Partida Rol por web

Levi simplemente guardó silencio y mantuvo la mirada fija en Quermosura. Iba a aceptar sus regaños, pues eso es lo que un "hombre" (a sus ojos) era lo que debía hacer, asumir y simplemente aceptar las consecuencias de sus actos. Loooo que no se esperaba ni un poco era el golpe de Quermosura... O bueno, el golpe sí, lo que no se esperaba es que fuese tan potente que casi sintiese como si las costillas se le fuesen a salir por la espalda.

-¡U-Ugh...!- Exclamó adolorida luego de golpearse con la pared y, por varios segundos, no parecía que fuese a volver a levantarse. -D-De verdad... Lo siento...- Acabaría por decir, llevándose una mano a las costillas luego de por fin haber recuperado el aliento y poco a poco comenzar a levantarse. Aún así... Una parte de ella estaba segura de que había hecho algo bien. ¿Pero de verdad debía haberlo hecho? El tiempo estaba en su contra, defraudó a esa chica, a sus compañeras encima...

No tardaría en salir de ese lugar y comenzar a rondar la isla, a buscar un medallón otra vez, o con algo de suerte encontrarse a sus compañeros. Tampoco tenía más alternativa que esa. Aunque... Entre sus ropas que poco le quedaban y su aspecto cansado y adolorido, la verdad es que se veía deprimente. Si un alma se apiadaba de darle una mano, tampoco se quejaría.

Levi comenzó a pasear por la isla cuando ya no quedaban más de tres horas para el torneo. No había medallones a la vista y tenía sentido. Seguro que ya había habido mucho intercambio de propietarios, así que ahora con el torneo tan cerca había que extremar las precauciones. Posiblemente la pirata (por mucho que se empeñara en decir que no lo era) había desperdiciado la única oportunidad que tenía de conseguir un medallón.

Desanimada, la muchacha decidió buscar a sus compañeros. En esos momentos seguro que hasta la cara del pesado de Max la ponía de mejor humor. Aunque no fue ese el primer rostro conocido que encontró, ni el de Siobahn o las demas. A quien vio fue a la anciana Gigi, su nieta Flick y el resto de su tripulación mientras cenaban animados en uno de los numerosos locales que salpicaban el poblado de Orre.

No le gustaba nada tener que verse en solitario por Orre, eso estaba claro, y hacía lo posible para pasar desapercibido pese a que sus ropas tan poco adecuadas a su cuerpo (no solo por ser de chico, sino que le quedaban mal) lo convertían en una Odisea.

Y entonces entre caminar y caminar finalmente pudo ver una cara conocida para acompañarle. No era precisamente su tripulación ni amigos, ni alguien a quien esperase ver, sin embargo al no tener mayor opción... Tampoco perdía nada por aproximarse. 

-Bonsoir- Saludaría con su mejor mueca de sonrisa, aunque luego de un suspirillo haría bastante patente su sonrisa. -No eseraba volver a encontrarla antes del torneo. A la enanita tampoco.-

Gigi estaba en esos momento comiéndose un cuenco de arroz con pollo al curry.

—¡Oh mira quién es!—dijo con entusiasmo la anciana— Es una de esos pipiolos de Tong-Hu. ¿Tú eras...?—preguntó mientras se acariciaba la barbilla pensativa.

—Fe shama Ñevi, abu—le dijo su nieta con los carrillos llenos.

—¡Eso!—dijo la anciana golpeando la palma de su mano izquierda con el puño de la derecha—. Ñevi, sí. ¿Qué tal? ¿Dónde está el resto de tus amigos?

-Ehem... Levi.- Respondería la muchacha luego de toser, corrigiendo a la pequeña antes de encogerse de hombros y soltar un leve suspiro a causa de la pregunta de la anciana. -Nos... Separamos. Estuve tratando de conseguir uno de esos medallones, pero la suerte no estuvo de mi lado.- Una risita nerviosa escapó de sus labios mientras una mano se movía disimuladamente a sus costillas, donde había recibido el golpe.

-¿Cómo le ha ido a usted? ¿Algún consejo que pueda recibir de su experiencia?- Una parte de ella no estaba muy a gusto con preguntar, pero... Tampoco es que le quedase de otra.

La anciana se metió un trozo de curry en la boca y se lo tragó antes de responder a Levi.

—Ya veo—dijo ladeando la cabeza—, llegasteis tarde a la isla. Quizás si os hubierais quedado en el barco... En fin algo se tendrá que hacer que es culpa mía—la anciana miró a su nieta—. Flick, dale tu medalla a Ñevi.

—¡PERO ABU! ¿CÓMO LE VOY A DAR MI MEDALLON?—explotó la niña al oír la petición de su abuela, entonces consciente de su error puso la cara más inocente que puedo—Además... no es como si yo tuviera uno...

—Vamos Flick no te hagas la remolona. Que oí como le pedías uno a doña Zargoh cuando me di la vuelta. ¡Si era hasta el último!

—Abu, ¿pero tú no estás sorda?—le preguntó intentando cambiar de tema.

—Sí hija, sí. Pero sé oír la voz de las cosas—dijo la anciana encogiéndose de hombros—. Así que te escuché. ¡Y no me cambies de tema! ¡Dále el medallón! A ver si te pasa algo y entonces, ¿qué le digo yo a tus padres?

—¡JOOOOOOOOOOOOOOO!

La niña volvió a quejarse, pero al ver la mirada de su abuela decidió obedecer. Se acercó a Levi con una mirada cargada del odio más puro y profundo que un infante podía generar.

—Odio a los piratas de... como os llaméis. Os odio, os odio a muerte, ¡os odio más que a la muerte! Desde hoy os declaro mis archienemigos y juro por el Gran Tesoro que algún día me las pagaréis.

Y después de eso le dio el medallón.

Levi ni siquiera se atrevió a corregir a la anciana esta vez. ¡¿Pero cómo es eso de que le estaban dando una medalla así, por las buenas?! No se lo podía ni creer. Su boca estaba abierta de par en par al ver cómo la niñita efectivamente sacaba una medalla y se la entregaba, y no precisamente por el hecho de que los Morganeer le regalasen una medalla a una niña. Vale decir que no tardó ni medio segundo en tomar la medalla para después mirar a la anciana, tragar saliva y... Hacer una reverencia.

-Muchas gracias señora. Prometo acabar con todos esos malvivientes que se me crucen en el torneo.- Diría con verdadero agradecimiento, aunque más pronto que tarde acaba por mirar a la niña y llevarse una mano a la frente, soltando un suspiro. -Vale, vale... ¿Hay algo que pueda hacer por ti para que me perdones, peligrosa pirata enana?- Si en el fondo tenía un corazoncito, aunque... -Salvo el medallón.- No tardó en agregar.

—NO—dijo la chica girando la cabeza—. Primero las natillas y ahora esto... ¡Voy a haceros picadillo!

—No le hagas caso—le dijo Gigi a Levi—. Es una niña y no sabe lo que está diciendo. Encima se ha enterado que Morgana se hizo pirata con once años y claro... Ahora quiere ser como ella. Ya podría tener otros ídolos menos peligrosos.

La anciana suspiró.

—En fin, haz buen uso del medallón en el torneo. ¿Quieres?

Lo había conseguido. De una forma un tanto extraña, sí, pero al final se había hecho con uno de los medallones. Ahora podría participar en el torneo e intentar ganarse el favor de los Piratas Morganeer. Pero en el fondo había una pregunta que Levi todavía no había respondido a sí misma. ¿Realmente qué pretendía conseguir?

Levi continúa aquí.