El combate se tornaba más y más difícil, pero de alguna manera, eso motivó a Daniel. Era una nueva etapa de su vida, en España, con personas nuevas e interesantes, con retos a su altura. Su padre estaría orgulloso. Orgulloso de que encontrara sus propios límites y los superase. Orgulloso de que se enfrentara a sus enemigos y no huyera. Orgulloso del legado que dejaba en sus manos.
Tras observar asombrado cómo Hécate hacía gala de un poder completamente distinto - manejaba hielo y fuego, muy peligrosa - Daniel analizó su propia situación. El androide invisible era muy poderoso, pero si mantenía las distancias estaría bien. Estratégicamente hablando, lo ideal era reducir la cantidad de enemigos, equilibrando la balanza. Si centraban sus ataques en el robot que Hécate acababa de calcinar, pronto sólo estarían dos contra dos. El problema era el paquete - el puñetero paquete - el cual quedaba expuesto si se alejaba demasiado.
Así que lo mejor era cogerlo, alejarse para obligar a los enemigos a moverse, y atacar conjuntamente. Sí, era buena estrategia: su padre estaría orgulloso. Flexionó las rodillas, apoyando una mano en el suelo, y pegó un formidable salto hacia atrás, ganando altura con respecto al robot que había atrapado con las arenas. Su intención era incrustar la rodilla en su cabeza - o lo que parecía una cabeza - pero pareció anticiparse a sus movimientos. Esta vez no lo tendría tan fácil.
Motivo: Ataque
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+5)=9
Tras dar un gran salto hacia atrás, Daniel giró sobre sí mismo y trató de hundir la rodilla en el oxidado droide. Sin embargo, un pequeño desvío en la trayectoria permitió al enemigo apartarse del ataque.
Daniel cayó pesadamente sobre el asfalto, agrietándolo y levantando una pequeña nube de polvo negruzco.
¡Por poco!
Hécate tampoco se quedó quieta. Viendo que aquellos enemigos eran resistentes a sus ataques, decidió adoptar una estrategia diferente. La brisa que rodeaba a la mujer de blanco se intensificó. El viento furioso hizo ondear su cabello con fuerza, y la levantó del aire unos centímetros.
De nuevo, Hécate hizo unos extraños gestos con las manos y pronunció algo sin alzar la voz.
El suelo tembló bajo el droide que acababa de ser calcinado. Una gran grieta se abrió en el asfalto, que luego se convirtió en un agujero. La tierra se había abierto para tragarse al robot, que trató torpemente de escapar. Su cuerpo se hundió sin remedio hasta el pecho, y luego la grieta se cerró. El droide agitaba los brazos, tratando de salir de aquella prisión de tierra.
Agua, fuego, aire y tierra. Ningún elemento escapaba del dominio de Hécate.
- ¡Sigue así! - lo animó Hécate al ver a Daniel enfrentándose a los enemigos -. Son fuertes y resistentes, pero lentos y torpes.
Por su tono de voz Daniel advirtió que algo inquietaba a la profesora, pero ésta no dijo el qué.
- ¡Cuidado! - gritó entonces, al mismo tiempo que el robot al que había tratado de atacar Daniel se lanzaba al contraataque.
El droide agitó su brazo en un arco horizontal, con el sonido de sus motores internos chirriando por el esfuerzo. Daniel se agachó a tiempo, esquivando el ataque con facilidad. Por el ruido que hacía juraría que aquel montón de chatarra no debería ni poder moverse.
Entonces, el hielo que recubría al ser invisible estalló en pedazos. Una lluvia de pequeñas esquirlas bañó el campo de batalla.
Daniel vio un brillo azulado allí donde momentos antes estaba el enemigo invisible. Poco a poco una forma se fue perfilando en el aire. Metal abollado, maltrecho y cubierto de moho. Una figura alta e imponente, incluso intimidante. La misma luz azul que emitían los droides menores emanaba de las grietas y aberturas de su cuerpo. También tenía el cuerpo recubierto de extraños símbolos azules que brillaban con luz propia. Daniel no los pudo reconocer, pero lo que estaba claro es que aquellas no eran máquinas corrientes.
También pudo ver la mano con la que lo había agarrado antes. Los dedos metálicos estaban doblados y desencajados, seguramente a causa del tirón que había dado joven ennead para liberarse de su presa.
El gran robot se encaró al joven, con actitud amenazadora. ¿Por qué se había hecho visible?
Tirada oculta
Motivo: Ataque (Droide 2)
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 1(+3)=4 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Dodge (Droide 1)
Tirada: 1d20
Dificultad: 22+
Resultado: 5 (Fracaso)
- Daniel ataca a Droide 2, pero falla.
- Hécate atrapa a Droide 1 con Snare, dejándolo Immobile y Defenseless.
- Droide 2 trata de golpear a Daniel, pero éste lo esquiva.
- El enemigo invisible se libera del hielo y se muestra.
Un nuevo cambio en el combate, un enemigo desconocido que había deshabilitado voluntariamente su camuflaje óptico pero, ¿a cambio de qué? Se le ocurrió que quizás estaba sacrificando poder a cambio de disfrutar de su invisibilidad, con lo que ahora sería mucho más peligroso. Era el momento de equilibrar la balanza.
Su oponente - cuya integridad estructural parecía seriamente dañada - había provocado una brecha en sus defensas y decidió aprovecharlo. Cuando lanzó el brazo en horizontal violentamente, su pecho quedó al descubierto. Apretó los puños, se impulsó con tanta fuerza que levantó una pequeña nube de polvo y lanzó una oleada de violentos impactos con intención de tumbarlo definitivamente. El atacante invisible, que ahora había dejado de serlo, quedaba a unos metros a su izquierda gracias al salto que había dado antes. Esperaba que fuera suficiente.
Motivo: Pelear: Desarmado
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+5)=23
Aprovechando la situación, Daniel se lanzó contra el droide que tenía en frente. Golpeó repetidamente su blindaje frontal, abollándolo y quebrándolo con cada puñetazo.
La violenta acometida hizo que el robot retrocediese hasta trastabillar y caer derribado. Aunque había quedado bastante dañado, aún parecía ser capaz de moverse. No tenía ningún sentido.
Hécate, desde su posición, agitó los brazos con fuerza. Una lengua de fuego serpenteó alrededor de la mujer de blanco y se enroscó alrededor de su brazo derecho. Hécate blandió el fuego como un látigo, y lo comandó para que se envolviese entorno al gran enemigo.
El fuego lamió su cuerpo y lo atapó como si se tratase de una serpiente, atrapando tanto su torso como sus miembros superiores. Una vez lo tuvo atado tiró con fuerza, tratando de alejarlo del coche y de Daniel, pero algo la interrumpió.
Los símbolos azules sobre la superficie del robot brillaron con fuerza. El látigo de fuego se deshizo en el aire, como si no hubiese sido más que un efecto especial.
- ¿Qué? - preguntó Hécate audiblemente, asombrada -. No puede ser…
El enorme robot avanzó hacia Daniel, que seguía enzarzado en combate con el otro droide.
- ¡Daniel! - gritó la profesora mientras comenzaba a correr hacia ellos.
Cuando Daniel desvió la mirada hacia el enemigo, éste ya se había plantado junto a él. El robot tomó impulso y trató de barrer a Daniel - y al droide que estaba derribado - con uno de sus grandes brazos.
El asfalto se alzó, y aunque Daniel trató de apartarse de la trayectoria del ataque de un salto, no logró hacerlo a tiempo. Aquel gran pedazo de metal los golpeó tanto a él como al droide con el que estaba luchando, y los mandó volando unos cincuenta metros hacia atrás.
Tanto Daniel como el droide aterrizaron pesadamente sobre el asfalto, a pocos metros del borde de la carretera. Un poco más y habrían caído montaña abajo. Daniel había salido más o menos airoso de aquel último ataque. Aunque le dolía todo el cuerpo, seguía teniendo fuerzas como para levantarse.
El droide no había salido tan bien parado. Su cuerpo se había partido en dos por la cintura, y ahora agitaba los brazos con un suave vaivén. La luz azulada y cientos de pequeños engranajes y piezas metálicas se asomaban por la abertura a su interior. No parecía ser capaz de combatir.
Tirada oculta
Motivo: Toughness (Droide 2)
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 8(+5)=13 (Fracaso)
Motivo: Dodge (Daniel)
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+5)=16
Motivo: Toughness (Daniel)
Tirada: 1d20
Resultado: 6(+4)=10
Motivo: Strength (Daniel)
Tirada: 1d20
Resultado: 9(+5)=14
- Daniel golpea a Droide 2. Le causa 1 Herida, lo deja Dazed por 1 turno y lo derriba (Prone).
- Hécate trata de apresar al Droide grande con un látigo de fuego, pero su poder se desvanece sin más.
- Droide grande barre el suelo con su gran brazo, dañando y lanzando hacia atrás tanto a Daniel como a Droide 2. Daniel recibe 1 Herida, queda Staggered y Derribado (Prone). Droide 2 queda Incapacitado por el ataque.
Daniel se encuentra a unos cincuenta metros del lugar del combate.
Los dados no te han acabado de sonreír durante este turno. Has fallado tanto la salvación de Dureza como la tirada de Fuerza para no salir volando. Tienes la opción de invertir un punto de héroe para repetir cualquiera de las dos tiradas (y sumarle un +10 si sacas en el dado entre 1-10) y reescribiremos el resultado. Si prefieres guardártelo, tienes descrito en el post cómo estás ahora.
No sin cierta satisfacción, Daniel vio cómo la placa frontal de su oponente se hundía a cada puñetazo, gimiendo el metal y retorciéndose bajo la presión ejercida. Se sentía fuerte y poderoso. Sumergiéndose en esa sensación tan profundamente que no vio el ataque de su oponente hasta que no fue demasiado tarde.
Él había sido rápido, pero el movimiento y violencia del ataque de su oponente lo fueron aún más, y pronto se vio girando en el aire como un muñeco y cayendo varias decenas de metros más allá. Le dolía el pecho pero aún estaba en condiciones para combatir, así que se incorporó, dedicó una rápida mirada a uno de los oponentes - no había sido tan mala cosa si habían conseguido librarse de uno de los androides - y se limpió la sangre que manchaba la comisura de los labios. Era una buena pelea. Se sentía vivo, pletórico, y disfrutaba. ¿Qué pensaría su padre de todo aquello? Se lo preguntaría cuando llegaran al Liceo. Porque saldría victorioso de aquella pelea.
Intentaría limitar los movimientos del androide más poderoso para golpearlo sin piedad - y de paso comprobaría si podía bloquear sus ataques como había hecho con Hécate - así que extendió los brazos y las manos como si pretendiera agarrarle desde allí. Acompañando sus gestos, una oleada de arena surgió de la nada como una vendaval, abalanzándose sobre su oponente con intención de atraparlo.
Motivo: Snare
Tirada: 1d20
Resultado: 13(+4)=17
Continuamos para Bingo :)
Aún algo dolorido pero dispuesto a seguir combatiendo, Daniel invocó el poder del desierto una vez más.
Una oleada de arena, surgida de la nada, surcó el aire con un movimiento serpenteante. La ola cruzó rápidamente la distancia que lo separaba del enemigo e impactó con fuerza sobre el enorme robot, empujándolo unos centímetros antes de comenzar a enroscarse a su alrededor.
La arena abrazó con furia el cuerpo metálico, filtrándose por las ranuras y grietas, tratando de inmovilizarlo. Daniel advirtió como los símbolos azules brillaban con fuerza de nuevo. Sin embargo, su arena no desapareció sin más. El enemigo había quedado atrapado.
Hécate aprovechó la maniobra de Daniel. Blandiendo de nuevo su poder elemental, la profesora agitó las manos en el aire e invocó una nube de polvo de diamante. El frío y la escarcha comenzaron a envolver al gran robot, atrapado todavía en la arena.
Sin embargo, los elementos invocados por Hécate se desvanecían nada más acercarse a unos centímetros de su objetivo. De alguna manera el enemigo estaba evitando los ataques de la mujer de blanco. Lo más probable era que tuviese que ver con aquellos símbolos azules, y quizá con la energía que movía aquellos robots.
El enemigo, haciendo uso de una astucia inesperada, alargó sus enormes brazos y agarró el coche de Hécate. Al alzar el vehículo, el paquete se deslizó por el hueco donde estaba antes la puerta trasera y cayó pesadamente al suelo.
A pesar de la distancia, Daniel pudo ver la confusión y la sorpresa en el rostro de la mujer de blanco.
Una vez hubo levantado el coche sobre su cabeza, el gran droide lo lanzó contra la profesora. El proyectil improvisado salió disparado a una velocidad vertiginosa.
La profesora no tuvo tiempo de apartarse, el coche le dio de lleno. La fuerza del impacto hizo que tanto mujer como vehículo saliesen disparados hasta chocar contra la pared de la montaña, unos treinta metros más allá. Una gran nube de polvo se alzó, ocultando el resultado del ataque.
Aquel habría sido un golpe duro para encajar incluso para Daniel.
Justo a su lado, el droide dejó de moverse definitivamente. La luz azulada de su interior se había apagado.
Junto al enorme robot, sin embargo, todavía se encontraba el otro droide enterrado bajo la tierra por Hécate. Aquel enemigo dejó de agitar los brazos sin más y comenzó a adoptar un comportamiento mucho más racional. Apoyó los brazos en el suelo y comenzó a forcejear con su prisión, saliendo poco a poco de la grieta. Aún no lograba escapar por completo.
En apenas unos segundos la situación se había complicado. Hécate había recibido un duro ataque, y el misterioso paquete yacía en medio de la carretera, junto al gran robot.
- Daniel atrapa con éxito a Smasher (el droide grande), dejándolo Immobile y Defenseless.
- Hécate trata de usar su poder para paralizar a Smahser, pero el hielo también se desvanece sin más.
- Smasher agarra el coche y lo lanza contra Hécate, causándole 1 Herida, dejándola Staggered y Prone y lanzándola unos treinta metros hasta impactar contra la pared de la montaña.
- Droide 1 trata de escapar del Snare de Hécate sin éxito.
PD: Me acabo de dar cuenta de que he hecho las tiradas en la escena de Estado en lugar de aquí (tenía las dos abiertas simultáneamente xD)
- ¡Hécate! - gritó el joven, temiendo por la vida de la mujer. Podía ser dura, pero aquello sería demasiado incluso para él, incluso para alguien como su padre. No era un puñetazo o una roca grande: era un vehículo a toda velocidad, un proyectil de varias toneladas de peso que probablemente la hubiera destrozado.
Y lo peor era que el paquete ahora estaba a mano, completamente al alcance del enorme robot que desprendía aquel brillo azulado. Daniel gritó de rabia, encogió las piernas y se proyectó a toda velocidad hacia él. Una nube de polvo acompañaba su impulso mientras acortaba la distancia hasta su enemigo. Estaba inmovilizado, indefenso, y aún así era terriblemente peligroso. Tenía que acabar con él: no sólo para vengar a Hécate, sino porque no podía dejar ese androide suelto. ¿Quién más podría salir herido? ¿Quién más podría... morir?
En pleno vuelo unió ambas manos como si fuera un mazo y lanzó un formidable golpe contra el androide que tantos problemas estaba causando. Ójala y fuera el último que necesitara.
Motivo: Pelear: Desarmado
Tirada: 1d20
Resultado: 13(+5)=18
Uso All-Out attack, 20 en total.
Dando un poderoso salto, y acompañado por un furioso viento de tormenta, Daniel volvió al combate en un instante. El golpe que propinó al enorme robot, cargado de rabia y determinación, resonó como un estruendoso gong. Aquel melódico sonido de puño contra metal se extendió por las montañas, perdiéndose su eco en la lejanía.
Daniel sintió a su enemigo estremecerse. El metal cedió ante su fuerza, se abolló y se agrietó, mostrando aún más de esa poderosa luz azulada.
Había dado un fortísimo golpe, pero aquel enfrentamiento no había hecho más que empezar para los dos.
Aún atrapado en la jaula de arena, el gran droide contraatacó. Rápidamente alzó su enorme puño, y entonces la luz que daba vida al otro droide se apagó.
El enemigo que seguía atrapado en la grieta dejó de forcejear de pronto. Dejó caer los brazos, y su cuerpo se ladeó ligeramente. Ya no se movía.
Por otro lado, el puño del gran robot brillaba ahora con intensidad. La luz azulada lo rodeaba, envolviéndolo como un extraño velo translúcido que ondeaba ligeramente.
Daniel supo que se avecinaba un poderosísimo ataque.
Tirada oculta
Motivo: Toughness (Smasher)
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 18(+10)=28 (Exito)
- Daniel se lanza contra el Smasher y le propina un poderoso golpe, causándole 1 Herida.
- Smasher prepara un ataque. Droide 1 queda Incapacitado.
El impacto contra aquella monstruosa mole de metal hizo que todo su cuerpo retumbara mientras el sonido resonaba por el valle. Por un momento, le recordó al sonido del Big Beng resonando a las doce en punto junto al Palacio de Westminster. Un recuerdo sonoro, como podía serlo recordar las fiestas navideñas de cierto año al escuchar un villancico.
Pero su enemigo seguía en pie, combatiendo duramente pese a haber sido violentamente golpeado y con las ardientes arenas del desierto comprimiendo y retorciendo su cuerpo. No pudo evitar sentir una ligera sensación de reconocimiento a quien diseñara tamaño artefacto de combate y destrucción.
Un nuevo golpe, algo terrible, se aproximaba. Si no se equivocaba, ese brillo azulado era compartido por todos - o quizás su oponente mantenía en funcionamiento al resto - y ahora acababa de absorber el poder del que estaba atrapado para aplastarle definitivamente. No le daría tiempo a escapar, así que cruzó los brazos y se preparó para bloquear el puñetazo.
Motivo: Defender
Tirada: 1d20
Resultado: 16
Creo que hay una acción que es Defender, pero no sé si tengo que hacer tirada. Imagino que es equivalente a intentar huir, o escapar, más que quedarse ahí delante preparado para recibir el golpe.
Director: Como es una duda corta te lo respondo rápido. Defender es una acción estándar que hace que al recibir ataques hasta tu próximo turno hagas una tirada de 1d20 y la sumes a tu puntuación de defensa. Esa será la dificultad para acertarte. Si la tirada diese 1-10 se le suman 10. De esta manera tu defensa pasa a ser tu puntuación + 11-20, cuando por defecto es puntuación +10. Perdona que falle un día, mañana te actualizo como es debido.
En el fragor de la batalla todo pasaba en unos pocos segundos. Tanto los ataques como las decisiones. Al ver que no podía escapar, Daniel decidió adoptar una posición defensiva. Recibiría el ataque del enemigo, como buenamente pudiera.
Cuando el enorme brazo del robot descendió hacia él, el tiempo pareció congelarse. Daniel era consciente de que aquel golpe bien podía acabarlo todo. Era el ataque final del enemigo, su último recurso.
Al bloquear el puño metálico con sus brazos, sintió un ardor recorriendo todo su cuerpo. Una onda expansiva se originó desde el lugar del impacto, alzando el asfalto y haciendo agitarse los árboles a su alrededor.
La hercúlea fuerza de su enemigo obligó a Daniel a poner una rodilla sobre el suelo, que apenas podía resistir aquel duelo. El asfalto bajo los pies del joven se agrietó, y sus pies se hundieron en la tierra a medida que la presión que ejercía el enemigo iba aumentando.
A pesar de todo, su rápida reacción le había permitido encajar el golpe bastante bien. Un golpe directo lo habría aplastado por completo. Pero él estaba resistiendo, estaba luchando.
Daniel sintió todos sus músculos tensándose al máximo, la increíble presión sobre todo su cuerpo. Y aquella extraña energía azul serpenteando desde el puño del enemigo hacia él. ¿Qué era? No sentía nada en especial a su contacto. Tan solo… ¿debilidad?
Las piernas comenzaron a flaquearle. Los brazos le temblaban. Su fuerza… ¡estaba siendo absorbida!
Pero aquel duelo de fuerzas no llegó a prolongarse. Una voz clara y poderosa sonó a espaldas del robot.
- ¡BASTA!
Daniel pudo verla entonces, a lo lejos. Una figura majestuosa, radiante, atractiva e imponente. Iba vestida de blanco.
Hécate andaba hacia ellos con pasos largos pero relajados. Su cuerpo estaba visiblemente magullado, su frente y su costado sangraban, manchando su impecable atuendo. Su cabello, antes recogido con gracia, caía a lado y lado dándole un aspecto más salvaje.
- Hasta aquí has llegado - dijo mientras unas llamas blancas la envolvieron por completo.
El misterioso fuego quemó su ropa, su piel y su cabello. La ropa mundana quedó consumida, pero reveló algo más bajo ella. Cuando el fuego se disipó, Hécate iba vestida con una larga toga blanca decorada con detalles dorados.
Su piel también estaba impoluta. Parecía haberse recuperado de sus heridas.
- Aléjate de mi estudiante - ordenó mientras seis extraños proyectiles dorados salieron disparados del suelo, junto a ella.
Daniel tardó unos segundos en darse cuenta de que los proyectiles eran cadenas. Hechas de gruesos eslabones dorados y relucientes. Las cadenas envolvieron al robot, volando por el aire como elegantes serpientes. Una vez lo hubieron apresado se tensaron con fuerza, obligando al enorme droide a cesar su duelo con Daniel.
Los símbolos azules en la superficie del enemigo brillaron con fuerza de nuevo, pero esta vez no lograron efecto alguno. De hecho, su brillo se apagó pocos segundos después. La luz que emitía el interior del constructo también se debilitó.
- ¡Tienes que llegar a su interior! - gritó Hécate, que parecía concentrada en mantener su atadura -. ¡En su núcleo está la fuente de energía!
Gracias a las cadenas de su profesora, el robot yacía completamente indefenso frente a Daniel, con los brazos extendidos y las rodillas contra el suelo. Trató de forcejear, pero las cadenas doradas no cedieron ni un ápice.
- ¡No toques las cadenas! - le advirtió la profesora.
Tirada oculta
Motivo: Ataque Final (Smasher)
Tirada: 1d20
Dificultad: 21+
Resultado: 11(+5)=16 (Fracaso)
- Daniel adopta una postura defensiva.
- Smasher ataca a Daniel, pero éste logra bloquear el ataque (defensa exitosa).
- Hécate se recupera de sus heridas y atrapa al robot con cadenas doradas. Smasher se encuentra Paralyzed.
Pensó que el impacto le quebraría los huesos por cómo vibró su cuerpo tras bloquear el puñetazo, pero afortunadamente, siguió en pie, hundido en el duro suelo. Sin embargo, se encontraba en una situación delicada, porque si el androide seguía golpeando con esa brutalidad, él no podría aguantar mucho más.
Afortunadamente, la caballería llegó en su auxilio en forma de cadenas doradas y una Hécate que ahora era más parecida a su homóloga griega que a una profesora de una escuela española. ¿Sería algo más que un nombre de batalla? Sería una auténtica revelación, aunque considerando que él era hijo de una supuesta deidad imaginaria del antiguo Egipto, era bastante plausible.
Había detenido a esa monstruosa creación, aunque por la expresión de su rostro no tenía muy claro si aguantaría mucho más. Llegar a su interior, le había aconsejado. No, era una orden, una guía para el combate. Encajaba con lo que había visto hasta ahora, tanto en ese como en los otros robots. Una fuente de energía que emitía un fulgor azulado y movía las máquinas. Tenía que acabar con ella de una vez y para siempre.
Se acercó al androide - con cuidado de no tocar las cadenas, como le había aconsejado Hécate - inspiró profundamente, clavó ambos pies en la tierra, y cogiendo impulso, lanzó un puñetazo con todas sus fuerzas hacia su pecho.
Motivo: Atacar: Desarmado
Tirada: 1d20
Resultado: 14(+5)=19
¿Se puede mezclar Power Attack y All out Attack? Si se puede, adelante.
Aprovechando la ventaja que le brindaba su profesora, Daniel tomó impulso y hundió el puño en el pecho del robot. Al principio notó algo de resistencia, pero el metal pronto cedió ante la presión ejercida por el joven ennead.
Con el sonido del metal doblándose, la mano de Daniel se abrió paso entre las entrañas del robot. Su brazo se hundió hasta la altura del bícep. En ese momento Daniel sintió un ligero calor rozándole las yemas de los dedos. Cerró la mano entorno a un objeto esférico y, cuando lo tuvo bien asido, lo extrajo de un fuerte tirón.
Una esfera que le cabía perfectamente en la mano, de azul zafiro. Emitía un leve resplandor, el mismo que parecía haber dado vida a los robots. Cuando aquel objeto estuvo fuera del robot, éste dejó de forcejear con las cadenas de Hécate. Su cuerpo se derrumbó pesadamente sobre lo que quedaba del asfalto. El estruendo resonó entre las montañas.
En aquel momento las cadenas doradas de Hécate se desvanecieron, así como el atuendo griego. Como si hubiese regresado atrás en el tiempo, la profesora volvía a mostrar las heridas que había recibido momentos antes. Se llevó una mano al costado, al lugar donde su blusa blanca estaba manchada de sangre. Con una mueca de dolor en el rostro se acercó andando - lo más rápido que pudo - a Daniel.
- ¡Daniel! - exclamó con un grito ahogado -. ¡Au! - se quejó tras plantarse junto a él -. ¿Estás herido? ¿Estás bien? - le interrogó apresuradamente mientras le palpaba suavemente con la mano libre, buscando heridas en su cuerpo.
A pesar de los duros golpes que había recibido, Daniel no presentaba ninguna herida grave, tan solo magulladuras. Ventajas de su herencia.
Tirada oculta
Motivo: Toughness (Smasher)
Tirada: 1d20
Dificultad: 22+
Resultado: 15(+5)=20 (Fracaso)
- Daniel penetra con éxito el blindaje del Smasher, extrayendo una esfera azul de su interior. Al hacerlo, el enemigo queda Incapacitado.
El combate termina.
Cuando extrajo aquella esfera luminosa que crepitaba ligeramente en su mano, Daniel se preguntó el por qué de todo aquello. Observó las señales de lucha, lo lastimada que estaba Hécate y lo cerca que había estado de morir... el despliegue de poder... Sintiendo cómo zumbaba aquella cosa, se acercó a su nueva profesora y se limpió el polvo del traje con el dorso de la mano.
- Sí, estoy bien, no se preocupe - dijo, ayudándola a caminar - ¿Me permite confesarle algo? Verá, cuando todo esto comenzó, sospechaba que en realid...
Se quedó callado repentinamente, abriendo los ojos como platos y mirando alrededor.
- No... nonononono - acababa de caer en algo. Algo en lo que no había reparado porque estaba inmerso en el calor del combate. Algo terrible. Dejó la esfera de energía en la mano de Hécate y corrió a toda velocidad hacia el lugar donde el androide Smasher había lanzado el coche - ¡BAST!
No podía perderla. No quería perderla. Tampoco a sus mascotas. Eran un vínculo con su familia, con su otra familia. Eran demasiado importantes.
El repentino cambio de actitud de Daniel pilló desprevenida a Hécate, que tardó unos segundos en comprender lo que estaba pensando el joven.
Daniel echó a correr por el maltrecho asfalto de la carretera, en dirección a la pared de roca que había junto a la carretera.
Allí estaba el coche de Hécate, tumbado sobre un costado. El vehículo estaba abollado ahí donde el enorme robot había puesto sus manos para agarrarlo. Todos los cristales del coche habían estallado a causa del impacto, y el techo se había hundido al chocar contra la roca.
Era increíble que Hécate hubiese sobrevivido a aquello, pero ese pensamiento no ocupó la mente de Daniel. El joven se dirigió rápidamente a la parte trasera del coche, donde la puerta del maletero yacía entreabierta.
Cuando agarró la puerta del maletero para acabar de abrirla, Daniel no controló su fuerza y la arrancó de cuajo. El interior del maletero era un desastre. Su maleta se había abierto, y la pecera de los estafilínidos se había roto en pedazos. Vio a algunos de los artrópodos paseándose entre su ropa, parecían estar bien.
Un feroz maullido se abrió paso hasta los oídos de Daniel.
El transportín de Bast también estaba allí. No parecía maltrecho. Bast se asomó a la puerta y le dirigió una furibunda mirada a Daniel.
Seguramente el receptáculo la había salvado de quedar aplastada entre el equipaje.
Bast volvió a maullar, reclamando la atención de su amo.
- ¿Está bien tu gata? - preguntó Hécate a sus espaldas, acercándose a la máxima velocidad que le permitían sus heridas.
Aún recordaba el día en que le regalaron a Bast. Era pequeña, no más grande que la palma de su mano, pero miraba a su alrededor como si fuera la dueña del mundo. Sus ojos grandes y luminosos se detuvieron finalmente en él, y para Daniel fue como un flechazo. Su padre le explicó que era un regalo de su tía Baste, un presente de más allá de la realidad de la Tierra, como un recuerdo del lugar que vio nacer a su familia paterna.
No era simplemente un gato. Y aunque lo fuese, imaginarla aplastada entre un amasijo de metal había hecho que su cabeza diera vueltas. Afortunadamente, todos estaban bien, aunque necesitaría una caja para llevar a los escarabajos.
- Sí... gracias a los cielos - dijo, sonriendo aliviado. Abrió el transportín para liberar a Bast y la acunó en sus brazos hasta que se tranquilizó mientras le murmuraba palabras en su inglés natal - Disculpe, le he dejado con la palabra en la boca. Estaba diciendo que al principio pensaba que todo esto era una especie de prueba. Una forma de medir mis capacidades. Pero creo que después de lo sucedido, estaba equivocado.
Miró el coche, torciendo el gesto. Él habría preferido que no saliera tan mal parado, pero esos androides se habían ensañado con él.
- Si quiere... organizo todo esto un poco y le acerco al Liceo. ¿Está muy lejos?
Hécate sonrió al ver a Daniel acunando a la gata. Cualquiera diría que la acababan de golpear con un coche a toda velocidad.
- Ojalá esto no hubiese sido más que una prueba controlada, créeme…
La mujer de blanco le mostró el paquete misterioso a Daniel. Lo había recogido del suelo antes de acercarse al joven.
- Ha sido por culpa de esto - dijo, resaltando lo evidente -. Se suponía que nadie sabía que lo recogería hoy. Por sí mismo no es peligroso, pero… - Hécate frunció el ceño y apretó el paquete contra su pecho -. En malas manos podría causar un mal terrible.
Tras unos segundos ponderando en silencio, Hécate sacudió la cabeza y suspiró.
- Lo que importa es que estáis bien, a pesar de todo - se llevó una mano al rostro, parecía frustrada.
Cuando Daniel se ofreció a arreglar un poco aquel estropicio, la profesora recuperó la agradable expresión que solía mostrar. Incluso le arrancó una suave carcajada.
- Eres muy amable. Por supuesto, será mejor que apartemos los restos del coche de la carretera. Recupera lo que puedas de tu equipaje.
Mientras Daniel recogía sus cosas del maltrecho maletero, Hécate se dirigió renqueando hacia la carretera. Puso una mano en el suelo, y las grietas y cráteres que la batalla había dejado sobre el asfalto comenzaron a rellenarse de tierra.
No era perfecto, pero era mejor que nada.
- El Liceo está cerca, oculto entre las montañas - reveló la profesora una vez hubieron acabado -. Podemos llegar a pie. De hecho… - Hécate se llevó una mano a la barbilla -. Me sorprende lo cerca de la escuela que ha sucedido esto.
Aparentemente decidió no darle más vueltas, porque se acercó a Daniel y señaló hacia adelante.
- Sigamos la carretera.
Con la ayuda de Daniel, profesora y alumno emprendieron la marcha. Bast los seguía a pie, andando elegantemente a la altura de Daniel. Los escarabajos iban en una caja de zapatos que habían recuperado del equipaje del joven, que llevaba Hécate junto al paquete misterioso. La maleta de Daniel no cerraba tras el incidente, pero la profesora lo había “arreglado” con algo de escarcha.
Era una imagen un tanto curiosa.
Una vez hubieron andado unos quince minutos, Hécate señaló hacia la pared de roca junto a la carretera. Se encontraban al inicio de una curva bastante cerrada. El bosque mediterráneo poblaba abundantemente cada lado de la carretera.
- Hemos llegado - afirmó -. Crúzala, es un holograma. Al otro lado está la escuela.
Pasados unos segundos, Hécate sonrió de nuevo.
- ¿Estás listo?
Después de la tormenta en que se había convertido su primer viaje a España, parecía que la calma ahora se había hecho dueña de la situación. Mientras Daniel se afanaba en doblar la ropa que se había desparramado por el maletero y colocaba cuidadosamente los estafilínidos uno a uno en una caja de zapatos, miró de reojo el cuidado que su nueva profesora tenía en dejar las cosas como estaba. Ese detalle le gustó: nadie tenía que sufrir los daños colaterales de un enfrentamiento entre seres superiores - como a veces su padre llamaba a su raza - aunque fuera algo tan nimio como los desperfectos de una carretera. Probablemente llamaría por teléfono para que una grúa se llevara los restos del vehículo.
Arrastrando las maletas - una de las ruedas de la más grande se había estropeado y Daniel estuvo a punto de desesperarse - aprovechó para observar el paisaje. A esa altura podía ver más detalles de la ciudad y el mar al fondo. El sol bañaba todo con su gratificante luz, y Daniel pensó que le gustaría ese sitio. Ataques espontáneos de robots asesinos aparte, era una ciudad agradable y no demasiado industrializada, por no hablar de la cercanía de la playa.
- Muy inteligente - mencionó al escuchar que era un holograma. Un vehículo no tenía manera de acceder dado que era una curva cerrada, y los peatones no tenían espacio para caminar por allí sin arriesgarse a ser atropellados. Inspiró profundamente y asintió - Vamos allá.
Daniel y Hécate se dirigieron hacia la pared de roca, con decisión. Cuando parecía que iban a chocar, simplemente siguieron andando.
Se oyó un extraño sonido, parecido al de un riachuelo, cuando cruzaron el holograma. Al otro lado encontraron un largo túnel oscuro. Cuando se les hubo adaptado la vista, Daniel advirtió pequeñas luces a lado y lado, marcando los límites y la dirección del túnel.
Al frente, un centenar de metros más allá, se encontraba la salida. La luz al final del túnel. Estudiante y profesora anduvieron durante unos pocos minutos hasta alcanzar su destino.
Una vez salieron, Daniel pudo apreciar la belleza de la privilegiada posición de la escuela. Un pequeño valle oculto en la sierra de Collserola guardaba en el centro un gran edificio de aspecto moderno. Las montañas, recubiertas de bosque mediterráneo, ocultaban por completo el lugar.
- Es nuestro pequeño refugio - dijo Hécate, visiblemente aliviada por haber llegado.
Del túnel del que habían salido surgía una carretera que serpenteaba por el valle hasta llegar a la escuela. El trayecto habría sido mucho más rápido en coche, pero por el momento tendrían que andar un poco más.
A medida que se acercaban a la escuela, Daniel advirtió los amplios jardines que rodeaban el edificio principal. A lo lejos distinguió figuras, adolescentes. Era la hora del recreo.
La mayoría andaban de un lado a otro, charlaban o comían sentados en la hierba. Y aunque estaba demasiado lejos para ver sus caras, pudo advertir que no todos eran completamente humanos. Alas, cuernos, colores extraños. Aunque la mayoría de la gente se veía como él o como Hécate, otros lo tenían mucho más difícil para ocultar su naturaleza inhumana.
Una vez estuvieron junto al edificio, Daniel pudo ver a un grupo jugando. Estaban en una pista improvisada, delimitada por zapatillas y prendas de ropa. Los adolescentes, divididos en dos grupos, jugaban al fútbol con un extraño balón.
Pudo ver como uno de los estudiantes chutaba tan fuerte que el sonido del impacto resonó por todo el valle. El balón, lejos de estallar, salió disparado hacia el portero del equipo contrario. ¡Si no se apartaba le iba a dar!
Pero lejos de amedrentarse, el joven portero extendió las manos hacia el frente. ¡Y atrapó el balón al vuelo! Como si nada. El esférico siguió girando en las manos del portero hasta perder todo el impulso. A Daniel incluso le pareció ver chispas.
Luego le oyó gritar.
“¡Ay, quema!”
- Curioso, ¿eh? - le dijo Hécate, devolviéndolo a la realidad -. Aquí los pasatiempos son como los de cualquier otra escuela. Pero siempre se ven distintos.
Las palabras de la profesora sonaron cargadas de orgullo. De verdad le gustaba aquel lugar.
Entraron por la puerta principal. El ruido del exterior quedó mitigado cuando las puertas de cristal se cerraron a sus espaldas.
Seguimos en Capítulo 5: Fraternidad.