Partida Rol por web

La figura de Orm, aún divagante tras el mensaje telepático de la Princesa Amatista, se dibujó en el umbral de la puerta de un comedor casi a oscuras... Salvo por un tarro con un cerebro flotando en un líquido fluorescente, o que al menos refractaba la luz azul producida por las partes electrónicas del propio tarro. El Cerebro estaba sobre la carlinga de la nave alienígena de tres metros de largo, conectados por un puñado de cables. Sinestro estaba arrodillado, hurgando en las tripas de la nave. Por encima de su hombro asomaban de vez en cuando sus manos haciendo los ajustes: una con un anillo rojo y otra con un anillo verde.

La luz del tarro parpadeó mientras el Cerebro hablaba.

Hola, Amo del Océano. Yo era uno de los miembros del Escuadrón Suicida que Amanda Waller mandó para matarte. Bzzzzt... Pero Sinestro me encontró en recepción y me encontró otra utilidad... Debes de saber que Sinestro os está traicionando. Bzzt. Nunca pretendió dejaros los anillos de Linterna Roja. Solo buscaba colaboración mientras reparaba su nave... Bzzt-bzzt-Bzzzzzzt.

Sinestro prosiguió con las tareas de reparación sin darse la vuelta hacia el recién llegado. Ignorando al Amo del Océano, como si no fuera una amenaza, como si Orm fuera insignificante.

Habla demasiado-habló por fin Sinestro, sin dejar su tarea-, pero su capacidad de computación lo convierte en un elemento útil para salir de este primitivo planeta. Los anillos nunca os pertenecieron. Tengo en mente los guerreros adecuados para portarlos, y desde luego no están en este Sector.

No sois dignos...

La frase se le clavó como un recuerdo doloroso. Arthur, Vulko y Megara también le dijeron que no era digno.

Espero que me dejes partir en paz cuando termine aquí, Orm. Te evitarás una paliza innecesaria. No estás a mi nivel.

Tras haber examinado el collar de Harley Quinn, Grodd llegó a la conclusión sobre cómo podía librar de aquellos collares explosivos a los miembros del Escuadrón Suicida.

-Necesitaré crear un control remoto -explicó a los dos villanos coaccionados por la Waller-. Si lo sintonizó con vuestros collares y envío a los circuitos información falsa de que los collares ya han explotado, los sistemas del collar considerarán los collares ya explotados y podré retirarlos con seguridad.

La Princesa Amatista regresó llevando instrumental quirúrgico y algunos objetos electrónicos. Lo primero que hizo Grodd fue observar el invento de Luthor y decidir quedárselo. Quizá en un futuro le resultara de utilidad. Después, examinó los distintos objetos que había llevado Amatista, con la esperanza de que hubiera suficientes cachivaches con los que fabricar aquel transmisor. Grodd poseía una mente privilegiada, por lo que no debería serle muy complicado.

-No. No es seguro que permanezcáis cerca mientras desactivo la bomba del collar -le indicó al clon de Oahu, en tono algo frío-. Imagino que en circunstancias normales solo explotaría la cabeza de la arlequina, pero si alguien intentase desactivar el explosivo, el radio de explosión no estaría tan concentrado.

No era cierto. Grodd no pensaba que aquello fuera verdad, si bien le divertía la posibilidad de que el clon de Oahu temiera que pudieran morir a causa de una explosión.

Orm había llegado hasta el comedor buscando respuestas. Una vez allí, aclarada la traición del alienígena gracias a Cerebro y ratificada por el propio extraterrestre, el atlante tenía claro cómo iba a resolver el engaño sufrido.

—Te doy la razón, Sinestro.

El Amo del Océano apoyó su tridente en el suelo y miró al portador de los anillos verde y rojo mientras este continuaba entretenido en la nave donde trabajaba. 

—Tanto él como tú habláis demasiado y también es cierto que no estoy a tu nivel, sino por encima. Da la vuelta y demuestra lo que puedes hacer con actos en lugar de con palabras. No voy a permitirte secuestrar a nadie. No sin que me derrotes.

Marius acababa de alcanzar el límite de recibir el calificativo de indigno. Estaba harto de escuchar no ser merecedor, inadecuado o impropio. Sinestro, después de haber cometido el error de repetirle esa molesta frase, serviría al hijo de Orvax a modo de desquite. 

- ¡Cuando haces POP ya no hay stop!

Harley trató de bromear pero estaba nerviosa, no le hacía gracia perder la cabeza (literalmente, no en el término de locura, el cual ya había alcanzado años atrás cuando conoció al Joker, ¿o ya venía de antes?)

Tras sentarse en la mesa y ser examinada, mientras jugueteaba nerviosamente con sus manos para enfrentarse al miedo, se dio cuenta del anillo que aún portaba. ¡Con toda la emoción de la batalla se había olvidado de él!

Una vez el resto de los villanos abandonaran la sala, trataría de aprovechar cualquier descuido de Grodd para quitárselo de la mano y esconderlo en su traje.

Lo suponía, Orm-dijo Sinestro-. Uno de los motivos por los que vuestra civilización no es extraplanetaria es que en la Tierra vuestro nivel de inteligencia no alcanza para la preservación. Siempre tan suicidas... ¡Anillo! ¡Activa el protocolo 66!

El alienígena se enderezó y giró hacia el Amo del Océano, amenazante.

Activado protocolo 66...

Amo del Océano sintió un tirón en la mano. El anillo de linterna roja se deslizó violentamente por su dedo, voló hasta Sinestro y entró en el anular de su nuevo amo. Ahora el alienígena tenía dos anillos rojos y uno verde... y Orm no tenía ninguno.

En la suite de la primera planta...

Activado protocolo 66...-dijeron los tres anillos rojos a la vez.

De un tirón, los tres anillos se salieron de las manos de Harley Quinn, Grodd y la Princesa Amatista, pero en un movimiento rápido de manos, la payasa del crimen agarró el anillo de Grodd en el aire. Dos de los anillos volaron bajo el dintel de la puerta y torcieron hacia el pasillo. El tercero luchaba contra las manos de Harley como una quidditch borracha y tiraba de ella poco a poco hacia el corredor.

De pie, a una milla de altura, Supergirl observaba con su infravisión la situación de Smile Island. Se notaba que el hotel había sido construido por el paranoico de Lex Luthor: algunas zonas tenían planchas de plomo en las paredes para bloquear la vista de los kriptonianos. Pero la habitación en la que habían entrado los gorilas tenía ladrillos como única cobertura. Y la ventana... la ventana era buen lugar para hacer una entrada triunfal...

Waller...-dijo Supergirl a su micrófono-. Tus cobayas han fracasado. A partir de ahora me ocupo yo.

Linda estaba harta de los tejemanejes de Waller. Tenía más instrucciones y normas, impartidas tras la reunión del Escuadrón Suicida. Tenía que esperar a que le dieran la orden de intervenir de la propia Amanda, y estaba harta. Solo quería su ración de dulce venganza. Se quitó los auriculares y los aplastó con su superfuerza. Y se preguntó si Amanda había planeado la insubordinación de su kriptoniana como parte de algún juego mental mayor.

A la @#$%& con todo.

Sus ojos se llenaron de un fulgor rojo, descargando su visión calorífica sobre sus enemigos...

No paró ahí. Voló en picado, siguiendo su propia ráfaga láser. Cuando ya estaba cerca de la azotea del hotel, las armas defensivas preparadas por Grodd se activaron. Baldosas subieron sobre una especie de gato hidráulico con un cañón apuntando hacia abajo. Un riel desplegaba los cañones para que apuntaran al cielo. Y algunas versiones sustituían el cañón por lanzallamas.

Todo se disparó a la vez contra el objeto volador no identificado que registraba el radar: Supergirl. La kriptoniana casi rebotó contra las ráfagas, que no perforaron su piel pero fueron suficiente para desviar el vuelo y estrellarla en la arena de la playa.

Eso no me lo esperaba... Ugh... Punto para los frikis de la tecnología.

Se sacudió la arena del pelo, verificó que seguía teniendo la esquirla de kriptonita en la mano y se puso en pie, aún aturdida.

De acuerdo... Entremos por la puerta por una vez...-se dijo, caminando hacia el hotel.

De nuevo en la suite del hotel...

¡Cuidado! ¡Al suelo!

Oahu se agachó entre la ventana y la cama. Un haz de luz rojiza sumergió el exterior en una puesta ficticia de sol para luego impactar con fuerza. Los cristales se volatilizaron.

Media habitación quedó arrasada. Mallah estaba inconsciente en el suelo. De Oahu no había quedado nada, si no es que su cuerpo cayó con los cascotes de la cornisa a la piscina.

En la otra mitad de la habitación, y volcando la mesa para hacer de parapeto, tres personas habían sobrevivido casi sin un rasguño: Amy, Grodd y Harley Quinn. En el caso de esta última, la onda expansiva la había lanzado contra la pared del pasillo, pero aún así mantenía sujeta la "quiddith dorada" o más bien roja. El anillo seguía peleando por escapar, pero la telequinesis de Grodd bastaría para evitar que el anillo huyera... o ralentizarlo lo suficiente para que fuera fácil de seguir.

Aunque a Orm no le convenciese portarlo, perder aquel anillo rojo era una mala señal. Sinestro lo quería para sí mismo, muestra de lo valioso del objeto. Ese protocolo 66 pintaba mal.

—¡Basta de cháchara! —rugió el Amo del Océano.

Recordando los enfrentamientos de entrenamiento llevados a cabo con los artefactos del alienígena, el atlante cargó contra el extraterrestre. Pese a tener un arma cuyo alcance llegaba a gran distancia, creía que era mejor entablar combate cuerpo a cuerpo cuanto antes le fuera posible. Las armas rojas y verde de su rival, útiles incluso en una pelea de tal índole, favorecían el combate lejano. 

No obstante, en plena carrera, desde las puntas del tridente salió una descarga de su característico fuego místico. Con algo de fortuna, mediante un ataque semejante, sorprendería al llegado del espacio exterior.

Grodd no sabía qué era el Protocolo 66, pero no le sonó bien, y la posterior explosión le dio la razón. Tras la explosión, el gorila dirigió una mirada a su alrededor, notando que Harley Quinn y la Princesa Amatista habían sobrevivido. Monsieur Mallah parecía que también, aunque había quedado inconsciente. El clon de Oahu era a quien no veía por ninguna parte. ¿Estaría muerto? Era lo más probable, aunque no era momento para buscar su cuerpo.

Grodd se fijó en que Harley había conseguido atrapar el anillo rojo. En ese momento no siquiera le dio importancia a que lo hubiera querido agarrar. El anillo se lo había entregado Sinestro, por lo que la lógica le decía que quizá iría de nuevo a él.

-Suéltalo -le indicó a la arlequina, con intención de que abriese la palma de la mano-. Veamos a donde nos lleva... Haré que vaya despacio para que podamos seguirlo.

Grodd decidió entonces utilizar su telequinesis sobre el anillo, lo justo para que el objeto se marchase de forma lenta y que pudieran seguirlo cuando Harley Quinn lo dejará marchar.

- ¡Pero qué $%&!

El anillo de Harley salió disparado de sus manos antes de que pudiera guardarlo, uniéndose en el aire a otros provenientes de los villanos. Todo sucedió muy rápido, pero Harley saltó hacia adelante y fue capaz de agarrar uno de ellos.

- ¡Ja! Te tengo.

Y en ese momento, la habitación pareció explotar.

Harley salió disparada contra una pared, y quedó algo aturdida. Aun así, su subconsciente le obligó a seguir sujetando el preciado anillo.

Tardó unos segundos en recuperarse, la cabeza le daba vueltas y el humo le hacía llorar los ojos.

-Suéltalo -le indicó a la arlequina, con intención de que abriese la palma de la mano-. Veamos a donde nos lleva... Haré que vaya despacio para que podamos seguirlo.

Harley miró a Grodd, dudando de si seguir sus instrucciones o no, pero finalmente soltó el anillo.

La "snicht" les llevó escaleras abajo hasta la recepción. Bajando las escaleras, vieron entrar por la puerta principal a Supergirl, caminando en lugar de volando, con cara de pocos amigos en lugar de amigable. Un fulgor rojo entre los dedos de su puño cerrado demostraba que tenía algo en su mano, tal vez uno de los anillos de linterna roja.

Al fin... Os voy a arrancar la columna vertebral y os la voy a meter por el @#$%.

El tono de voz de Supergirl era amenazante, puede que con una reverberación eminentemente maligna. Y su traje negro, en contra de sus colores vivo habituales, ya era de supervillana por sí solo.

Entonces todo tembló. La pared que separaba el comedor de la recepción salió por los aires cuando la ballena alienígena creada por el anillo de Sinestro embistió el muro. La figura desapareció dejando un gran boquete. A través de él, Sinestro y Orm veían a Supergirl, Grodd, Harley Quinn y monsieur Mallah. De igual manera, ellos viraron la vista hacia Orm, Sinestro y... ¡El Cerebro!

¡Mon amour!-gritó Mallah, enérgico, al ver a Cerebro encima de la nave espacial del comedor.

En medio de aquel caos, el anillo rojo robado por Harley Quinn seguía en el aire, retenido por la telequinesis de Grodd. Sinestro, que empezó el combate con Orm portando dos de los anillos (uno rojo y uno verde), ya tenía dos anillos de linterna roja más. El quinto anillo rojo era el del Joker, que aún estaba viniendo desde el sótano.

El Amo del Océano comenzó bastante bien su combate: había logrado quemar el rostro de Sinestro con las llamas del tridente y logró apartarse a tiempo para no ser arrollado por la bestia cetácea que salió de su anillo, pero tuvo que ver cómo los anillos seguían llegando con el protocolo 66 sin poder hacer nada.

Grodd... tú eres un primate sensato. Dile a tu primo atlante que me deje marchar con los anillos. Vais a lograr que os mate a todos solo por pura cabezonería.

Todo estaba a punto de salirse de madre. Tenían en la recepción del hotel a dos enemigos tan poderosos que podrían derruir el edificio en el que estaban. ¡Rayos, hasta eran capaces de hundir la mismísima Smile Island en el fondo del mar! Y luego estaba la complicación de los anillos de poder...

Grodd se mostró sorprendido al ver que Monsieur Mallah llamaba "Amor mío" a esa cosa... ¿Era un cerebro metido dentro de un tarro? Bueno... ¿Quién era él para juzgar?

Aunque de entrada su atención se puso en la extraña pareja, sus ojos se posaron de inmediato en los que parecían ser los nuevos enemigos a batir. Sinestro y, para sorpresa del gorila telépata, también Supergirl. ¿Era la misma a la que se habían enfrentado en Metrópolis, tiempo atrás? Todo apuntaba a que sí, aunque la notaba muy cambiada.

No obstante, Grodd se dirigió primero a Sinestro, quien al fin y al cabo le había interpelado. El gorila miró al Lantern con cara de pocos amigos.

-Los anillos se quedan, Sinestro -le espetó el gorila, con cara de pocos amigos, mientras se lanzaba a combatir cuerpo a cuerpo contra el extraterrestre.

Marius, cuando parte del muro rompió, vio a través del boquete al grupo compuesto por Grodd, Harley Quinn, monsieur Mallah y Supergirl.

¿Supergirl en Smile Island? Luego del enfrentamiento entre ella y los Uncrowned en Metrópolis, el antiguo monarca acuático dedujo que la presencia de la heroína iba a suponerles nuevos quebraderos de cabeza.

Pero ese tema sería un problema para el futuro Orm, pues en aquel momento era vital evitar perder el norte durante la contienda en curso con Sinestro. Cualquier distracción, por mínima que esta fuese, serviría para cambiar el rumbo de la lucha. 

Centrado al cien por cien en derrotar al alienígena de los anillos y con Grodd uniéndose a la batalla contra el mismo, el atlante continuó con el asalto a distancia. Dos frentes diferentes, uno en cuerpo a cuerpo y otro a distancia, obligarían a su oponente a elegir en cuál debía enfocarse primero.