Hacía un calor horrible en la cámara estanca. Era lo que tenía estar cerca de Fusión cuando no llevaba su armadura puesta. Desde que el muchacho podía gozar de la compañía de Rudy se le veía mucho más contento. La increíble constitución del superchico le permitía estar cerca de él durante largos periodos de tiempo, pero seguía quemándose al tocarlo directamente.
- Me alegro de que estés aquí – dijo mientras movía una pieza de ajedrez.
Era un ajedrez especial. Las piezas no se derretían cuando Fusión las tocaba. Aunque no se le daba muy bien aquel tipo de estrategia, era de los pocos pasatiempos que podía disfrutar con Rudy.
- Salara aún no ha acabado con mi traje. Se ve que lo dejasteis completamente para el arrastre. Ha tenido que comenzar de cero otra vez.
Fusión se encogió de hombros como si aquello no importase, pero Rudy sabía que era un agobio para él estar permanentemente encerrado en la cámara estanca.
- Venga, te toca – lo apremió.
El muchacho tenía la horrible cualidad de demorarse en sus turnos, y luego darle prisa al rival hasta que le tocaba de nuevo.
-Ayayayay. -dije al ponerme nervioso cuando Xavi me presionó.
Me quedé un rato pensativo. Al parecer ninguno de los teníamos mucha idea de estrategia. Pensábamos cada movimiento al momento y eso lo hacia interesante. Si uno de los dos supiese estrategias no sería tan divertido.
-Chill, necesito tiempo para pensar mis estrategias. -mentí mientras pensaba el siguiente movimiento.
Me sentía muy a gusto cerca de Xavi. Es decir, a veces me preocupaba el hecho de que fuese una bomba nuclear hecha persona. Pero mirando más en el fondo, solo era un chico que se sentía aislado.
-Siento lo de tu traje, por cierto. No tuvimos otra opción. Al menos no estabas tú dentro, jeje. -dije mientras movía mi caballo.- Parece un trabajo delicado y de gran responsabilidad. Y la pobre Salara con todo lo que esta pasando... Con el tema de Omnis y eso. Normal que no pueda estar al cien por cien.
Cuando Rudy mencionó el tema de Omnis notó como la temperatura de la cámara estanca aumentaba. El brillo de Xavi adquirió una tonalidad más amarillenta. Cuando alzó la mirada del tablero para mirar a su compañero, lo vio con los ojos cerrados y la mandíbula apretada.
Permanecieron en silencio, y eventualmente la luz del chico radioactivo volvió a su tono habitual.
- No acostumbramos a hablar de él – dijo en un susurro -. Lo siento, me pone nervioso – se disculpó entonces.
La mano de Xavi se paseó por encima del tablero, mientras el muchacho trataba de pensar en su siguiente movimiento.
- Nos dio una paliza, ¿sabes? Él solo, un novato contra cinco veteranos.
Finalmente desistió, no podía concentrarse. Devolvió la mano a su regazo y enderezó su postura.
- Si no hubiese sido por Salara para cubrirnos habríamos perdido antes de comenzar. Ese tío es muy peligroso.
Enterró el rostro entre sus manos, luego suspiró.
- Yo fui el primero en caer. Jodió mi traje, como si nada. Sabía exactamente cómo dejarme fuera de juego.
Xavi se recostó en su asiento, mientras miraba a Rudy con franqueza. Se le veía molesto.
- Y si me volviese a encontrar con él no sé qué haría. Me da miedo – confesó finalmente.
Tuve un poco de miedo al notar como la temperatura subía. Había un constante rumor que me recordaba lo que Xavi era en realidad. Supongo que a veces se me olvidaba al ser resistente a ello. Fui a ponerle una mano en el hombro, para intentar consolarlo, pero me detuve a medio camino.
Me sentí un poco mal por haber sacado el tema de Omnis. Si iba a verle era para hacerle sentir mejor, jugar a algo, hablar de cosas... Intentaría cambiar de tema.
-Dons ara Natalia me sigue donan clases de catalá. Ella quiere que vivamos aquí y que parlemos a nuestros hijos así.1 -dije mientras me tocaba la barbilla.- Barcelona es una ciudad bastante guay. Hay unas tiendas de cómics y mangas alucinantes. Podría subsistir. Jeje. ¿Cuales son tus planes al graduarte?
1 El pobre Rudy habla bastante mal el catalán. Tendrá que seguir recibiendo clases.
Xavi pareció agradecer el cambio de tema.
- Oh, pues…
Mientras pensaba su respuesta, recogió las piernas y se hizo un ovillo sobre su asiento.
- A veces pienso que podría ganar dinero trabajando en una central nuclear – comenzó a reír tras decir aquello, como si hubiese contado un chiste.
Bueno, al menos podía bromear sobre su condición.
- Pero sinceramente no tengo ni idea, la verdad. Puede que ser un héroe… Quizá me iría bien – sonrió -. Tú también querías ser un héroe, ¿verdad?
Unos golpecitos, piedra contra cristal, interrumpieron la conversación. Desde el otro lado de la ventana estanca, Cuarzo los miraba a través de la ventana. Pulsó un botón, el del intercomunicador.
- Rudy, el director quiere verte.
- Parece que tendremos que seguir con esto en otro momento – dijo Xavi, apenado -. Dejaré las piezas tal cual están, no las tocaré.
Antes de que el colombiano abandonase la cámara estanca, Xavi le llamó la atención una última vez.
- Gracias por venir, Rudy – dijo con una sonrisa sincera en el rostro.
Cuarzo acompañó a Rudy hasta la salida del laboratorio de contención. No parecía tener más información acerca de lo del director.
- Quiere verte, es todo lo que sé.
El viaje hasta la salida de la base subterránea fue bastante normal. O todo lo normal que puede ser pasearse por una auténtica base de superhéroes. Se cruzó con uno de los miembros de la Nueva Generación, Espadachín.
Era el único que no tenía poderes alucinantes, pero parecía estar a la par que el resto.
- ¿Qué tal, chaval? – le saludó el joven héroe cuando lo vio en el pasillo.
UN HÉROE DE VERDAD LO HABÍA SALUDADO. Y LE HABÍA LLAMADO CHAVAL.
Cuando se plantó frente al despacho del director se encontró la puerta entreabierta. Escuchó la voz de Richmond.
- ¿En medio del mediterráneo? – preguntaba, como si estuviese sorprendido -. ¿Pero cómo acabó ahí?
Me extrañó que Curazo viniese tan pronto a buscarme. Normalmente podía estar mucho más rato, pero no era por un asunto normal.
-¿El director? -pregunté extrañado.
Miré a Xavi y me encogí de hombros. ¿Por qué Richmond quería verme? Nunca me había llamado él mismo al despacho. Las únicas veces fueron cuando hubo algún altercado, pero ya está.
Me despedí del joven radiactivo, le dediqué una sonrisa cuando me agradeció el haber venido y dejé que Cuarzo me acompañara a la salida.
Ya me había acostumbrado a estar de vuelta en aquella sala. Los primeros días me daban escalofríos solo de pensar en lo que pasó allí. Me sentía casi más seguro dentro de la jaula de contención que fuera, aunque me tranquilizaba ver a Salara de vez en cuando por ahí.
-Gracias, Cuarzo. Hasta luego. -me despedí de la chica.
Aun seguía dándole vueltas mientras subía por la base. ¿Para qué querría verme el director? ¿De que querría hablar? Si desde que entré al Liceo apenas habíamos cruzado palabras. Tan solo en clase me decía si algo estaba bien o no. Poco más. ¡Demonios, si me llevaba mejor con Bosch! Y me molestaba bastante de hecho. Esperaba que me tratase como a su propio pupilo. No quería una relación Obi-Wan/Qui-Gon, pero si algo más cercana. ¡El era uno de los mejores amigos de Hiperión!
Mientras pensaba en todo aquello, Espadachín, el de la Nueva Generación, se cruzó en mi camino.
-¡Guau! -exclamé al verlo.
El héroe me saludó y me pregunto mi estado. ¡Me llamó chaval! Demonios.
-Ho-ho-hola, Espadachín. Señor. -dije poniéndome rígido. Luego, mientras se me trababa la lengua del nerviosismo seguí- Le vi en YouTube cuando pasó el ataque aquel en Sevilla. ¡Fue increíble! ¡Fiuum, fiuuuum! Guay. Bueno, este... Perdona, tengo que ir a ver a Richmond, un placer.
Todo eso lo dije en aproximadamente 3 segundos. Era la primera vez que tenia contacto directo con alguien de la Nueva Generación. Me habría gustado quedarme más rato hablando con el héroe, pero entre la vergüenza y la llamada del director me contuve.
Por fin llegué al despacho del director. Oí algo de lo que hablaba, así que entré, picando a la puerta antes.
-¿Director, quería verme? -pregunté mientras me asomaba.- ¿Qué ha pasado en el mediterráneo?
Al asomarse Rudy, vio un espectáculo digno de las películas de superhéroes. Richmond estaba de pie en su despacho, apoyado sobre su escritorio mientras miraba a una pared.
Aquella pared, la última vez que había estado en el despacho del director, estaba decorada con un gran cuadro que mostraba una antigua representación del mapa del mundo. Pero en aquel momento el cuadro parecía más bien una especie de televisor enorme.
Mostraba un mapa de Europa. En medio del mar mediterráneo, algo más allá de las Islas Baleares, había una marca en el mapa. Un recuadro de información junto a la marca rezaba:
“Restos del Schlachtschiff”
Una imagen en ese mismo recuadro mostraba una imagen de las aguas del mar. Un montón de restos metálicos, como si hubiese habido un naufragio, eran mecidos por las olas.
Junto al mapa había un gran recuadro, en el que se veía a una persona. Era un hombre relativamente joven, de unos treinta años. Vestía un uniforme de SHIELD. Y debía de estar en videoconferencia con el señor Richmond, porque cuando Rudy se asomó el agente de SHIELD se giró para mirarle.
Richmond también lo miró, sorprendido.
- Oh, Cráter.
- Eh… - musitó el agente mientras miraba intermitentemente a alumno y director.
- Te llamo luego, lo siento.
- Claro.
El recuadro que mostraba la videoconferencia pasó a mostrar el logo de SHIELD. La televisión se apagó entonces, volviendo a mostrar el cuadro del mapa del mundo.
Richmond se sentó en su asiento. ¿No estaba enfadado?
- Pasa, joven.
Rudy decidió hacer caso al director, por lo que entró en el despacho y cerró la puerta tras de sí.
- Siéntate, por favor – indicó Richmond mientras entrelazaba las manos sobre el despacho -. Te he mandado llamar… porque quería hablar contigo. No como director, sino a título más personal.
Vaya, aquello era raro.
- Ya llevas unos meses en el Liceo, Cráter. ¿Cómo está siendo tu experiencia?
¿Restos del Schlachtschiff? Parecía que a alguien se le hubiese caído la cabeza sobre el teclado a la hora de escribirlo. Tal vez era un buque de guerra, un robot gigante o algo así. Y el tío que salía en la videollamada era de SHIELD, eso seguro.
Tenía que ser algo importante de verdad para que la organización y Richmond estuviesen involucrados.
Pero lo más extraño de todo, lo más raro, estaba por llegar. ¡El director quería hablar conmigo! ¡A título más personal! ¿Que diablos significaba eso? Jamás me había cruzado más de dos frases. No sabía que responderle, me quedé mudo.
Por suerte me hizo una pregunta.
-Em... -miré a la pantalla donde había tenido lugar la conferencia.- Pues bien, supongo. No sé.
¿Como demonios iba a ser mi experiencia? Era una maldita escuela de superhéroes. Pues sería alucinante cuanto menos.
-Está guay. -dije mirando esta vez a Richmond.
Se me hacía incómodo hablarle a la cara. Era extraño. No me caía mal el director. Tan solo... Hablar con alguien que conoces desde hace ya unos meses pero que a penas has tenido conversaciones. Muy incómodo.
Me encantaría ser amigo suyo, de verdad. Me gustaría poder tener una charla de tranquis con él.
Al ver que Rudy se bloqueaba un poco al hablar con él, Richmond se permitió esbozar una leve sonrisa de diversión.
- Puedes relajarte, esto no cuenta para ninguna nota – bromeó.
Richmond juntó las yemas de los dedos sobre su escritorio, parecía concentrado. Buscaba las palabras apropiadas.
- Yo era amigo de Hiperión, ¿sabes? – dijo con cierta cautela -. Pasamos por muchas cosas juntos. Aunque también tuvimos nuestras desavenencias, por supuesto.
El director se recostó en su silla. Las alas del halcón pendían de la pared a sus espaldas, extendidas sobre su cabeza.
- Se podría decir que tú eres su heredero. Incluso llevas su símbolo.
Calló unos segundos mientras su mirada se perdía en el paisaje más allá de la ventana. Era una mañana soleada, el cielo era de un claro e intenso azul.
- ¿Qué significa para ti, Rudy? Ser un héroe – preguntó Richmond mientras sus severos ojos volvían al adolescente.
Apoyó las manos en los reposabrazos de su silla y se inclinó levemente hacia delante. Parecía especialmente interesado en su respuesta.
Oh, mierda. Ya lo ha dicho.
Llevaba esperando esa charla casi desde el primer día. Era sabido que el Halcón Nocturno e Hiperión eran compañeros. Tal vez solo los más frikis de los superhéroes lo supiesen, y más si has visto como moría el segundo y recibías sus poderes. Siempre quise hablar con él sobre este tema. ¡Eran amigos, él podría aconsejarme, contarme cosas! Y encima va y pide que me relaje.
Tenía cara de terror. El momento había llegado y no sabía como comportarme. Por una parte estaba enfadado, resignado. ¡Después de tantos meses ahora se le ocurría hablarme de esto! Pero por otro lado me moría ganas de preguntarle sobre Hiperión. Yo tan solo conocía lo que había Internet.
Asentí cuando habló sobre Hiperión, luego puse durante una milésima de segundo los ojos como platos cuando dijo lo de que era su heredero. Me concentré, me puse recto en la silla y hablé.
-Eh... No sé que decirle la verdad. -dije mirando el escritorio. Diablo, como me costaba mirarle a los ojos.- No sé yo si me haría llamar su heredero. Quiero decir, ojalá algun día llegase a ser lo que fue él. Pero yo tengo una fracción de su poder. Bueno, o eso creemos. Mi madre es mucho más fuerte que yo, y tiene más poderes.
Suspiré. Ya que estaba ahí...
-Si le digo la verdad, pensé en ponerme de nombre Hiperión. Cuando era el sidekick de mamá, quiero decir. Esto de los alias de supers se heredan, parece una tradición del gremio. -al decir eso se formó una sonrisa torcida en mi cara, una triste.- Pero entonces todo lo del cráter ocurrió. No quería mancillar su nombre. Y...
Miré a los ojos al director. ¿Por qué me había abierto con él?
-Yo quiero ser como ellos. Como usted. Quiero ser uno de los grandes. -me llevé las manos a la cara, con frustración.- Pero... Pero... No creo que pueda.
Aparecieron lágrimas en mis ojos.
Richmond escuchó las palabras de Rudy con sumo interés. Se frotó la barbilla mientras se recostaba de nuevo en el respaldo de su asiento.
- ¿Por qué no? - preguntó el director alzando un poco la voz, casi parecía un poco enfadado -. ¿Vas a dejar que un error condicione toda tu carrera?
Si bien Rudy parecía seguir obsesionado con aquel tema, probar que era mejor que “el chico del cráter” había sido una de las principales fuerzas motrices del muchacho en la escuela.
- Yo soy de la opinión de que todos tenéis el potencial de ser héroes. Está ahí, en vuestro interior - Richmond señaló el pecho de Rudy -. Y mi trabajo es puliros hasta que ese héroe salga a relucir.
El director se levantó de su silla casi de un salto.
- Pero no puedes ir llorando cada vez que las cosas se ponen difíciles - lo riñó -. Ya no eres un niño, Rudy.
Con un par de pasos el director se plantó frente a la ventana. En el exterior los adolescentes pasaban la mañana en el jardín.
- Los héroes como Hiperión, como tu madre, como tú… Sois algo más que tipos superfuertes en mallas. Sois iconos, modelos de conducta. La gente os admira, os sigue.
Richmond apoyó una mano en el marco de la ventana. Su mirada seguía perdida en el exterior.
- Aún no has respondido a mi pregunta - insistió con voz más severa.
Cuando aquel hombre miró de nuevo a su estudiante, Rudy no vio la severa mirada del director. Vio al propio Halcón Nocturno indagando en su interior, interesándose por él. Aquella era una conversación de héroe a héroe.
¿Qué significa ser un héroe? La verdad es que nunca me había parado a pensar en el significado de la palabra en si.
Me quedé un rato pensativo. Pasé unas manos por mis ojos para secar las lágrimas y las palabras salieron solas.
-Creo que un héroe puede ser cualquier persona. Un médico, un policía, un enfermero. Cualquiera con el deseo de ayudar a los demás e intentar hacer un mundo mejor. La única diferencia es que los que tenemos poderes, también tenemos la obligación moral. Nuestras habilidades pueden ayudar a mayor escala que una persona que no tenga. ¿No? Sería un desperdicio no usarlos para hacer el bien. -hice una pausa.- Ese es el concepto. Lo único que diferencia a un superhéroe de un héroe, es el superpoder o la habilidad especial. Pero al final del camino todos somos héroes.
Pensé un rato sobre lo que ha dicho. Creía que era ese el significado. Eso era lo que había aprendido de los grandes, de mamá.
-Pero para mi... No hay nada por encima de ser un superhéroe. ¿Alguien que arriesga su integridad mental y física? !Vamos! Eso demuestra mucho de alguien.
Cogí aire.
-Yo quiero hacer el mundo mejor. Enmendar mi error. Quiero ayudar a la gente. Marcar la diferencia, ser su ángel de la guarda.
- Es una buena respuesta - concedió Richmond tras escuchar a Rudy. Hasta aquel momento se había mostrado impasible, aunque curioso.
Pero ahora su mirada reflejaba cierta emoción.
- Rudy, debo confesarte que le he estado dando vueltas a tu posible carrera como héroe. De todo tu grupo pareces ser el que desea dedicarse a esto con más ahínco. Así que… tengo una oferta para ti.
Richmond volvió a su asiento, consultó algo en su ordenador.
- Como supondrás, tengo contactos en la comunidad superheroica norteamericana. Creo que podría conseguirte una beca para “trabajar” junto a los Vengadores durante el verano.
El director dijo aquello con total seriedad, no estaba bromeando. Su mirada se posó de nuevo en Rudy.
- Pero vas a tener que demostrarme que vale la pena que te recomiende.
Con tono de misterio y una sonrisa en el rostro, Richmond se cruzó de brazos. Se le veía bastante elocuente.
- Rudy, vas a tener que ganar los Juegos Heroicos.
Entonces toda la habitación empezó a dar vueltas. Por poco echo el desayuno en el escritorio del director.
¡Un verano con los Vengadores! Eso sería alucinante. Entrenar con los capi, aprender con Stark, pasearme junto a Spiderman, la Torre de los Vengadores, Nueva York... Todo sonaba alucinante. Era una maravilla, uno de mis mayores sueños hecho realidad (al menos por un verano).
-Que... ¿En serio? -dije totalmente asombrado.- ¿Me lo dice en serio?
Al ver que era verdad lo que decía Richmond me levanté de la silla. Comencé a dar vueltas mientras murmuraba.
-Guau. Guaaaau. Delo por hecho, director. -dije mirándole por fin, con una sonrisa.- Osea, de verdad. Los ganaré. ¡Se lo prometo! Muchas gracias.
Ahora sí que estaba motivado para afrontar los Juegos Heroicos.
Richmond sonrió y asintió, satisfecho.
- Quedamos así, pues. Entrena duro.
Parecía que iba a decir algo más, pero entonces el director miró el reloj que colgaba de una de las paredes.
- Vaya, qué tarde es ya. Será mejor que te vayas a la cafetería, antes de que se acabe el helado del postre - le animó Richmond.
Mientras Rudy abandonaba el despacho del director, oyó como este se acercaba de nuevo al cuadro-televisión por el que había estado hablando antes con el agente de SHIELD. Parecía que aún tenía asuntos que atender.
El muchacho se dirigió a la cafetería, donde seguramente se encontrarían sus amigos. Ya era hora de comer y, ahora que se fijaba, le rugían bastante las tripas.
No tardó en llegar a la cafetería del Liceo, movido ahora por su hambre repentina, y acumuló en una bandeja todos los platos que le dejaron llevarse. Mientras buscaba mesa, se encontró con sus amigos.
Diana, Sara, Marina, César, Fantasma y un chico al que no conocía de nada.
Ya se sentía especialmente eufórico por su última charla con Richmond, pero al llegar junto a ellos se sintió, inexplicablemente, aún mejor.
Continúa en Capítulo 4: Asuntos familiares