por el tono del taurano-Por supuesto. Es lo que iba a hacer de todas formas: llevarle con ella.

Jerry Fallter pasó su billete por el lector de la puerta de su camarote, abriéndola para que Danaón pudiese salir al pasillo. Había una silla de ruedas preparada para el taurano, aunque el señor Káleros se sentía lo suficientemente bien como para andar por su propio pie. Los dos hombres se vigilaron mutuamente, y caminaron uno al lado del otro por el pasillo que desembocaba en el área de descanso.

Sonaba el piano. Una chica delgada lo tocaba con mimo. Música suave, lenta. Los cristales rotos de la moqueta habían sido recogidos. Platodeus, el camarero metido a ayudante de cirujano, estaba en la isleta de la barra del bar. Las mesas estaban casi todas ocupadas por gente bien, gente que se creía mejor que el cometierra Dan, relajándose. Hablaban distendidamente y bebían licores caros.

Gloria Willmourd compartía mesa y conversación con un gordo trajeado. La mujer rió a carcajadas por algo que dijo el hombre. Rió cuando toda la civilización se estaba viniendo abajo.

Señorita Willmourd... mire lo que tenemos aquí. Nuestro taurano favorito está de una pieza y listo para la acción.

La chica del piano dejó de tocar. Dan sintió todas las miradas fijas en él, de gente que le consideraba fuera de lugar o poco apropiado para un crucero de lujo. Todo ocurrió cuando Jerry pronunció la palabra taurano, o por lo menos Danaón lo percibió así. Sabía lo que escocía ese término en según qué oídos.

Gloria sonreía. Los últimos coletazos de la risotada que tuvo durante su conversación con el hombre trajeado.

Señor Káleros, qué sorpresa. Me alegra comprobar que es tan duro como aparenta. Oh, este es el señor Rick Walters. Regenta una cadena de hoteles que se extiende por todas las Doce Colonias.

Bueno... "regentaba", en pasado. Mucho me temo que mi imperio ha sido reducido a cenizas por culpa de esos malditos cylon. Pero me volveré a alzar como un fénix. Ese es el tipo de persona que soy. ¿Qué tipo de persona es usted, señor Káleros?

Desde luego, no era el mismo "tipo" de persona que Rick. Porque Rick no hablaba de carácter, sino de clase. Hablaba de los de arriba y los de abajo. Y abajo, a ras de suelo, se come mucha tierra.

-Parece que no os enterais de nada. Fuera nos estan atacando, han destruido más naves y solo quedamos nosotros. Sumado a la tonteria que estais haciendo, es basicamente como decir que estamos muertos. ¡INFORMAROS COÑO! Nos estais poniendo a todos en peligro por una tonteria.-

Jake había decidido ponerse algo más chulo de lo normal, quizás así...

''Absurdo ... todo esto es absurdo'' sintió Danaón al ver la gente divirtiéndose mientras la civilización colapsaba y la Humanidad se extinguía. ''Tal vez las tostadoras lo hagan mejor que nosotros''; durante ese breve instante, lo inundó un profundo desprecio por los seres humanos y casi sintió simpatía por los cylones.

- Veo que se están divirtiendo ... ''lamento'' haber interrumpido su fiesta. - cargando todo su sarcasmo en la palabra 'lamento' - Tal vez sea mejor que vuelva al lugar que me corresponde. No se preocupen ... continuen sin mí.

Y se volvió hacia la salida de aquél lugar. Sin embargo, no salió, sino que giró y se enfrentó al pomposo hotelero:

- Me alegro que, al menos, haya caído en la cuenta que sus propiedades, sus hoteles, sus empleados, sus clientes, todo eso ha desaparecido ... tal vez, también sus familiares y amigos, si es que los tenía. Me pregunto cuántos de los aquí presentes lo ha comprendido.

La mirada que clavó en el empresario podría haber perforado el casco de una astronave.

¡Oiga! ¡¿Pero cómo se atreve?!-protestó el hotelero.

La Sobrecargo se puso en pie y agarró a Dan del antebrazo, tirando de él para que se girase en su dirección. Frente a frente a penas a unos dedos de distancia. Ella olía a pomelo, tal vez por su marca de champú. O quizás fuese perfume. Gloria masculló entre dientes, y aunque no podían oir lo que decía, la pareja, de pie, en el centro del área de descanso con aspecto de restaurante elegante, acaparaba toda la atención.

¿Se puede saber a qué viene esta escenita? Si le interesa, la crisis de rehenes sigue esperándole. Pero si esto significa que todo le da igual y quiere mandar el mundo a la mierda, trate por lo menos de mantener la compostura en lugar de hundir a los demás con usted. Esta gente necesita normalidad. Necesita una válvula de escape. Puede que quizás incluso necesiten ocultar sus miedos bajo un velo de apariencias. Pero lo que seguro que no necesitan es que venga para arrastrarles por el barro un maldito... un... un...

Bah, como sea... Tarde o temprano, alguien vendrá a rescatarnos. Y si no, nos haremos con el control de la nave, y nos ocuparemos nosotros de los problemas que vengan. Jajajaja... Vamos, hermana.

Pixie también rió, y ambos hermanos se alejaron de los prisioneros. Les vieron hablar con Hordu, el líder del motín, y poco después Hordu ordenó que nadie se acercase a Jake, Gaheris y el resto.

Pasaron un par de horas hasta que tuvieron una nueva ocasión para tratar de convencer a alguien. Se trataba de Kara Zemus, la hija del escritor que había recibido quemaduras por vapor caliente cuando por los túneles de ventilación trató de recuperar la tablet de Danaón Káleros.

¡Kara! Pssst... Aquí, ayúdanos...

La chica les ignoró. Tenía órdenes. Fue directamente a uno de los maceteros que decoraban la estancia, y vació de tierra una de las macetas, arrancando la planta. Con la maceta de recipiente, Kara se acercó a las máquinas expendedoras. Se acunclilló para recoger del suelo los trozos de cristales rotos producidos cuando los amotinados asaltaron las máquinas.

Kara, por favor...-suplicó Jisoo.

Kara no reaccionó. Siguió ignorándoles. Al cabo de un tiempo, como parte de su ronda recogiendo trozos de cristal, la chica pasó por detrás de los prisioneros saliéndose del campo de visión salvo para aquellos que quisieran mirar hacia atrás por encima del hombro.

Tras asegurarse de que nadie se fijaba en ella, Kara puso en las manos de Jisoo un trozo de cristal roto.

¡Kara, sabía que no nos habías abandonado!

Ssssh... No digas nada, o me descubrirán.

Kara cogió otro de los cristales, y los puso en las manos del guardia Steve. Uno de los pasajeros que había en el área de descanso miró en su dirección. Kara disimuló poniéndose a cuatro patas, como si se agachase buscando más cristales. Cogió uno de la maceta, y lo dejó caer para hacer algo de ruido al chocar con los del fondo, como si lo acabase de recoger y lo hubiese metido en el receptáculo. Aguardó a que el hombre dejase de tener interés en lo que hacía antes de seguir hablando.

Hordu y Robin quieren despejar el área de descanso para que la gente pueda dormir aquí. Os van a trasladar al fondo de uno de los pasillos de proa-aquellos pasillos eran ciegos, al contrario que los que llevaban a las escaleras mecánicas, y estaban flanqueados por las puertas de los módulos del "A" al "L"-. Podéis usar los cristales para cortar los cables con los que os ataron las muñecas. Decidid vosotros el momento más idóneo para escapar: en el área de descanso, antes de que os muevan, o escondiendo los cristales en la palma de la mano para usarlos al fondo del pasillo.

Al terminar la frase, Kara puso otro cristal en las manos de uno de los prisioneros. En esta ocasión fue el guardia Stan el agraciado. Hizo una pausa para hacer una pregunta...

¿Cómo...? ¿Cómo está mi padre? ¿Está bien? Mi madre me contó que estaba en los conductos de ventilación, y Robin forzó la cerradura del cajón de Danaón para darle a mi papá la tablet que necesitaban. Pero mamá no me dejó entrar en el baño para hablar con él...

- ... un maldito cometierra - concluyó Danaón, en voz bien alta, la frase a medio acabar de la Sobrecargo. Y sin darle tiempo a responder, se volvió hacia Walters.

- Me atrevo a lo que quiero ... me importa un bledo qué fue ... qué fueron ... en su otra vida; y en estos momentos, me importa un bledo qué creen que podrán ser en el futuro cercano, si es que tenemos un futuro. - trató de controlarse... sabía como era cuando perdía los extremos: su paciencia era tan proverbial en el Ha'la'Tha como sus raros pero elevados estallidos de rabia. 

- Ninguna ''escenita'' de mi parte ... - volviendo a centrarse en Gloria - la escena es la que veo en esta sala, bebiendo, cantando, incluso charlando como si nada hubiese pasado. Quiero recordarle que, quizás, esta nave es todo lo que queda de la Humanidad. - hizo un gesto con su dedo índice, hacia arriba y girándolo un par de veces- Así que sería bueno que trataran de hacer algo más que 'festejar'. - su voz, si bien no eran gritos, era lo suficientemente alta para que lo escucharan varios de los más cercanos. ''Dido y Janos dependen de mí ... a ellos no les puedo fallar''- Si desea mi colaboración, la veo en el pasillo. Este logar me da asco. No quiero hundir a nadie conmigo, pero todas estas personas ya están hundidas en el mismo barro desde que los cylones atacaron... - y recorriendo con la mirada la sala - tal vez, sea hora que se acostumbren a comer tierra.

Se soltó del brazo de la sobrecargo y se dirigió con el paso todo lo firme que podía hacia la puerta.