Cuando salí de la sala me acerqué al resto del grupo y posé la armadura en el suelo. La contemple con mas detenimiento y luego, simplemente, me apoye en la pared con los brazos cruzados mirando a Maria.
Se suponía que aquel debía ser un momento de felicidad, Balban por fin estaba muerto, por fin aquel demonio que tanto nos había arrebatado se había marchado para siempre. Pero no era felicidad lo que sentía, solo un gran pesar. Si, habíamos ganado esa batalla, pero a un alto precio, y si lo que decían era cierto la guerra solo iba a empeorar.
Cuando Adirael salio de la sala, me gire y me quede mirando el cuerpo de Inma durante un segundo.
Suspire. -Yecum, no creo que lo que te voy a pedir podáis hacerlo, y menos si el rey demonio os obliga a darnos caza, pero si encontráis a mas humanos allí fuera, me gustaría que les comentarais de nuestra pequeña comunidad. Que sepan que aun hay gente que lucha.- -O que la hubo alguna vez.- Aquel pensamiento cruzo mi cabeza como un rayo. Si no sobrevivíamos aquello pasaría a ser una ruina, como el resto de la ciudad.
-Claire, arriba, aun no hemos terminado.- Entendía como se sentía. Incluso yo tenia ganas de tirarme y no hacer nada durante una temporada, ganas de guardar luto por la muerte de Inma y de todos los que habían caído antes que ella. Amigos, compañeros, todos los que habían dado su vida en combate se merecían un homenaje por muy austero que este fuera, incluso si no nos caían bien. Pero no podíamos quedarnos quietos, no aun.
No sabíamos lo que había sucedido en nuestra ausencia y Maria aun necesitaba atención medica. Cargue otra vez con la armadura y me encamine hacia el portal.
- Que la congoja no paralice vuestros cuerpos o embote vuestras mentes, no os entristezcais por aquellos que nos dejan, regocijaos.
Con Inma en sus brazos el pesar del cuerpo no era nada ante la libertad de su espíritu. Su voz no era como la de un pedricador, con un mensaje vacío, parecía hablar desde la más profunda experiencia, como si él mismo hubiese muerto o sacrificado todo.
- Su muerte la ha liberado de su verdadero sacrificio. Pero su yugo mortal aún aferra su recuerdo, y el de otras almas necias. - quizás se refiriese a las almas que residían en las espadas.
- Huir es sufrir. Reservad vuestros lamentos para los que sobrevivan...
La lucha proseguía, si debían estar tristes o solemnes por algo era por haber mantenido sus cuerpos intactos un día más. O dos, para ser más exactos. Descendí grácil como un ánima, y deposité el cuerpo de Inma muy cerca de María. A decir verdad, aquella imagen chocó en mi mente como impacta una paradoja, tanto esfuerzo por hacer sobrevivir a una criatura no menos inocente que Balban y no derramar ni una lágrima de tristeza o dicha por la que se suponía la campeona de la luz.
- Hoy mi hermana espera que nos volvamos a reunir. - les anunció meticuloso, reflexivo, planeando su futuro..
- Pero queda mucho por hacer.
Yecum. - llamó casi con un tono de autoridad, ¿podían permitirselo? ¿No habían culminado la venganza que ellas no habían logrado en tanto tiempo malgastado?
Títeres.
Hermosos. A su manera. Odiosos, como ningún otro. Ángeles de la lujuria. Poderosos, tanto como impotentes.
- Yo si que tengo una petición y... un consejo.
Extendió las manos, los dedos como garras de metal rasgaron el aire para mostrar su armadura libre de obstáculos a la visión de la misma muerte. Una idea mortal muy humana, demasiado humana, para generar ninguna clase de pensamiento en criaturas demoniacas como aquella.
- Para vosotras debe ser una muestra, por mi parte, de la importancia que habéis logrado con vuestros voluntarios esfuerzos por la libertad. Si este escudo en mi cuerpo, o esa marca en mi brazo, va a poder obstaculizar nuestra meta, tal vez deberíais removerlo ahora, y privaros de la ventaja cuando os lancen a nosotros como peones. De otro modo, sabes mejor que yo, que nadie está libre de engaño, no subestimo al rey demonio, pero a veces, el poder nos ciega lo suficiente como para pensar que una orden dada que se cumple es fruto de ese poder y no de la voluntad del que lo ejerce. - ese parecía el consejo, demasiado rebuscado, ella tal vez lo entendiese, el resto, no necesitaba entenderlo. Las caracteristicas y la procedencia de aquella armadura eran la clave, como lo era una posible debilidad que Adirael solicitaba explotar si se diese el caso.
- Mi petición, por otro lado, y con el respeto que merece, es adquirir en la medida de lo que es posible la capacidad rúnica que poseeis. - Estaba casi convencido de que Levistus habría hecho una proposición parecida, si le conocía lo suficiente - y tampoco negaría, siempre que no pueda ser utilizado en el futuro en nuestra contra, a que fortalecieses con tu aportación las armaduras y armas que blandimos.
Ahora que sabía que un humano podía utilizar el arte rúnico, sólo podía desear adquirir ese conocimiento. Si no podía hacerlo rápido, si no encontraban la forma de enseñarselo, equiparle con su arte no sería tanto pedir para una maestra como ella o como Yehudith.
- Ah...claro....se me olvidaba.
Miró el cuerpo de Inma, antes de disponerse a recuperarlo para volver.
- Nosotros, no somos importantes.
Lo que representamos, sí. Esa idea, mientras viva, aunque no resten humanos, enloquecerá a cualquier Rey Demonio o cualquier Dios del Orden. Pueden matar un humano, un judicator, o una súcubo, pero sólo pueden entorpecer y posponer la fuerza de la idea que ha brotado, como una llama, en nuestro interior.
Es tarde para apagar el incendio. Habrá otras oportunidades. - los humanos podían perecer, a eso se refería después de que Yecum quisiera prepararles para lo que iban a ver al regresar, las súcubos seguirían. - Nadie dijo que fuera fácil adquirir la libertad, pero romper las cadenas es posible. Nosotros lo conocemos como "indefensión aprendida", como a un animal salvaje atado desde cría con una pequeña cadena. Luchará y luchará para librarse de ella, hasta que se adapte, hasta que se someta a la cadena, y entonces pensará, después de sudar y sangrar, de dañarse, que no puede escapar. Al crecer, esa pequeña alimaña es un animal enorme, fuerte, vigoroso, valiente, peligroso, poderoso, y la cadena, es la misma raquitica cadena que sólo podría contener a un cachorro. ¿Por qué no escapa la poderosa criatura de su yugo? ¡¡Podría despedazar esa cadena!!
Porque ha aprendido que no puedo resistirse a ella.
¿Tiene razón?
Cualquier otro ser encadenado, te dirá: Si. Jamás se librará.
Los humanos te decimos: no. - Con su poder, muchisimo mayor que el de un individuo humano, que el de la sociedad humana entera, eran prisioneros de una cadena que le habían impuesto hacía demasiado tiempo. Sólo quería que reflexionase sobre eso, sobre porqué ellos podían ser libres y las súcubo no. La VOLUNTAD era la diferencia, la fuerza de esa voluntad, como la fuerza de la alimaña atada como una cría y después como una criatura adulta.
- Quizás, si alguien te pregunta, puedas decir que nuestra Furia logró, con vuestro apoyo, el final de dos cautivos, y la consumación de una venganza que ha olvidado los eones. Nuestra Furia ha muerto, es el momento de la Guerra. - Colocó su siniestra sobre el hombro de Geralt.
El era el soldado que traería la máxima expresión de lo que significaba eso. - Él es la Guerra. - le explicó a Yecum - es el conflicto, es la lucha, la tensión entre tu especie y la nuestra, entre el Rey Demonio y la libertad. Entre aquellos que nos enfrenten. El iniciador de todo lo que hemos vivido. Crecerá, más y más, cuanto más conflicto haya. Aunque a estas alturas es casi imparable.
Pero la Guerra...por si sola, no tiene sentido.
Golpeó la hombrera lentamente, como un hermano mayor a otro, y se acercó lentamente a Jason. Se había apresurado a adquirir nuevas armas y útiles. Chico listo.
- El segador entre los suyos. Él es Disputa. El más humano de aquellos más excepcionales. - Señalé a Claire antes de colocar mi diestra sobre el hombro del cazador - ante los pecados, se redime. Ante un enemigo, lo perdona. El zanja aquello para lo que no se necesita el conflicto bruto, quirúrjico. No envidia las artes de otros, las modifica y las toma para sí. Él es el nexo entre nosotros, y cualquier otro que decida apoyar nuestra causa. Un puente tendido al entendimiento, o una puerta abierta a su hermano Guerra.
Para Yecum aquello podía ser una pérdida de tiempo. ¿Quién se hubiese tomado en serio aquello antes? Antes....de demostrar de lo que eran capaces los humanos. Pero ahora debía escuchar, y si debía contar la historia, ellos serían temidos así. No como simples humanos, sino como portadores de un emblema sagrado. Los demonios habían guerreado, habían mantenido acuerdos y disputas, compartían su furia por doquier, pero nada representaba esa conducta que llevaban por naturaleza.
Eso significaba el verdadero equilibrio. Y sus representantes, ahora, eran ellos.
- Después de la guerra, llega la ruina. Después de la disputa, la derrota o la conquista. Y después de liberarlos, con todo el sacrificio de la Furia.
Se separo de Jason hacia Inma, se arrodilló, regocijandose bajo la capucha ante el cadáver inerte de su hermana.
Susurró hacia ella, pero todos pudieron oir aquel hilo melódico, casi cantado, de voz ultratérrea.
- Después, llega el verdadero equilibrio. Llega la Muerte. - La muerte siempre estuvo ahí, olvidada por aquellos que creían engañarla, y también presente, cuando otros gritaban anhelantes su presencia, la muerte es la misma para los justos que para los detenidos por los yugos de los vicios.
No habló con orgullo, sino con deleite.
- Volvamos. - pero no añadió "a casa", su lugar estaba allá donde estuvieran los suyos. Nada más.
Continuamos en Acto final: Dies Irae