Después de observar con una sonrisa descarada de burla como mi doble era arrastrado al fondo, le grité con tono burlón:
- ¡Que tengas buen viaje y no te olvides de escribir!.
Después observé el agujero con pensativa curiosidad, mientras respondía a Dante:
- Eso parece, pequeño. Es hora de saber quien a abierto las puertas del Purgatorio. Sígueme, nos vamos...
A continuación los dos nos dirigimos a la salida, rumbo a la libertad. Estaba deseando poder degustar un buen brandy, un buen solomillo y disfrutar de la agradable compañía de una dama, después del largo tiempo de encierro.