La Sheriff guio al grupo de los tres investigadores al jardín donde fue encontrado el cadáver de Robert Bale, director de la sucursal en Ashville del Banco Agrario, el único del pueblo. El lugar en el que fue hallado el cuerpo, según parece por el granjero Francis Buch, estaba removido, fruto de un enfrentamiento, y cubierto de una mancha oscura que Joanne aclaró que se trataba de una gran cantidad de sangre. El granjero se acercó a la casa a ver cómo se encontraba el director dado que era un hombre que siempre abría el banco y esa mañana ni siquiera había avisado de que fuese a llegar tarde.
—Dice que fue a revisar un ingreso del que estaba pendiente por una venta de reses —aclaró Joanne—. Al no encontrarle en el banco se preocupó y vino a casa a buscarle. Como recordó que le gustaba cuidar el jardín, dio la vuelta a la casa y fue cuando encontró el cadáver en un charco de sangre, que al principio confundió con agua, dado lo oscuro de la arena.
Mirando fijamente el suelo, los tres agentes del FBI y la Sheriff pudieron comprobar la existencia de un gran número de briznas de paja, como en la anterior escena del crimen, la del comerciante James Elmore.
Ambos crímenes tenían en común el uso de una gran violencia, la existencia de paja en el lugar del alzamiento del cadáver y haber sido causada la muerte por un objeto largo, afilado, cortante y oxidado. Además, estaba la información proporcionada por el agente Sullivan de la tercera muerte, de un violento paro cardiaco por una situación de terror. En todos los casos se habían encontrado fotografías Polaroid tomadas a cierta distancia cuando los tres estaban vivos.
—Podemos ir al banco, si lo desean, para hablar con los trabajadores, por si supiesen algo —propone la Sheriff con humildad—, aunque es sólo una idea, por supuesto… Siempre hay más opciones y poco tiempo.
Indirectamente, estaba haciendo referencia a que el viejo Hill había aparecido en dos de las tres muertes como alguien que había discutido con los difuntos antes de su muerte. Nada sospechoso, pero sí un elemento en común.
Viendo el lugar del crímen poca información íbamos a sacar aparte de la ya aportada por la sheriff. Además, después de la experiencia con los anteriores testigos me temía que en esa ocasión íbamos a tener la misma suerte. Aunque era consciente que no podíamos dejar ningún cabo suelto, la historia de Hilla era la que más estaba cuajando en mi cabeza y era a él al que quería interrogar. Los testigos del banco podrían esperar un poco más.
—Creo que cada vez más detalles están apuntando hacia Hill. Puede ser simplemente una coincidencia, algo que no creo, o que alguien le esté inculpando... —dije, cada vez más convencido que ese hombre tenía que saber algo—. Lo mejor será que no pospongamos más una visita al granjero Hill, los trabajadores del banco pueden esperar.
Desde el primer momento en que había oído por dos veces el nombre del granjero; que había visto la paja y había sabido que era un hombre conflictivo había pensado en él. No tenía muy claro que fuera el asesino, eso sería algo que tendríamos que comprobar, además que no sabía muy bien cómo encajar el tema de las fotografías ni el conocimiento que Hill tendría sobre los anteriores asesinatos. Pero que estaba implicado de alguna forma... si por mí fuera apostaría por ello.
—¿Qué os parece? ¿Vamos a hablar con Hill? —pregunté, girándome hacia mis compañeros—. Pero antes será mejor que avise a Sullivan.
Excusándome me aparté un poco de la sheriff y mis dos compañeros para marcar el número de teléfono del forense. Aún no sabía si habría ido a visitar a la viuda del sacerdote o si aún estaría con ella, pero me parecía lógico avisarlo de nuestro próximo movimiento por si quería acompañarnos.
—Sullivan, soy Dwight —dije cuando el forense por fin descolgó—. ¿Ha terminado con la viuda?... Nosotros tenemos pensado ir a visitar a un granjero llamado Hill... ¿Nos acompaña?
Sullivan respondió rápidamente al teléfono.
—Hola chicos. He estado hablando un poco con la Señora Benson, mujer del párroco que falleció. Me ha comentado que hará una semana tuvo una discusión con un tal Martin Hill, aunque la señora no sabía la razón. Además anteriormente el párroco ya había tenido problemas de corazón, por lo que encaja en la causa de su muerte. También me ha dicho, desconozco si es de interés o no, que la Sheriff a la que habéis ido a ver tuvo una relación con uno de sus hijos. Cuando comenzaron la relación fue el momento en el que el párroco tuvo otro ataque al corazón. Ahora, ¿cómo váis vosotros? ¿Necesitáis que vaya a algún otro lado? Suerte sería no encontrar más cuerpos que tengamos que abrir.
Y de nuevo sale a relucir el nombre de Hill.
Escuchar al forense nombrar una vez más al granjero reafirmó mi deseo de ir a entrevistarnos con él antes de hablar con los testigos del banco. Tres discusiones o enfrentamientos con tres víctimas. Aquello no podía ser una simple casualidad.
—Quizás sea mejor que nos acompañe a la granja de Hill —dije a Sullivan mientras miraba de reojo a la sheriff tras descubrir su romance con el hijo del sacerdote. No creía que aquel dato fuera a ser relevante para la investigación, pero no podíamos dejar ninguna pista sin seguir—. Lo esperamos en esta dirección —le di los datos por teléfono antes de colgar.
Mis compañeros permanecían extrañamente callados, quizás meditando toda la información que llevábamos recopilada hasta el momento. Pero el silencio pesaba demasiado y, dirigiéndome a la sheriff, quise zanjar el tema que Sullivan me acababa de comentar.
—¿Y usted sheriff Baker? —pregunté, pero en ningún momento tuve intención de ser suspicaz—. ¿Tuvo algún enfrentamiento con el sacerdote? Por lo que sé salió usted con el hijo del cura y, cuando se enteró de la relación, tuvo un ataque al corazón.
En ese momento Jules llegó con su coche al jardín donde se encontraban revisando la escena del crimen. Aparcó sin mucho cuidado, ya que así era su forma de conducir. Salió del coche y se acercó a la puerta del copiloto, de donde en el interior colgaba su chaqueta en una percha plegable que siempre llevaba. Observó que el grupo todavía no había acabado, así que aprovechó para sacar un cepillo de la guantera y con sumo cuidado lo utilizó para limpiar un poco el polvo, arena y otros restos que pudiera haber en su chaqueta. Se la puso, cerró el coche y cruzó la calle para reunirse con el equipo.
—Buenos días señores y señoritas. ¿Qué tenemos aquí? tengo entendido también que vamos a ir a hablar con el tal Martin Hill. La señora del cura se le veía muy apesadumbrada de todo lo acontecido en su vida los últimos días.
Aún esperaba la respuesta de la sheriff, así como alguna intervención por parte de mis compañeros cuando el forense hizo acto de presencia. Había tardado poco en llegar lo que me hizo suponer que la vicaría no estaría demasiado lejos.
—Parece ser que el señor Hill tuvo algún tipo de altercado o discusión con los tres fallecidos —expliqué por alto a Sullivan—. Por el momento, a parte de ese punto en común, apenas hemos conseguido averiguar algo de interés. Creo que ya va siendo hora de hablar con el granjero, ya que la sheriff aún no ha podido hacerlo.
Me giré hacia Johnson y Sparks. Quería contar con su aceptación pero si ellos consideraban que había algo más que hacer allí o preferían hablar con algún testigo o investigar alguna otra pista, no sería yo quien se lo negara. Al fin y al cabo éramos un equipo.