La idea de teleportar a todos hasta el despacho de Bosch se le pasó por la cabeza, pero fue algo que desechó rápidamente. Ya había sido toda una suerte llegar hasta la biblioteca al estar tan sumamente agotado. Quizás el resto no lo habían sentido, pero cuando poco antes habían atravesado el portal para llegar hasta allí, Moussa había sentido que la energía del mismo casi se dispersa, arrojándolos a un punto diferente de su destino deseado. Por pura suerte, había logrado mantener la concentración lo suficiente, como para evitar aparecer solo dios sabe donde. Así que era mejor, al menos por el momento, no recurrir a su poder.
A paso lento, pues era incapaz de ir mucho más rápido, siguió al grupo cerrando la marcha. No le preocupaba mucho la bronca de Bosch, estaba acostumbrado a esas cosas, pero el resto de sus compañeros no parecían estar igual de cómodos. En especial Iván, quién parecía especialmente alicaído.
Al ser el último en entrar en el despacho y por tanto, en sentarse, no le dio tiempo a tomar la palabra. Iván, dominando sus emociones en un valiente gesto, expuso con gran claridad lo que había sucedido. Aunque Moussa sintió la necesidad de hacer algunas aclaraciones.
-Queríamos saber más sobre él, había que darle una lección por su comportamiento. Pero el león se volvió loco la vernos en su cuarto. ¿No es para..paradeji...paradolejico...paradije...? Bueno, que es muy raro que el profe de ética se comporte como un jodido psicópata. Queríamos darle una lección y mira por donde, ahora ha quedado demostrada su verdadera naturaleza. Nos viene con todo ese rollo de ser héroes, de tener control sobre nuestros poderes, de hacer siempre lo correcto y vale, nos habíamos colado en su cuarto y estábamos hurgando en su caja fuerte, pero ese tío podría haber tomado unas medidas menos sanguinarias. Pero te juro, que sus ojos pedían sangre. Iba a matarnos. -Sentenció Moussa. -Ya he visto antes esos ojos y estaba fuera de sí, el león quería matarnos. Castíganos como quieras, aunque en realidad, fui yo quién les llevó hasta allí. Tampoco tuvieron muchas opciones de negarse, cuando quisieron darse cuenta ya los había teletransportado allí. Después, le dije a fantasma que si no metía el brazo en la caja fuerte, le dejaría allí tirado. Se acojonó e hizo lo que le pedí. Así que yo soy quién les ha metido en todo esto, ellos son inocentes. -Indicó señalando a Iván, César y Fantasma. -De hecho no querían ir, así que les forcé a ello. César casi me quema el pelo al meterlo en el cuarto del león. En fin, aceptaré el castigo que me quieras imponer. Pero quiero que se haga justicia con el león ese. Ha quedado demostrada su verdadera naturaleza y el peligro que resulta. Al final, quién tanto acusaba a los demás de perder el control, ha resultado ser una bestia sedienta de sangre.
Mentir le resultaba bastante sencillo a Moussa, de hecho, era raro que contase siempre la verdad. Lo peor de todo, era que muchas veces, él mismo se acababa creyendo sus propias historias. En aquella ocasión, quizás había exagerado el hecho de llevarse a todos con él por la fuerza. Pero Iván y Fantasma no parecía que fuesen de los que se meten en problemas, así que si podía librarles de todo aquello, pues mejor que mejor. En cuanto a César, sabía que el muchacho no lo estaba pasando bien, así que tampoco quería que Bosch le castigase.
Iván escuchó a medias lo que decía Moussa, contento de ya haber soltado lo que tenía que decir y seguro de que Atajo iba a tratar de dejar a Sextus como el malo de la película. Que, decididamente, lo era. Pero entonces Moussa empezó a tratar de desviar la ira del profesor hacia el, y ahorrarles el castigo. No era simplemente mentira, sino que era una traición a lo que habían decidido hacía unos minutos. Una traición bienintencionada, pero no menos traicionera. Iván había decidido aceptar la culpa y dejar que escapásen y todos ellos decidieron afrontarlo juntos. Así que Moussa saliendo entonces con aquello invalidaba de alguna manera sus propias palabras de antes. Si, lo hacía por su bien. Pero aun así.
Iván simplemente le dió una sonora - pero indolora - colleja a Moussa. No era muy dado a la violencia, pero le había salido del alma y asumió que el significado del gesto sería bastante claro por si mismo para todos, incluido Bosch.
Además, Bosch no se iba a creer toda aquella pantomima de que les había secuestrado.
Bosch escuchó el relato de Iván y Moussa con su típica e inalterable expresión de severidad. No los interrumpió en ningún momento, simplemente los miraba con sus profundos y penetrantes ojos azules mientras asentía levemente con la cabeza.
Ni siquiera la repentina colleja de Iván a Moussa le hizo reaccionar.
César guardó un incómodo silencio mientras sus compañeros hablaban, pero se obligó a sí mismo a aportar algo más.
- Yo quería jugársela al profe, lo admito. Pero lo que ha dicho Moussa es cierto, el león no puede irse de rositas.
Fantasma, en su estado actual, no llegó a decir nada.
El subdirector lo miró durante unos segundos, tras lo cual la puerta del despacho se abrió. Entró el clon de Bosch y se acercó al muchacho, que todavía estaba envuelto en una sábana.
- Te acompañaré a la enfermería – dijo secamente -. Pero el resto os quedáis aquí.
Cuando la puerta del despacho se quedó de nuevo tan solo quedaban ahí Moussa, Iván, César y el supuestamente “original” Bosch.
- No puedo pasar por alto lo que habéis hecho – dijo finalmente -. Os advertí, pero decidisteis irrumpir en la habitación de un profesor y tocar lo que no debíais. Comprenderéis que os debo castigar por esto.
Bosch rompió su aparente impasibilidad para suspirar.
- Durante una semana ayudaréis al servicio de limpieza por las tardes. Y olvidaos de participar en excursiones durante una temporada. Si no os podéis comportar dentro de la escuela dudo que podáis hacerlo fuera de ella. Eso es todo.
El subdirector volvió a tomar la tablet, dando la conversación por finalizada.
- ¿¡Eso es todo!? – preguntó César en voz alta mientras se levantaba de la silla -. ¡El loco del león ha intentado matar a Moussa!
La intensa mirada de Bosch hizo que César volviese a sentarse en su sitio. Luego observó a los tres estudiantes.
- Sextus ha sido detenido y rendirá cuentas frente al Director Richmond. Eso es todo lo que os puedo decir.
-¡Aups! -Se quejó Moussa ante el repentino golpe de Iván. Frotándose con la mano el lugar donde había recibido el impacto, interrogó a su compañero con la mirada, sin saber muy bien el motivo del golpe. -¿Qué? -Logró decir en un susurro hasta que finalmente, cayó en la cuenta. -Bueeeeeno, vaaaaale, fue culpa de todos. Pero el león se lo merecía.
Recostado en la silla, Moussa guarda silencio expectante a lo que Bosch tiene que decirles. El castigo no le parece gran cosa, en especial para alguien que es capaz de teletransportar toda la basura en un santiamén. Por otro lado, lo de no ir a las excursiones tampoco le parece algo grave, además da la casualidad que juntos, los allí presentes podían salir de la escuela con los ojos cerrados. Así que la retorcida mente de Moussa comienza a montarse su propia película.
-Aha, un buen castigo, lástima que no lo vayamos a cumplir. Después de todo, sería muy injusto que nosotros fuésemos castigados mientras que cierto subdirector se va de rositas, en especial, uno que ha puesto en peligro la vida de cuatro de sus estudiantes. -Cruzándose de brazos, entornó los ojos pensativo. -Tu nunca te ríes, pero cuando nos pillaste en la cafetería vi una pequeña sonrisa en tus labios. Al principio pensé que era debido a que te hacía gracia nuestra poca originalidad para buscar un buen sitio para trazar planes contra otro profe. Pero ya no creo eso, no, en ese momento sonreíste porque habías encontrado tu caballo de ¿trona? ¿Me equivoco? Tenías tus sospechas sobre el león, pero no podías colarte en su cuarto puesto que si te pillaban y estabas equivocado, te meterías en serios problemas. Así que por eso no nos detuviste, de hecho, casi hasta nos empujaste a ello. Después de todo, me conoces lo suficiente como para saber lo impulsivo que puedo llegar a ser y que sin duda, me colaría en el cuarto del león. ¿La actuación del león tiene que ver con el ataque de Megamind? ¿Es por eso que neutralizó a los telépatas? ¿Ha sustituido a parte del profesorado o los tiene bajo algún tipo de poder mental? ¿Sabes? Podemos salvar este lugar...otra vez, si nos cuentas más cosas. Además, sé que lo del castigo es una tapadera porque realmente, es un castigo demasiado fácil de llevar, en especial con mi poder. Puedo teleportar toda la basura en un santiamén e ir a cualquier lugar que queramos. Así que venga, cuéntanos que está pasando, prometemos ser muy discretos.
Uno de los Bosch-clones llegó para llevarse a Fantasma a la enfermería, lo cual tranquilizó bastante a Iván. Hasta el momento el subdirector había antepuesto las explicaciones a la ayuda, por alguna razón que escapaba a la comprensión del pelirrojo. Iban a estar allí para dar explicaciones mucho tiempo, pero retrasarse en ayudar a Fantasma no hacía ningún bien a nadie.
Lo siguiente que llegó fue el predecible castigo, acompañado de miradas de decepción, severidad e incluso algo de placer al usar su autoridad para machacarles. Lo de una semana de ayudar con las basuras podía tener sentido… Pero solo si sabía que habían dejado basura en el cuarto del león de peluche. Que no se lo habían dicho así que no había razón para pensar que lo sabía. En cuyo caso, era una coincidencia bastante des/afortunada.
Lo otro le dolió más, no por el hecho de estar castigado per-se, sino porque extendiera un caso aislado, de JUSTA VENGANZA, a la conclusión de que no eran de fiar. ¡Por supuesto que eran de fiar! En esas excursiones no habría gente diciéndonos que éramos mala gente solo por tener ciertos poderes, o la ausencia de ellos, a la que además tendrían que escuchar calladitos y sin decir nada como se les menospreciaba. Y si hubiera ese tipo de gente en el exterior, acababan de demostrar que no les atizarían con sus poderes, sino que les enseñarían la lección fastidiándoles un poco por algún otro lado, sin llegar a la violencia. ¿Eso no era ser de fiar?
Entonces Moussa empezó a hablar, insinuando… ¿Qué? ¿Qué el señor Bosch les había usado para sacar de quicio al peluche? ¿Tenía eso algún sentido? Era cierto que Sextus había aparecido en el momento justo, pero Iván había asumido que era por la alarma que habían activado. ¿Podía tener algún sentido lo que Moussa decía? ¿O era solo un intento de desviar la culpa?
Iván se inclinó hacia adelante en la silla apoyando los codos en las rodillas, más atento que nunca a la conversación.
- ¿Profe?
Un ligero gesto. Nimio, de hecho. En el rostro de cualquier otra persona habría pasado desapercibido. Pero la severa máscara de Bosch no tenía sólo la cualidad de hacerlo parecer más imponente.
Cuando mostraba una emoción, por mínima que fuera, se notaba.
Y en ese momento Bosch parecía fastidiado.
El ceño ligeramente fruncido, un repiqueteo firme de sus dedos contra el escritorio, los músculos de su rostro tensándose a medida que apretaba la mandíbula.
También parecía algo cabreado.
Antes de tomar la palabra, el subdirector del Liceo carraspeó. El silencio sepulcral que vino después fue agravado por la ominosa presencia de la katana. Durante unos segundos, Iván, Moussa y César habrían podido jurar que el arma maldita les susurraba amenazas al oído.
[color=#610B21]“Bañaré mi filo con tu sangre…” “Me alimentaré de tu tormento…”[/color]
- Me sorprendes, Moussa – admitió Bosch con un inesperado tono distendido -. Ves a través de mí. Me alegro de haberte encontrado.
Bosch se permitió sonreír durante un momento. Una fugaz muestra de simpatía que los estudiantes recordarían durante mucho tiempo.
- Confiaba en que la combinación de tus poderes y los de Iván os ayudarían a escapar de Sextus si la cosa se complicaba. Para ser sinceros, no esperaba que se comportase de forma violenta. Pero tenía la esperanza de que encontraseis… algo.
Con toda la calma del mundo, Bosch se levantó de su asiento y se acercó a la ventana de su despacho. Daba a un lateral de la escuela, tan sólo se veían árboles a través de esta.
- Cuando Ratchet atacó la escuela hace una semana… todos nuestros sistemas cayeron. Esther vio su cuerpo comprometido y se vio obligada a trasladar su consciencia a la Sala del Peligro, donde por suerte pudo aguantar hasta que llegaron vuestros compañeros. Durante esta semana he estado tratando de averiguar cómo lo hizo. ¿Cómo pudo Ratchet, a pesar de su gran intelecto, atravesar las defensas de nuestra profesora de Tecnología?
Por el tono del subdirector, parecía dar a entender que aquel hecho le parecía harto improbable.
- Una manipulación de los protocolos de defensa desde el interior, por parte de alguien de confianza en disposición de los códigos de acceso.
Bosch se giró para mirar a sus alumnos.
- Alguien como Sextus.
Se le veía bastante seguro de sus palabras.
- No pretendía compartir esto con vosotros, pero me ha sorprendido tu intuición, Moussa. En tan solo una semana habéis hecho mucho por esta escuela, sí. Sin embargo, es hora de que volváis a ser únicamente estudiantes. Aun os queda un largo camino para ser héroes, y por el momento os convendría completar vuestra formación – finalizó tajantemente.
Bosch volvió sobre sus pasos, pero en lugar de dirigirse al escritorio fue hacia el soporte de su katana. Los estudiantes pudieron ver que miraba el arma con cierta melancolía.
- Mantendremos las formas y cumpliréis con vuestro castigo. Dadas las circunstancias no os resultará demasiado difícil. Pero preferiría que a partir de ahora no os metieseis en líos.
Les dirigió una última y penetrante mirada. Los gélidos ojos de Bosch resultaban inquietantes a cualquiera que los mirase durante más de unos pocos segundos1.
[color=#610B21]“Un acero capaz de cortar la carne y el alma…” “Ha reclamado miles de vidas…”[/color]
- ¿Está claro?
1 Aclaro que Bosch tiene una puntuación muy alta de Intimidar.
En el momento en el que Bosch torció su semblante, adoptando un tono mucho más oscuro a la vez que la Katana comenzaba a susurrarles oscuras palabras, plagadas de amenazas, Moussa se recostó en su silla pensando que había ido demasiado lejos y que hasta allí había llegado su suerte.
La sonrisa que siguió a las palabras del subdirector bastó para que lograse volver a respirar, pues hasta aquel instante, no se había dado cuenta que estaba conteniendo la respiración. Moussa era un bocazas que aparentaba ser valiente, pero solo por el hecho de saber hasta donde podía llegar y presentía, que había estado muy cerca de cruza una peligrosa línea. Siempre pensó en Bosch como un profesor estirado que se regía por unos límites bien claros. Pero ahora veía en él una oscuridad peligrosa, quizás nacida de su unión con la Katana que en cierto modo, le aterraba. Sentía que si hacía enojar demasiado al profesor, la espada dominaría a Bosch y todas las amenazas de la demoniaca arma se harían realidad.
Por todo ello, escuchó en silencio sin interrumpir al profesor lo más mínimo. Era como si de pronto el rebelde senegalés se hubiese transformado en un estudiante modelo y cumpliese las órdenes sin rechistar. No le apetecía lo más mínimo morir y mucho menos, ser expulsado de la escuela. Era cierto que casi había muerto dos veces en menos de dos días, pero había conocido a gente guay y había desarrollado sus poderes de forma abrumadora. Así que trataría de seguir las reglas...más o menos.
-Esto... -Dijo con una voz especialmente aguda, aún presa del miedo, Aunque no tardó en toser disimuladamente antes de volver a empezar a hablar. -Esto...suponíamos que podía haber algún infiltrado en la escuela y que por eso anularon a los psiquicos. Si eso es así, entonces es que pretende hacer algo realmente malo. Esto...mantendremos los ojos abiertos por si vemos algo raro y te lo haré saber rápidamente. Nada de meterme en líos, lo intentaré... -Indicó con sinceridad, pero a sabiendas de que los líos le perseguían allá por donde pasaba. -Esto...encontramos algo en el cuarto del león, no sabemos que era ¿La tienes? -Le preguntó a Iván. -Era un cubo pequeño y metálico, no estaba escondido, de hecho estaba sobre la mesa, pero igual es algo importante. Nosotros no tenemos ni idea de qué es. Esto...en su cuarto había también la foto de un mini-león, quizás era su hijo o algo así. ¿Podría ser que el doctor ese lo tuviese y lo usase en su contra? Quizás al vernos en su cuarto y pensar que íbamos a descubrir su secreto, temió por la vida de su hijo y por eso se puso en modo hulk. Bueno, es lo que se me ocurre, pero no haré nada para investigarlo. Esto...cumpliré con el castigo y trataré de portarme bien.
Moussa estaba inquieto no deseaba permanecer más tiempo allí, seguramente el resto se burlasen más tarde de él por su cobardía. Pero la oscura presencia de Bosch unida al aura de la demoniaca arma, provocó en el senegalés retorcidos recuerdos, de los que hacía mucho que trataba de huir.
Si no lo hubiera estado viviendo en ese preciso momento, Vent no habría creído ni una sola palabra si alguien se lo contase. El profe estaba admitiendo como si cualquier cosa lo que Moussa acababa de explicar. ¿Cómo podía ser? Y, por si fuera poco, la espada china del señor Bosch le hablaba. ¿No estaba maldita? ¿Qué podía querer decir el hecho de que la oyese?
Estaba concentrado en la espada cuando Moussa se dirigió a él directamente. Estaba perdido en sus pensamientos, entre la confesión de Bosch y la espada parlanchina y no había estado prestando mucha atención.
- ¿El cubo? Eh… - Iván miró hacia el techo un momento, pensativo – No. Cuando Fantasma se quedó atrapado aparecieron unos círculos rojos en él, y una pantalla cerca de la caja fuerte tenía símbolos parecidos, así que pensé que era una especie de mando a distancia o algo. Pero no encontré forma de hacerlo funcionar… Lo tiré a la otra punta de la habitación antes de que llegases. Ah y, Sextus, tenía los círculos rojos también. No él, su cinturón. Eso. Supongo que era una especie de alerta para advertirle de que alguien estaba trasteando su habitación, ¿No?
Iván se dejó flotar, elevándose perezosamente de la silla hasta que estuvo lo bastante alto como para poner los pies bajo él y apoyar uno en el brazo metálico de la silla, en cuclillas.
- ¿Nos podemos ir ya, profe? Quiero ver si Fantasma está bien.
Iván aprovechó los últimos instantes en aquella sala para volver a examinar la espada china. ¿Por qué le había hablado?
- No os preocupéis, nosotros nos encargaremos del resto.
El tono de Bosch sonaba ahora más relajado. Ya había conseguido lo que quería.
- Sí, os podéis ir.
La puerta del despacho se abrió en ese momento. Era otro Bosch, les invitaba a salir. Mientras Moussa, Iván y César salían del despacho del subdirector no pudieron evitar mirar hacia atrás.
El Bosch original estaba de pie frente a la katana, dándoles la espalda. Al cerrarse la puerta del despacho dejaron de sentir la ominosa presencia del arma maldita.
El clon que les había abierto la puerta les hizo un leve gesto de despedida con la cabeza y echó a andar por el pasillo.
Cuando los tres estudiantes se quedaron solos, César habló al fin.
- No quiero llevarle la contraria nunca más a ese tío – confeso el piroquinético -. Da un mal rollo que lo flipas.
El muchacho resopló, abatido.
- En fin, vayamos a ver qué tal está Fantasma – dijo, siguiendo la propuesta de Iván.
Los tres anduvieron por los pasillos de la escuela en silencio. Pudieron notar como la gente los miraba al pasar. Al parecer se había corrido la voz de que habían acabado en el despacho del subdirector.
En poco tiempo llegaron a la enfermería. En una escuela como el Liceo los accidentes podían pasar, y era necesario tener un espacio habilitado con el equipo médico necesario para tratar a los estudiantes heridos.
La enfermería era muy espaciosa, y había varias camas alineadas. Allí habían reposado los telépatas del Liceo durante la semana que habían tardado en recuperarse. Al fondo del todo vieron la cama de Salara, junto a la ventana. La pequeña alienígena yacía allí todavía, sumida en un profundo sueño. Junto a ésta, sentado en una silla, estaba Hermes. El muchacho ni siquiera los vio entrar.
Encontraron a Fantasma tendido en una cama cerca de la entrada, parecía inconsciente. Tenía varios electrodos pegados al pecho. Los cables de los mismos se entremezclaban y serpenteaban hasta llegar a una silenciosa máquina que había junto a la cama.
La Doctora Pujol, encargada de la enfermería de la escuela, se encontraba junto a Fantasma. Era una mujer joven y atractiva, de unos 28 años. Observaba algo en una tablet mientras hablaba consigo misma.
- La estructura molecular es estable, eso es bueno…
No se había percatado de la presencia de los tres compañeros.
Sin dejar de mirar por encima de su hombro, Moussa abandonó el despacho de Bosch tan rápido como su agotado cuerpo le permitió. Deseaba poner la mayor distancia posible entre aquella espada demoniaca y su propio cuerpo lo antes posible. De hecho, asintió con la cabeza ante las palabras de César indicando que estaba totalmente de acuerdo. El viejo Ninja daba un mal rollo que flipas.
Su estado de ánimo fue cambiando poca a poco según se alejaban del despacho. Para cuando llegaron a la enfermería, había recuperado ya parte de su caótica personalidad. Aún así estaba demasiado cansado como para actuar como el remolino que era habitualmente.
Un rápido vistazo sirvió para ver a Hermes y Salara, quién aún continuaba sumida en un profundo coma. Pensó en saludarlo, pero creyó que primero debían de comprobar como se encontraba Fantasma. Así que avanzó hacia la cama donde yacía el muchacho, claro que primero le dio un buen repaso con la mirada al a doctora.
-Cómo está la madurita, tiene unas buenas perolas. Seguro que Fantasma se hace el enfermo para que le cuide.
Poniéndose erguido, caminó directo hasta la doctora, al a vez que echaba un vistazo por si veía si Fanstama abría los ojos o no.
-Hola, guapa. ¿Está bien? No tenía buena cara cuando le vimos por última vez. ¿Se recuperará pronto?
Cuando Moussa se le acercó, la doctora ni siquiera se inmutó. Seguía sumida en su conversación interna. Murmuraba y manipulaba la tablet sin ser consciente de que el muchacho senegalés iniciaba una conversación con ella.
Tras el saludo de Moussa, la doctora estuvo unos segundos en silencio. Entonces alzó la mirada, y puso cara de sorpresa.
- Ah, me lo decías a mí. Mil perdones – se disculpó con una leve sonrisa.
Aunque su figura estaba oculta tras una bata de laboratorio y recogía su cabello en una discreta cola baja, era evidente que la Doctora Pujol era una mujer atractiva.
- Vuestro amigo está estable, dentro de lo que cabe.
Evaluó a los dos adolescentes con la mirada.
- El subdirector me dijo que ha quedado atrapado en una superficie mientras era intangible.
Pujol no mencionó nada acerca de las circunstancias en las que había sucedido aquello, pero por su tono de voz dejó claro que sabía más de lo que decía. Se acercó a Fantasma y tomó con delicadeza su mano derecha.
- Su estructura molecular es estable, y no presenta ningún tipo de herida en la zona comprometida – indicó mientras les mostraba a Iván y Moussa el brazo de su compañero -. Físicamente está bien, lo cual es casi un milagro porque podría haber salido mucho peor.
Al menos Fantasma no había perdido el brazo ni nada parecido.
- Pero está en estado de shock. Debe de haber sufrido mucho estrés al verse en esa situación. He tenido que sedarlo.
La Doctora miró una última vez a Fantasma antes de suspirar.
- Por el momento… lo mejor será dejarle descansar.
Entonces volvió a centrarse en Iván, Moussa y César.
- ¿Vosotros cómo estáis?
Mientras la Doctora se enfrascaba de nuevo en su trabajo, esta vez para centrarse en los recién llegados, no advirtió que llegaba más gente a la enfermería. Cinco estudiantes.
Aitor - de su propio grupo, otro chico de primer curso al que apenas conocían, el chico wakandés que le había dado su nombre a Aitor, una chica rubia que llevaba unos extraños guantes metálicos y la chica de las gafas que había puesto nombres a la mayoría de novatos durante la Ceremonia de Nombramiento.
Cambiamos de escena.