Partida Rol por web

Tanto María como Silvina se abren paso entre la gente para llegar al fondo del callejón. Ambas llegan casi al mismo tiempo a la escena del crimen y se encuentran con Aziz acompañado de un hombre harapiento, ambos observan absortos lo horroroso del espectáculo.

En el lugar donde debía de estar la cara de la mujer ven su nuca y la mata de pelo negro sucio de la parte posterio de su cabeza. Estaba reclinada contra la pared, con la cabeza girada completamente hacia atrás. Su túnica color vino tenía costrones de sangre y entre sus piernas, que se encontraban abiertas, podian verse sus entrañas vaciadas en el piso. Algunos de lo presentes vomitaban y se retiraban de la escena, aunque a ustedes eso nos les ocurre. Son vampiros y lo que menos les produce la sangre es asco.

Entonces miran en la pared y ven que hay algo escrito. No necesitan acercarse para saber que se trata de sangre, pues el olor la delata. Lo que dice en la pared es:

scire qui sint et invenietis
Legio nomen mihi est quia multi sumus

Mientras estas ahí parado, con toda la multitud de mirones santiguandoce a tus espaldas, escuchas la traducción que te hace el nosferatu y sabes que de algún modo esto tiene que ver con la misión.

Entonces de entre el gentío aparecen María y Silvena, que se quedan mirando el espectaculo de la mora muerte. Un poco más atrás aparece también fray Bernardo.

Era facil llegar al lugar donde estaba el origen de toda esa bataola, simplemente había que ir en sentido contrario que toda la gente que escapaba despavorida. Al final llegas a la susodicha taberna del setita y te das cuenta de que hay mucha gente agolpada en un callejón vecino. 

Te abres paso entre la gente y llegas al fondo del callejón, encontrándote ahí con Aziz, María y Silvina además de un hombre que no conoces, pero esto no es lo único. Había una mujer que en el lugar donde debía de estar su cara se veía su nuca y la mata de pelo negro sucio de la parte posterio de su cabeza. Estaba reclinada contra la pared, con la cabeza girada completamente hacia atrás. Su túnica color vino tenía costrones de sangre y entre sus piernas, que se encontraban abiertas, podian verse sus entrañas vaciadas en el piso. Algunos de los humanos presentes vomitaban y se retiraban de la escena, aunque a ti eso no te ocurre. Eres vampiro y lo que menos te produce la sangre es asco.

Entonces miras en la pared y ves que hay algo escrito. No necesitas acercarse para saber que se trata de sangre, pues el olor la delata. Lo que dice en la pared es:

scire qui sint et invenietis
Legio nomen mihi est quia multi sumus

No es difícil para ti conocer la traducción:

"Sé quienes son y los encontraré

Mi nombre es legión porque somos muchos"

 Aziz vuelve su gesto hacia Elías, le abraza ligeramente y susurra: Una auténtica lástima lo que le ha ocurrido a vuestro regalo. Meditad y elegid si preferís alguna otra de mis chicas y a la vuelta de mi misión decidme de quién estáis encaprichado. Tengo claro que no os debo nada, pues ya os pertenecía, pero es cierto que la han asesinado por su relación pasada conmigo y dada nuestra amistad me siento en deuda con vos aunque no lo esté.

¡Queridos amigos! -dice a María, Silvina y Fray Bernardo en voz bien alta y clara para que todos puedan oirlo- Mucho me temo que nuestra presencia en este callejón no tiene sentido, pues nada de lo que hagamos puede devolverle la vida a esta pobre e infeliz infiel, víctima del fanatismo. Su origen étnico, su religión y su profesión tan impura posiblemente han sido la causa de su ejecución -se acerca a las dos damas, las toma del brazo, la italiana a la derecha y la española a la izquierda y comienza a caminar alejándose del lugar de los hechos pasando al lado de Fray Bernardo y comenta a los tres- Vámonos, lo que tengamos que hablar será mejor hacerlo en privado y de camino, no en mitad del gentío.

No me gusta que Aziz me tome del brazo y me lleve, como si necesitase de alguien que me guiara. Me suelto de su brazo suavemente y me giro hacia el hombre que venía detrás de mí en silencio.

- Aquí se separan nuestros caminos, mi señor Kosiusko - me despido de él tendiéndole la mano para que la bese y haciendo una ligera reverencia - No sabéis con cuánta gratitud me despido de vos, por vuestra amabilidad y agradable compañía. Vuestro voivoda os tendrá en alta estima de seguro, ya que sois un orgullo para nuestro clan. Sé que volveremos a encontrarnos.

Me quedo mirándole fijamente unos segundos y vuelvo en mis pasos hacia donde están mis compañeros de travesía, indicándoles con un gesto con la cabeza que ya podemos continuar. Esta vez, eso sí, sin que nadie me agarre del brazo, pienso irónicamente.

- Mis disculpas, pero debía despedirme de mi compañero y guía en esta ciudad - digo en un tono frío - ¿Dónde están los carros y todo lo que el príncipe nos iba a proporcionar?

Fray Bernardo llegó en compañía de otro fraile, su pupilo Javier. Su rostro, pálido por lo general, se hallaba desencajado. Pronunció las palabras que leía sin llegar a decirlas. Se santiguó con energía y miró a Javier asintiendo. De nuevo había ocurrido.

Notó un cosquilleo en la punta de la lengua. Hacía tanto que no bebía de una mujer como que no tenía trato carnal con una, pero la sangre desparramada por doquier se le antojó más dulce y llamativa de lo habitual. No debía beber, no allí, no ahora. Debía vencer la gula y la lujuria que se instalaban en su corazón, y disponer de las oraciones debidas para la pobre alma atormentada.

-"Sé quienes son y los encontraré. Mi nombre es legión porque somos muchos" -dijo Fray Bernardo a los vampiros allí presentes-. ¡Es lo que os conté en la reunión de los Primogénitos! Esta buena mujer... ¿Acaso ha sido poseida por fuerzas demoníacas? ¿Qué ha ocurrido?

Observo al fraile, que parece sentirse realmente afectado por la sangrienta muerte de esa estúpida y, sobre todo, por esas palabras amenazantes de la pared. No sé muy bien a qué se refieren, pero lo cierto es que por el momento no me importa... No quiero quedarme más tiempo en mitad de la calle donde acaba de aparecer un cadáver macabramente asesinado. Somos los únicos del gentío que no damos muestras de pavor o pena.

- Mi buen señor - me dirijo a Fray Bernardo con impaciencia - Deberíamos ocultarnos en los carros y hablar sobre todo este asunto allí. Sea por fuerzas demoníacas o simplemente por un humano, no hay nada más que podamos hacer aquí. Estamos llamando la atención, no sabemos qué ojos puede haber posados en nosotros.

Le indico a Aziz que me conduzca a los carros.

Mientras ustedes están hablando, los carromatos enviados por el Principe llegan a las afueras de taberna. En ellos venía el señor senescal acompañado por el moro que los acompañaría en el viaje. Tambien vienen guardias del palacio que de inmediato cierran el sector y obligan a los mirones a retirarse.

El senescal junto al assamita se quedan por un momento mirando el cuerpo de la mujer muerta y luego se da la orden para que llamen al sepulturero y que lancen los restos en la fosa comun de la ciudad. Entonces Louis de Marseille se reune con ustedes y les dice:

- No sé ustedes, pero ese mensaje me parece una amenaza directa ¿Tendrá que ver con esa criatura demoniaca que vio en el camino, fray Bernardo?.

-La cabeza está girada igual que en el caso del hombre que nos detuvo en el camino. Controla a los muertos como títeres... Pobres almas -Bernardo volvió a santiguarse-. Esto significa que el Diablo está tras nuestra pista y que sabe quienes somos. ¿Querrá destruir la reliquia o usarla para fines malvados?

 Tranquilizaos, Fray Bernardo, sea cual sea el caso nos anticiparemos. Entre tanto de nada sirve quedarnos aquí elucubrando, montemos en los carros y emprendamos la marcha.

El senescal no quiso ahondar más en el tema de la mujer muerta y les muestra lo que ha traido para que ustedes viajen. Él ha traído tres carromatos con grandes baules en los cuales perfectamente pueden dormir ustedes. Además hay un número respetables de armas y provisiones para los mortales que les acompañen. Tambien les deja a seis caballos de viaje arabes (los carromatos son tirados por bueyes), animales pequeños, pero resistentes.

Cuando les ha mostrado todo, Louis les dice:

- El príncipe les consiguió esto - le da un documento a fray Bernardo - Es un salvoconducto diciendo que escoltais a una dama para que sea entregada en matrimonio a noble señor de en Tolosa. Podrían decir que la dama en cuestión es la señora Silvina.

-Dios me ha dado dones para convencer y manipular, mi buen señor. Con ayuda de este salvoconducto no habrá nada que nos detenga.

Nada, quizá, salvo el demonio en persona. Temía lo que pudiesen encontrar en el camino tanto como hacer daño a cualquier inocente o apartarse del buen camino una vez más. ¿Qué les depararía el viaje? ¿Qué aciago sino les esperaba? Nada bueno, estaba seguro.

Observo y hago un rápido de recuento de los bienes que el príncipe nos ha otorgado, aprobando después con un leve asentimiento el salvoconducto. Es una buena idea, y además viajamos con un monje. Los hombres de Dios y las damas hermosas nunca despiertan sospechas.

- Muchas gracias, señor - me dirijo a Louis de Marseille - Será mejor que partamos ya. El tiempo no es precisamente algo que nos sobre si queremos adelantar camino.

Me acerco a los caballos árabes y le palmeo el cuello a uno de ellos, a pesar de que mi cercanía los pone algo nerviosos. Después les hago un gesto a mis compañeros de viaje y me dirijo al primer carromato para subirme a él.

Silvina mira todo con gran interés y da su beneplacito a la idea del salvoconducto, diciendo:

- Yo puedo ser la prometida, por su puesto, y la señorita María puede ser mi doncella. Por otro lado, he traido conmigo a algunos sirvientes para que nos ayuden. Mi ghoul Luis es muy competente y estos dos chicos nos ayudaran en lo que sea necesario.

Se trataba de dos muchachos jóvenes y apuesto, lo que seguramente significaba que también eran el principal plato en la dieta de la hermosa ventrue.

Aziz sonríe ante los acomnpañantes de Silvina, pues se notaba que no era el único que llevaba su propio almuerzo.

Así, con un gesto estudiado, llama del interior a las mujeres que había elegido para que le acompañaran y del interior de la taverna salen dos. Una es una belleza de piel blnaca, ojos verdes y cabello rojiso que muestra un escote generoso. La otra es algo extraña, pues tiene ojos almendrados y piel olivasea. su cabello es negro y lacio como sus ojos y aunque viste como cristiana, no se parece en nada a una, aunque tampoco se ve como una mora.

Aziz las ayuda a subir al carromato y dice:

- Ellas vienen para servirme en todas las formas en que un mortal puede servir a alguien de nuestra clase... aunque no soy en nada egoista y se lo que es ser un jóven gallardo e impetuoso, por lo que por una módica suma mis mujeres pueden calmar ancias y dar descanzo.

Supuestamente Aziz le hablaba a los muchachos de Silvina, pero luego su mirada se pasea por Fray bernardo y termina por fijarse en el hermano Javier.

La incomodidad en el rostro de Bernardo no se hizo esperar. Apartó la mirada, turbado por las carnes turgentes y los escotes prominentes de las muchachas. ¡Rameras! ¡Rameras en una misión sagrada! ¿Acaso lo hacía Aziz únicamente para perturbar su moral y su ánimo? ¿O era sencillamente su modo de vida pecaminoso lo que lo empujaba a...?

Aunque no respirara, Bernardo inspiró aire. Miró de reojo a Javier. ¿Qué habría hecho Jesucristo en una situación como esta?

-Y el tentador se le acercó y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes." Pero él le contestó diciendo: "Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” -murmuró entre dientes. Apartó la mirada. Debía pensar en Jesús y en sus cuarenta días de tentaciones. Tenía dentro la chispa divina que lo protegía de sus instintos más bajos. Su deber era mantenerlos a parte y centrarse en la divina tarea de recuperar la reliquia.

Me paro en seco antes de entrar en el carromato, y me giro hacia los demás con los ojos ligeramente entornados.

- Una Tzimisce no existe para ser sirviente, ni fingir serlo. ¡Qué ofensa a la nobleza de nuestro linaje! No pienso degradarme de semejante forma. - dejo claras mis intenciones con un tono gélido, y señalo a las prostitutas de Aziz - Que esas vulgares rameras hagan el papel de doncellas. Yo me limitaré a ser la acompañante de la casadera.

Con un gesto impaciente me vuelvo para subirme en el carromato, cerrando la puerta a mis espaldas.

Mientras la mujeres de Aziz se suben al carromato que las llevara, el hermano Javier no puede evitar mirarlas con detención y enrojecer cuando se da cuenta que el resto les miran. Entonces el joven monje se va a el carromato que ocupan con Bernardo.

Mientras los sirvientes suven las últimas cosas, el senescal les dice:

- Deben tener mucho cuidado en los caminos y tratar de no llamar la atención en demasía. Además de los cátaros que hay en el camino, también hay muchos caballeros que han atendido al llamado del rey Alfonso de Castilla para la luchar contra los moros. La genta muy piadosa a veces puede ser una molestia... disculpando a nuestros amigos religiosos. De todas maneras, esta es la posibilidad para que pregunten y pidan lo que necesiten.

Como no les quedaban preguntas, el senescal le desea buena suerta y la carabana sale en dirección al noreste, con la esperanza de conseguir lo que se les ha encomendado sin sufrir inconvenientes graves.