Tanto Bastian como Constance terminaron sus charlas, si quieren les dejo esta escena abierta para que hablan antes de que la cena sea servida, en caso de no necesitar dicha escena avisenme y la cierro.
El noble caballero de El Dominio regresaba de la torre de los cuervos, aún sin lavarse y con claros signos en su rostro de estar deseando hacerlo. Sin embargo, tenía que hablar con Lady Constance antes de eso. Tenía que comunicarle las noticias de las que Lady Blackmont le había hablado y aconsejarle que mandara un cuervo a Lord Owen. Además, aunque quizá no lo llegara a admitir, ya echaba de menos a su amada, la hermosa Nightwing que había robado su corazón hasta el punto de conseguir que le siguiera por la mitad del mundo conocido.
Preguntó en un par de ocasiones para llegar hasta las alcobas que les habían preparado. Aún no tenía muy claro si habían considerado dar a cada cual un aposento, o habían decidido que compartieran el mismo ya que, en teoría, eran marido y mujer. Siguiendo las indicaciones, llegó hasta el umbral y lo golpeó tres veces.
-Mylady, soy yo, Bastian.
¡Aprovechemos la escena! =D
Constance estaba aùn con el cabello escurriendo agua, pensando en sus cosas cuando escuchò que llamaban a su puerta. Como Shandi se habìa retirado a descansar y ella allì no tenìa doncellas, se levantò y fue hacia la puerta, entonces escuchò la voz de Bastian. Por un momento dudò en si deberìa abrirle o no, el hecho de que se quedara a hablar a solas con lady Blackmont no le habìa hecho gracia alguna pero pronto se dio cuenta que no podìa dejarlo en el pasillo, por varias razones: pensarìan que los casados tenìan problemas y èl no tenìa otro sitio a dònde ir.
-Ser Fossoway...
Dijo tras abrir la puerta y le dejò pasar. Habìa una cama grande para ambos y algunos muebles donde descansar, ella lo mirò unos segundos y luego caminò hacia la silla donde habìa estado hasta momentos antes y siguiò peinàndose.
-¿Habèis tenido una provechosa charla con la señora de estas tierras, ser?
Se notaba a simple vista que estaba fastidios pero aunque Shandi le habìa aconsejado que no hiciera un escàndalo, su caracter caprichoso le impedìa pensar con serenidad en ese momento. Miràndolo desde el espejo, le hizo una pregunta directa.
-¿Tanto os pesa pretender ser mi esposo que habèis ido a decìrselo a la señora ni bien tuvisteis oportunidad?
En cuanto el caballero vio aparecer la figura de la joven joya Nightwing tras la puerta, una sonrisa boba se dibujó en su rostro. Sin embargo, tan pronto se dio cuenta, abrió la boca con sorpresa y apartó la mirada con presteza a un lado. La hermosa chica estaba aún vestida con batín, y su ígnea cabellera mojada caía por sus hombros al aire. No era una visión que un caballero como él pudiese tener de una dama como ella.
-Disculpadme por la descortesía, Mylady, pensé que ya estaríais vestida.
Entró en la estancia aprovechando que ella se alejó para continuar peinándose. Tras cerrar la puerta, se adentró sin mirar a la joven, esperando a que estuviera presentable. Tenía que estar allí, pues para el resto de habitantes del castillo aparte de la Señora, estaban casados y no podían dar motivo de sospecha.
-Sí, ha sido provechosa, aunque me temo que no todo han sido buenas noticias -cierto nerviosismo por tenerla allí, de aquella manera, no le dejaba identificar el tono celoso de las palabras de la Nightwing, así que simplemente respondía-. Yo... no... ¿cómo podéis pensar eso? Claro que no, Mylady. Sabéis... lo que siento por vos -dijo con algo de timidez; era increíble cómo Bastian "el Bravo", "el Solitario", "el Dirigente", se achantaba a veces por amor ante Lady Constance-. Pero no podíamos dejar que nuestra anfitriona viviera con ese embuste, Constance. Para con todos seré vuestro marido, y vos mi mujer. Y creedme que me cuesta horrores mentir respecto a algo que aguardo con tanto anhelo. Pero no podíamos traicionar a Lady Blackmont con ello...
:-,
No se le escapò a la joven pelirroja la sonrisa de Bastian que tanto le gustaba pero aùn asì se mantuvo firme, no le gustaba que nadie se entrometiera en sus cosas, siempre fue asì desde niña. Quizà por ser la ùnica, bueno, estaba Mèrida pero era distinto y ella no habìa aprendido a compartir con nadie que no fuera Ragnar. Se dio cuenta entonces que estaba aùn envuelta en los trapos que su anfitriona habìa dispuesto para que se secara y quizà se le habrìa escapado un sonrojamiento de no ser porque le divirtiò un poco la actitud de èl y tanto que demorò un poco en responder.
-Ya me visto, mi lord... No os preocupèis, he sido yo la que aùn asì abrì la puerta.
Le dejò claro que no habìa sido un accidente que estuviera adentro aunque no estuviera del todo presentable. Se escondiò tras unas cortinas y se puso uno de los bonitos, aunque extravagantes vestidos que le habìa enviado Blackmont y volviò a donde estaba èl.
-No, realmente no sè lo que sentìs por mì porque no me lo habèis dicho y si lo pensàis un poco, adivina no soy. Asì que no sè... Ademàs, ella es muy guapa y una mujer, no una chiquilla... Entiendo que deseèis quedar bien con ella, no os preocupèis, no volverè a quejarme de eso y no dejarè que sufràis màs mintiendo al respecto porque aunque lo anhelèis ambos sabemos que no es correcto mentir..., quizà podamos decirlo a todos esta misma noche y ni siquiera tendreis que compartir la alcoba conmigo-dijo con cierto pesar pero con tono altivo y luego dejò salir una displicente sonrisa.-Pero bueno, ¿què noticias malas son esas?
La pelirroja comenzò a peinarse sin dejar de mirarlo por el espejo, era un hombre increìblemente atractivo y le gustaba mucho pero no iba a permitir que por llevarla, por estar con ella y ayudarla, hiciera lo que quisiera. Se daba cuenta que èl cada vez le gustaba màs y en ese momento se girò a mirarlo fijamente, se levantò con lentitud y se acercò a èl hasta no dejar pràcticamente espacio entre los dos.
-Pedidlo y todo estarà bien, no os odiarè por ello. Le dirè a todo el mundo que habèis hecho de mi viaje uno seguro y nada màs.
-No, no os disculpéis, Mylady. No ha sido culpa vuestra. No os preocupéis -dijo con una sonrisa y mirándola de reojo, aunque terminó corrigiendo de nuevo la mirada hacia otro lugar que no fueran las curvas de la dama rodeadas de finas toallas.
Mientras la Nightwing iba a cambiarse, Bastian fue al rincón donde un barreño estaba pensado para cuando no había tiempo de disfrutar de un baño más pausado. Como Constance no habría gastado ese agua pues había podido disfrutar de un lugar más cómodo para lavarse, el Fossoway comenzó a preparar su aseo. Cuando estuvo todo dispuesto, se quitó la capa de viaje, que dejó caer un manto de arena, así como su fina camisa, quedando su pecho fornido al descubierto. Se disponía a quitarse también los pantalones cuando regresó la bella pelirroja ya engalanada.
-Pero... Constance... Sabéis que siento por vos un enorme respeto, y que me parecéis un dama increíblemente hermosa y virtuosa. Sabéis... sabéis que siento algo por vos, y que me gustaría pedir vuestra mano si... si fuesen otras las circunstancias -se detuvo, sonriendo amargamente cuando escuchó hablar sobre su anfitriona-. Lady Blackmont es hermosa, sin duda, pero vos sois a su hermosura como una estrella fugaz a una simple hoguera. No podéis creer que la prefiera a vos y a vuestro candor, Mylady... -apuntó con una sonrisa enamorada.
No entendía que no solo quería compartir la alcoba con ella, sino también el lecho. Dormir abrazado a ella, sintiéndola, captando su aroma y protegiéndola con sus brazos y su cuerpo del frío de la noche. Sin embargo... no era lo correcto. Debía respetar su virtud y su honor de doncella. Entonces hizo referencia a las noticias. ¡Ya casi lo había olvidado!
-¡Ah, sí! Son aciagas, me temo, Mylady. La guerra... Las Casas de El Dominio han acudido a atajar el avance de los rebeldes, mi padre entre ellos. Y vuestra familia es de las que encabeza la resistencia en las Tierras de las Tormentas hasta que lleguen los refuerzos -hizo una pausa y la miró con preocupación-. Yo me he adelantado y he pedido al Maestre que enviara un cuervo a La Sidra para informar que me encuentro bien y a salvo. Aunque no he querido desvelar dónde estaba. También he pedido que devuelvan ese mismo cuervo, así volverá aquí directamente, con información sobre la situación. Quizá... querríais mandar un cuervo a vuestro hogar...
Cuando le dijo ésto, continuó desvistiéndose sin percatarse que ella le observaba a través del espejo. Asegurándose que Constance no se moviera, se desnudó por completo y se colocó una toalla alrededor de la cintura por si la joven se daba la vuelta. Y menos mal, porque justo en ese momento vio que se acercaba a él. Se sostuvo la toalla mientras la veía aproximarse.
-¿Pediros el qué...? ¿Que desvelemos nuestras identidades? No, Constance -dijo con una encantadora sonrisa, nervioso por encontrarse completamente desnudo ante ella, con tan solo una toalla tapando sus zonas nobles-. Os prometí discreción, y discreción os daré. Lo de Lady Blackmont fue solo deferencia con quien nos acogerá por sepan los Siete durante cuánto tiempo. No me importa compartir la alcoba con vos, así podré protegeros mejor, y no estaréis sola.
Él le decía que no se disculpara pero era obvio que le molestaba sobremanera tener que mentir al respecto de su situación legal. Quizás a ella también le molestaría de ser otra la situación pero no era así, era como era y era lo único que importaba. Notó que él se limpiaba con lo que ella no había ocupado pero no fue sino hasta que volvió que pudo verlo tal y como estaba, se habría sonrojado pero estaba demasiado ocupada mirando algo que le gustaba.
-Guerra y yo lejos de ellos... Supongo que hice mal dándole un motivo mas de preocupación a mi familia. Enviaré ese cuervo, se lo pediré a vuestra amiga.
Que le dijera todo aquello al respecto de ella levantó su ego y por un instante se olvidó de lo que le molestaba respecto a las atenciones de él para con su anfitriona pero a fin de cuentas, lo cierto es que no podía aceptar del todo sus palabras y no porque creyese que él mentía, sino por muchas otras cosas.
Verlo así con apenas una toalla cubriendo su cuerpo la hizo retroceder a pesar de que deseaba seguir mirándolo. Ella era casta aún quizá no porque quisiera sino porque había resultado así y no podía lanzarse al abismo siendo que la ultima vez que lo había hecho, había terminado mal parada y con el corazón roto.
-No digáis más. Lo que habéis hecho por mí es algo que nadie podría pagar y sé que estoy a salvo a vuestro lado y mi virtud también... Lamentablemente.
¿Había dicho eso? Pues sí, lo había dicho y ahora, de pie frente a él sólo restaba ver su reacción. Esperaba que él no terminara odiándola.
Bastian quiso tranquilizar y consolar a la joven Nightwing que, como sabía que ocurriría, se azoró por las malas nuevas. Sonrió levemente debido al primer comentario de la hermosa dama.
-No, Mylady, es vuestra amiga, y la de Shandi -corrigió con una sonrisa y un tono que buscaba responder divertidamente al intento de provocación por parte de ella-. Y sí, hacedlo en cuanto podáis. Así no deberéis sentiros mal por ser motivo de preocupación. Por lo demás, yo me ocuparé de protegeros con la vida y, cuando llegue el momento, llevaros de nuevo ante vuestra familia -y aunque no lo dijo, esperaba también poder pedir su mano como los Siete mandaban.
Notó la reacción de la joven ante su estado de semidesnudez e intentó no mostrarse demasiado. No quería comprometer la comodidad ni la virtud de su noble amada. Y, a pesar de ser quien era y como era, se sonrojó ciertamente. Y más tras el comentario de le chica.
-Eh.. jejeje... No lo lamentéis, mi Señora -no se podía decir que él no lo deseara, pero era igual de consciente de que cada cosa tenía su tiempo-. Yo... no necesito que me paguéis nada de lo que hago por vos. No más que con vuestra felicidad, vuestra atención, vuestro respeto y... vuestro amor...
Le gustaba el candor, la dulzura y la elegancia de la joven. Hasta cuando sus nervios se crispaban tenía cierta inocencia en sus gestos, en su mirada, que eran parte de lo que habían cautivado al Fossoway desde el primer momento. Era un ángel, sin duda, y como tal pensaba cuidarla y respetarla.
Constance asintiò, sabìa que era lo correcto, mandar ese mensaje a su casa y esperar por los Dioses que no los descubrieran.
-Espero que no tengàis que protegerme con vuestra vida... Quiero que volvamos con bien los dos.
Y eso no era mentira, la pelirroja lo deseaba sinceramente aunque no sabìa còmo iba a manejar el asunto de haberse ido con èl. Tendrìa que defenderlo con uñas y dientes o al menos eso creìa. Ya lo manejarìa en su momento, por ahora no podìa hacer nada y de nada servìa preocuparse por ello.
-Sè que no necesitàis un pago, no lo harìa por eso... Es simplemente mi forma de corresponder a lo mucho que habèis hecho por mì. Eso es todo... Mi corazòn serìa afortunado si se debiera sòlo a vos, mi lord pero mejor que nos demos prisa que nos esperan.
Se dio media vuelta para que èl pudiera terminar de acicalarse y no espiò por el espejo.
Siempre algo le había dicho que en su corazón, efectivamente, había otro hombre. Era la maldición del amor no correspondido. Sin embargo, eso no hacía que dejase de sentir por ella ni un ápice de lo que sentía. Igual que tampoco hacía que su honor le permitiese fallarle o abandonarla.
-Ambos volveremos bien, Mylady, no os preocupéis...
Sonrió a la Nightwing, si bien era una sonrisa amarga, y se apresuró a lavarse para poder ir cuanto antes a la cena. En cuanto hubo terminado, se vistió rápidamente y, aún con los pelos algo húmedos, le entregó su brazo a su amada para ir juntos al salón principal.
La Nigthwing se colgò del brazo de Bastian pero no se le habìa escapado esa sonrisa amarga, asì que se detuvo unos segundos antes de salir del todo.
-¿Què significa esa cara, mi lord?
Era evidente que no iba a dejarlo salir de ahì hasta que no le respondiera lo que querìa saber.
Tras lavarse y vestirse, al fin con esos ropajes cómodos y más adecuados a su condición, Bastian estaba algo nervioso por tener a Constance cogida de su brazo. Era increíble el poder que ejercía en un hombre como el heredero Fossoway la joven Nightwing. Ante el umbral de la puerta, ella preguntó, y al joven le pilló un poco desprevenido. No le había dado mayor importancia -o más bien no había querido dársela, aunque para él la tuviese-, pero ahora que la hermosa joven preguntaba...
-¿Cuál? Oh... ¿Os referís a...? -hablaba algo inconclusamente; maldita impedimenta del amor-. No os preocupéis, mi Señora. Es solo... -aún tuvo que hacer una pausa- que poco sé lo que anhela vuestro corazón. Y si se debiera a algún otro hombre... yo... Bueno, no le demos más importancia -concluyó forzando una sonrisa mientras se quedaba hipnotizado por aquellos ojos azules.
Constance comenzò a caminar por el pasillo colgada de su brazo pero aquello que le dijo le hizo estremecerse. Se detuvo en seco, lo mirò fijamente a los ojos y sopesò cada palabra que le venìa a la mente, no podìa confiarle lo que una vez le confiò a Mèrida y aquello que sentìa era mejor que no lo volviera a repetir jamàs.
-Hace tiempo hubo alguien especial para mì pero ese alguien muriò y està enterrado... Nadie podrìa ocupar mi corazòn de ninguna manera y nadie se lo merecerìa tanto como vos. No hay otro hombre para mì excepto vos.
Antes que èl pudiera decir nada, se volviò a poner en marcha. No querìa hacerlo sentir incomodo con sus revelaciones.
Cuando la hermosa Nightwing se detuvo, Bastian se la quedó mirando fijamente. Había sido un frenazo brusco, y la forma en que ella le miraba le hacía querer saber con aún más fuerza en qué pensaba. Contemplaba los preciosos iris azules de la joven examinándole el rostro y se ruborizó levemente, como a veces lo hacen los hombres rudos, al escuchar sus palabras.
-Yo...
Pero la reanudación de la marcha le arrebató las palabras de los labios. Endureció su brazo y posó su mano sobre la que Constance tenía agarrándole. No podía negar que estaba satisfecho y se sentía feliz... en ese instante podría mentir a quien hiciera falta por protegerla a ella...
¿Cerramos pues aquí, amada Mylady?
Cerremos, mi querido ser ;)