Partida Rol por web

Al ver que casi todos se transformaban en su for ma humana el hizo lo propio

- Bien, ya van llegando todos... Me parece perfecto. En que consiste todo esto?... El dragon plateado se transforma en su forma humana.

-No todos no, faltan algunos, he llegado al más tarde que el resto ya que he tenido que repartir justicia entre algunas criaturas mágicas que se adentraron en mis territorios.

El Dragon de de dos cabezas, descendió del cielo amarillo, hacia una de las rocas mas altas. Poso su gran cuerpo observando con una cabeza el suelo y con la otra el cielo. Replegó sus alas y se tumbo en esa cama de rocas.

-Nosotros ya estamos aquí, quien es el primero en hablar.

-Deseamos saber exactamente la amenaza que nos rodea, no se llaman a tantos de nosotros para una mundana reunion.

Pego un gran bostezo... "me tenia que haber traido los naipes..." Me gustán los juegos de cartas, pero solo conozco unos pocos.

Que empiece pues el más sabio y anciano entre nosotros.

Digo, con una amable sonrisa. Entorno mi mirada y sonrío más al ver cómo todos cambian sus aspectos, entonces carraspeo un poco.

Si no supone mucha molestia, venerable.

Digo, con un tono cortés mientras muevo mis pies de adelante hacia atrás, permaneciendo entre el dragón azul y el verde con tranquilidad y armonía.

No estes nervioso.... pequeño... pronto empezará todo...

Digo acariciando la cara del pequeño... ¿Quien queda por llegar?... Lanzo la pregunta al aire a espera de una respuesta...

Cierro los ojos y sonrío ante la caricia de la chica, mientras hablo tranquilamente, como si fuese de memoria.

A ver, estamos Negro, Rojo, Bronce, Hueso, Verde, Montaña, Marino, Selva, Plateado, Dorado, Bicéfalo, tú y yo. Así que diría que faltan Latón, Cobre y Wyvern.

Suelto una ligera risilla.

Al parecer han tenido problemas, esperemos que estén bien...

Que chico tan listo... digo sonriendo...

Me puedes llamar Laia... soy la representante de los Dragones de Escamas Azules... los cielos son nuestro reino... el vuelo nuestra habilidad... y los relampagos y truenos nuestras armas...

Hago una reverencia ante el pequeño de pelo blanco y luego ante los demás...

Creo que es lo mejor para todos presentarnos... pues los reinos y colores los conocemos todos pero podriamos darnos a conocer un poco más entre los nuestros ...

Vuelvo a sentarme en uno de los pilares al lado del pequeño dragón blanco.

-¿Más sabio? - pregunto - ¿quién es ese?

Examino a todos, nadie posee mi belleza y potencial, y la mayoría parecen aún algo jóvenes, pero nunca se sabe.

Gracias.

Digo, a la chica, momento en el cual expande toda su presentación y me pongo en pie, tosiendo y carraspeando para aclararme la garganta.

Bonito nombre, Laia. Yo soy el representante de los dragones blancos, el frío es nuestro ambiente natural y nuestra arma y la soledad nuestra compañera. Podéis llamarme Blanco, por ahorraros un nombre humano.

Digo, con un gesto afable y tranquilo, para mirar entonces a negro.

Y el más anciano, a judgar por el físico, es Marino.

Vuelvo a mi sitio, al lado de Laia y me siento, con un gesto bastante amable le digo, en voz baja.

Tú puedes llamarme Adonai.

-Yo soy el mayor de todos los dragones de mi raza, el gran dragón negro... - digo sonriendo con autosuficiencia - y podéis llamarme Draënathor, puesto que mi nombre verdadero es tan largo que no os acordaríais ni de una sílaba.

Aun sin incorporarme mi voz resuena en las ruinas, no hago reverencia ninguna y me sumo en mis pensamientos.

Guiño un ojo a Adonai y lo siento en mis faldas...

No te preocupes por la soledad... pues nadie debe de andar solo...

Veo como el dragón negro se presenta...

Encantada de conoceros...

Apoyado el lomo sobre la roca observaba como el resto elegía cambiar y adoptar otras formas e incluso dar nombres, de que sirve eso.

-El Wyvern esta alli, muchacho.-Hablo una de ellas y la otra señalo.

-Deberías de poner mas atención, del resto no se nada.

-Ni yo, ¿Pero hasta cuando debemos esperarlos?

Sí, hace rato que llegué. Quizá no tengo un color característico como mucho de vosotros, pero no por eso soy menos importante

Siempre discriminando...

Me siento sobre sus faldas amigablemente, sin dejar de observar a todos los presentes.

Gracias Laia, pero supongo que uno se acostumbra...

Mi voz, al contrario de lo que me gustaría, suena fría y objetiva. Tengo el frío tan arraigado... Mi mirada se entristece ligeramente, hasta que escucho la corrección de Bicéfalo, acto seguido le miro con una sonrisa y llevo mi mano a mi cabeza y saco la lengua.

¡Vaya! Disculpa... No lo ví.

Acto seguido niego con la cabeza.

No creo que nos sirva esperarles. Cuando lleguen les pondremos al corriente. Los nuestros mueren, y no creo que puedan esperar, sólo espero que no se hayan encontrado con el cazador antes de llegar aquí.

Vuelvo a agachar la mirada hacia el suelo durante un segundo para luego levantarla más animado, y susurro, de modo que sólo Laia puede escuchar.

Tengo que animarme.

Como replicándome a mí mismo mi propia actitud.

Entonces me levanto y me pongo frente al enorme dragón Wyvern y le extiendo mi mano con mi sonrisa más amplia posible.

Disculpa, a veces estoy un poco... Ausente.

Mi amplia sonrisa contrasta quizá con mi ruda piel. Mis ojos se clavan en los de aquel compañero que, de quererlo en este preciso instante, podría aplastarme, finalmente añado una coletilla.

Las púas de tu espalda son magníficas, de seguro que te son útiles en combate.

Resoplando de nuevo con fuerza, miró al dragón blanco que le tendía la mano

Mis puás son sólo muestra de mi carácter. Tengo armas más letales para el combate

Camino por entre medio de los dragones humanificados con los brazos atrás y mirando los presentes, se acerca pausada y reflexivamente hacia el Dragón Blanco. Lo mira y le dice:

- Hey Blanco, tu forma humana es un niño?, es increíble, tienes más de 1000 años y adoptas la forma de un niño... A mi no me das ternura enano. Se acerca y le da un golpe en la cabeza. - Crece hermano sin brillo...

Retiro mi mano al ver que no la toma, y entonces siento el golpe de Plateado, amén de sus palabras, serias y contundentes. Mis ojos le miran con curiosidad y mi sonrisa se torna más leve, pero no desaparece.

Te equivocas, brillante amigo. Mi edad en años humanos apenas alcanza los trescientos años. No me molestaría ser tan grande o fuerte como los demás, pero así soy.

Me encojo de hombros y muestro mis manos palmas arriba.

Agradezco tu preocupación. Y mi intención no es otra que solucionar este problema cuanto antes.

Le sonrío aunque con una mano acaricio mi cabeza. Por unos segundos le miro con una frialdad completamente inhumana, digna de mi forma dracónica. Aunque rápidamente vuelve a ser la habitual y espero su reacción.

bien, bien no hemos venido aquí a discutir trivialidades, las formas los nombres son lo de menos, nuestro pueblo muere, y sus tesoros son saqueados. podriamos escondernos en nuestros refujios milenarios, pero eso sería lamentable y poco a poco iríamos desapareciendo sin siquiera noticias de los otros. 

de la apariencia no hay por que discutir, los nombres importan aun menos, cada uno se puede mostrar como desee mientras no trate de suplantar a nadie. de como se muestra cada uno, lo que tengan ojos para ver, verán.