La pequeña Alicia no tardó en aparecer de la nada con la rapidez que la caracterizaba, siempre con una expresión amable o una sonrisa, siempre dispuesta a ser de utilidad para los ciudadanos de Elysium.
-Si, la leyenda de Avalon figura en mi base de datos, sin embargo, en ningun momento se meciona "Mnemosyne" en ella.
Luego la IAS creyó conveniente especificar.
-Ávalon o Avalón es el nombre de una isla legendaria de la mitología celta en algún lugar de las islas Británicas donde, según la leyenda, los manzanos dan sabrosas frutas durante todo el año y habitan nueve reinas hadas, entre ellas Morgana. El mismo nombre del lugar derivaría de la palabra celta abal, manzana.
Por otra parte, mitología griega, Mnemósine (en griego Mνημοσυνη) es la personificación de la memoria y madre (con Zeus) de las nueve musas. No existe ninguna relación entre ambas.
Eran leyendas de culturas completamente diferentes y muy distanciadas en el tiempo, era imposible que hubiese referencias en una de la otra. Eso era a lo que quería llegar la IAS.
Balakia levantó una ceja escuchando pero en cuanto Alicia llegó a la parte que ella quería oír sonrió de medio lado.
"Malditos templarios... veis el futuro".
Ella no sabía gran cosa de mitología celta, pero sí de mitología griega... había estado sospechando aquello desde que leyera la carta y ahora que lo corroboraba, más o menos creía tener una idea clara.
—Gracia, alicia—hizo una pequeña pausa pensando, luego se levantó a coger una manzana del frigorífico. sí, cogió una manzana a posta—¡Oh!, por cierto...
Lanzó la manzana al aire y la recogió con una mano, luego le dio un mordisco y masticó hasta tragar el pedazo.
—¿Podrías decirme dónde anda Yehudit?
-La sucubo Yehudit se encuentra ahora mismo con el maestro Avner dando un curso especial sobre anatomía demoníaca en el instituto de enseñanza del bloque militar.
Inmediatamente apareció un esquema del edificio principal del geofrente indicando donde se encontraba dicho instituto.
-Las clases estan a punto de finalizar, si se dirige ahora mismo a la salida del instituto podrá encontrarles allí.
Se quedó esperando por si la evocadora le necesitaba para algo mas, sino, desaparecería.
Para no cambiar tanto de escena, puedes rolear aqui si vas a la salida del instituto ese, para que te hagas una idea esta bastante cerca de la cantina.
La precisión de Alicia de nuevo se haría efectiva, tras pocos segundos de llegar Balakia, comenzarona a salir jovenes de las puertas de aquel pequeño instituto. Menos de los que cabría esperar, la natalidad en Elysium, a pesar de ser fomentada de muchas maneras, había pocos niños y adolescentes, aparte, aquel era el intituto del area militar, es decir, ahí estudiaban los futuros cabalistas, cazadores o templarios. Había otro centro de enseñanza elemental en el area civil, lejos del edificio central de Elysium.
Finalmente Avner salió acompañado de Yehudit, el maestro iba con la tipica bata blanca de docente, era el vivo estereotipo de profesor de escuela. No sucedía lo mismo con Yehudit, la cual, como siempre, iba con la ropa justa y su caracteristico contoneo despampanante, no importaba cuanto tiempo estuviese un humano con ella o lo bien que la conociera, mirarla atentamente de arriba a abajo era una tentación tremendamente complicada de soportar, entre otras cosas, porque la sensación de aquel aura sobrenatural, aunque en ocasiones era incomoda, siempre era placentera para el cuerpo.
En cuanto al sucubo vió a Balakia, el estallido de júbilo no se hizo esperar.
-¡¡Ahhh!! ¡Balakia! ¡Amor mio, has vuelto!
Corrió hacia la evocadora y la abrazó fuertemente. Avner sonrió con resignación, como un padre que ve la peculiar alegría de su hija.
-¿Me estabas esperando? ahhh, sabía que no puedes vivir sin mi...
Aquello era un dura prueva para los jovenes que iban saliendo, si ver a Yehudit ya era sobrenaturalmente excitante, verla en actitud tan cariñosa con Balakia, era casi una tortura para los mas "debiles de voluntad", mas para adolescentes cuyas hormonas tiran de ellos en todas direcciones.
-¿Vienes a la cantina a tomar una "piruleta"...?
Aquella bebida escandalosamente dulce...
-Amo, ¿puedo ir?
-Avner- Claro, creo que ambas habeis hecho un buen trabajo ultimamente. Hasta luego.
Se despidió con amabilidad, como maestro tambien tenía bastante trabajo, mas ahora que los demas estaban ocupados con todo lo referente a lo traido de Redfox.
Balakia se había limitado a quedarse por ahí apoyándose en una pared mientras comí ala manzana. Podía decirse que tenía trato con muy pocas personas en el Geofrente, con tres de hecho.
Irónicamente una de esas tres era un demonio.
En un principio había estado pensando en lo decepcionante que le resultaba lo que al parecer ocurría con Vexille, la evocadora de rayo no entendía cómo otros podían hablar de "lo mejor" para ella sin estar en su piel. Balakia no sabía de medicina por tanto no ponía en duda lo que dijese la Dra. Sunders, pero sí conocía a Vexille... y estaba segura de que su amiga no era de las que mirarían la guerra desde las gradas "porque era mejor para ella", preferiría morirse antes que ser alguien incapaz de luchar por lo que quería y de nada sirve estar en perfecto estado físico si no eres feliz contigo mismo. No podían culparla por eso.
Por difícil de entender que fuera (e incluso la propia evocadora de rayo admitía que la preocupaba que su amiga se arriesgase tanto) la respetaba, y respetaba que cada uno es quien al final decide lo que desea hacer. Esa era la única libertad que les quedaba a los humanos: la libertad de decisión sobre si mismos, las Hellgates les habían robado todo lo demás.
El sonido de unas pezuñas acercándose a todo meter la sacó de su ensimismamiento y cuando levantó la cabeza lo primero que vio fue a una súcubo echársele encima. abrió lso ojso de par en par con sobresalto ya que estuvo a punto de atragantarse con la manzana pero en cuanto escuchó a Yehudit le entró la risa y soltó una carcajada.
—¡Eh! Jajajajaja hola, Yehudit—rió trastabillando un poco y devolviéndole el abrazo mucho más comedido (no por nada, sino porque si no la cogía, se caía de culo—¿debo deducir que se me ha echado de menos?
Le dio unas palmaditas en la espalda y luego levantó una mano para saludar a Avner aunque tenía medio campo de visión invadido por un cuerno azulado.
—Gracias por el cumplido, profe—rió un poco entre dientes, obviamente debido a la pequeña broma de la bata blanca—hasta luego.
Luego se separó un poco para sacudirse los brazos y así alisar el uniforme. Volvió a mirar a la súcubo.
—Bueno sí, he vuelto. Y de una pieza, que ya es decir—dijo—ni el desierto es digno ya de llamarse como tal. Y no porque hubiese demonios hasta debajo de las piedras, si no porque las piedras en cuestión eran los demonios
Luego sonrió de lado y levantó ligeramente las cejas en un gesto gracioso. Señaló hacia atrás con el pulgar.
—¿Que si vamos a la cantina a tomar algo fresco después del calor espantoso que he pasado? intenta impedírmelo.
La verdad es que prefería pensar en el sofocante calor del día que en el inaguantable frío de la noche.
Nikai podía llegar a entender lo que Balakia le planteaba, pero aun asi no veia aquello, ni practico, ni logico, quizá aunque compartiese conocimientos con Yehudit, su comprensión no fuese tan abierta, no almenos con apenas un dia de vida. Todo le resultaba extraño, al fin y al cabo los demonios no tienden a ser demasiado "sentimentales" conceptos como la verguenza o la timidez eran infrecuentes, por no decir inexistentes cuando hablamos de sucubos. Lo que un humano calificaría de orgía o erotismo en su aspecto mas lascivo, para ellas era un honor, un placer y una bendicion participar en algo asi, rechazarlo, posponerlo o sentirse coibido era un absoluto sinsentido. En todo caso parecía una cuestion de tiempo y adapatación, Nikai tenía que adaptarse a Balakia y a los humanos en general y Balakia a Nikai.
Pronto llegaron a la escuela de evocadores, ahora silenciosa y con poca iluminación, la gente ya se había ido a sus habitaciones a dormir. Una vez en su apartamento, Nikai descendió de un pequeño salto hasta la cama, desde la cual se quedó mirando las acciones de la evocadora, aunque la conversación seguía rondando su pequeña cabecita.
-... y Balakia... ¿entiende a Yehudit?.
Preguntó de manera inocente, quizá inconsciente de la magnitud de la pregunta.
Balakia pasó junto a la cama y desabrochó el cierre del cinturón de la espada, luego la dejó sobre la mesilla de noche y se sentó en el borde del colchón con un suspiro de alivio. La verdad es que había sido un día más completo de lo que parecía y no se dio cuenta de que estaba bastante cansada hasta que se hubo sentado y sus piernas hormiguearon agradecidas de que les fuera concedido un descanso.
Empezó a quitarse una de las botas cuando escuchó otra vez la vocecita de Níkai, la verdad es que la pregunta la sorprendió un poco, tanto como para detenerse un instante y mirarla. Luego guardó unos segundos de silencio.
—...... —volvió a mirar la bota y se la quitó antes de contestar—pues... me gustaría decir que sí.
El "pom" sordo al dejarla sobre la moqueta fue lo siguiente que se escuchó, luego otro silencio, la evocadora aún pensaba la respuesta.
—Aunque supongo que debe de pasar un poco como con los demonios a los humanos: al principio no es fácil entenderlo todo aunque se intente—añadió—pero a base de intentarlo cada vez se entienden más cosas.
Cogió la otra bota y rió un poco entre dientes como quien recuerda algo que ahora le parece una tontería.
—La primera vez que la vi casi me da un infarto del susto—dijo—le tenía miedo porque nunca había visto una súcubo y nada más llegar a Elysium, ¡hala!—hizo un aspaviento cómico—me encuentro a una paseándose tan tranquila por la sala y dándome la bienvenida.
Se quitó la otra bota y la posó en el suelo co n otro "pof" sordo, luego las cogió ambas por las cañas y las dejó ordenadas junto a la mesilla, pegadas a la pared.
—Y sin embargo a base de costumbre eso cambió...
Se dejó caer hacia atrás en la cama (aunque se aseguró antes de que no fuera a aplastar a la homúnculo en el proceso) y se quedó tumbada con ambos brazos estirados a los lados, mirando al techo como quien mira un planetario. Balakia recordaba que, en el techo de su habitación, cuando Alex estaba con ella y el mundo aún no se había ido al carajo, tenía un planetario.
Había colocado unas pegatinas fosforescentes que brillaban a oscuras. Tras comprar todo el Sistema Solar y un montón de estrellas, con ayuda de una escalera (y el coste de un dolor de espalda tremendo) había colocado la pegatina que representaba a cada planeta en el centro del techo y, a su alrededor, por toda la superficie, todas las constelacioens que conocía. Las había formado con las estrellas.
Al apagar la luz parecía que ambas estuvieran al aire libre mirando el cielo. A Alexandra le había encantado, de hecho, ese había sido el motivo por el que desde aquél día se había quedado de okupa a dormir en la habitación de su amiga, cosa que a la joven morena desde luego no le había importado en absoluto.
Aquellos pensamientos habían provocado una tenue sonrisa nostálgica, melancólica, en el rostro de la evocadora que de pronto parpadeó volviendo a la realidad al caer en la cuenta de que se había quedado callada.
—Ahora es una de los pocos amigos que tengo por aquí—dijo retomando de nuevo el aire pensativo y continuando como si no hubiese existido pausa alguna. A decir verdad, Yehudit, Adirael y Vexille eran las tres personas que más podía considerar "amigos" en el Geofrente. ¿Conocidos? muchos, todos, pero amigos... amigos sólo esos tres. Y luego estaba Scott... que para ser un Maestro era una persona divertida, bueno, qué porras, también le caía bien solo que por ser el jefazo de ingenieros solía estar más ocupado y lo veí ainfinitamente menos que a lso otros tres—aunque tengo la impresión de que todavía me queda una barbaridad por entender en comparación.
Suspiró de nuevo y entrelazó las manos detrás de la nuca torciendo el gesto un poco fastidiada. Para empezar... a un amigo se sabe qué regalarle. En el caso de que ella quisiera regalarle algo a Yehudit, ¿qué narices se le regala a una súcubo? (es decir, qué narices que no fuera catalogable de tres rombos) sólo se le ocurría una cosa que ella, encontrándose en el lugar de Yehudit, pudiese querer.
Y era algo que definitivamente no estaba en su mano.
¿Ser libre otra vez? ¿que dejaran de estar sujetas a una maldición? sí, ya ¿y luego, qué? descartado, imposible.
Aquello no era tan fácil como "liberar al genio de la lámpara", Yehudit era un demonio, nadie en su sano juicio confiaba en los demonios... pero Balakia quería creer en la misma iniciativa que Avner, en que por remota que fuese, existía la posibilidad de llegar a hacer que algo más que el miedo al Gray Waste mantuviera a la súcubo amigable con ellos. ¿Y por qué creía eso?
Ni puñetera idea.
Ni ella misma lo sabía, simplemente lo creía de la misma forma sin motivos por la que creía que conseguiría crear un elemental: cosa que los demonios sí podían y ningún humano había logrado jamás.
El silencio de Nikai pudo ser producto de su conformidad, almenos temporal con la respuesta de Balakia.
Mientras la evocadora miraba al techo, Nikai camino sin prisa alguna por la cama, acercandose a su cabeza, pero aquel echo seguramente pasase desapercibido por la evocadora, pues alguien entró en la habitación, o mas bien "apareció" en ella. Era el recuerdo, la materialización de la nostalgia, el angel particular en cruzada contra la tristeza, era el producto de sentimientos pasados e imperecederos, era Alexandra.
El brillo de su silueta se tumbó al lado de Balakia en la cama sin miedo alguno de aplastar a Nikai, tan solo se transparentaría como un recuerdo mezclado en la realidad. La miró con aquella sonrisa propia de un ser celestial, con la mayor expresión de la palabra amor, luego extendió el brazo al mismo tiempo que Nikai y ambas, en perfecta sincronización, acariciaron la mejilla de Balakia.
Aunque la evocadora sabía que era producto de su mente, por un momento pudo tener la esperanza de que Nikai se diera cuenta de lo que la rodeaba, de aquella sincronía entre un demonio y lo que de alguna manera parecía la representación de su anítesis, pero eso no pasaría. Alex miró a la pequeña Nikai, casi riendo, luego la visión se esfumo en un parpadeo como muchas otras veces.
-Nikai ayudará a Balakia.
Afirmó con seguridad, luego comenzó de nuevo su paso tranquilo hacia algun lugar de la cama en el que pasar la noche entreteniendose con algo. Era adorable.
Balakia se quedó mirando con las cejas ligeramente enarcadas aquel fantasm aluminoso. Siempre le pasaba igual, siempre que aparecía aquella extraña manifestación se quedab abloqueada... no sabía cómo reaccionar.
Por un momento era como volver atrás, a aquellos días felices, era como volver a tener a su amiga, a su hermana con ella. Echaba tanto de menos aquella sonrisa, aquel rostro que siempre tenía una para ella que no sabía si hundirse en la pena o en la dicha de poder verla de nuevo, aunque fuera uan especie de... fantasma... o alucinación... o... ¿qué demonios era?
En cualquier casp sabía siempre que no tenía sentido hacer algo tan tonto como hablarle o tratar de tocarla (a parte, que la podían tomar por loca) pero era incapaz de dejar de mirarla, quería atesorar hasta la última brizna de aquellos segundos en los que se materializaba. Cerró los ojos con un suspiro resignado cuando la silueta de la templaria acercó la mano a su rostro, asumiendo que se iba a quedar sin poder disfrutar aquella caricia.
"Te echo de menos... ".
Y entonces notó la caricia y se le cortó la respiración.
Abrió otra vez los ojos de golpe con un gesto en la cara que era la apoteosis del desconcierto y lo que vio fue que en efecto, el misterioso fantasma seguía ahí pero quien realmente la había tocado no era él, era Nikái que en aquel momento deambulaba cerca de su cabeza. La evocadora sentía el corazón latiéndole tan desbocado en el pecho por el sobresalto que por un momento estuvo casi segura que se le iba a salir por la boca y echar a correr despavorido.
"J-Joder... que puto susto... ".
Alex se esfumó pero lo curioso de la estampa entre "un ángel y un demonio" que parecían estar transmitiéndole lo mismo permaneció en la retina de Balakia. Casi podía imagianar el resultado deque su amiga hubiera llegado a Elysium y hubiera conocido a la homúnculo: Un achuchón desmedido como quien estruja un peluche a grito de "¡Pero que cosita más monaaaaaaaaaa!" que provocaría sin duda que Nikái manoteara a toda velocidad en aquella presa con la cara tan azul como la de Yehudit en busca de aire... o que a Dianeira le llegase la boca al suelo de estupor si hubiese visto la escena, una de dos.
O ambas.
La vocecita de la súcubo diciendo aquello e inmiscuyéndose en sus pensamientos la hizo sonreir un poco.
—¿Sí?—respondió siguiendo con la vista esta vez la trayectoria de la homúnculo—pues muchas gracias.
Y lo decía en serio, aunque no supiese qué tenía en mente aquella pequeñaja... pero el caso es que, para conocer algo, primero hay que entenderlo, ¿no?
Ganas 8 px y 3 ph.
Recuperas un punto de FV 4/6---->5/6