Partida Rol por web

 Prisión de Iron Heights. La penitenciaría con más alto grado de seguridad de todos Estados Unidos. Los delincuentes entre estos muros son, en su mayoría, metahumanos con delitos de sangre... dentro y fuera de Iron Heights. Los guardias odian y temen por igual a sus prisioneros. Y, quizás para quitarles ese poder, los infantilizan llamándoles "Pijamas Naranjas" en referencia al color de los uniformes de los supervillanos.

 Iron Heights tiene dos alas diferenciadas para mantener a los hombres y las mujeres separados. La única zona común es el comedor, que se usa en turnos alternos. Y cuando Harley Quinn y las demás presas fueron a desayunar, se encontraron con que los "chicos" ya estaban allí.

 ¿Qué es esto? Se supone que teníamos el local reservado-protestó Cheshire.

 Cheshire miró hacia arriba. En las pasarelas de cemento de gran altura estaban posicionados los guardias, vigilando hacia abajo, mirando a presos y presas con sonrisa burlona.

 Esos cabrones nos prepararon una encerrona. Apuesto a que los guardias han hecho una porra con quién cae primero.

 Cheshire cogió una bandeja de comida y un tenedor de plástico y se acercó al cristal antibalas que la separaba de la cocina. Un hueco para la bandeja permitía pasarla al otro lado, dónde un cocinero grasiento de origen latino (que obviamente no recibía suficiente plus de peligrosidad para trabajar allí) sirvió una bola de puré de patata apelmazada con un cucharón y devolvió la bandeja a su dueña.

Los presos varones habían ocupado casi todas las mesas. Los únicos asientos libres eran los que estaban cerca del Rey Tiburón por motivos obvios: su gran mandíbula podía arrancar una cabeza humana de un solo bocado. El metahumano con cabeza de escualo era el único que tenía una medida de contención adicional: una cadena cuyo extremo estaba unida a un riel que recorría casi todas las paredes. Unos topes impedían que la cadena se desplazara lo suficiente como para que el Rey Tiburón llegara a morder a ningún otro preso. Aún así, estaba completamente quieto, mirando a los demás, mientras su bola de puré se enfriaba sobre la bandeja.

También había allí algunos famosillos menores del crímen, como el cretino australiano que lanzaba boomerangs. Pero a Harley no se le escapó que ella era la única de Gotham allí. Era bastante irregular que la hubieran encerrado en una prisión de criminales "comunes" cuando su opinión como psiquiatra era que estaba lo bastante loca como para ir a Arkham. En cualquier caso, si Harley quería comer sentada, tendría que tumbar a uno de los fuertes hombretones ya sentados o jugar a las sillas con el gigante azul de sonrisa afilada.

Harley estaba indignada.

Aún no podía creer que la hubieran encerrado en una prisión "de segunda", con presos comunes, cuando con su historial era claramente digna de estar Arkham.

A la hora del desayuno caminó cabizbaja hacia el comedor, y se sorprendió al ver la situación.

- ¡Vaya! Esto es nuevo, puede ser divertido... o puedo hacer que lo sea.

Cogió su bandeja y se dirigió a por su ración, observando la situación del comedor y sus ocupantes en el reflejo del cristal blindado.

- Uhm, Nemo parece hambriento.

En su mente, un plan empezaba a tomar forma, ahora sólo necesitaba una víctima.

No necesitó muchos segundos hasta encontrarla. Un matón grande, rapado, con muchos tatuajes y pocos dientes, sentado en una de las mesas más cercanas al Rey Tiburón.

- Perfecto, ese servirá.

Harley se acercó a la mesa del matón y le dijo en voz alta.

- ¡Oh! Nos has guardado la mesa, que detalle. Pensé que ya no quedaban caballeros.

Y esgrimiendo una sonrisa añadió:

- Buen chico, ya te puedes ir a jugar a tu habitación.

Todo el mundo calló y dejó de comer. Había un ambiente tenso que le hacía pensar a Harley Quinn que se había metido con quien no debía.

Grrrrr...

La mole tatuada calvorota se puso en pie. Al girarse hacia Harley Quinn, nuestra payasa favorita reconoció a Bane. Algunos de los policías de las pasarelas le jalearon, seguramente los únicos que habían apostado por él (o en contra de Harley).

Mi habitación privada es todo este @#&! planeta, niña. Voy a donde quiero y una mocosa como tú no va a decirme...

La frase de Bane fue interrumpida por el lanzamiento de puré de patata de Harley Quinn. Se produjo el doble de silencio, el doble de tenso, mientras otro de los presos tragó saliva con un "glups" sordo. El pegote de puré resbaló muy lentamente de la cara de Bane, que ni siquiera pestañeó.

¡¿Cómo te atreves?!

Bane dio un puñetazo que Harley no tuvo problemas en esquivar. Una chica bonita ya no puede puredepatatear al azar a cualquiera a su alrededor todo el tiempo, porque hoy en día la gente no tiene sentido del humor.

- Ups...

- De todos los matones encerrados en esta prisión, y he tenido que ir a escoger Bane... ¡No es mi culpa que no le haya reconocido sin la máscara, ni el chute de veneno!. ¡Bueno! como diría Mr. J, cuando haces POP ya no hay STOP (¿o era un anuncio?).

Ya no había marcha atrás, así que iba a tratar de disfrutar de la situación.

- ¿Qué pasa Bane? Te veo más pequeño que de costumbre, ¿acaso estás a dieta?

Harley sonrió sabiendo que era el centro de atención, ¡eso le encantaba!. Empezó a dar vueltas alrededor de Bane mientras le lanzaba más puré a la cara.

- ¡Batalla de comida!

Pequeña títere del Joker, ¡él no está aquí para protegerte!

Bane se lanzó contra Harley, resbalando con un poco de puré que había quedado en el suelo. Se deslizó medio comedor hasta terminar en la mesa del Rey Tiburón. Después... Hubo gritos. Hubo sangre. Ya no hubo Bane.

En la pasarela, uno de los guardias vomitó ante tan horrible visión. Un vómito que aterrizó sobre el puré de la bandeja del Capitán Boomerang.

¡Eh, hijo de mil uombats!-gritó hacia arriba, enfadado-. ¡En Australia hay bolsas de canguros con mejor olor!

Dobló la cuchara de plástico en ele y la lanzó hacia un lateral, voló hacia arriba, se enganchó en el nudo de la corbata del carcelero y la inercia lo desequilibró hacia delante, haciendo que aterrizara sobre la mesa, las bandejas y un montón de puré. Un funcionario de prisiones rodeado de peligrosos convictos era motivo para preocuparse. Uno de sus compañeros pulsó la alarma. Todo fueron ninoninos de sirena y lucecitas rojas parpadeantes.

Un pequeño homicidio imprudente de nada, y de pronto todo el mundo deja los asientos libres. Mucho mejor que pedir por favor que le cedan un asiento. Mientras Harley empezaba a saborear el puré (y todo a su alrededor era un caos), Cheshire se sentó a su lado para comer con ella.

Awf... Sé que no es asunto mío, Harley Quinn, pero... ¿Eres consciente de lo que acabas de hacer? He escuchado historias... Historias malas. Dicen que los prisioneros que llaman demasiado la atención, los "conflictivos", desaparecen. Los guardias se los llevan. Algunos no vuelven. Y los que vuelven... bueno, no vuelven bien del todo. No paran de repetir las palabras "escuadrón suicida".

Unos tipos agarraron al guardia de la mesa y tiraron de sus brazos para arrastrarlo al suelo. Otro preso, más pardillo, cogió la pistola de huella térmica de la cartuchera. De inmediato, 1.000 kilovatios lo electrocutaron hasta la muerte. Su cadáver olía a quemado.

Dicen que hay collares... collares electrónicos que pueden explotar en cualquier momento. Solo quedan restos de cuello para abajo. La cabeza... ¡puf!, ya no está.

Desde las pasarelas, los guardias empezaron a disparar dardos somníferos con sus rifles. Al nivel del comedor, una compuerta se abrió para dejar pasar primero una granada de humo. Lo segundo en salir fueron varios hombretones con equipo de antidisturbios.

- Puagh...

Harley torció el gesto cuando El Rey Tiburón devoró a Bane. Pero ese pensamiento le duró un solo instante, dando paso a su habitual locura.

- Nemo, ¡me debes una!

Dijo guiñándole un ojo y lanzándole un beso al escualo.

A continuación se dirigió a la mesa de Bane. El resto de presos se levantaron y se hicieron a un lado, dejando que Harley se sentara y se quedara con las bandejas.

El comedor estaba sumido en un caos. Alarmas, dardos, gritos, humo... ¡Ha! los recuerdos que esto le traía. Arkham, Gotham, aquel maldito murciélago y el Señor J. ¿Dónde estaría ahora?

Fue en ese momento cuando Cheshire se sentó a su lado y le habló sobre el escuadrón suicida.

- ¡Cheshire! No me digas que tú también te crees esa vieja historia de prisión. No es más que una leyenda urbana, como el hombre del saco, o Drácula. No, espera, ese es real.

Harley vio abrirse las puertas, y como los antidisturbios procedían a entrar en el comedor.

- ¡Una no puede ni terminar de comer tranquila! 

Y poniéndose en pie con una de las bandejas como arma improvisada, añadió:

- Allá vamos de nuevo

¡Idiota! ¡Están disparando desde arriba! Tenemos que refugiarnos bajo las mes...

Cheshire alargó la mano hacia Harley para ponerla a salvo, pero uno de los dardos tranquilizantes disparados desde las pasarelas alcanzó a la asiática.

Odio cuando pasa esto...

Se desmayó por los narcóticos tras balancearse, trastabillarse y caer a los pies de Harley Quinn. Eso le hizo recordar al guardia que cayó de la pasarela: los presos le habían arrebatado el arma electrocutada, pero si él también estaba preparado para disparar desde arriba, en la cartuchera del cinto debería tener un pequeño número de dardos tranquilizantes*.

Mientras tanto, uno de los operarios tocó un botón. Diez mil kilovatios de potencia salieron del riel de la pared saltando de eslabón en eslabón hasta llegar al hombre tiburón en el extremo de la cadena. No fue suficiente para tumbar al Rey Tiburón.

Bwbabebebwb... ¿Dónde estar todos?

Los tiburones tenían fama de tener mala vista, pero detectaban a sus presas por electrorrecepción. Al electrocutar a Nanaue, sobrecargaron sus receptores y le dejaron "ciego". Parte de los antidisturbios aporrearon al Rey Tiburón ahora que estaba indefenso. El resto tuvieron que contener a presos y presas luchando por igual contra la autoridad. Era una carrera contrarreloj, el verdadero ataque venía de arriba: los guardias desde las pasarelas seguían disparando dardos tranquilizantes, durmiendo a tres presidiarios más.

Harley se cubrió con la bandeja para tratar de evitar los dardos.

- ¡Hey! Sois unos aguafiestas, ahora que empezaba la diversión...

La situación se complicaba para los presos, dardos tranquilizantes llovían desde las pasarelas, antidisturbios cargaban a través del comedor... Sólo un milagro podía mejorar la situación.

Y entonces ocurrió.

Sonó un gran estruendo.

Eslabones metálicos saltaron por los aires, a los que siguieron unos cuantos guardias.

¡Nanaue era libre de nuevo!

Los presos empezaron a lanzar vítores, animados por el cambio de situación. Pero algo iba mal. ¡El Rey Tiburón no se limitaba sólo a machacar a los guardias! Nanaue golpeaba a diestro y siniestro, sin diferenciar entre aliados o enemigos.

Aprovechando el caos desatado, Harley se aproximó a uno de los antidisturbios. Tal vez pudiera hacerse con su táser...

Los prisioneros eran duros. Algunos de los guardias empezó a caer. Pero fue el miedo a Nanaue (y su formidable forma física) la que terminó por romper las líneas de antidisturbios.

¡¡¡GROAAAAAAAAAAAAR!!!

Los dardos sedantes que disparaban desde arriba ya no apuntaban hacia todos los presos, sino que se centraban en intentar perforar la dura piel de tiburón para hacer que la bestia fuera de control cayera dormida. El caos se intensificó. Varios de los guardias habían caído. Harley empezó a registrar los bolsillos de uno de los muertos. Llevaba un paquete de chicles, una moneda de veinticinco centavos, una pelusa probablemente valiosa y un botón. Estaba tan entretenida con el botón que no se dio cuenta de que otro guardia se acercaba porra en alto hasta que lo tuvo encima.

¡NO!

El Rey Tiburón sujetó el brazo del celador, apretó y retorció hasta romperlo. Mientras el guardia se dolía, Nanaue señaló con su otra mano palmeada a Harley Quinn.

Proveedora de comida...-la llamó; es cierto que a Harley Quinn le habían llamado antes con apelativos peores.

Después parecía que agachaba la cabeza para asentir, pero tan solo era para cerrar sus mandíbulas sobre la cabeza del funcionario de prisiones al que había reducido. La arrancó y la tragó con casco y todo.

Paralelamente a esa visión horrenda de un documental de Wild Life, Harley también se percató de que la pared móvil por la que habían entrado los antidisturbios seguía abierta. Era una ocasión perfecta para escapar.

- ¡Gracias Nemo!

Harley se había librado de una buena paliza gracias al Rey Tiburón.

- Maldito botón, tengo que aprender a no distraerme tan fácilmente, porque al final me crea problemas. Es como aquella vez cuando Mr. J y yo asaltamos el Gotham Central Bank y entonces Nightwing... ¡Agh! Lo he vuelto a hacer de nuevo. ¡Céntrate, Harley!

Harley analizó la situación. El caos siempre crea nuevas y jugosas oportunidades, y en este caso, una posible vía de escape.

Observó la puerta que habían utilizado los antidisturbios, seguía abierta. Pero sería muy arriesgado tratar de abandonar las instalaciones estando desarmada.

Localizó a un guardia que se encontraba forcejeando con dos de los presos, y se acercó por su espalda para tratar de robarle el táser.

Tengo visto uombats más rápidos, payasa.

La mano del Capitán Boomerang se deslizó en paralelo a la de Harley Quinn hasta coger el táser del cinto.

No puedes ser el protagonista de todas las historias. Esta es mi fuga. Y no acepto en mi equipo a ningún lastre.

El australiano colocó el táser en el cuello de Harley haciendo que 10.000 voltios recorrieran el cuerpo de la presidiaria. Harley cayó al suelo y su boca soltó más espuma que una fiesta de la espuma de las metáforas malas. Sus párpados se habían contraído tanto que era imposible cerrar los ojos. Su cerebro continuaba funcionando, pero a cámara lenta. Vio al Capitán Boomerang alejarse hacia la salida. Uno de los dardos de la policía alcanzó a ese maldito hijo de flufas haciendo que se derrumbara antes de cruzar el umbral.

El siguiente en cruzarse en el campo de visión de Harley fue el Rey Tiburón, desplomándose en el suelo con el lomo lleno de dardos. Sus branquias se abrían y cerraban como un pez fuera del agua. Iron Heights era una prisión de alta seguridad por algo, y no tardaron en controlar la revuelta.

Después llegó a la escena del crimen unos zapatos de tacón bajo con unos tobillos enormes de piel azabache. La mujer que estaba más arriba de esos zapatos señaló a Harley Quinn. Dos guardias cogieron a la villana por las muñecas y la arrastraron hacia un pasillo, un ascensor, otro pasillo y, finalmente, la puerta de un despacho. Amanda Waller tendría una conversación privada con ella. Y lo que pasó después lo podéis encontrar en...