Si les parece bien podemos reunirnos esta misma noche en mi posada para partir. Se llama El descanso del guerrero. Tres o cuatro horas deben ser suficientes para todos los preparativos. ¿Están de acuerdo?
Asiento con aire de fastidio. Los preparativos siempre han sido motivo de impaciencia para mí.
- Así sea. Nos reuniremos en unas tres horas y media en la posada El descanso del guerrero, como bien decís, señor - concluyo con tono tajante - Señor senescal, espero que no sea molestia que nos enviéis ahí cuanto creáis conveniente para realizar nuestro cometido. Por mi parte, no he traído ni carruaje, ni sirvientes, ni armas. He venido a Barcelona con lo que veis - sonrío fríamente - De modo que es para mí un honor contar con vuestro apoyo y sustento.
Miro a mi alrededor con aire inquisidor.
- ¿Alguien más ha de aportar algo, o podemos zanjar nuestros asuntos aquí?
-Tengo a mi propio acompañante, que se unirá gustoso a la caravana, espero. Por lo demás, un hombre de Dios hace voto de pobreza y sabe viajar con pocas cosas. No necesito preparar nada. En tres horas nos encontraremos en el punto de reunión, entonces.
Hizo un gesto con la cabeza a los presentes, aunque no pudo evitar sentir una punzada de angusia al pensar que tendría que viajar con aquellas dos mujeres a su lado. Como Cristo tentado en el desierto, iba a tener que sobrellevar lo mejor posible sus cuarenta días de prueba espiritual.
De acuerdo entonces. Nos veremos allí. Si me disculpan, damas, caballeros y Príncipe, debo apresurarme para tenerlo todo listo. ¿Qué solución hay para el asunto de los vehículos, monsieur de Marseille? No sería bueno para el fin de la misión que el sol nos carbonizara en el primer amanecer del trayecto. -no quiero tener que disponer del mío propio, no sería adecuado, diría muy poco en favor del Príncipe en cuanto al interés del éxito de la tarea encomendada-.
Por lo demas parecia que todo iba como debia.
-Entiendo asi, señores y señorita que nuestra presencia deberia llebarnos a encontrarnos de aqui tres horas más o menos. Afirmando levemente con la cabeza recogi la parte delantera del vestido. Nos encontraremos en la posada pues asi sea. Por mi parte llebare mi carromato y a gente de mi confianza para llebar a cabo la misión. Intentare acondicionarlo y para poder tener un trayecto tranquilo. Además de llebar provisiones...
Siendo asi retrocedi unos cuantos pasos hasta llegar a la puerta
Caballeros, dama... Hice una pequeña reverencia. Hasta más tarde.
Así dirigiendome hasta el exterior para ver si encontraba a mi mentor o a mi ghoul.
Si encuentro a mi mentor me paro a charlar con él... no siendo así me voy con Luis al quien tambien necesito charlar.
Hago una cortés y rápida reverencia a la dama rubia, que va saliendo ya por la puerta.
- Luego nos encontraremos, pues. Hasta entonces, señorita Schibaldi - me despido con rapidez de ella y, una vez se ha cerrado la puerta, me giro hacia el senescal - Bien, ¿qué me decís, mi señor? ¿Podréis proveernos a quienes carecemos de transporte de un vehículo? Mi condición requeriría de un carruaje especial, pues no es lícito que dama y caballero pernocten juntos. Pero lo excepcional de la situación hace que me adapte a lo que buenamente queráis ofrecerme, mi señor - mi tono de voz se hace algo más frío, dejando claro que para mí el compartir transporte es un sacrificio - Aún así, creo que podré sacar provecho de la situación...
Miro a mi alrededor y poso mi vista en el fraile, volviendo a sonreír un poco y denotando así que su presencia ha llamado mi atención.
- Con tan interesante y placentera compañía, creo que el viaje será sumamente interesante y esclarecedor. Tendremos mucho tiempo para hablar y compartir experiencias. ¿No es así, fray Bernardo, señor...? - miro al otro hombre arqueando la ceja izquierda. No recuerdo si ha dicho su nombre o no.
El senescal se acaricia la barba pensando en lo que puede hacer por ustedes. Entonces mira a Bernguer y este le hace un seña de asentimiento. Despues les dice:
- Pues tendrán sus medios de transporte en la taberna del señor Aziz a la hora convenida. Yo me encargaré de que sea algo adecuado para un viaje de estas caracterirsticas.
Y sin más se retira.
Berenguer también se despide y les desea éxito en la misión. Ahora solo les querda prepararse a cada uno.
-No os ofendáis, mi señora, pero no es un viaje de placer precisamente. Me contentaré con llegar a mi destino sano y salvo, sin ceder a las tentaciones del camino ni a las fuerzas maléficas que lo pueblan -contestó Bernardo con aire reservado-. Y yo también debo preparar mi viaje. Nos vemos luego.
Con una inclinación de cabeza, el monje abandonó la habitación.
Sonrío más abiertamente.
- No me ofendéis, fray Bernardo. Que así sea, aunque sigo pensando que será un interesante viaje para todos.
Hago una reverencia ante el príncipe y el senescal antes de que se marchen, y me giro muy erguida para salir por la puerta.