Partida Rol por web

El demonio te mira pensativo. Por extraño que parezca, ese ángel caido se veía sereno ante tu declaración de principios acerca de la bondad y tu misión en este mundo. El fija la mirada de sus cuencas sis ojos en los tuyos y te dice:

- No sabes cuál fue el motivo de nuestra caída. Ninguno de nosotros fue soberbio, sino que nos movió el amor, pero ese sentimiento se secó en nosotros y nadie pensó en nuestro sacrificio cuando nos arrojaron al pozo.

Luego se para, apunta con su dedo a tu pecho y dice:

- Tú tienes algo que es mío, cainita. María me dio su alma y ahora está en tu interior, así que una parte de nosotros siempre estará contigo, Bernardo.

-Si eso es lo que tiene que ser, será. Si tengo que vivir con el recuerdo de mis acciones, que así sea. Es lo que me merezco por haber infrigido las reglas de Dios. Pero sé que el Señor, al final, perdona. Lograré su perdón por medio de la penitencia. Esa es mi vida -contestó Bernardo con los ojos cerrados.

El demonio se te queda mirando con sus ojos vacíos, como si tratara de entender de dónde provenía su reserva de rectitud y fe, o si era cierto que Dios perdonaba los pecadores. No obstante, de un solo salto se alza y abre las alas, repartiendo por todos lados sus plumas ni bruscas y sucias. Desde lo alto, con una mezcla de grandiosidad y suprema maldad, hace sonar una voz tronante para sentenciar:

- No esperes que sus convicciones se mantengan incólumes por toda la eternidad. He visto a otros más píos  caer en las garras de la bestia que se anida en su interior. Recuerda en ese representante de la nueva maldad, aquella que ya no busca adoración ni ser fomentada por lo de mi clase, sino que sólo necesita de un fin superior que la justifique. Por mi parte yo te acompañaré hasta el fin de los tiempos.

Y entonces, acompañado por un ventarrón frío y la misma pestilencia que sale desde el interior de una tumba mohosa, la imagen del ángel caído se disolvió en la brisa como un montón de cenizas grises y cayeron y tiznaron todo lo que se encontraba en esa garganta perdida en medio de las montañas.

En ese momento supiste que pensar ¿le había vencido realmente? ¿Sería nuevamente una treta para poner a prueba tu alma? No podías decirlo a ciencia cierta, pero el aire que te rodeaba llano no era opresivo ni estaba cargado de pestilencia, simplemente todo volvía ser árido como debía ser en esas montañas.

Cuando miras a alrededor de las cuenta de que casi la totalidad de los portadores de la "reliquia" había muerto, ya fueren cainitas o humanos. Sólo podías ver con vida, pero tirado en un rincón inconsciente a Joffrey, mientras que Aziz y una de sus putas aún se removían en el rincón del cual fueron dejados atados. Todo lo demás era silencio y muerte.

Bernardo respiró aunque no le era necesario. Sus pulmones muertos albergaron el aire rancio de las montañas y, de algún modo, aquello le sirvió para revigorizarse. El demonio se había ido. Ahora sólo quedaba lo que estaba dentro de él. Bernardo no había dicho ninguna bravuconada: creía realmente que su no-vida tenía que ser un camino de espinas para purgar sus pecados y congraciarse con Dios. Como mortal, había pecado. En aquellos años había vivido en estado de gracia. De nuevo sus pecados eran grandes y necesitaban de penitencia. Buscarla le llevaría, quizá, el resto de la eternidad. Pero Bernardo no dudaba del infinito amor del Señor. Por él se había sacrificado y por él había consumido el alma impía del demonio.

Acudió junto a Joffrey y tras morderse la muñeca dejó que unas gotas cayeran en su boca. Al igual que él se había alimentado de su sangre, ahora lo nutría para que volviese a la vida. Después se ocupó de Aziz y de las putas. El Seguidor de Set había demostrado que no tenía ningún amor por Dios o por la bondad.

-Tú. Has traído la desolación y el odio contigo. No mereces seguir viviendo en ese cuerpo inmortal que manchas con tus actos viles.

Joffrey bebe un poco de la sangre que le das, pero luego, mostrando un gran dominio de sí mismo, aleja su boca, quedándose ahí en el piso mientras se recupera.

En tanto Aziz, al escuchar sus palabras, mira fijamente a los ojos de Bernardo y con descaro le espeta:

- ¡Oh! ¡Olvidaba que eres el juez y verdugo! Tu Dios te ha dado el poder para decidir quienes son dignos del Don Oscuro y quienes escoria ¿Por que no terminas con esto rápido? Ya has consumido a María, así que un desliz más en esta noche no empeorara demasiado tu carga.

Y desafiante te ofrece su cuello. Lo malo de eso es que una vocecilla en tu cabeza, que era la tuya propia, te decía que lo hicieras, que después de todo lo merecía.

Bernardo apartó la cara, asqueado por sus propios pensamientos. No necesitaba consumir otro alma y ofender de nuevo al señor. Esta vez, el Demonio no ganaría la batalla.

-Tu sangre es hiel y tu alma basura. No la quiero. Pero tu existencia va en contra de todo lo que creo. Arrepiéntete, Aziz. Arrepiéntete de corazón y te dejaré vivir, pero vigilaré cada uno de tus pasos hasta que crea que realmente has visto la luz. Si no es así, ahórrate la huida y deja que te estaque el corazón.

Aziz te mira de hito en hito, como si en verdad le importara un carajo que le estuvieras amenazando con la estaca. Luego se da media vuelta, mira a la prostituta que le ha quedado viva (la de pelo moreno y piel oliva) diciéndole:

- Vamos, mi pequeña flor. Esta compañía de mierda ya ha durado demasiado tiempo y nuestro misión ha llegado a su fin despues de todo. Si el tan emerito hermano Bernardo desea meterme una estaca, que lo haga por mi espalda. Por lo que sé, siempre ha sentido deseos de apuñalar a alguien por la espalda y esta es su oportunidad.

A Aziz no le impòrtaba para nada tus amenazas y llamadas al arrepentimiento. Sencillamente, te estaba provocando para que dieras el paso final y te encargaras de él.

-Lucifer cayó por soberbia.

El monje se acercó más a él y le clavó la estaca de madera en el corazón con toda la fuerza de la que era capaz. Cuando Aziz se quedó duro como la piedra, se volvió hacia la meretriz.

-Nada tengo para ti, excepto perdón. Si te arrepientes de lo que has estado haciendo hasta ahora, te llevaré a un convento donde podrás pasar el resto de tu vida en paz. Tendrás comida, un lugar donde dormir, y el abrigo de la fe.

La verdad es que el setita ni siquiera intentó evitar tu estaca. Era como si deseara que le hicieras eso... como si buscara aumentar tu condenación inmolánse. Antes de que se undiera en el letargo, Aziz te mira a los ojos y con usa sonrisa y dice:

- No te esfuerces. Eres igual al resto de nosotros.

En cuanto a la mujer, te mira con u profundo desprecio y odio, después dice algo en su lengua, que por como sonaba puede que se trata de una maldición, y tomando un cuchillo que llevaba entre sus ropas y sin ningún rastro de duda o miedo, ella misma se corta el cuello.

A pesar de haberte alimentado hace poco hasta tomar el alma de María, el aroma de la sangre y que tu Bestia aún esté a flor de piel hace que tu interior se revuelva y que nuevamente sientas el llamado de tu naturaleza oscura.

Bernardo alzó la mano e intentó pronunciar una orden que evitaría el suicidio de la prostituta. Demasiado tarde. Cuando la sangre brotó y se derramó en el suelo, el vampiro saltó hacia ella y bebió de los labios de la herida a tragos largos e intensos. Sus dedos se hundieron en la carne aún caliente de la mujer, hincando las uñas en ella y gruñendo como un animal.

El demonio que llevas por dentro y que por ahora parece haber adquirido demasiado poder sobre ti. Te lanzas con una lujuria completamente completamente desconocida en ti. Es algo ruín y ni siquiera puede definirse como animal, pero lo peor es que es placentero.

No obstante, imbuido en ese extasis obceno, logras tener un chispaso de conciencia y ves cosas extrañas... cosas que te llenan de pavor. Ves a los padres de todos los vampiros, aquellos que comenzaron con los clanes, levantarse de sus escondites bajo tierra y deborar a sus hijos como lo hizo Saturnos en los cuentos de los antiguos paganos. El mar y la luna se vuelven sangre y el sol se pone negro como el fondo de un horno. Era el apocalipsis traido por los padres de vuestros padres.

Esto solo se detiene cuando una mano te aferra firmemente de los hombros y te lanza hacia atrás. Se trata de Joffrey, quien con fuerza te dice:

- ¡Contrólate, Bernardo!.

El Lasombra se apartó de la mujer respirando entrecortadamente aunque no necesitara el aire. La sangre le chorreaba por la barbilla y tenía los ojos vueltos, pero logró dominarse y volver a su ser.

-Joffrey... -Se limpió con la mano y luego ésta con la tierra del suelo-. Joffrey... ¿Ha terminado ya todo?

Miró a Aziz, paralizado por la estaca. No podían dejar estar aquel cuerpo impío hasta el amanecer. Tendrían que decapitarlo para asegurarse de que acababa muerto.

-El demonio no vendrá ya.

El salubri se queda mirando por un momento a Bernardo con cuidado, como si no creyera que ha logrado controlarse del todo. No obstante, cuando ya se muestra del todo coherente, Joffrey le dice a Bernardo:

- Debemos buscar algun refugio antes de que sea demasiado tarde, Bernardo. Si mis cálculos no fallan, falta poco para el amanecer; quizá el tiempo no juegue a nuestro favor.

No obstante, el terror que podía causarte la aparición del astro rey no podía compararse a lo que te producía las visiones que acabas de tener y que ahora las ves con una perspectiva diferente al no estar bajo el influjo de tu bestia interior. Es como si por un momento el don que el Señor le dio a Juan en a trevés de sus visiones en Patmos se te fuera consedido a ti y hubieras visto el fin de todo. No sabes por qué, pero tienes la certeza de que esas visiones son tan reales como todo lo que te rodea en ese momento.

A poca distancia de donde te encuentras uno de los carromatos está intacto. Alli podrán acogerse sin problemas para que los rayos del astro rey no les reduzcan a cenizas.

Jofrey te ayuda a parar y pasando el brazo por tu espalda te dirige al carromato. Una vez adentro, la mirada inquisitiva del salubri te traspasa como si intentara ver más allá de tu fachada externa. Luego, con gravedad te dice:

- El resplandor de tu alma ha quedado manchado por la diablerie, así que debes tener cuidado de que no seas descubierto por alguna autoridad. No obstante, hay algo más en ti... ¡Has experimentado algo especial después de lo que hiciste?.

-Lo cierto es que he visto una visión. El demonio venía a reprenderme por lo que he hecho, pero no tengo por qué dejar que envenene mi alma. Lo que he hecho lo he hecho por Dios y por el bien del mundo. No tienes por qué preocuparte, amigo. Cuando vuelva a casa me encerraré en el monasterio como he hecho desde que me convirtieron en lo que soy y seguiré buscando a Dios en mis rezos.

Mientras ustedes tienen esta última conversación se dan cuenta que afuera el sol comienza a asomar sobre las montañas, pues sus parpados se ponen pesados y suenten el olor a carne quemada en el exterior. Seguramente la maldita alma de Aziz estaba siendo enviada al infierno en ese mismo instante.

Sin más, después de todas las emociones extremas que experimentaste en los últimos días, tus ojos se cierran cansados y te hundes en el suelo de los condenados...

Esperas de todo corazón descansar.