La joven al abrir los ojos descubrió a Alberto allí frente suyo, preocupado por ella. Sara trató de reincorporarse mientras pensaba aceleradamente como recién salida de un sueño confuso. Incluso pensaba que se le había acelerado el corazón.
- Una visión sobre el futuro, ¡la tengo que apuntar!
Le decía mientras sacaba el teléfono móvil porque no tenía papel o boli. En el móvil estaba eso de las notas para escribirse cosas uno mismo.
- Siéntate por favor. Estoy bien, enseguida termino.
No le iba a decir que la visión era más bien de su hermana. En realidad le podía consultar los detalles a Alicia cuando quisiera pero bueno, mejor dejar constancia. A Alberto parecía haberlo visto con una preciosa armadura y unas grandes alas. Le había encantado verlo así. No sabía si era él pero como la fantasma parecía haberlo reconocido y parecía como un paladín del bien, todo encajaba.
La joven le sonrió un momento mientras se ponía a escribir cosas. Tenía que obviar la parte en la que ella se había visto con un aspecto bastante gélido.
- Han sido cuatro visiones y creo que he pillado tres de ellas pero hay una que no. Algo sobre un hombre con ropas oscuras cogiendo de la mano a un niño, que se encuentra con un hombre de blanco y un niño pero no se cojen de la mano, y la sensación de que van a enfrentarse a muerte. Buf.
Resopló sin tener nada claro.
- Parece algo simbólico, pero ni idea.
Sonrió de nuevo aunque un poco azorada.
- Soy un poco rara, lo siento.
Le dijo pero a continuación le guiñó un ojo con complicidad imaginando que él estaría más que acostumbrado a ver cosas fuera de lo normal.
- Suelo notar lo sobrenatural y tener experiencias extrañas. Pero contigo aquí es fácil tomarlo con calma. ¿Lo pasaste bien en el partido?
Esperaba que hubiera sido así, total no le quería preocupar por el tema de las visiones ya que parecían ser a largo plazo. Ya se las comentaría a los demás en otra ocasión. No había prisa.
Terminó de apuntar lo fundamental y los detalles que luego podían ser importantes, entonces guardó el móvil y se tocó un poco el cabello por si estaba fuera de su sitio echarlo hacia atrás.
Alberto se mostró sorprendido ante las palabras de Sara, pero no tardó en suavizar su expresión y verse divertido, cómplice.
- ¿Tienes visiones del futuro? - preguntó, lleno de asombro -. Eso suena genial.
Se dio un par de golpecitos en el mentón.
- Si yo pudiese verlo me habría ahorrado muchos problemas. Pero por lo que dices casi parecen más bien adivinanzas.
Rio.
- El partido ha ido bien. Hemos perdido, pero no ha estado nada más. Raúl se ha cabreado conmigo porque no le he dejado usar su poder de sombras - volvió a reír -. Deberías haber visto su cara.
Junto a aquellos árboles, bañada por la luz del sol y acariciada por una suave brisa, Sara se sintió pletórica. No pudo evitar contagiarse del ánimo de Alberto. Aunque quizá todo era cosa de su poder.
- Oye, ¿te importa que vayamos a la cafetería? Ya es hora de comer y me muero de hambre - confesó el muchacho mientras se llevaba una mano al abdomen.
Dado que era, tal y como decía Faro, la hora de comer en el Liceo, los dos adolescentes se dirigieron a la cafetería de la escuela. Sara no logró ver a Alicia siguiéndola. ¿Dónde se habría metido?
Continuamos en Capítulo 4: Asuntos familiares.