Partida Rol por web

El Seto

En las inmediaciones de Barcelona, el laberíntico y espinoso entre-reino conocido como el Seto imita las características del bosque mediterráneo. Encinas, chopos, olmos, almendros, olivos, laureles e incluso naranjos y limoneros forman los altos e impenetrables muros que rodeán los caminos abiertos del Seto. Por supuesto, estas versiones son mucho más altas, imponentes y espinosas que sus contrapartidas humanas, y las frutas que cuelgan de ellas, si bien muy parecidas, no son exactamente iguales. Las naranjas parecen tener un tacto bulboso, las olivas son escurridizas como si estuviesen empapadas en su propio jugo, y así con muchas características que marcan el evidente caracter sobrenatural de esta vegetación.

La vegetación arbustiva y herbácea suele estar compuesta sobre todo por tomillo, romero y, componiendo la mayoría de los arbustos espinosos, zarzamoras, viñas y aliagas. Esta conjunción de plantas dan al Seto una característica fragancia, a menudo acompañada por el olor a salitre del mar, el cual siempre parece oirse cerca, pero nunca llega a verse si no se toma el camino correcto. Mientras el viajero se mantenga en las cercanías de Barcelona, siempre podrá ver en la lejanía las agujas de la Sagrada Familia y la efigie de Colón; en cuanto pierda de vista estas estructuras, sabrá que se está adentrando en el Seto profundo, y ahí es donde termina la parte conocida de este reino.

La Catedral del Crepúsculo

En mitad de un claro de el Seto, rodeada de viñedos, se alza una construcción antigua que ningún Changeling ni hobgoblin recuerda cuando fue construída. Se trata de una catedral vieja, de estilo gótico-bárroco. La mayor parte de sus vidrieras están rotas, y las que se mantienen enteras no tienen ningún diseño que de alguna pista del propósito de su construcción. Por todas partes se enrollan viñas en sus columnatas y arcos, dejando a la vista jugosas uvas que cualquier Changeling que no tenga miedo a las espinas puede intentar recolectar. La catedral no parece estar orientada hacia el sol, e incluso de día se mantiene en una penumbra. Únicamente cuando el sol empieza a ponerse, sus rayos entran a través del rosetón central, iluminando el interior con una combinación de rojos, verdes y púrpuras.

Hasta hace diez años, la Catedral del Crepúsculo era una más de las muchas ruinas que permanecen olvidadas en el Seto sin conocer su verdadero propósito, hasta que el Cardenal Benedictus la encontró y la reclamó para su Corte. Después de limpiar y aclimatar el interior para que resultase acojedor, la Catedral se convirtió en la sede de la Corte del Crepúsculo de Barcelona. Benedictus la convirtió en un refugio para los Corstesanos Crepúsculares, habilitando algunas de sus alas y capillas como humildes pero confortables habitaciones, pero no pretendía dar solo refugio físico, sino también espiritual. Encima del altar, Benedictus colgó una cruz de madera negra cubierta de viñas espinosas, y en su centro clavó la imagen de un espantapájaros crucificado, una figura religiosa a la que él llama Jack de los Cuervos. Las leyendas cuentan que Jack de los Cuervos fue el fundador de la Corte del Crepúsculo, y que hace mucho tiempo fue traicionado por su mejor amigo y se sacrificó para salvar a todo un Feudo, ofreciéndose él para ser crucificado en los jardines de su Carcelero a cambio de la libertad de todos los Changelings del Feudo. La creencia mantiene que las viñas que crecen cerca de un templo consagrado a Jack de los Cuervos contienen parte de su sufrimiento, y que las uvas, si bien resultan amargas y poco sabrosas si se consumen maduras, pueden utilizarse para hacer un vino dulce que ayuda a calmar el espíritu y la conciencia de aquel que lo consume. Benedictus sabe esto, y utiliza las uvas que crecen por toda la catedral para elaborar este vino y dárselo a los Changelings que acuden a él en busca de ayuda espiritual.

Es habitual que los Changelings de la Corte pasen al menos una noche a la semana recogidos en la quietud de la Catedral, actuando como guardianes al tiempo que meditan acerca de sus pecados; incluso Twilight encuentra algo de reposo a la furia y la tristeza que la consumen bajo el olor a incienso y la luz tenue de la Catedral. La única excepción es Laura. Si bien suele acudir a las reuinones semanales de la Corte (que el Cardenal celebra como una misa), se siente incómoda en el interior de ese edificio. Y no es porque se encuentre dentro del Seto, sino porque está convencida de que la figura crucificada de Jack de los Cuervos no deja de mirarla, se coloque donde se coloque.

El Port del Drac

En el Seto de Barcelona, cerca del punto en el que la ciudad se pierde de vista y uno empieza a adentrarse en lo profundo de las Espinas, hay un pequeño camino semioculto que conduce a un paraje poco común. La senda termina en una playa de arena fina, rodeada por los Espinos, y en la playa se ha construido un puerto muy peculiar.

Extrañas naves de madera, plantas del Seto, sueños, basalto, luz de estrellas y cualquier material que uno sea capaz de concebir atracan en el puerto, y los hobgoblins que los tripulan bajan sus cargas y las venden allí mismo, ya sea en casuchas permanentes que se agolpan en torno al puerto, en tenderetes móviles, o directamente en los propios barcos. Uno puede encontrar de todo en aquel lugar; desde frutas goblins comunes y pescado, a mercancías traídas de lugares remotos del Seto, frutas y materiales nunca vistos a este lado de las Espinas, chatarra mezclada con objetos inimaginables, tesoros rescatados del fondo del mar y, literalmente, sueños y pesadillas.

Dentro del Port del Drac se espera una completa y estricta neutralidad. Si un Changeling y su Carcelero se encontrasen en este territorio, el Wyrd les obligaría a mantener la paz; cualquier acto hostil por parte de cualquiera de los dos sería castigado, devuelto a su reino de origen con una maldición y una prohibición permanente de entrar de nuevo en el Port. Peor aún lo tienen aquellos que ataquen o roben a los mercaderes y pescadores goblin que faenan allí, ya que los hobgoblins tienen sus propias leyes para tratar con aquellos que los amenazan. Desde ser azotado cien veces con vainas venenosas delante de todo el mundo, a ser hecho prisionero en un barco y lanzado en mitad de un banco de monstruosos tiburones goblin, los infractores serán castigados con dureza, ya que los mercaderes han jurado protegerse entre ellos

Fuerte de San Jordi

Ubicada en mitad de una amplia senda que, según comentan, conduce directamente hacia Arcadia, se encuentra esta gran fortificación construida y mantenida por Changelings y hobgoblins que no han tenido buenas experiencias con los Otros. El fuerte tiene ya varios siglos y según comentan fue fundado por un Changeling que además era caballero de la Orden de San Jorge (el popular matadragones de la leyenda, que muchos Changeling identifican como uno de los suyos acabando con una Verdadera Hada). La estructura es similar a la de una fortaleza medieval, mantenida en muy buen estado, y equipado con sistemas de defensa modernos. El fuerte además dispone de una forja donde producen armas de hierro frío, y la Corte de Verano mantiene un destacamento permanente. La Corte de Invierno también tiene representación en el fuerte; Natalia Ojosfríos suele usarlo como refugio, y mantiene un pequeño huerto secreto donde cultiva frutas goblin venenosas que usa en su trabajo como exploradora y asesina ocasional.

Se rumorea que la estancia permanente en el Seto de los Changelings destacados en el fuerte, así como la presencia de hobgoblins que, si bien comparten su causa, siguen sin ser humanos, los ha vuelto más paranoicos y despiadados. Pueden estar empezando a formar una Milicia independiente, y si bien eso no es necesariamente negativo, puede alterar bastante el clima en el Feudo.

Actualmente, el fuerte está bajo el mando de Don Jaume de Lleida, un Agraciado Dracónico de la Corte de Verano.

El Puente Quemado

El nombre de "quemadores de puentes" se suele usar bastante a la ligera para calificar a aquellos que buscan cerrar las puertas de entrada al Seto en el mundo humano. Algunos lo hacen por fanatismo, pero otros lo hacen por necesidad; hay puertas que se abren demasiado, que incluso los humanos han aprendido las claves y rimas que las abren y que conviene cerrarlas para evitar que alguien acabe accidentalmente en el Seto. No es el caso de Muerdepiedras.

El Puente Amarillo, llamado así por los característicos adoquines amarillos que lo formaban y que muchos Changelings relacionaban con el camino de baldosas amarillas que aparece en la obra de El Mago de Oz, había sido utilizado durante mucho tiempo como ruta de escape de Arcadia. Los Changelings del Drac Arc sabían que este puente medio oculto en la maleza del Seto conectaba a un camino que llevaba a una "puerta trasera" de Arcadia por donde escapaban muchos Changelings, y habían montado un puesto permanente cerca del puente para recoger y ayudar a aquellos Changelings que escapasen a través del puente, y asegurarse que ningún Burgués lo utilizaba para arrastrar a sus presas a Arcadia. Hasta que un dia llegó a través del puente Muerdepiedras, un Ogro del Linaje de los Destructores que lo había pasado particularmente mal en Arcadia. Traumatizado y medio enloquecido por su experiencia, se obsesionó con aquel puente, lo primero que vio cuando su mente comenzó a funcionar de nuevo lejos de la confusión de Arcadia, y dado que le aterrorizaba la idea de que su Carcelero apareciese algún día por ese mismo puente, se decidió a destruirlo para evitar que ello ocurriese. En un arranque de locura, mató a los Changelings que se ocupaban de mantener el puente, y utilizó fuego y sus propias manos para hundirlo. Aún es posible cruzar el puente, pero está en tan mal estado que en cualquier momento puede hundirse, y desde que Muerdepiedras rompió la conexión, parece que la ruta de escape a la que conducía se ha cerrado y apenas se ven Changelings ya por ahí. Muerdepiedras sigue allí, convertido en el clásico "troll bajo el puente" y atacando a todo aquel que se atreva a pasar por "su" puente. Aunque declarado proscrito por los Changelings del Drac Arc de Sant Marti, ya pocos se interesan por él. Es solo un loco vigilando un puente destruído, al que no le queda mucho tiempo