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El Liceo: Escuela de Superhéroes

Interludio de Iván: Viento

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22/03/2017, 23:31
Narrador

Exterior del Liceo, un sábado por la mañana

Una tenue brisa soplaba durante aquella mañana, acariciando con gentileza el exterior de la escuela. Los sábados por la mañana los jardines del Liceo eran un hervidero de actividad. Era como una especie de recreo que duraba todo el día, por lo que los estudiantes aprovechaban para salir al exterior y tomar el sol, charlar, jugar o, simplemente, pasar el rato.

En aquel momento, un grupo de estudiantes de primero y segundo curso jugaban en la pista de fútbol. Usaban un balón de partículas inestables, por lo que el juego acababa siendo un espectáculo en sí mismo.

Iván estaba flotando entre los árboles, observando como un electroquinético le pegaba una patada al balón, enviándolo a la portería rival envuelto en un enorme relámpago. En ese momento sintió una poderosa brisa en el rostro. ¿Tan fuerte había sido el impacto?

No, no venía de allí.

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22/03/2017, 23:32
Tramuntana

Hola, Vent – dijo Tramuntana, con tono de no querer saludarle realmente.

La muchacha rubia volaba a escasos metros de él, se le había acercado por un lado. Los dos flotaban a la misma altura, aunque el vuelo de Tramuntana era algo más violento que el de Vent, todo fluido y natural.

Iván advirtió a alguien más, alguien que los observaba desde el suelo. Era esa chica azul tan callada, Égida. Parecía observar la situación con cierta mezcla de determinación y vergüenza.

- Una carrera – dijo secamente la rubia -. Vamos a comprobar quién es el mejor de una vez por todas.

No era difícil ver la tirria que le tenía reflejada en su mirada.

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29/03/2017, 01:22
Iván Auriol

Se dibujó una amarga sonrisa en los labios de Iván al oír el reto de la rubia.

A decir verdad, tenía el día bastante perezoso, había evitado a la mayoría de sus compañeros y amigos para que no le acabasen convenciendo de participar en algún juego o actividad. Lo que no era muy difícil que pasase, se dejaba maniobrar bastante, al menos por sus amigos. Estaba simplemente haciendo el perezoso por los alrededores cuando los de abajo empezaron a jugar con el balón mágico, y se había ensimismado pensando en que podría hacer él exactamente con algo así, sin sacar mucho en claro al final.

LA aparición de Tramuntana, aunque inesperada y sobre todo nada deseable, no acababa de molestarle. LA animosidad entre ellos era mutua y palpable. Una parte de sí mismo le gritaba que aquello eran niñeces, que, si no se caían bien, simplemente podían arreglarlo no juntándose más. Otra parte, quizá las más cercana a Faë, le impulsaba hacia la venganza. O a lo mejor eran simplemente las hormonas de chico adolescente, como las de todos los otros chicos humanos, mutantes, mágicos o alienígenas.

El caso es que lo de poner la otra mejilla, en este caso, no iba con él.

- Si claro. – le respondió – Pero con condiciones. Sin atacarnos y contigo y tu aura de pedos a reacción al menos a cuatro metros de mí. – extendió la mano derecha, para cerrar el trato - ¿Hecho?

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29/03/2017, 19:08
Tramuntana

Tramuntana estaba cruzada de brazos, con su perenne expresión de disgusto máximo. Como si estuviese continuamente oliendo mierda.

Las condiciones del chico hada no parecieron agradarle del todo. Especialmente lo de “aura de pedos a reacción”. Desvió la mirada hacia el suelo, desde donde Égida los observaba.

Iván vio como la chica azul ponía los brazos en jarras. Aquello debía de ser cosa suya.

- Está bien, chico purpurina. Acepto tus condiciones, juego limpio – cedió finalmente mientras le tendía la mano y se la estrechaba con fuerza.

La muchacha resultó ser más fuerte de lo que esperaba el chico hada, que acabó con la mano algo adolorida.

- Comenzaremos en la cancha de baloncesto. Ven – indicó de mala gana.

Tramuntana descendió levemente y se dirigió al punto de salida junto a Égida. La muchacha azul saludó a Iván con un leve gesto, pero no alcanzó a decir nada. Los tres anduvieron - o volaron - en silencio hasta llegar a la cancha de baloncesto.

Allí había otro grupo de estudiantes, inmersos en su juego. Aquellos no tenían un balón de partículas inestables, pero se aseguraban de dar buen uso a sus poderes durante el juego.

Era particularmente difícil anotar en la canasta del equipo azul – llevaban petos – porque había un telequinético protegiéndola. ¿Aquello no se consideraba trampa?

- Muy bien. Égida da la salida. Volaremos hasta la Roca de los Nombres y volveremos. El primero en llegar gana. Sencillo.

La rubia se encogió de hombros.

- ¿Alguna duda?

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02/04/2017, 17:18
Iván Auriol

Siguió a Tramuntana sin acabar de fiarse mucho de ella, algo alejado y preparado para resistir repentinas ráfagas de viento inesperadas e inmerecidas. Volaron hacia la cancha con cierta calma, seguidos de “Égida” por el suelo. Iván no acababa de fiarse de la situación, bien podían estar conduciéndole a una trampa. Pero… no. No de momento al menos, la rubia simplemente le explicó las “normas” de aquella pequeña competición.

- ¿Dudas? Un montón – admitió Iván - ¿Por qué te molestas en retarme? Ya me has ganado previamente, dos veces. Llevas la delantera. Debería ser yo quien buscase una competición en la que vencerte y pasarte la mano por la cara. ¿Qué tramas? ¿Va a saltarme encima toda tu panda de “compadres” cuando llegue a la piedra?

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04/04/2017, 17:56
Égida

Tramuntana puso los ojos en blanco cuando Iván manifestó sus inquietudes. Entonces Égida dio un paso al frente.

- Ha sido idea mía – confesó la chica azul -. Me pareció que una competición justa era una buena manera de zanjar esta tonta rivalidad que tenéis.

Iván notó cómo a la muchacha le costaba un poco pronunciar bien las palabras, aunque hacía su mejor esfuerzo. Tenía un marcado acento, pero no podía relacionarlo con ningún idioma que conociese.

La rubia se cruzó de brazos. No parecía acabar estar de acuerdo, pero por alguna razón se dejaba gobernar por la kree.

- Nadie va a saltarte encima, Vent – siguió diciendo Égida -. Es una carrera, nada más.

Sonrió levemente, trataba de ser conciliadora.

- ¿Estáis listos entonces?

Tramuntana flexionó las rodillas. Una tenue brisa comenzó a arremolinarse en torno a ella. 

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10/04/2017, 23:27
Iván Auriol

No estaba del todo convencido de aquella competición. Algo no le olía bien en todo aquello. 

De todas formas, no veía razón aparente para negarse mas allá de sus alocadas suposiciones.

- Está bien...

Iván se acercó al suelo, para estar mas o menos a la misma altura que su competidora, pero sin llegar a reposar sobre el mismo. Cerró los puños con fuerza y dejó que la magia fluyese a través de él, pequeñas motas de energía caótica multicolor filtrándose a través de su piel hacia el exterior. No había puesto a prueba su capacidad de vuelo últimamente y ardía en ganas de probarse. Obviamente el espectáculo de luces no era para nada necesario, pero para él era una forma de hacer "estiramientos", con sus poderes al menos. Había que calentar su magia, ya  que su vuelo dependía casi totalmente de ella, aunque su forma física influyese también.

Dejó que la magia que había acumulado se disipase totalmente, dándole cierta sensación de descanso al no tener que contenerla mas, y volvió a respirar normalmente, preparándose para salir disparado en cuanto recibiese la señal.

- Listo.

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12/04/2017, 21:53
Tramuntana

Estigia se plantó frente a la pareja de contrincantes.

- Muy bien – alzó los brazos -. Preparados… Listos… ¡YA! – gritó mientras bajaba los brazos con fuerza.

En aquel momento, tanto Vent como Tramuntana arrancaron motores. El chico hada envuelto en un halo de motas multicolor, la chica llevada por un furioso vendaval.

A pesar de la proximidad con su rival, Iván apenas notó una ligera brisa meciéndole el cabello. Tramuntana se estaba conteniendo, aunque su impulso era igual de rápido que siempre.

Los dos salieron disparados hacia el aire, en dirección a la Roca de los Nombres.

El primer tramo de la carrera se disputó entre los árboles que rodeaban la escuela. El bosque era poco denso al principio, pero luego había tantos troncos y hojas que apenas se podía ver más allá. Tanto Tramuntana como Vent esquivaron hábilmente los troncos y las ramas a medida que su ascenso en diagonal los elevaba por encima del bosque.

Iván vio como la muchacha lo miraba, disgustada. ¿Quizá porque no se había estampado con un árbol nada más comenzar?

Una vez estuvieron en cielo abierto un bello paisaje se dibujó ante ellos. Las montañas que protegían el flanco oeste de la ciudad condal, recubiertas por completo de verde bosque. Desde allí la escuela se veía pequeña. Y el claro en el bosque con la gran roca en el centro era visible a lo lejos. El objetivo.

Aceleraron, convirtiendo aquella carrera en una verdadera prueba de velocidad.

Al principio Tramuntana llevaba la delantera. Su fiero impulso era más que suficiente para dejar atrás al chico hada. Sin embargo, Iván perseveró. Se esforzó, llevó su poder al límite.

Y comenzó a ganarle terreno a Tramuntana. Para cuando les quedaba menos de la mitad del trayecto para llegar a la roca, Iván ya había alcanzado a la aeroquinética. Empezaba a adelantarla.

Iván vio la cara de frustración de Tramuntana. Lo miró furibunda, y entonces fijó la vista al frente, concentrada en la victoria. El aire alrededor de la muchacha se volvió más intenso.

Pero él no podía perder ahí, tenía que darlo todo también. Iván forzó su poder una vez más, para conseguir el acelerón final que necesitaba. Pero algo falló.

Iván comenzó a precipitarse hacia el suelo.

Su vuelo había dejado de funcionar.

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19/04/2017, 23:45
Iván Auriol

El inicio de la carrera le cogió por sorpresa. No tendría por qué haber sido así. Estigia había señalado la salida a la perfección. Quizá Iván estaba demasiado ensimismado pensando en qué podía salir mal. Se le hacía tan raro que Tramuntana hubiese ido a retarle que no podía acabar de creerse que fuese un reto “inocente”. Aun así, su cuerpo reaccionó por él y a pesar de su despiste, se encontró ya volando a toda pastilla cuando por fin bajó de la luna de Valencia.

La carrera empezó mejor de lo que esperaba. Tramuntana había aprendido a controlar sus poderes lo suficiente como para no mandarle dando tumbos contra el árbol más cercano. Lo cual era de agradecer mientras zigzagueaban entre decenas de estos.

Pronto alcanzaron la zona despejada y ya no era el control, sino la velocidad lo que más primaba. La rubia a reacción hizo honor a su nombre y salió despedida sin más hacia adelante, dejando al pelirrojo atrás. De nuevo su cuerpo reaccionó antes que él, y se dio cuenta de que estaba “pisándole”, acelerando más y más, hasta ir más rápido de lo que jamás había logrado.

Alcanzó a su némesis y pudo ver como ella torcía el gesto, lo que solo logró que Iván le “pisase” aún con más ganas, empezando a dejarla atrás.

Y su poder se esfumó. Como si jamás hubiese existido. Solo pasaron unas milésimas de segundos, pero durante ese tiempo Iván pudo ver su futuro como un adolescente normal. Le echarían del Liceo. Ya no pintaba nada allí. ¿Le quitarían el trabajo que le habían conseguido a su padre? Quizás sí. Para dárselo al padre de un chico que sí que necesitase estar en el Liceo. Tendrían que buscarse la vida. O volver con su abuela… Aquel pronóstico le espeluznaba, aunque no estaba seguro de porqué. Lo peor de todo es que tendría que separarse de sus amigos del grupo 4. ¿Sería capaz de hacer nuevas amistades después de todo lo ocurrido con ellos?

El momento pasó, y se dio cuenta de que era un crio volando a toda pastilla, sin motor, y que iba a caer contra el suelo y no le quedaría ni un hueso entero, eso si vivía. No valía la pena preocuparse por lo que le depararía el mañana, ¡tenía que preocuparse del ahora!

- ¡Ayuda!

Gritó, esperando que Tramuntana estuviese lo bastante cerca, y fuese lo bastante ágil de reflejos como para entender que ahora mismo su rival no era más que un montón de carne avanzando a toda pastilla hacia la muerte. Instintivamente empezó a bracear, tratando de recuperar altura inútilmente. ¡Algo había que hacer!

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20/04/2017, 21:59
Narrador

Iván cayó, y cayó, y cayó sin parar.

A lo lejos vio como Tramuntana se alejaba, sin oír su grito de auxilio. La rubia a reacción volaba a toda velocidad hacia su objetivo, la piedra de los nombres. El feroz viento debía de evitar que cualquier sonido llegase hasta ella.

Aquella sensación de caída se le antojó agónica al joven chico hada. Para él volar era algo tan natural como respirar. Mientras se precipitaba hacia la montaña se sintió como un pájaro la que de pronto le habían cortado las alas.

Una metáfora muy apropiada.

A medida que se acercaba al suelo mayor era su certeza de que iba a morir allí. Pensó que quizá los árboles amortiguarían su caída, pero se estaba precipitando desde cientos de metros. No había cama elástica que pudiese salvarlo de aquello. Y Tramuntana estaba lejos, demasiado.

Mientras caía, su preciado pañuelo se desprendió de él. Pareció alejarse volando de Iván, como si huyese de una muerte segura.

Hasta ahí llegaba su historia.

Cuando golpeó el suelo todo se volvió negro.

 

~ No llores, niño con miedo ~
~ Pues vienes de regia casta ~

~ Viento sopla, bravo y fiero ~
~ Tú cual brisa vuela y ama ~

~ Canta, baila, besa el cielo ~
~ Y vive como tu prima ~

 

~ La corte del otoño ha muerto ~
~ El viento negro corrompe y daña ~

~ Por favor, no te hagas el sordo ~
~ Escucha mi voz, toma la llama ~

~ Cuando Fae llame al caballero ~
~ Mi primo, acude a la llamada ~

 

Iván despertó en medio del bosque. El sonido de los pájaros lo despertó. El sol todavía brillaba en el cielo, su luz le molestaba en los ojos.

¿Cuánto rato hacía que dormía? Le dolía todo el cuerpo, como si le acabasen de dar una paliza. Cuando miró hacia arriba vio un rastro de ramas partidas. De hecho, estaba rodeado de hojas y madera.

Era increíble que hubiese sobrevivido a esa caída.

Y seguía sin poder volar.

Sus otros poderes tampoco funcionaban.

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23/04/2017, 00:10
Iván Auriol

La luz que se filtraba entre las hojas se hacía visible tras sus párpados, a medida que recobraba la consciencia. El sonido de los pájaros acabó el trabajo, y logró reunir su mente con su cuerpo. ¡Craso error! ¡Como desearía seguir inconsciente! No había un centímetro de su cuerpo que no le doliese y el mismo respirar le provocaba puntas de agonía.

Entonces recordó los versos, y sus achaques pasaron a un segundo plano (no demasiado lejos, pues era difícil olvidarlos).

“¿Vive como tu prima?” – pensó. El cínico en él quería creer que aquello significaba: “encarcelado y morir pronto, olvidado por los tuyos.” Había menciones a una “Corte del Otoño”, pero no recordaba la existencia de ninguna de ese estilo. Cierto, no había hablado de política con nadie durante su estancia en Fae, pero había oído hablar de la Corte del Invierno, los rivales de su familia, que formaba parte de la Corte del Verano, pero nada de ningún Otoño. Ni Primavera, para el caso.

¿Que había sido aquella voz? ¿Alguien hablándole desde Fae? ¿O solo eran imaginaciones suyas Causadas por el batacazo? Que hablando un poco de todo. ¿Por qué seguía vivo?

Desde donde estaba echado podía ver claramente el “túnel” que había creado entre el follaje al caer a toda velocidad a través de él. Casi le extrañaba no haber hecho un cráter como el de Rudy allí mismo. Se repitió la pregunta: ¿Por qué seguía vivo?

Intentó dejarse flotar, y descubrió que no tenía acceso a sus poderes. Sabía que lo estaba haciendo bien: flotar para él era un mecanismo instintivo, como respirar. Ya no había manera de que no supiese hacerlo correctamente. Simplemente sus poderes no respondían. O ya no estaban allí. Por eso había caído en primer lugar.

Intentó ponerse en pie, y le costó unos cuantos intentos. Tuvo que hacerlo por pasos, primero darse la vuelta, luego ponerse de rodillas, luego apoyarse en un árbol cercano y al fin ponerse en pie. ¿Cuánto hacía que no cargaba con la totalidad de su propio peso? Incluso cuando “andaba” su capacidad de vuelo siempre había estado ahí, y poco o mucho había estado negando su peso. ¿Sabría andar?

Dio un par de pesados pasos, tentativamente. “¡¿Hola?!” – gritó, su voz áspera. Repitió el grito un par de veces, llamando a Égida y a Tramuntana. ¿Le esperarían en la roca de los nombres?

Solo había una manera de averiguarlo. Tendría que ir allí y pedirles ayuda. Esperaba que algún profesor pudiese averiguar que le había pasado, y arreglarlo. No sabía si podría seguir viviendo sin poder volar. Pero de momento le tocaba andar. Vent andando. Irónico. Empezó a poner un pie tras otro, tentativamente, encaminándose a la roca de los nombres.

Aquella voz… había dicho “mi primo”, ¿sería Raisa?

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27/04/2017, 23:13
Narrador

Iván anduvo por el bosque a duras penas, apartando arbustos, tropezando con rocas y apoyándose en los árboles. El cuerpo le seguía doliendo, pero lo peor era aquella sensación de pesadez. Ya no flotaba por el aire, era como si hubiese estado ignorando durante gran parte de su vida la responsabilidad de cargar con su propio peso. 

Aunque gritó nadie respondió. Al menos al principio.

Cuando ya llevaba unos veinte minutos andando - o más bien perdido - por el bosque, una voz lo sorprendió. 

- Mira, un bicho con las alas rotas.

La voz sonó extraña a los oídos de Iván. Profunda, algo reverberante. También distorsionada. No parecía humana. Tampoco le sonaba de nada.

- ¿Te pesa demasiado el cuerpo? - preguntó de nuevo aquella voz, con tono burlón.

A pesar de que miró en todas direcciones, Iván no logró ver a nadie entre los árboles.

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02/05/2017, 16:00
Narrador

Iván permaneció callado durante largo rato.

- Así que no tienes nada que decir, ¿eh? - siguió provocándolo aquella voz -. Mejor, así no me darás tanta pena.

En ese instante, una neblina oscura comenzó a surgir de entre los árboles. En pocos segundos había envuelto por completo el pequeño claro en el que se encontraba el chico hada.

- El viento negro - cantó burlonamente la voz - todo lo corrompe.

Iván permaneció de pie entre los árboles, sin moverse si un ápice. No tenía escapatoria. Ni siquiera podía volar. Tampoco quería arriesgarse a tocar aquella sustancia negra que lo rodeaba.

- Es una lástima, que tenga que acabar así. Pero es lo que hay. Uno no puede contravenir las órdenes de una bruja tan poderosa…

Dicho aquello, varios jirones de niebla negra salieron disparados contra Iván cuales tentáculos furiosos. Lo atraparon firmemente, haciendo gala de una sorprendente solidez. Una masa más grande de niebla negra se adelantó entonces, situándose a escasos centímetros de su rostro. Le pareció advertir facciones en la niebla negra, un rostro incluso.

- Con permiso… - dijo finalmente la voz.

Y entonces la niebla negra comenzó a entrar por su boca y sus fosas nasales. Iván forcejeó con aquella masa negra que lo atenazaba, pero sus esfuerzos fueron en vano. Sintió como, poco a poco, comenzaba a quedarse sin aire.

Se moría.

Pasados unos segundos, la vista se le nubló. Notó como la fuerza que lo mantenía atrapado disminuía. Cayó al suelo, incapaz de moverse por sí mismo. ¿Qué le había hecho aquella cosa? Quizá nunca lo sabría.

Todo se volvió oscuro. Pero esta vez no era un sueño.

Notas de juego

Aquí acabamos.