Tan repugnada como sorprendida por el acontecimiento, la liche mira con desprecio a su propia mano mientras trata de responder a la voz que resuena en su cabeza.
Quién eres... y qué me has hecho...
No e diré quien soy ya que es demasiado obvio, rechazaste mi ayuda hace unas horas y ahora te la ofrezco nuevamente.
Pero he visto que sos alguien con quien no se negocia, así que mi pregunta es simple, si quieres vengarte de Perséfone deberás hacer algo por mi, que cosa? No te lo diré, pero la venganza es algo que tendrás te doy mi palabra.
La vos resuena en tu cabeza o en toda la habitación como quieras entenderlo.
Elara -escupe sílaba a sílaba en sus pensamientos, retrasando su respuesta- No te pienses que soy tan primaria ni voluble, zorra oportunista. Dime qué quieres y lleguemos a un acuerdo... Pero antes quiero pruebas de qué puedes hacer contra Perséfone
Sólo el mero hecho de pensar en la señora de la primavera provocaba una visceral repulsa en cada pliego de los pensamientos de la muerta viviente.
Te dire como liberar el Arma del Caos que se oculta en Qualinost.
Cuantos años tenía Nekrhatag? Tal vez ahora no se podía determinar, cuantas historias habrá escuchado? Millones tal vez, pero una no podía olvidar, las Armas del Caos, tan poderosas que los dioses las había guardado bajo intrincados rituales y depositándolas en la seguridad de guaridas sobre todo de criaturas del bien. Había una en Qualinost? Bueno, eso era nuevo para la lich, sin embargo quien pudiera blandir una de estas armas podría incluso matar a un dios, quizás por esto los dioses la habían guardado tan celosamente, o quien sabe por que otro motivo.
Para que te diga esto debes ir al exilio de los elfos y luchar a su lado contra el ejército orco.
Nos habíamos olvidado de continuar esta parte.
Elara no obtuvo respuesta. La liche se limitó a mantener un vacío mental, un blanco infinito que tapaba lo que pensaba en su interior.
No debería. Hacer eso no era lo correcto, e iba contra el equilibrio. Y por otra parte, no se fiaba lo más mínimo de Elara, tenía la constante sensación de que la estaba utilizando. Pero haciendo gritar a millones de orcos quizás lograra hacer que Hades la escuchara de nuevo. Lo del Arma del Caos quizás más tarde, pero era consciente de sus limitaciones y no quería allanarle el camino a nadie.
Llévame allí. Sigues sin demostrar nada, pero necesito un poco de ejercicio -respondió finalmente.
Una cosa, ¿mi mano vuelve a estar muerta?
Solo los vivos van al exilio de los elfos.
Que curioso decir "los vivos" en un lugar que hasta se podría llamar como la muerte de los elfos.
Nekrhatag no pudo hacer más nada, al decir que si ya parecía haber desencadenado todo.
Una luz enorme rodeo todo, ella no podía saber de donde venía hasta que pudo abrir sus ojos para ver un gran solo en lo alto del cielo.
Debajo de sus pies había arena y frente a ella un paraíso tropical.
Sus manos eran las que hacía muchísimos años no veía, además sentía el calor del sol en su rostro, si, se sentía viva allí.
Mientras estés aquí serás un mortal más.
Completamente repugnada al volver a observar su cuerpo mortal, mugriento, con centenares de pellejos colgando y llena de heridas, Nekrhatag frunce el ceño, iracunda.
- ¡¡A esto sí que no estoy dispuesta!! ¡¡Devuélveme a mi forma o sácame de aquí!! -grita, a todo pulmón.
Qué manía con volverme vivo, cojones... xD ¿Sabéis la de cosas que cambia eso de mi ficha? No me he comido un ajuste de nivel de +4 para nada... -.-"
El volverte viva es sólo para algunos motivos de juego, no cambia nada tu ficha.