Durante unos minutos no pasó nada en la enfermería. Fantasma seguía profundamente dormido. Los cerebritos discutían sobre el diseño del guante de Ra. Iván y César velaban por su compañero inconsciente, mientras Moussa aceptaba su destino y se echaba en una cama a descansar.
Y de pronto se escuchó una voz.
- ¡Aitor! – gritó la diminuta Salara desde su cama.
Al oír el grito todos los miembros del club de inventores corrieron a pegarse a la ventana de la sala aislada.
Allá al fondo de la enfermería, en la cama junto a la ventana, Salara Bebi, la Gata Lunar del Liceo, había despertado.
Junto a ella estaba Hermes. Se le veía sorprendido, confuso, pero feliz al fin y al cabo.
- ¡Ha reconstruido mi mente! – le reveló Salara con una sonrisa.
Los dos se fundieron en un abrazo.
- Alucinante – comentó Enzi desde la sala de aislamiento.
- ¿Esa pelirroja famosilla no lo consiguió y nuestro Aitor sí? – dijo Malina, incrédula.
- ¡S-salaraaa! – gritó Rita, entre sollozos pero feliz, desde la sala aislada.
- Hablando del rey de roma… - dijo Álvaro justo en el momento en que Aitor aparecía por una de las puertas blancas de la enfermería.
Lo que sucedió a continuación fue prácticamente de película. La Doctora Pujol avisó, por medio de las palomas, al profesorado y prácticamente a todo el mundo de la recuperación de Salara. Casi toda la escuela se pasó por la enfermería para verla. Así se acabaron dando cuenta los miembros del Grupo 4 de que su pequeña y tímida mentora era una persona muy querida en el Liceo.
Ella se encontraba bien. Algo débil, pero bien al fin y al cabo. En pocos días Salara podría volver a la vida estudiantil, y a sus responsabilidades como mentora.
Ahora el SG4 estaba completo de nuevo.
Cerramos Interludio finalmente.
Entre hoy y mañana pasamos al siguiente capítulo.