Mientras los piratas descansaban malheridos, la embarcación que le habían quitado a los inquisidores avanzaba alejándose de la mortal isla de Orre. A izquierda y derecha había otros barcos, pero en esos momentos nadie pensaba en guerrear. Después de lo que todos en mayor o menor medida habían pasado para salir de la isla, necesitaban descansar y llorar a sus muertos. Como Nadire lloraba al pobre Mustard. Seguramente en los siguientes días algunas bandas no dudarían en ajustar cuentas o aprovechar una buena oportunidad, pero ese día no.
Al día siguiente todos fueron despertándose uno a uno y revisaron el contenido del barco. Tenían suministros para algunos días y había bastante paraffernalia religiosa. incluso un caliz de oro y piedras preciosas. No era un gran tesoro, pero teniendo en cuenta como habían llegado a la isla... se podía considerar que la aventura de Orre había sido realmente provechosa. Tal y como estaban las cosas, no tenían que tener problemas en llegar a puerto, avituallarse como era debido y empezar un nuevo viaje.
Después de desayunar, Nadire sacó una especie de catalejo y empezó a otear el horizonte. Realmente era un catalejo, era un catalejo pero estaba hecho de tal forma que parecía un chisme ultrafuturista.
—¡Ahí está el barco de Queen Punch!—exclamó para luego girarse a Siobahn—Lo siento, sé que quieres que me quede, pero estoy en deuda con mi capitán. Quedarme aquí sería una traición y tú no querrías a una traidora en tu banda.
—¿Puedo irme contigo?—todos se giraron hacia Valeria que se encogió de hombros—Esto no va a funcionar, capitana. Ese cretino y yo acabaremos matándonos. No sé qué le ha pasado en estos cinco años, pero no es la persona que conocía.
No sin cierta desazón, Siobhan respondió a Nadire:
- Está bien... -respondió con cierta resignación ya que además de haberle tomado cariño a Nadire, creía que alguien con su talento era indispensable en la tripulación.
Pero lo que tomó auténticamente por sorpresa a la doctora fue la decisión de Valeria, a la que contestó:
- ¿Estás segura? Yo no voy a obligar a nadie a quedarse, pero quizás no deberías tomar una decisión en base a una única persona. Es cierto y entiendo que puede ser complicado convivir con él, pero también es cierto que para mí ya eres una más de nosotros y te valoramos como tal. Sin ti no estaríamos ahora aquí.
Siobhan se quedó mirándo a Valeria tras su intervención para convencerla , puesto que no la iba a obligar a quedarse, pero tampoco quería que se fuera.
Gracias a mi elixir animal gran parte de mis malestares se habían reducido a pequeñas quejas y cosas al nivel de haber dormido en una mala posición, quizás por eso es que me hubiera encontrado inventariando los recursos del navío cuando las noticias respecto a Nadire y Valeria llegaban a mis oídos.
Ohhhh... bueno - dejando por unos instantes de garabatear en mi libreta, solo para dar vuelta la hoja e iniciar a escribir una vez mas - Una pena... pero si ya lo decidieron totalmente, cualquier palabra estaría sobrando - mentaba, aunque quien me viese en esos momento podía notar cierta mueca de inconformidad en mi centrado semblante - ¿ Podrían si hacernos un favor...? si pueden abogar con su capitán de evitar ataques sorpresas - sin mirarles a los ojos, usando mi bolígrafo para señalar la cubierta por encima casi mas como si me estuviera refiriendo al barco en general - Aun nos estamos recuperando... y tenemos que hacer durar este muchacho hasta por lo menos el siguiente puerto...
Tras ello dicho, dejaría por fin mi trabajo y voltearía a las dos señoritas que nos estuvieron acompañando por una corta temporada.
Buena suerte... - intentando dibujar una mueca algo mas alegre.
La noche había sido dura, por fortuna Max Powder la pasó durmiendo, y para cuando despertó, las noticias positivas no tardaron en llegarle a oídos, a pesar de tener uno un poco fastidiado debido a la anterior pelea que habían tenido, al igual que otras partes de su cuerpo.
-El Capitán lo ve bien. -Comentó Max Powder tratando sus heridas abiertas echándoles pólvora y encendiéndola para cicatrizarlas- ¡Ay!. -Exclamó al encenderlo y quemarse- ¡Que encuentres tanta paz como dejas!.
Al parecer el sentimiento de Max Powder hacia Valeria no era mútuo, ni de lejos; por un momento parecía haber una pequeña esperanza de que la chispa del amor podría surgir, pero rápidamente se apagó como un balde de agua fría encima de una mecha.
-Nadire, -llamó por el otro Pirata- Te echaré de menos, has dejado una profunda marca en mi, espero que nuestros destinos se vuelvan a cruzar en un futuro. Te deseo todo lo mejor y espero que seas feliz allá donde vayas.
Aquello quizás era mentira para poner celosa a Valeria o quizás era verdad, aunque a decir verdad, Max Powder no recordaba con demasiada claridad si había tenido momentos relevantes con Nadire, probablemente por el traumatismo que había sufrido... o porque no había pasado.
—¡No os preocupéis! ¡Mi capitán no está aquí!—dijo Nadire despreocupada— Pero hablaré con Queen Punch para que no haga nada, ¿vale? La verdad es que yo tampoco estoy en condiciones de pelear.
La fúrida se giró hacia Valeria.
—¿Entonces te vienes conmigo?
Valeria asintió a la pregunta de la inventora ignorando a Max.
—Gracias—le dijo a Siobahn mientras Nadire se lanzaba al agua—. Pero será lo mejor para todos. Cuidáos, ¿vale? ¡Ah! Y la próxima vez vigilar mejor vuestras cosas.
Con una sonrisa pícara, la pirata de pelo rosa le lanzó el cáliz de oro y piedras preciosa a Mary. Después se tiró de espaldas por la borda como si fuera un buzo.
Nadire y Valeria se alejaron a una velocidad de nado endiablada. La fúrida nadaba casi tan rápido como un píscido. Después de la despedida, los Piratas de Tong-Hu se pusieron manos a la obra en el pequeño barco. Desplegaron velas, ataron cabos, consultaron las maltrechas cartas de navegación y redirigieron el timón. Un nuevo viaje empezaba y las posibilidades eran infinitas. ¿A dónde les llevaría el mar?
¡BOOOOM!
La repentina explosión de un cañón asustó a todos. ¿Los atacaban? ¿Un combate de nuevo? ¿Quién era? ¿Dónde estaba? Rendam fue el primero que los vio. Se trataba de El Zurcido, el barco de los Piratas del Hilvanado. ¿La niña pirata se estaba vengando de ellos?
¡PLOFF!
El proyectil cayó a varios metros en el agua y el barco viró su rumbo alejándose. ¿Por qué les había disparado? ¡Un momento! ¡Algo estaba flotando! ¿Era una olla? ¿Y tenía una nota pegada a la tapa? Tomando un palo largo, los piratas cazaron la olla y la levantando. En la nota rezaba un escueto Que tengáis un dulce viaje. Y cuando abrieron la tapa se encontraron... ¡QUÉ OLOR! ¡QUÉ MARAVILLA! ¡NATILLAS!