Al fin el combate había acabado. Nadie, excepto Enzi, estaba especialmente malherido y, si lo que el wakandés le había dicho antes, las heridas del aguerrido defensor del club de inventores pronto se cerrarían y caerían en el olvido.
-Me alegro de que estemos al fin todos juntos y de una pieza. Fue muy inteligente hacer las señales, gracias a ellas estamos aquí. Por otro lado, ¿de dónde has sacado esa pieza de metal, Rita? Ninguno de nosotros vino más que con lo puesto... O la has encontrado aquí o te aferraste a algo con todas tus fuerzas antes de ser transportada a esta dimensión. En cualquier caso tendríamos que ver si hay más cosas que pudiéramos aprovechar... -dijo el genio vasco. Si dispusieran de más piezas, en especial si tuvieran diferentes metales con diferentes cualidades, podrían empezar a "jugar" con los diseños que Aitor tenía en mente y que les granjearían el regreso a su propia dimensión.
-¿Puedo? -preguntó a Rita, estirando ligeramente la pieza metálica con su mente para facilitarle el moverla. Su objetivo, acercársela para observarla más detenidamente. Cualquier información podía ser valiosa. Y, en sus manos, cualquier pieza metálica adquiría nuevo valor.
- Oh, pues… No, no me la llevé del laboratorio – confesó Rita -. Hay una especie de artefacto en aquella dirección.
Alzó un brazo para acompañar su indicación. Al mismo tiempo dejó ir la placa metálica para que Aitor la estudiase.
Era una placa de metal, algo pesada y con la superficie pulida por una cara. Sus bordes eran perfectamente lisos.
- Diría que es una nave, pero el diseño no me recordaba a nada que hayamos construido los humanos. La exploré con mi poder, pero no encontré rastro alguno de vida. Parecía que se hubiese estrellado. Mientras la inspeccionaba me encontraron esas criaturas.
Rita se encaró hacia la dirección que había señalado.
- Os puedo llevar, no está muy lejos. Algo podremos aprovechar, digo yo…
Descubrir la fuente de metal parecía el paso siguiente más evidente, así que el Club de Inventores siguió a Rita durante una larga caminata de veinte minutos.
Ningún rayo le cayó a Malina, por suerte.
Cuando llegaron a los restos de la nave que había descrito Rita todos estuvieron de acuerdo en que no parecía de manufactura humana. La nave era más bien pequeña, del tamaño de un autobús, y toda su superficie estaba pulida. A un extremo de esta asomaban lo que parecían grandes turbinas. Estaba oculta tras una formación rocosa, por lo que no la habían podido ver desde lo alto de la colina.
Alrededor del artefacto había restos metálicos, desprendidos de su casco, quizá después de un aterrizaje forzoso.
- No detecto ningún tipo de comunicación – informó Álvaro.
- ¿Has entrado? – preguntó Enzi a la muchacha de las gafas.
Rita negó con la cabeza.
- Sólo con mi poder, pero no encontré a nadie en su interior. Aun así puede que sus partes nos puedan servir, ¿no?
-Muy bien, Rita, has hecho un estupendo trabajo. Esto servirá, espero. Veamos qué podemos aprovechar.
Aitor no tenía ninguna manía en aprovechar los restos de un pecio espacial, por muy de factura extraterrestre que pudiera ser. Mentalmente anotaba detalles sobre el diseño, para analizarlos en detalle más adelante.
-Voy a intentar abrir. Será mejor que nos cubramos por si hubiera algún sistema de seguridad -sugirió el vasco, consciente de que incluso una nave inactiva podría guardar sorpresas desagradables.
Si todo iba bien, se pondrían a "canibalizar" todo lo que se pudiera para construir algo que sirviera para regresar a casa. Seguro que el piloto de la nave entendería sus razones si volvía. Ummmm, eso abría muchas posibilidades, algunas realmente malas. Como que volviera, fuera una suerte de genocida y consiguiera reconstruir la máquina de puerta dimensional hacia casa, siguiéndonos los pasos. Esa era definitivamente una idea que no le hacía ninguna ilusión. Tendría que idear alguna manera de auto-destrucción de la máquina tras haber funcionado adecuadamente. Tal vez simplemente que se desmontara. Puede que eso pudiera hacerlo él mismo desde el otro lado del portal...
-¿Alguien puede ver si hay huellas alrededor de la nave? Sería interesante saber si hay supervivientes. Tal vez podríamos ayudarnos mutuamente...
Desde luego todo sería mucho más sencillo si en vez de tener que hipotizar o experimentar con cada componente, nos podían explicar qué era cada cosa y cómo funcionaba. Y si había alguien en el universo con posibilidades de hacer de traductor universal ese era Aitor. Sin hablar de la ilusión que le haría si fuera posible hablar con un extraterrestre.
Rita sonrió ampliamente cuando Aitor la felicitó.
- Puedo echar otro vistazo, pero no recuerdo haber visto huellas cuando inspeccioné la nave por última vez.
- Voy contigo, supongo… - dijo Malina, apuntándose.
Mientras las chicas daban un rodeo a la nave, Enzi y Álvaro se acercaron a Aitor.
- No capto ningún tipo de emisión. Esperemos que esté muerta del todo.
Álvaro tragó saliva.
Desde cierta distancia de seguridad, Aitor trató de manipular el metal de la nave con sus poderes. Al principio le resultó complicado. La composición de aquellos metales era algo que jamás había podido experimentar.
Sin embargo el genio aprendía rápido. Deshilachó con maestría la estructura de aquel material y abrió un agujero en el casco de la nave.
- No hay metal que se te resista – bromeó Enzi.
- ¿Tenemos que entrar?
- Eso me temo, Álvaro. Al menos si queremos sacarle partido a los componentes de esta nave. Uf, tiene que tener de todo. Venga, ¡vamos a explorarla!
Con gran ánimo Enzi se acercó a la abertura. Se pegó a un lateral del agujero, con la espalda contra el casco de la nave, y aguzó el oído.
Tras unos segundos de concentración hizo señas a sus compañeros para que se acercasen.
- No oigo nada. Voy a entrar.
Enzi se escabulló por el agujero. Sus pasos resonaron por el suelo metálico del interior de la nave.
- Vaya, tiene algo de polvo pero parece estar en buenas condiciones – informó el wakandés desde el interior – No parece que haya disparado ningún sistema de seguridad…
Un incómodo silencio se prolongó tras sus palabras. Duró unos 11,30065 – calculados por Aitor - segundos.
- Diría que es seguro, me fio de Rita. Venid, a ver qué podemos aprovechar.
Durante la siguiente hora, el Club de Inventores investigó el interior de la nave accidentada. Como había dicho Enzi, parecía encontrarse en buen estado. Tan sólo vacía y sin energía. Su exploración les llevó a suponer que se trataba de una pequeña nave científica. Contaba con lo que parecía ser un laboratorio lleno de pequeñas cajas herméticas. ¿Para mantener algo frío, quizá?
No pudieron descubrir el verdadero propósito de la nave, pues el susodicho laboratorio parecía estar desprovisto de todo material. Quien fuera que se había estrellado en aquel lugar se lo habría llevado todo.
También encontraron el puente de la nave, había paneles y pantallas, pero todo estaba apagado. Una inspección a fondo les llevó a descubrir que el generador – o lo que debería hacer de generador – había sido extraído.
Allí sólo quedaban extrañas aleaciones extraterrestres a las que a Aitor no le costó acostumbrarse. En el fondo todos los metales eran parecidos.
Seguramente tenían todo lo necesario para volver a casa, sólo hacía falta construir el artefacto. Una tarea poco complicada para el Club de Inventores, y menos para Aitor.
En otra hora lo tuvieron listo. No podían permitirse perder más tiempo, pues no disponían de agua ni comida. Tesla, haciendo un último esfuerzo, les proveyó la energía necesaria para abrir el portal de vuelta a casa. Tras usarlo, el mismo explotaría de manera que el artefacto quedaría reducido a nada. No había cabos sueltos, aparentemente.
El Club de Inventores, tras unas horas perdido en la Dimensión Oscura, regresó a la Tierra.
Aparecieron en el mismo sitio del que habían partido, el taller número 3.
Todo estaba patas arriba, como si acabase de explotar algo en medio del aula. Alcanzaron a ver como varias Palomas escaneaban el lugar. La aparición de los cinco adolescentes en medio del taller las sorprendió tanto que una dio un respingo y se chocó con una pared.
Eran drones extrañamente entrañables.
[color=#5858FA]► ¿Estáis bien? - [/color] preguntó una voz artificial desde la puerta del taller. Era Esther, luciendo su avanzado cuerpo tecnológico original.
La profesora tenía una mano apoyada en el marco de la puerta, había adoptado una posición que mostraba preocupación.
[color=#5858FA]► He tardado unos 137,86072 segundos en llegar hasta aquí - [/color] indicó con urgencia [color=#5858FA]►. He sido informada por las palomas de una explosión en este taller. Dejad que os examine, por favor. [/color]
Las Palomas rodearon a los estudiantes y comenzaron a escanearlos con sus luces azuladas.
Volvemos a la Tierra :)
Habían tenido suerte, mucha suerte. Si hubieran aparecido en aquel mismo lugar y no hubieran encontrado la nave, quién sabe si habrían logrado construir a tiempo la máquina que les permitió regresar a su propia dimensión.
Abandonar la dimensión oscura fue un acontecimiento feliz para los miembros del Club de Inventores. Aitor sintió como se le destensaban los músculos del cuello por primera vez en horas. La voz de la profesora de ciencias le sonó como música celestial. Aunque eran responsables de numerosos destrozos encaraba la posibilidad de un castigo ejemplar, era bueno el poder encarar tales cosas de una pieza y sin daños personales relevantes.
-Agradezco en nombre de todos su preocupación, profesora. me temo que soy el responsable de un experimento que nos ha trasladado accidentalmente a la dimensión oscura. Algunos de nosotros sería conveniente que acudiésemos a las instalaciones médicas y, bien pensado, tal vez todos debiéramos pasar por cuarentena. Desde allí mismo le haré llegar un informe detallado. Ah, nos hemos asegurado de que nadie nos siga activando un mecanismo de autodestrucción en nuestro aparato para regresar a esta dimensión. Informe, si es tan amable, de nuestro regreso al director, debo responder ante él de la destrucción de material en sus instalaciones.
Pese a su típica inexpresividad, el joven vasco estaba casi eufórico.
Notar de nuevo la presencia de Gina también le supuso una tranquilidad aumentada. Por supuesto, le que fue instruyendo en varios asuntos organizativos de cara a la cuarentena, incluyendo que le llevara rápidamente la tablet a la enfermería mientras se alegraba.
Además, Aitor tenía mucho en qué pensar: viajes dimensionales, carencias físicas propias, la creación de nuevos dispositivos para suplirlas, posibles armas y sistemas de disparo, e incluso el diseño de la nave alienígena gracias a la cual habían podido regresar.
Por curiosidad: ¿era una nave científica? ¿de exploración? ¿de ataque? ¿Cómo era su sistema de propulsión? ¿Sistemas de armas? ¿Sensores? ¿Escudos? ¿Generadores? ¿Posible origen y causa de su abandono en la dimensión oscura?
Esther procesó la información que le proporcionó Aitor en silencio.
[color=#5858FA]► El director será informado de inmediato.[/color]
Las palomas pitaron alegremente tras escanear a los miembros del club.
[color=#5858FA]► El escaneo preliminar no revela ninguna anomalía o alteración grave. Sin embargo parecéis cansados… -[/color] dijo, resaltando lo obvio [color=#5858FA]►. Las palomas os acompañarán hasta la enfermería, ya he avisado a la Doctora Pujol de vuestra llegada.[/color]
La profesora no les dio mucho tiempo a responder, pues en seguida se disculpó con un leve gesto.
[color=#5858FA]► Debo volver a mis quehaceres. No os preocupéis por los destrozos. Lo importante es que estáis bien.[/color]
Sin perder ni un segundo, Esther desapareció por el pasillo.
Enzi se encogió de hombros.
- Tendrá algo importante que hacer.
- ¿No es raro que no nos castiguen ni nada? La hemos liado bien… - se preguntó Álvaro en voz alta.
- Qué va, Esther es muy enrollada. Sobretodo con los miembros del club – respondió Malina mientras se encogía de hombros -. Uf, voy a tener que hacerle un mantenimiento de emergencia a los guantes, están hechos polvo… - comentó para sí en voz más baja.
Pese a que Malina le quitó hierro, seguía siendo muy extraño que Esther ni siquiera los hubiese reñido.
Guiados por los drones blanco del Liceo, los miembros del club se dirigieron hacia la enfermería.
- ¿Seguro que estás bien, Enzi? – preguntó Rita al wakandés mientras andaban, se la veía genuinamente preocupada por su compañero -. Esas cosas te han herido, ¿no?
- Bah, no es nada de lo que no pueda recuperarme – dijo con cierto tono chulesco, añadió una carcajada al final.
Enzi parecía bastante seguro de sí mismo mientras estaba con sus amigos más cercanos. Aquello contrastaba bastante con su comportamiento cuando Aitor lo conoció por primera vez, en la Ceremonia de Nombramiento.
Aitor no dejó de trabajar mientras iban hacia su nuevo destino. Transmitió precisas órdenes a Gina para que comenzase a organizar el asunto de la cuarentena. A saber a qué se habían visto expuestos durante su corto viaje interdimensional.
El genio vasco comprobó con satisfacción que la ginoide los esperaba a la entrada de la enfermería, con su tablet entre las manos.
Cuando los miembros del club entraron en la enfermería, no se encontraron solos.
Al fondo de la enfermería, en una cama junto a la ventana, se encontraba Salara inconsciente. Junto a ella estaba sentado Hermes. El muchacho parecía distraído. Era habitual verle junto a Salara a todas horas.
Más cerca de la entrada encontraron a la Doctora Pujol. Era una mujer de 28 años, bastante brillante cabe decir. Vestía una discreta bata de laboratorio y llevaba el pelo castaño recogido en una cola baja. Llevaba una tablet – típica de la escuela – entre sus manos, y en aquel momento estaba hablando con tres personas conocidas.
Eran Moussa, Iván y César. Y junto a ellos, en una cama, estaba Fantasma. El compañero del Grupo 5 estaba inconsciente, quizá dormido. Varios electrodos estaban adheridos a su pecho desnudo, y los cables serpenteaban hasta llegar a una discreta máquina junto a la cama.
La Doctora no advirtió la llegada de los miembros del Club de Inventores, parecía enfrascada en su conversación con los compañeros de Aitor.
Toca transición entre escenas.
Respecto a la nave:
Por la exploración que hicisteis de la nave parecía una nave científica y/o de exploración. Parecía que disponía de una sección laboratorio, pero estaba “completamente desvalijada”. No parecía tener armas, y estaba construida con aleaciones de metales que no se pueden encontrar en la Tierra.
Respecto a la fuente de energía lograsteis encontrar el lugar donde debería estar el generador, pero éste había sido retirado de la nave. Sin contar con energía para la nave era algo difícil determinar la utilidad de los sistemas.
Lo más probable es que la nave se hubiese estrellado y los tripulantes hubiesen salido de la misma, llevándoselo todo consigo. No había bitácora alguna que revisar, así que en ese aspecto no pudisteis descubrir mucho más que lo aparentemente obvio.
Sin embargo Aitor ha memorizado todo lo que ha podido de la nave. Si se encuentra otra vez con una nave de construcción similar lo sabrá.
Quizá encuentra algo en los archivos de la escuela.