-¡Concedido! - dice Genio chasqueando los dedos. - Debe ser bonito eso de poder pedir deseos. ¡No como yo, que tengo que quedarme encerrado en la lámpara hasta que alguien me saque, conceder deseos y luego volver a la lámpara! Pero... la verdad, es reconfortante encontrarme con alguien como tú, Al. ¡Por fin alguien que pide deseos para ayudar a los demás, y no para sí mismo! En cinco mil años nunca me había encontrado a nadie como tú. No cambies nunca, ¿eh? - sonríe. - ¡En fin, adelante con tu tercer deseo!
-Deseo... - Aladdín parpadea, sacude la cabeza y sonríe. - tu libertad, Genio.
-¿Cómoooooooooooooooooooooo? - los ojos de Genio se abren como platos antes de empezar a girar en el aire y estallar en una pequeña nube azul, tras lo cual vuelve a aparecer... ¡esta vez con piernas! - ¡Tengo... tengo piernas! ¡Soy libre! ¿Pero por qué, Al?
-Eri y Kamikoro tienen razón, Genio. Yo... no puedo usar un deseo en algo tan egoísta. Me mostraré a Jasmín tal y como soy, sin engaños. Espero... - baja la cabeza. - Espero que ella me acepte.
Genio tiene los ojos llenos de lágrimas... y su nariz llena de mocos. Los sorbe sonoramente.
-¡Oh, Al! Eres tan... eres tan... - le da varias palmadas en la espalda. - ¡Lo he decidido! ¡Me quedaré a tu lado y te ayudaré en todo lo que...! - de repente se queda callado. - ¿Qué es eso?
La lámpara que Aladdín sostenía entre sus manos comienza a brillar y a flotar... y una luz en forma de cerradura aparece sobre ella.
-¡Hermanito mira eso! ¡La cerradura estaba justo aquí! - Exclamo al ver la lámpara emitiendo ese brillo, gracias a Aladdín la teníamos justo en las narices. Les miré sonriendo, me alegraba ver la generosidad del chico, y esperaba que le fuera bien con Yasmín, tenía la corazonada de que así sería. Seguro que formarían una bonita pareja.
Y encima, Aladdín había ganado un amigo de por vida. Genio estaba realmente feliz, debía ser muy duro estar tantísimos años a merced de los deseos de otros. Pero eso era cosa del pasado, ahora todo iría bien. Asentí convencida y con un gesto de mi mano, sostuve la llave-espada en mi mano. -Seguro que a partir de ahora las cosas irán como la seda, ya lo verás Aladdín. ¡Intuición femenina! ¡Ah! Y me alegro mucho por tí, Genio. - dije riendo un poco.
-Cuando quieras hermanito. - Añadí mirando a Kamikoro sin perder la sonrisa.
Aladdín, al final desea la libertad del Genio lo que me hace sacar una sonrisa. De repente la lámpara empieza a brillar y aparece la cerradura del mundo.
-Vaya... y yo que quería pedir también mis deseos. -digo guiñando un ojo hacia el Genio. -Bueno como sea, espero que todo os vaya bien. ¡Nos vemos! -añado mientras me despido con una mano levantada y me acerco a Eri.
-Si, vamos. -respondo agarrando a mi hermana con un brazo mientras, con el que tengo libre, apunto con la llave-espada hacia la cerradura esperando que pasase lo mismo que la última vez.
Qué rapidez hermanita! xD
Empezáis a flotar en el aire y un rayo de luz sale de vuestras llaves-espada directo hacia la cerradura, empezando a rellenar esta de luz y abriendo un portal a otro mundo, hacia el que flotáis.
-¡Esperad! - grita Genio. Chasquea sus dedos y un pequeño brillo envuelve a Kamikoro durante unos instantes. - ¡Es un pequeño regalo! ¡Cuidaos!