El Lamento de Lucifer
Cierra mis ojos a la luz del sol, mi Estrella del Alba, mi tormenta.
Pliega tus alas gracioso y abandóname, cata mis beneficios al partir.
No volveremos a mentirnos pues mi vientre es jardín de podredumbre,
mi corazón es ceniza, mis lágrimas sangre.
Caza bien, mi alimento, y lleva contigo
los huesos de nuestros hijos, envueltos en hojas
espárcelos en el horizonte y aquieta su llanto.
Abriré una fosa de aguas profundas que arrastrará a nuestros enemigos.
Parte, mi viento del desierto, mantén alta tu espada y afílala con lágrimas.
Seré el búho en el viento nocturno, el gato de zarpas silenciosas,
y la serpiente a los pies de Caín.
Seré la semilla de las lágrimas, pero mis ojos serán arena y silencio,
mi corazón será el desierto y el mar, y mi grito será el búho cazador.
Cuando el sol parta del cielo, no llores, mi amor,
pero recuérdame en tu lejana caza, seremos la espina de un Edén en ruinas.
No me olvides
Sol de mi luna,
grito de mi silencio.
Éste es el primer ritual Bahari en el que se participa una vez realizada la iniciación e iniciada en la Senda.
Es sólo un cántico, recordando el dolor sufrido tanto por Lilith cómo Lucifer cuando los chiquillos de Caín mataron a sus hijos.
Se realiza normalmente en la primera Luna Llena de verano, situándose los participantes en un Circulo con una hoguera en el medio para después, compartir sus conocimientos y alegrías, pero sobretodo penas y dolores, así cómo una demostración de los iniciados de su dominio sobre la Bestia, mostrando su fortaleza consiguiendo cabalgar la ola y dominando el dolor tras cruzar la hoguera. Sabiendo que, si éste no se realiza consecuentemente, deberán soportar el ritual de La Inquisición la próxima Luna Llena.
Tras participar en éste ritual, se entrega a los nuevos Bahari el Segundo Circulo: el libro del Búho
El Rito de Caín:
Primera Parte: El rito de la Muerte
Este rito se originó con el primero de la Sangre Bahari, y se desarrolla casi en exclusiva por los miembros de esta secta, sin admitir testigos externos. No obstante, existen almas mortales que por varios motivos (el principal de ellos la curiosidad) deciden participar en esta ceremonia anual. No es para blandos de Corazón, ni para mojigatos. El núcleo
del rito son el sacrificio, el dolor y la retribución, un adecuado reflejo de nuestra Madre.
Los participantes se reúnen desnudos en pleno invierno dentro del lugar establecido. Normalmente el camino está cubierto de espinos, zarzas y matorrales. Muchos de los participantes se arrojan sobre las espinas más peligrosas, desgarrando extasiados su carne al liberarse. Todos acaban de este modo cubiertos por su propia sangre, ardiendo su cuerpo al entrar en el claro.
En un extremo del lugar aguarda una gran hoguera encendida. En el punto opuesto hay un estanque, a menudo cubierto por una delgada capa de hielo o esquirlas heladas. Una vez los Observadores están en situación, los oficiantes (el sacerdote y la sacerdotisa, si queréis) llegan, cada uno con un flagelo. Tras un breve intercambio de besos y abrazos, los dos comienzan a excitarse mutuamente con los besos y caricias más íntimas. A medida que la pasión comienza a aumentar, ambos emplean hinojos y flores espinosas en su danza de copulación.
Poco después, también emplean el flagelo, cuando los dos oficiantes están cubiertos de sudor y Sangre, intercambian un beso.
La sacerdotisa se sumerge entonces en las aguas heladas del estanque (significando el descenso de nuestra Madre al Mar Interminable) y el sacerdote atraviesa por completo las llamas dela hoguera (representando la luz de Lucifer y el fuego de la iniciación). Se dice que cuando los dos oficiantes se someten a tales torturas, el dolor envía sus almas hacia el éter, permitiendo a los mismísimos Portador de la Luz y Lilith manifestarse en sus Cuerpos anhelantes.
Con salmos, los ensangrentados oficiantes invocan de este modo fantasmas y espíritus:
Sacerdotisa: Nachush el marhim arik no kofelo. Shelach no komair neshia aparm! ¡Bahari lokwaa-Bahari lokwaat, baruk hamaat! ¡Artri Lilhitu!
Sacerdote: ¡Lammanas! ¡Lammanas! ¡Kol fetu hattabus! Nachash no goash aral to ari. Yin soquaa ahnï anaka. Lakhil alhil kataab. Yin soquaa ali. ¡Atri Lilhitu!
Frente un gran clamor y un duro clima, los espíritus se manifiestan.
A medida que progresa el ritual, estos fantasmas vigilan con sombría determinación, para entrar después en la celebración, a una señal establecida.
Ahora que todo está dispuesto, la ceremonia puede alcanzar su clímax. La sacerdotisa llama a los Hijos. En el Claro aparecen seis de la Sangre (es decir, Lhaka), todos ellos hermosos, resplandecientes e intactos bajo la luz de la luna.
A Continuación se trae a los cautivos, trece de ellos, cada uno representando a uno de los clanes Cainitas y con una máscara que encarna su papel. Estos desgraciados suelen ser abandonados, vampiros capturados u otros enemigos de la Sangre. Hechizados por un maestro invisible, estos imitadores entran en el escenario y Se mantienen altivos, aguardando sus siguientes instrucciones.
Se produce un breve diálogo que discurre así:
Una voz invisible, supuestamente una manifestación simbólica de Caín, dice: ¿Quiénes sois vosotros que permanecéis en el Jardín de Lilith?
Y entonces los Hijos replican a un tiempo: Somos los Hijos de Lilith, los que hemos calado la sangre de su Corazón y hemos consumido las frutas sagradas.
Caín: ¡Contemplad a los Hijos de aquella que nos ha robado el sustento!
Hijos: ¡Mientes! ¡No os robo nada!
Caín: ¡Contemplad a los Hijos de aquella que ha renegado de nosotros!
Hijos: ¡Mientes! ¡No ha renegado de vosotros!
Cain: ¡Contemplad a los Hijos de aquella que nos ha maldecido!
Hijos: ¡Mientes! ¡La maldición no es culpa más que tuya!
Cain: ¡Avanzad, mis Chiquillos! ¡Arruinad este jardín y profanad a la prole de la Madre Oscura!
En este punto, se ordena a once de los cautivos que entren en un salvaje frenesí y que se acerquen a los hermosos Hijos ante ellos. Los otros dos, representando a Toreador y a Nosferatu, vuelven la espalda a la violencia y no participan. La carnicería que sigue es tan poética como horrenda. A una orden de sus amos ocultos, los ‛‛Cainitas” saltan sobre sus presas como perros, arrancando los sexos con uñas y dientes. A menudo se emplean las zarzas del jardín, así como diversas piedras y ramas que se destinan a tal fin. Los fantasmas aguardan en el límite del círculo, contemplando hambrientos el derramamiento de sangre.
Con fuerzas aumentadas por los titiriteros, los imitadores destrozan a los Hijos miembro a miembro, saciándose en sangre y entrañas, alzando antorchas del fuego e incendiando la vegetación circundante.
Mientras tanto, Toreador y Nosferatu dan tres solemnes vueltas al círculo, introducen los dedos en el estanque y empapan los labios muertos de los Hijos, como si quisieran darles un último trago.
Tras eso, los dos extraen velos de detrás de sus máscaras y con ellos cubren el rostro de los muertos.
Cuando han terminado, los asesinos, pues eso es en lo que se han convertido los imitadores, arrastran los cuerpos destrozados a las llamas.
En este momento, la sacerdotisa alza la mano. Todo movimiento cesa. El sacerdote la imita, y juntos invocan el siguiente cántico:
Sacerdotisa: ¡La sangre de mis Hijos me grita en la agonía! ¡La sangre de mis Hijos me grita en la muerte! ¡La sangre de mis Hijos me grita en la venganza! ¡Atrás, simiente de Caín! ¡Así os maldigo!
Sacerdote: ¡Vómito macilento de Caín! ¡Grumos de excremento y polvo!
¿Osáis alzaros contra mis hermosos hijos? ¿Osáis violar el jardín de la Renovación? ¿Osáis herir el corazón de mis queridos? ¡Entonces disfrutad también de mi ira, y saciaos! ¡Pues así habéis tenido su Corazón, yo tendré el vuestro!
Sacerdotisa: ¡Alzaos, mis pequeños, alzaos! ¡Dejad que vuestra sangre viva fluya entre estos espinos y zarzales! ¡Que vuestra sangre avive las crueles enredaderas! ¡Alzaos, mis pequeños, y cobraos venganza! ¡Esparcid su carne hasta los confines de la Tierra!
Segunda Parte: El Rito de la Venganza
Una vez la sacerdotisa pronuncia estas palabras, unos percusionistas en el extremo del círculo comienzan a tocar. Los Hijos desmembrados se incorporan. Mientras lo hacen, sus heridas se funden y recobran su salud.
Entonces, en un instante, se libera todo control sobre los cautivos, que pronto comprenden su situación y tratan de escapar. Es entonces cuando los espíritus alrededor del círculo son liberados.
A Toreador y Nosferatu se les permite huir. Sin duda, estos prisioneros contaran asombrosas historias si Sobreviven hasta llegar a la civilización. Los once asesinos son capturados por las enredaderas, las zarzas y los árboles que bordean el claro, o son derribados por los propios Hijos. Su destino se torna siniestro.
Los detalles del Rito varían. En todos los Casos, los imitadores sufren muertes dolorosas y espantosas. Sus cuerpos son despedazados. Su sangre es empleada para fertilizar las plantas. Sus gritos se convierten en un Coro, que a menudo se alza y desciende con el ritmo de los tambores.
Desde su aventajada situación, la sacerdotisa y el sacerdote se aseguran de que el fin sea lento.
A medida que se derrama la sangre, los tambores alcanzan su clímax. Los fantasmas y espíritus poseen a los participantes en el Rito.
Cualquiera que no haya intervenido hasta entonces se une. Muchos copulan de forma alocada en el Círculo, calentando sus miembros ateridos con la sangre fresca y el calor Corporal.
Los oficiantes dirigen la fiesta, tornando a tantos compañeros como pueden soportar. A medida que los tambores se cansan y los cautivos mueren, el frenesí desciende hasta tornarse un latido. Cuando el último imitador muere, la música se detiene.
Una detrás de la otra, la sacerdotisa y el sacerdote se acercan a los imitadores.
A medida que los van alcanzando, les arrancan el corazón y el bazo, se lo comen y arrojan las máscaras al fuego. Cuando se han encargado de todos los clanes, hablan al unísono:
Ambos: ¡Ésta es la justicia de Lilith y Lucifer! ¡Éste es el destino de los chiquillos de Caín!
Sacerdotisa: ¡Caín, Hijo de Eva y simiente de Adán el Profanador, sufrirás Septuplicadas las amargas hieles de mi venganza!
Sacerdote: ¡Caín, Hijo de Eva y simiente del Primer Hombre, arderás en los placeres del sol!
Ambos: ¡Por siempre nos enfrentaremos a ti y los tuyos! Tus chiquillos se alzarán contra ti y contra si mismos, y te
harán mucho más mal del que tú nos hiciste a nos. Por siempre se te denegara la fruta de los jardines, y por siempre errarás atormentado. Ésta es la Maldición de la Madre.
Todos responden: ¡Así se ha dicho! ¡Así se hará! ¡Bahari laitee Lilitu! ¡Bahari laitee Lilitu! jBahari laítee Lilitu! ¡Así se hará!
La Sacerdotisa rompe el Círculo y así despide a los espíritus:
Sacerdotisa: Marchad sobre el viento para hostigar a los Chiquillos de Caín. Os libero de las invocaciones que os atan y os deseo buena caza. Os doy las gracias. Id en paz. Artri Lilhitu. Artri Lilhitu.
El sacerdote toca el rostro de la sacerdotisa antes de volverse, alejarse de ella y atravesar una vez mas el fuego y desaparecer en las sombras. Los Hijos abandonan el círculo y se retiran a los arboles. Los espíritus se disipan. Los fuegos se apagan y el claro queda a oscuras.
La sacerdotisa cae de rodillas, gime y reúne las cenizas de las máscaras, antes de esparcirlas entre las zarzas. Cuando completa esta tarea, se acerca lentamente al estanque, se arrodilla en la orilla y se introduce.
Cuando se hunde bajo el hielo, el Rito concluye, todas se marchan.
Éste rito normalmente es el último del año, celebrado la noche de la festividad cristiana de Navidad (entre el 24 y 25 de diciembre). Los Bahari que representan a los Hijos, suelen ser antiguos miembros de la Senda a nivel local, no llegando a morir pero si entrando en un fuerte letargo, los Chiquillos suelen ser Vástagos seguidores de Caín o traidores al grupo Bahari.
Los espíritus que se vengan de los hijos de Caín son los demás participantes, obligándose sólo la participación en tal acto a los nuevos Bahari, para probar así su lealtad.
Una vez terminado el ritual, se le entregan a la iniciada los Pictogramas Ba'hara, siendo en ése momento reconocida cómo miembro del Coro.
Pictogramas Ba'hara
Una sociedad secreta requiere comunicaciones secretas. El Ba’hara, una colección de símbolos mnemotécnicos, provee a la tradición Oral de una base escrita. A pesar de que no se trata de una lengua en el sentido estricto dela palabra, le Ofrece al iniciado Ba‛hara la sensación de pertenecer a algo. De mis fuentes he deducido que el Ba’hara proviene de los
pictogramas medievales de las desaparecidas Lamias, que provienen a su vez de una fuente anterior.
Estas ‛‘ formas raíz" del lenguaje han, por lo que tengo entendido, desaparecido completamente, aunque probablemente existan aún algunos ejemplos en Cuevas remotas, irreconocibles por lo que fueron antaño.
La forma moderna del Ba'hara utiliza plantas y animales como bases abstractas para sus letras. Como la secta misma, se dice que el lenguaje ha crecido de las Semillas del tercer jardín, y sus formas vegetales recuerdan esa idea original.
LUNA
SOL
LILITH
CAÍN
SANGRE
VÁSTAGOS
HUMANOS
ALIADOS
BÚHO
GATO
SERPIENTE
DRAGÓN
ENCONTRÉMONOS AQUÍ
LUGAR SAGRADO
MAGIA
PELIGRO
ÉSTE LUGAR DEBE SER DESTRUIDO
¡ALABEMOS TODOS A LILITH!