Partida Rol por web

Un encapuchado llego en la noche y le dio un pergamino a Álvar con la informacion solicitada.

Aquellas casas que se unieron a la casa de Robert eran:

Casa Selmy de Torreón Cosecha
Casa Wylde de Aguasmil
Casa Trant de Gallowsgrey
Casa Penrose de Los Pergaminos
Casa Errol de Pazo Pajar
Casa Estermont de Piedraverde
Casa Tarth de Castillo del Atardecer
Casa Swann de Timón de Piedra
Casa Dondarrion de Refugionegro
Caron de Canto Nocturno
 

Los hilos se tensaron a mi voluntad y al escuchar el sonido que emitían, una sombra de... ¿miedo? no, no era miedo sino más bien sorpresa y desconfianza. El buen Robert se había hecho con muchos más amigos de los que se esperaba, y eso no era para nada bueno.

Enrolle el pergamino, coloque el cinto con las armas en su lugar y subí la capucha ocultando esas facciones. Nadie debía ver nunca así al maestro de espías. Pensé en soltar un par de notas en la flauta para relajarme, pero lo descarte casi de inmediato. Lord Owen debía enterarse de esto enseguida.

Salí del lugar de encuentro con mi informante y a vivo paso, aunque siempre vigilando mi espalda, salí en búsqueda de mi señor para entregarle en mano a él, y solamente a él tan preciado informe.

¿Tregar un traidor? Por más leal que fuera un perro, al final siempre es solo un perro; cualquier hueso le viene bien. Todos tienen un precio y tal vez alguien estaba dispuesto a pagar el de Tregar.

Aparentemente muchos soldados sabían o suponían saber algo del asunto. Por ahí debería comenzar entonces... rasos, sargentos, ayudantes de caballerizas, herreros, auxiliares, prostitutas de los soldados e incluso los taberneros y mozas donde los hombres de armas eran asiduos; nada quedaría sin registrar a fondo. Sobornos, diplomacia, seducción, extorsión, engaños o incluso tortura... todo era aceptable para conseguir el objetivo. Lord Owen sería muy generoso si conseguía la información.

Tire de los hilos de mi red, tejida a través de años como mi maestro me había enseñado. Nunca me habían fallado y no iban a empezar ahora. "¿Que secretos tienes mi querido Tregar?"

Uno de los contactos de Álvar logros interceptar un mensaje enviado por Tregar a uno de los guardias mas influyentes de la división de Infantería.

"No, aun es muy pronto. No dejaremos que nadie se entere, accionaremos cuando la batalla comience, hablaremos mas al respecto esta noche en mis aposentos" Decía el mensaje

"¡Oh mi pobre Tregar! ¿Sera que de verdad tendré que ordenar tu muerte?"

Mis pensamientos no coincidían con la lobuna sonrisa que se formo en mi rostro, oculto por la capucha por más que estuviera solo con mi informante. Era tan dulce el momento en el que uno conseguía ese secreto, esa arma tan poderosa que prácticamente dejaba a la víctima a mi merced.

-Tendré que hacerte una visita esta noche Tregar.-