Partida Rol por web

Constance dio por fin con ser Bastian, lo llevó consigo a un lugar apartado, lo tomó de las manos y le dijo:

-Tenemos que volver...

Por sí sola la noticia parecía descabellada y hasta ella lo notó.

-Mi hermano gemelo fue enviado al muro junto con mi tío. Al parecer traicionaron a mi padre pero no sé mucho mas y me cuesta creerlo. De todas maneras él ha ofrecido una recompensa a quien le dé informes sobre mi paradero.

Hizo un alto para respirar y continuó.

-Lady Larra me ofrece escolta y una barco para volver lo mas pronto posible. Mi padre me ha nombrado heredera y tengo que hablar con él. ¿Qué opináis?

No quería tomar decisiones sola, quería que él, así como la había ayudado, fuese parte de aquello.

-Cómo siempre os digo, no estáis obligado a nada conmigo pero me gustaría volver con vos...

Las manos de Constance se removían nerviosas entre las de él, quería tenerlo cerca y que él accediera pero temía mucho que no fuera así.

Esto sucede despues de la pelea contra el toro blanco por lo que si queres podes mostrarte lesionado

Aunque ya se había limpiado los restos de sangre que habían salido de su boca, ciertamente Bastian debía mostrar una imagen lamentable. El dolor que sentía le impedía estar del todo erguido, y se sujetaba el costado a pesar de que ya le había sido vendado. Sin embargo, cuando vio acercarse a la hermosa pelirroja de noble cuna, sacó fuerzas de flaqueza y simuló estar mucho mejor de lo que en realidad estaba.

-¿Estáis bien, Mylady? -inquirió reflejamente ante el evidente estado de nerviosismo de la Nightwing.

El joven Fossoway siguió a Constance hasta donde le llevó, reconfortándose con la suave calidez de las manos de su amada que tanto estaban ayudándole a disimular un bienestar que en realidad era inexistente. A medida que fue escuchando las noticias del norte, su rostro se fue ensombreciendo...

-Vuestro hermano, Sir Ragnar, ¿un traidor? Parece increíble... -sin duda la historia lo parecía. Un caballero del poder y el renombre de Ragnar Nightwing...

Permaneció unos segundos en silencio, pensando. Aún no había recibido noticias de su hogar, y le gustaría conocer el estado de su familia antes de seguir con todo aquello. Sin embargo, los preciosos ojos de la Nightwing, su flamígero cabello, el candor de su alma y la virtud intachable que se desbordaba de ella le hacían dudar de todo. La rebelión era un problema, y la participación de Fossoway y Nightwing en la contienda lo empeoraban todo.

-Sin duda debéis volver a vuestro hogar, Constance. Y yo... yo no puedo abandonaros en un momento como éste. Me gustaría, no obstante, Mylady, volver a contactar con La Sidra. Me preocupa cuál puede ser el estado de mi Casa -hizo una pausa, esforzándose por aguantar el dolor y que no se lo notara la joven-. Seguro que mi padre ha movilizado a nuestras tropas para acudir a la Tierra de las Tormentas a defender al Rey, y probablemente lo encuentre allí. Pero quisiera, al menos, anunciar mi marcha.

Bastian aferró las manos de Constance y acercó su rostro al de ella, apoyando su frente sobre la de la joven. Iba a besarla, muy levemente, pero se detuvo. Si era verdad que Lord Owen la había designado como heredera, el líder de la Casa Nightwing se guardaría mucho de que su casamiento se realizara con cualquiera. Así pues, muy posiblemente, cuando llegaran a aquellas tierras, él tendría que abandonarla en pos de un mejor matrimonio. Así pues, si la besaba, estaría besando a la futura esposa de otro hombre, no podía arrebatarle aquel deje de virtud a Constance. Aquello le dolió aún más que el poderoso golpe de Sir Gerold. Por suerte, Bastian era firme y se tragó su dolor, alojándolo allí donde guardaba el físico.

-Dejadme tiempo para mandar un cuervo a La Sidra, Mylady -dijo separando su rostro de nuevo-. Después de eso, podremos marchar de inmediato...

A pesar de que en el momento inicial no se dio cuenta, cuando la joven reparò màs en la presencia de ser Bastian, notò que estaba agitado, que posiblemente estaba golpeado y que ella habìa irrumpido algo asì, como siempre, sin percatarse de lo que le sucedìa a los demàs. Se sintiò mal por no haberse preocupado por èl, es que ella estaba acostumbrada a eso, a ser el centro de atenciòn y no sabìa muy bien còmo comportarse de otra manera; al menos con Bastian, podìa mostrar un poco de remordimientos si es que eso le alcanzaba. Notò que se sujetaba un costado, golpes y màs golpes, cada vez odiaba màs las espadas y amaba màs los venenos, èl disimulaba pero no tan bien como para que ella lo pasara por alto.

-Claro que estoy bien, yo... Mi lord, vos estàis herido, yo...

Pero la habìa seguido y ella en su impetù no habìa notado que lo lastimaba y que no se habìa detenido a preguntarle nada acerca de èl. Querìa no sentir aquello pero poco a poco se daba cuenta que precisamente esa era la razòn por la cuàl Bastian estaba con ella: Porque pensaba en ella y no en èl, sin dudas era mucho mejor que ella y sin dudas ella sentìa algo que no podìa reconocer por èl.

-Lo sè, a mì tambièn me resultò imposible de creer pero si las noticias han llegado asì hasta aquì, serà que es asì y si no, aùn tengo que verlo con mis propios ojos y saber què fue lo que ocurriò.

Los momentos que èl permaneciò en silencio, los ojos grises de la Nightwing se fijaron en èl, en el dolor que disimulaba, en la fuerza que evocaba para ella, en los momentos que le habìa dado. Constance se dio cuenta que lo amaba, lo amaba con una fuerza desmedida y no querìa que aquello se terminara sin comenzar pero ¿còmo explicarle lo que sentìa sin perderlo? No sabìa, ella lo ùnico que sabìa era que si se lo decìa, posiblemente èl la dejarìa.

-Gracias por no abandonarme, sè que no es fàcil, que yo no soy una persona fàcil...

Los ojos de Constance estaban vidriosos, como èl nunca los habìa visto.

-Adelante, esperarè el tiempo que sea necesario para que envìeis ese cuervo a La Sidra, mi lord. Estoy segura que vuestra familia se sentirà aliviada de saber no sòlo que estàis bien, sino de que volveràs.

Sabìa que posiblemente ese era el momento en que lo estaba perdiendo. Notò sus manos apretar las suyas con esa fuerza que sòlo provenìa de un sitio y que ella reconocìa bien; cuando acercò su rostro, sintiò su aliento, su aroma no le era desconocido, dormìan juntos aùn cuando no fueran marido y mujer pero esta vez, el acercamiento le resultaba distinto, distinto y confuso, distinto y hermoso, distinto y triste como un adiòs, tan distinto que por primera vez en mucho tiempo tuvo miedo de robarle un beso, un beso que creyò que èl le darìa pero no fue asì. Posiblemente èl estaba cansado, harto de mentir por ella, de huir por ella, se entendìa que quisiera un poco de paz, una muchacha que no tuviera en su camino todos los problemas que tenìa ella y no lo culpaba.

Èl se apartò para volver a hablar sobre su casa, se apartò de ella literalmente pero entonces ella lo sujetò tras sus palabras y lo abrazò sin màs palabras, lo apretò contra sì notando que lo lastimaba por la reacciòn de èl pero si bien soltò un poco, no se apartò de èl y con la voz entrecortada dijo lo que tenìa que decir porque quizà esa era su ùltima oportunidad, si lo que sentìa lo alejaba de ella, no importaba, pues ciertamente, las nuevas noticias parecìan alejarlo aùn màs de ella. Las palabras salieron suaves y pausadas al oìdo de Bastian.

-Mi lord, Bastian... Perdonadme por todo cuanto os he hecho pasar... Perdonadme porque he sido tan ciega que no me detuve a mirar el daño que os hacìa. Sè que no tengo derecho a pediros nada, que todo lo que hicisteis por mì no podrìa pagaroslo ni viviendo dos vidas, ya sè que dirèis que no es vuestra intenciòn que os lo pague pero sabèis que me refiero a algo màs que eso...

Las làgrimas resbalaron por las mejillas de Constance que si bien ya no lo apretaba, lo abrazaba firmemente.

-Perdonadme por haberos traìdo tan lejos sin pensar en vuestra familia ni en las consecuencias, sòlo huyendo como lo que soy: una niña consentida. Bastian, sobre todas las cosas perdonadme por lo que voy a hacer...

Las làgrimas de la pelirroja habìan mojado la mejilla del Fossoway y ahora èl podìa verlas porque lo que debìa decir a continuaciòn tenìa que hacerlo miràndolo a los ojos.

-Este es vuestro momento de partir sin mì, no pienso daros otra oportunidad de liberaros de la responsabilidad de estar a mi lado hasta volver a la tierra de La Tormenta. Te amo, ser Bastian Fossoway...

Acto seguido, sin darle tiempo a màs, la Nightwing se puso en puntillas y lo besò largamente sin miramientos.

Bastian sonrió de medio lado y negó lentamente con la cabeza:

-No debéis preocuparos, Mylady. Son gajes del entrenamiento -dijo aumentando levemente la sonrisa-. Pero... ¿cómo podéis pensar que pueda abandonaros, Constance?

La joven hablaba y hablaba. Parecía haber tomado una carrerilla de locución en la que se sucedían las palabras. Y la cuestión era que, para Bastian, eran palabras incomprensibles y confusas. ¿A qué se estaba refiriendo la Nightwing? Hablaba de daño, de pesar, de perdón... Y ya cuando empezó a llorar el alma de Bastian cayó al suelo. ¿Qué le estaba pasando a Constance? La abrazó e intentó consolarla, pero le resultaba difícil pues no sabiendo lo que le ocurría, poco podía hacer...

El Fossoway seguía abrazándola y acariciando sus rojizos cabellos que tan bien le olían, soltando suaves onomatopeyas para que dejara de llorar, mientras ella seguía disculpándose por... "algo" que Bastian no entendía. En ningún momento el caballero se había visto obligado, arrastrado, explotado... Eran cuestiones que habían ido hablando y nunca le había dado señales a Constance. Sin embargo ella parecía sentirse enormemente culpable.

Y por último... ¿le estaba pidiendo que partiera sin ella? El estupor se pudo ver reflejado en el rostro del joven cuando se disponía a preguntar de qué hablaba. Pero entonces, el beso suave y dulce de Constance le tapó la boca dejando salir solo un suspiro. Bastian le devolvió el beso largamente deseado. Hasta el momento ya se habían besado al menos un par de veces, pero nunca después de que Constance le confesara amor de aquella manera. Sintiendo los labios de la Fossoway, por una vez el heredero de La Sidra dejó salir su lengua para introducirla en la boca de su amada. Aquello hizo que el beso se alargara e intensificara...

Cuando pasó un largo tiempo que aún así a él se le hizo corto, al fin se separó.

-Yo también os amo, Constance. Os he amado desde que os viera por primera vez -pero eso era algo que ella ya sabía, se lo había confesado varias veces-. Y no entiendo el porqué de todas esas palabras de separación y arrepentimiento. Yo no me arrepiento de un solo momento pasado con vos. Y ahora que os aguardan momentos aciagos, menos aún estoy dispuesto a abandonaros...