El gritó asustó a la anciana que estuvo a punto de caerse de Sacamuelas.
—¿Quién me está gritando?—dijo con gesto acusador—¿Es que los jóvenes de hoy en día no tenéis modales o qué? ¡Encima que os invito al barco!
Gigi miró a los piratas disgustada.
—Está claro que lo que necesitáis es una lección.
—¡Ni se te ocurra ponerle un dedo encima a mis muchachos Gigi!—le respondió el viejo pirata por la radio—¡No quieres ver a Tong Hu realmente cabreado!
La mención de Tong Hu hizo que la mujer diera otro bote. Entonces Gigi empezó a mirar a izquierda y derecha buscando a alguien.
—¿Tong Hu?—dijo al no ver a nadie más— ¿Eres tú? ¿Dónde te has metido? ¡Ay señor! ¡Te has muerto y eres un fantasma!
—¡Qué fantasma ni qué leches! ¡Te estoy hablando desde la radio!
Gigi entonces se fijó en la radio que llevaba Siobhan. Entonces se bajó de Sacamuelas y se acercó a la médico. A continuación se puso a hablarle a la radio con la voz muy alta.
—Me hablas desde una radio, te compras un galeón, dejas que destrocen tu galeón...tienes un barco enorme que no sabes cuidar... No hay quién entienda nada la verdad. ¡Si no estás muerto es que has empezado a chochear!
—¡No pienso empezar a chochear antes que tú! ¡Que para eso eres la que tiene cien años!—se quejó el pirata, tras un breve silencio añadió— Ya tienes cien años, ¿no?
—Síiiiii—dijo irritada, a ninguna mujer le gusta que le hagan mención a su edad—. En fin, si son tus muchachos me portaré bien y no les pondré veneno en las lentejas.
Caminando plácidamente, Gigi volvió sobre sus pasos para sentarse encima de Sacamuelas. A continuación el cocodrilo comenzó a caminar hacia la borda de estribor
—¿Nos vamos?
Sintiéndose observado por algún motivo, Max decidió guardar la bomba "Capitana" esperando que así pudieran avanzar un poco más en su camino hacia la nueva isla. A fin de cuentas, su plan había salido bien, algo que pocos le habían reconocido pese a que todo hubo a pedir de boca.
-¡Todo está muy bien y eso pero creo que tenemos que largarnos de este barco!. -Comentó el muchacho mientras abordaba el barco de Gigi- ¡Un barco en llamas es mejor verlo hundirse desde la distancia!. ¡Y seguro que aún le queda algo por explotar por los aires y más nos vale estar lejos cuando eso ocurra!. ¡Así podemos tener una mejor perspectiva de la explosión!. -Fijándose en Gigi, este hablaría- ¡A toda máquina Abuela!
Que terminara el combate de forma tan súbita chocó a Rendam. Estaba sumido en una amalgama de sentimientos contradictorios que no llegaba a comprender. Frustración acumulada porque sus enemigos han bloqueado sus flechas, alivio por acabar el combate, incertidumbre por el cocodrilo, tensión por las explosiones de abajo y las llamas...
-No me gusta fallar tanto, mi índice de acierto es de un 98%. ¿Qué ha pasado? ¿Me he vuelto peor? ¿Mis enemigos eran mejores de lo que aparentaban? ¿Los he subestimado? ¿Mi expectativa es demasiado elevada? ¿Necesito entrenar más? ¿Ha sido la tormenta? No, nunca me ha afectado el viento ni la lluvia... ¿Ha sido el destino?- miró hacia el cielo, como si fuera a encontrar una respuesta. -¿Será...?-
Y así se pasó bastante tiempo, mientras seguía al grupo que se dirigía donde la anciana del cocodrilo. Apenas se había enterado de quién era ni de la conversación que habían tenido; estaba demasiado ensimismado en sus pensamientos como para importarle de momento. Más bien los seguía de forma automática, como una oveja que sigue al rebaño.
«Ay, al final el ataque no ha servido de mucho. Pero bueno, no pasa nada. Lo importante es que todos estamos medianamente bien.»
Cuando Sira vio todo el panorama, que si el cocodrilo, que si la ancianita... lo primero que pensó es que el mundo se estaba volviendo loco. Le impactó bastante que Gigi hablara con el capitán en ese tono, e intentó reprimir una risa.
Mientras daba saltitos al andar, Sira pensó «Pues habrá que seguir al grupo. ¡Tengo muchas ganas de saber cómo termina esta aventura!, porque empezar ha empezado bien... ¡tenemos un cocodrilo!».
—Y ahora, ¿cuál es el plan?—preguntó Sira a Gigi.
Una nueva explosión zarandeó el barco. El Gancho Afilado se iba irremediablemente a pique, sin duda había sido una suerte la aparición de Gigi. Uno a uno cada uno de los miembros de los ex-Piratas de la Araña Mecánica (lo siento Max pero me niego a llamaros los Piratas de la Bomba hasta que haya quorum) saltaron por la borda hasta caer en el barco en el que viajaban la anciana y el cocodrilo. ¿Qué clase de tripulación los esperaría en un lugar como ese?
El grupo continúa aquí.