Partida Rol por web

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Los Orcos invadieron Sanction hace mucho tiempo, las humanos fueron masacrados. Su líder Unglar, “El Gran General” así lo llamaban comandaba este ejército.

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Unglar encuentra a su hermano muerto, luego ve al pequeño que sostenía tiernamente el pomo de la espada del orco.
La reacción del General era inminente.
Blandió su hacha doble y se lanzó sobre el niño.
Pero que tiranía de los dioses es esta?
Cargó…
Pero otra figura entraba a la habitación: Eramode.

Algunos dice que Eramode es el más fuerte dentro del ejército de los Jinetes Negro se dice que lo es incluso supera el poder del gran Unglar. Se desconoce absolutamente todo acerca de su pasado pero se ha llegado a pensar que es un demonio muerto viviente, que está con los Jinetes Negros solo por diversión. Eramode tiene pocas tropas a su cargo ya que muchos le temen incluso sus fieles servidores.

No mi General, su hermano no valía nada… en ese niño veo algo más, debe estar con los nuestros, algo divino que lo rodea. Dijo el hombre que estaba completamente cubierto en hierro, una armadura que apenas dejaba ver sus ojos.
Hoy y por siempre Sanction es nuestra, que esto no empañe nuestra victoria, creo en ti compañero, si tu lo dices así será. Dijo el General.

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Unglar esperó un momento, mientras guardaba su gran hacha.
Se acercó al pequeño.
El orco era tan imponente que su mano era tan grande como el niño.
Se llamará Orín, hoy mi hijo es humano, será tratado como tal y cuidado y respetado como a un hermano de sangre.

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Los orcos, son aquellos que se sentían exaltados por sus palabras.
Siempre es raro ver a un humano entre los orcos aunque no lo es para mí. Le dijo una vez Obú- Flash.

Este humano se unió a este ejército luego de haber demostrado en combate sus grandes habilidades, fue el único sobreviviente de su tribu que calló bajo un terrible ataque de los Jinetes Negros.

Evidentemente tenían una similitud.
Aunque por supuesto, Obú-Flash, no había sido adoptado por El General.

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Pero ustedes piensan cortar, tejer bordar, enlazar los destinos de los dioses y los humanos?
Realmente piensan que pueden forjar los destinos del multiuniverso a su antojo.
La mujer de vestido negro y largo pelo del mismo color les hablaba a las tres diosas.
Este es el telar que representa la perfección de la creación, no, no pueden tocarlo, al hacerlo romperán el balance en el mundo y todo será destruido. Hoy ustedes sólo se encargarán de hacer aquello que deba ser por la propia ley de de la naturaleza hoy no serán más diosas, lejos están del Olimpo y de Zeus que las proteja:
ARPÍAS TEJEDORAS DEL DESTINO!!! Las diosas de deformaron en unas criaturas similares a las arpiás pero con patas como de arañas, luego inmediatamente treparon al gran telar y comenzaron su trabajo, bordando y tejiendo aquello que debía pasar.
En el fondo un figura de un gran hombre de barba negra observaba aquello que pasaba y asentía con la cabeza.
Ares callaba, la presencia de la mujer junto con el otro ser parecía haberle cortado el habla, hizo lo que tenía que hacer, se marchó.
Si, ahora si, más allá de Ohrin, el telar está en sintonía. Dijo por para terminar la mujer mientras con sus uñas de color negro en sus delicadas manos pasaban por las cuerdas de aquel gran telar el cual desprendía una melodía hermosa.

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Ares Esperó que el No-Muerto se alce luego habló con el que ahora era parte de su ser.
Ahora eres una criatura del mal así que solo te queda pensar en tu naturaleza, de donde vienes y que clase de criatura eres, en este intento en el cual los antiguos dioses vuelvan a gobernar esta tierra y que ya no resida el poder del bien, el mal y de la neutralidad en un solo ser, tienes que ver de que lado estás, se que hoy no lo sabes con claridad, lo fantasmas están del lado del mal, pero que es el mal, creo que la mejor manera de explicarlo es preguntándole a él mismo quien es, no, no le puedo preguntar, eso ya lo sé, pero hace tiempo escribí algo, tratando de definirlo quería saber que me diría si pudiera preguntarle quien era:

“Soy yo, soy el mal todo existe gracias a mí y todo se destruye gracias a mí, si, la destrucción, el fin, la muerte, el dolor, el sufrimiento, mis creaciones, pero que existiría si no fuera por mí, nada, o todo? Y si existiese todo, por supuesto no existiría nada la nada es necesaria, pero como acceder a algo que no existe por si misma? o sea por su definición, y la respuesta no se hace esperar…gracias a mí que lo puedo destruir todo ¿pero como? Una simple palabra, por nombrar sólo una: la guerra, un invento de los seres que existen en la tierra, ¿para que son las guerras? Para destruir, las guerras son el mal y yo soy las guerras y por supuesto el mal.
Alguien dijo una vez que el mal no puede ser destruido, pues donde existe el bien existe el mal y viceversa, el equilibrio, eso es lo que existe, si este no existiera sería el fin de los tiempos.
Otro una vez dijo que no existo, ni yo ni el bien, que soy solo un estado, existen solamente las decisiones, o sea, el libre albedrío, pero que es esto, que pasa cuando alguien elige hacer el mal, claro, ahí es en donde aparezco yo, en sus decisiones, si, ya sé ¿que pasa si nadie elige el mal, o sea si todos hacen el bien? Entonces yo no existo, no, no es así, una vez escuché a alguien que decía: “el mal se hace porque se desconoce el bien” ¿por qué? ¿Y el bien se haría por no conocer el mal?, decir que se busca siempre el bien suena lógico ¿pero que acto bueno está libre de todo mal? podría nombrar nuevamente un sin fin de actos pero me voy a quedar con el que nombré anteriormente, la guerra claro! Seguramente un lado piensa que lo que hace lo hace por el bien, o sea, está haciendo un acto bueno, pero que está haciendo en realidad, matando, y eso no trae discusión alguna, matar es malo, Jajaja, ahí vuelvo a aparecer yo.
Pero es verdad, soy solo una figura, una representación, yo en realidad no existo, como se me puede dar forma, soy un pensamiento, una elección, si existo o no, por supuesto que si, la pregunta en realidad sería: Cuando aparecí? Fui en realidad creado, desde un comienzo? Quizás en esa pregunta está la respuesta. Y estoy seguro que la podrán encontrar.”

Tu exististe siempre mi querido Ohrin, por eso ahora eres inmortal, si mueres volverás a vivir por la guerra y el mal conviven. Tu eres parte de la guerra, por eso llevas mi sangre, por eso ahora eres lo que eres.
Hoy tienes forma, las cosas han querido que seas esta criatura traslúcida, pero lo que hay en ti es algo que siempre existió y existirá siempre, el mal.
Tu eres hoy día eso, el mal, cual? Aquel que respondían el mismo, el mal de la guerras, hoy caminas por el mundo en una forma.
Adios hijo mío. Dijo Ares quien caminó y se perdió en las sombras.

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Las Moiras, dejan de ser diosas en el momento que decidieron tocar el gran telar.

Ohrin el Pastor, vivió una existencia de ensueño, muchas veces se debatían entre el estar vivo o muerto.
Donde debía estar?
Donde podía estar?
La guerra era su lugar y sólo ella.
Ohrin el Pastor quiso formar un ejército y así lo hacía, una y otra vez.
Donde la guerra pasaba él aparecía.
Algunos hablaban de apariciones en el medio de la batalla, apariciones que le prometían salir de allí, ser inmortales.
Así se hizo llamar Ohrin el Pastor, aquel que podía sobrevivir a la voluntad de los dioses.
La última guerra entre enanos del Escudo Protector y los orcos fue la última manifestación del fantasma.

Tu piensas dominar a los muertos?
Tu piensas ser más que lo que soy yo?
Los dioses mismos me temen y tu... tu levantas a los caídos incluso sobrepasando la voluntad del destino.
Tú crees poder dominar la guerra, tu, inmortal traslúcido, crees acercarte al panteón olímpico, llegar a la cima del mismo monte olimpo?
Ser el dios de la guerra?

Un figura se levantaba entre los muertos mientras decía esas palabras, la noche hacía mas y más confusa la visión para Ohrin quien no visualizaba exactamente su rostro.
El plano etéreo es extraño y ver más allá de él en el primario se vuelve borroso.

Demonios de los muertos, dioses, vacilan ante mi poder y tu, tú!!!
Osas desafiarme?

El humanoide esperó la reacción del incorpóreo.

El espectro se giró lentamente hacia el humanoide que lo contemplaba sin problemas en su invisibilidad, sintiendo su sentenciadora mirada clavada en las ascuas rojas de los ojos de Ohrin. Su señorial cetro, luciendo el peculiar brillo invitador de la gema del Nuevo Amanecer, destellaba con la energía del ser evidentemente divino, como sintiendo cierta afinidad estoica.

La voz de Ohrin habló clara y concisa, desde allá donde se encontraba, imaginando que las palabras a un plano de distancia no serían un problema para alguien capaz de trasbasar el cerco mágico del anillo que su mística abuela Nix le había otorgado por salvar su templo de la Imperecedera Oscuridad:

-Cuan atrevido sería si tamaña osadía perpetrara, y cuan insulso pretendiendo que pasaría inadvertida o inmaculada a ojos de aquellos que me dieron mi condición.- comenzó el elocuente profeta su defensa -La Guerra Eterna no habla de un fin distinto de aquel que reserva el Hades. La Última Puerta de toda alma permanece intacta en su lugar, abriéndose al Erebo, para toda existencia terrena; Pretender lo contrario no sería más que una vana sandez.- sentenció el Pastor.

Su forma se hacía más nítida... más presente... en el mundo de los vivos a cada palabra que pronunciaba, si bien ningún observador hubiese podido advertir más que una voz suspendida en el vacío, sin dueño aparente; tan solo a los dioses se les reservaba el privilegio de ver al espíritu de la guerra en su máximo esplendor:

-El Pathos de la Guerra Eterna no es una alternativa a un fin prestablecido: es una prolongación del ardor de la batalla; una entrega absoluta a un fin superior, suprimiendo todas aquellas ataduras que reprimen al alma de abandonarse al constante enfrentamiento que mueve las ruedas del mundo y lo hace avanzar. Tarde o temprano incluso mis fieles rinden cuentas con Hades en su castillo profundo, y entre tanto sus armas no dejan de alimentar el Inframundo con todas y cada una de las existencias que está hilado y trenzado que moriran por el fuegode la batalla y el filo de la contienda. No soy una alternativa al ciclo: soy parte de él. No me opongo al Señor de los Infiernos: soy su instrumento.- declaró con decisión -Aun más para su orgullo, son sus huestes las que combaten ahora en los campos sangrientos, pues mis devotos han abandonado el incierto camino de la vida y tienen un paso más en el de la muerte y, por tanto, como todo guerrero temeroso de que llegue el fin, postran una rodilla ante el Señor del Último Aliento, pues lo que resta de su existencia es para la lucha, y el indefectible resultado de toda lid es un alma más hundiéndose en las profundidades... si Fortuna los sonríe, tal vez su adversario, y si no, ellos mismos.- declaró con firmeza.

Su rostro no mostraba duda alguna; sus labios creían con fervor cada palabra que pronunciaban, pues su doctrina liberaba al hombre de todo aquello que sobraba para la guerra, haciéndolos más puros, más fuertes y más sinceros. Él era el refinamiento de un arte que escribía la historia:

-Ares ha convertido el agua en que yo ahora nado en una ciénaga incierta, lúgubre y maloliente. ¿Qué gloria hay para el héroe que muere por la espada y lamenta a la familia que deja atrás, lloriqueando por el resto de su no existencia? ¿Qué honra para el rey que ordena el ataque sin conocer el tacto del cuero de empuñadura en su mano, demasiado ocupado en sus banquetes y su ansia de más poder? Mi Camino libera del resto de sensaciones superfluas a los seres vivos, pero termina donde todos: al pie del Castillo de Hades en el Tártaro.- terminó su explicación, para preguntar por fin -Pero quién es aquel que me acusa y juzga sin conocer mi palabra? ¿Acaso dejará que lo ilumine para que comprenda la grandeza de mi obra? Clame el cielo si he desoído los mandatos de ningún dios digno de elogio, pues no ha sido ni será mi intención tal cosa.- pidió por fin la identificación de su interlocutor.

La figura estaba mezclada entre la niebla del lugar, la oscuridad y el polvo que había levantado la batalla.
Pero se acercó al fantasma sin miedo, ahora Ohrin podía observarlo con claridad.
Era un humano, vestía ropas elegantes, como si se hubiera salido de una fiesta.
Sonrió... sus colmillos eran la auténtica marca que se trataba de alguna clase de vampiro.

Soy Godmaster, líder de los muertos vivientes, el ejército más poderoso que existe en la Nueva Tierra.
Y tu quien eres? Tú... tu quieres ser quien soy yo.
Un día, los muertos ,dominaran el mundo de los mortales, el cielo se oscurecerá para dar paso a mis tropas.
Ese día tú temblarás, tu ejército desaparecerá y será mío.
Si eres inteligente sabrás donde esconderte o digamos más, con quien aliarte, si no, serás uno más de los míos.
Ares? Hades? Que me importan seré tan poderoso que los mismos dioses me temerán.
Cuando piensen en el mal, pensarán en mí.
Tu hablas de que los elevas a un nivel superior antes de morir realmente?
No existe ese nivel, tu estás muerto fantasma, eres una criatura maldita, solo que no conoces tu maldición aún.

Las palabras del vampiro retumbaban en la cabeza de Ohrin, no recordaba cuando fue la última vez que no estaba en el campo de batalla.
De alguna manera estas últimas frases le dejaron ver que poco había "vivido" fuera de la guerra, como si él mismo fuera la guerra.

Cual es mi intención diciéndote esto?
Porque quiero que tus muertos sean míos, yo te convocaré y si así lo decides tus muertos serán parte de un gran ejército, más grande del que jamás se halla visto.
Y la guerra, llegará un momento que no exista más ya que seremos solo nosotros en este mundo.

Cuando el vampiro terminó de decir esas palabras, Ohrin pudo ver la batalla que había sucedido allí como si estuviera participando de la misma.

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Diferentes almas luchaban esa guerra aquí en Escudo Protector, tú, sabías que en algún momento verías a alguno de ellos.
También miró a su alrededor, había hecho eso alguna vez?
Montones de cadáveres de orcos yacían en el lugar, contra quienes habían luchado no se sabía, sin dudas, se habían llevado a sus muertos para enterrarlos.
Levantó aún más la cabeza y vio que estaba en el paso de unas enormes montañas, como si de un gran pasillo natural se tratare.
Pero ese pasaje estaba cerrado en uno de los lugares, más allá, al norte una gran muralla se levantaba entre las montañas como si fuera una represa, pero que no contenía a ningún río, era evidentemente una fortaleza, algo para que nada atraviese ese pasaje.

-El universo mismo se extinguirá el mismo día en que no exista conflicto. El enfrentamiento forma parte del orden. Compréndelo y ríndele la pleitesía que merece, únete a mis huestes y disfruta de la verdad que te muestro, o vive en tu locura sin remedio, pues te opondrás a mí y en ese mismo instante habré vencido, cuando descubras que no hay lugar para tus anhelos sin contienda. Pues yo existiré mientras los opuestos choquen, y seré tu opuesto mientras existas. ¿Pretendes hacer hincar una rodilla a los dioses, estúpido? No sabes de lo que hablas; pero no tiene caso perder el tiempo explicándotelo. Toma tu decisión y actúa; el derramamiento puede esperar cuanto sea necesario: ocurrirá, tarde o temprano ocurrirá, y entre tanto mi ideal seguirá reforzándose y el tuyo marchitándose.- declaró Ohrin, mientras su cetro brillaba con la amenazadora luz del saber, que se llevaría a este usurpador en cenizas, si no cejaba en ese mismo instante en su empeño.

Jajajaja...
El fantasma me amenaza, pobre, atado a la guerra, ni sabe que hace tiempo su existencia terminó.

El vampiro da unos pasos adelante acercándose a Ohrin.

Dame tu mejor golpe fantasma.

Manteniendo estoicamente su pose, Ohrin desafió igualmente con su mirada al ser:

-El Libro de la Guerra dice: "no complazcas al enemigo, si tu complacencia no es mayor". Mi fin es la contienda, y no la fuerza en sí, que es un aspecto muy reducido de ella. Destruirte me proporcionaría un beneficio fráncamente futil, en comparación al de conservarte. Únete a mí y te lo mostraré con la misma claridad del día que ya no puedes ver.- continuó Ohrin con su adoctrinamiento.

El vampiro no dice más, carga contra Ohrin.
Da un golpe pero el fantasma desaparece para luego aparecer en las cercanías como saltando entre el espacio de un lugar a otro.
Cuando aparece en ese lugar ve la increíble velocidad de Godmaster, apenas había aparecido ya lo tenía en frente sonriendo.

Destruirme dices?
Insecto muerto viviente.

La mano del vampiro se ilumina por un instante y golpea con celeridad al fantasma, recibe un golpe de frente en el pecho que abre una profunda herida en Ohrin como si de una cuchilla de fuerza se tratara.
Evidentemente la criatura te ve a la perfección y no has medido bien su poder.
Te das cuenta que podría volver a golpearte, pero no lo hace.

Has escuchado alguna vez, "únete a mi o morirás?".

-Nunca en medio de una batalla. Creo que no comprendes tus propias palabras. Como bien dijiste, ya estoy muerto... o mejor dicho, no puedo morir. ¿Acaso ese no sea tu caso?- dijo Ohrin mientras su vara se iluminaba como había amenazado antes y un terrible rayo de luz viajaba hacia el vampiro.

Ah!
La luz del sol, cuando fue la última vez que le sentí miedo?

El conjuro afecta al vampiro el cual recibe el daño en un costado, Ohrin no alcanzó a ver cuando se corrió para evitar el efecto completo.
Apenas si se le abren unas heridas, heridas que sanan en el mismo momento de realizadas.

No lo entiendes no?
Si no es tu decisión será la mía, yo soy el líder de los muertos vivientes tú si no quieres serlo por decisión propia serás un siervo mío sin voluntad.
Y esta, es tú última advertencia.

-El libre albedrio es un regalo de los dioses a los seres sintientes. Si no tienes oposición, no tienes batalla que luchar y no me necesitas. Si la tienes, entonces tus peores enemigos harás imponiéndote a sus designios. Tu verborrea no me impresiona. Si puedes tomar algo, no preguntarás por ello, y si no puedes, no lo has conseguido. Bien sabes que en el mismo instante en que perdiera mi voluntad, mi ejército se desharía, pues es esta la que los controla. Ojo por ojo, dinete por diente. Me heriste y lo mismo he hecho. Me sanaste y lo mismo haré. Estamos en paz. Márchate por donde viniste.- dijo reteniendo el ominoso brillo de su cetro, para que no se liberara una vez más, pero aún amenazador en su esfera -Yo aquí ya he terminado.- se despidió mientras se marchaba, con su mano sobre la herida causada.

El vampiro escucha las últimas palabras del pastor, se da media vuelta y se marcha.
Ohrin queda con las dudas de si realmente cumpliría con sus palabras si realmente en un futuro el manejaría su ejército.
También pensó en si su maldición era realmente destituir a Ares o sólo era ser un fantasma de la guerra.
Entre visiones intentó recordar su fortaleza, donde está su ejército? Le resultaba difícil hacerlo, como si intentara recordar un sueño.
De pronto sus tropas aparecieron, llegaron tarde al encuentro, hubiera sido una buena batalla por luchar.
Ahí quedaba Ohrin, con sus huestes y los cadáveres de los orcos, más allá sólo se levantaba aquella muralla/fortaleza, el Escudo Protector.
Pasaron unos minutos mientras Ohrin aclaraba su mente, luego tres figuras aparecían en la parte más alta de la fortaleza.
Apenas si las podía distinguir desde esa distancia.

Obviando el alejamiento de la poderosa figura del no muerto, el espíritu se giró hacia la gigantesca construcción, mientras su energía mental volvía a alzar el estandarte y lo hacía ondear arriba y abajo, con el pendón enfrentado al movimiento. La señal para que sus huestes se abandonaran a aquello que resultaba su pasión más ferviente: devorar los cuerpos de los guerreros caídos, tomar su fuerza y llevarla en su fuero interno a la siguiente terrible batalla a librar en la región. Los despojos del hijo nonato de Ares, flotando sobre ellos, alzaban a los más fuertes como carnaza para el siguiente enfrentamiento y otorgaban a las tropas una nutriente energía negativa que avivaba sobremanera la luz de sus ojos ultraterrenos.

Mientras sus seguidores daban cuenta de la contienda, la atención de Ohrin se fijo, sin embargo, en las tres figuras recién aparecidas, que parecían esperar tranquilamente en lontananza. Curioso por aquellos que se regodeaban en su opulenta vacanal del Más Allá, el Pastor derivó hacia ellos en silencio, atento a lo que pudieran estar diciendo o haciendo.