Michello no responde a tu petición inicialmente y sigue escuchando sobre la verdad del asunto hasta el final.
—Entiendo. Así que esa tontería que me contó el héroe sobre la Canción era cierta— esboza una media sonrisa —Resulta divertido, pues él no tiene ni idea de tus verdaderas intenciones y se lo estaba llegando a plantear, pero tenía miedo planteártelo siquiera porque tu deseo de recuperar a Jules era muy fuerte y no quería que te lo tomaras como una puñalada traicionera. Es evidente que te aprecia mucho ese hombre, pese a ser un completo idiota. Pero me preocupa que en este asunto estén involucrados los remanentes del Rey Demonio. Sí, él ha compartido conmigo las copias de los documentos que vinculan a Nikola con un antiguo general del Rey Demonio y es indudable que también están involucrados. Y por ello la princesa ha solicitado expresamente que te acompañe para protegerte, que ella solicitaría otro escolta. Así que ahora mismo estoy a tu servicio, Rosalia.
Michello esboza una sonrisa y te dedica una cortés reverencia.
—De nuevo, lamento mucho no haberte tomado en serio.
—Boh, yo sí la había creído desde el principio. Si tanto lo sientes, esmérate por protegernos.
—Una arpía sin corazón como tú no necesitaría protección— bromea.
Ambos se enseñan la lengua en una actitud divertida.
En ese momento entra Drake ayudado por Mr. Bluff. Parece exhausto y tiene unas ojeras tremendas y muy mala cara. Intenta decir algo pero no le sale la voz de lo cansado que está.
—Jefe, ni lo intentes. Necesitas descansar. Voy a llevarlo a su habitación para que descanse. Con permiso, señorita Vivaldi.
Te impacta mucho ver a Drake así, tan vulnerable.
No lo he mencionado on-rol pero Lei ha ido a preparar el viaje a Arbolia.
Si quieres un momento a solas con un Drake cansado e indefenso, es tu momento.
—Es precisamente por Jules que hago esto, Michello —le respondo con seriedad—. Por la forma en que lo plasmó en su diario, él nunca hubiera querido que empleara ese poder para devolverlo a la vida. No dejo de extrañarlo, pero también siento que me ha encomendado esta misión porque él no podría seguirla, necesito hacerlo por él y por el bien del mundo.
Bajo la mirada, poniendo una sonrisa.
—Es gracias a todos ustedes que tengo la fortaleza suficiente como para superarlo. Además, sé que me está cuidando desde alguna parte, que no se ha ido del todo.
—¿D-de verdad? ¿La princesa te ha dicho eso? —no puedo evitar expresar mi alegría, junto las manos y casi doy un saltito—. ¡Eso es fantástico! Le escribiré luego una carta para agradecerle.
Niego suavemente con la cabeza cuando Michello se disculpa de nuevo.
—Tranquilo, yo tampoco me lo tomé en serio cuando Zack me lo sugirió, cualquiera con un poco de raciocinio hubiera hecho lo mismo.
Sí, estoy llamando tonta a Anabella.
—Y dejen de decirse cosas feas ustedes dos, no me gusta que insulten a mis amigos —les digo, medio siguiendo la broma, medio en serio.
Cuando aparece Drake me quedo mirándolo, perpleja. Tanto así que demoro en reaccionar y ya se ha ido con Mr. Bluff a otra parte.
—Ah, eh, u-un segundo, ya vuelvo.
Voy corriendo hasta donde se fue y lo encuentro echado en su cama. Me le acerco, poniendo mala cara y, sin decir nada, acerco las manos a su pecho, cierro los ojos y pronuncio una melodía suave, dulce y relajante. Mis manos brillan mientras las muevo con gestos delicados. Entonces Drake puede sentir que recobra algo de fuerza y sus ojeras se notan algo menos.
—Te he transferido algo de mi energía mágica —le digo, dándole la espalda—. N-no entiendo por qué te has empecinado tanto en ayudarme, incluso luego de haberte gritado y pegado. De cualquier forma, gracias y... perdón por hacerte eso.
Voy a paso apresurado de nuevo hasta la puerta.
—Tonto.
Y enfilo para el pasillo, de regreso con los demás.
El agotamiento de Drake se disipa un poco y se le ve más lucido. Abre los ojos, te mira y esboza una sonrisa.
—Vaya, casi me desmayo por trabajo y lo primero que veo al volver a abrir los ojos es a una bella artista velando por mi— medio bromea —Rosalia, sabía lo importante para ti que era desvelar la verdad sobre Jules, y conozco bien esa rabia que se siente cuando las cosas no salen como esperabas a pesar de haberte esforzado tanto. Rayos, investigo una desaparición y acabo atrapado en otro mundo, ¿acaso crees que tenía planeado eso? Mira, no podía permitir que se echara a perder tu esfuerzo y tampoco quería que ese cerdo bastardo se fuera de rositas. Y no te preocupes por ello, quería que te descargaras conmigo. Me preocupaba más que nada tu salud mental y quería protegerte. Que me grites y me golpees un poco es un precio muy bajo a cambio de eso.
Ponpon aparece de pronto, posándose en la cama al lado de Drake. Te mira ladeando la cabeza, se gira hacia Drake y se acerca para darle unos lametones en la cara.
—¡Oye, para! ¡Que haces cosquillas!— coge a tu familiar con ambos brazos y lo sostiene en alto mientras ésta agita sus colas entusiasmada —Caray con estos familiares que manifiestan los deseos de sus amos— bromea.
Puedes irte con los demás o quedarte un rato más con Drake si quieres
—No estaba velando por nadie —reprocho con desdén—. Solamente me daba vergüenza ajena ver al héroe legendario en un estado tan deplorable, me parece indigno.
Mientras me va explicando todo eso, mi ceño fruncido se va relajando. No puedo evitar sentir pena, sinceramente, no consigo imaginarme qué hubiera sido de mí estando en su lugar.
—Em, tú, Dra... no, Hiro, Hirokichi, ¿extrañas tu casa? Tienes familia y amigos allá, ¿no? Debe haber sido horrible para ti haber sido trasladado por la fuerza a un lugar desconocido y hostil.
Y lo otro que dice me deja un poco colorada. ¿Por qué es tan bueno este tipo? Tiene que estar buscando algo a cambio, seguro luego querrá traer a la mesa todo lo que hace por mí para que le deje usar la Canción a él cuando la encontremos. No puede alguien ser tan solidario, no existe... Bueno, sí existía una persona así, pero...
—Y, digo, este... ¿De donde vienes son todos tan superhumanos como tú? Las guerras allí deben ser una locura. ¿O se llevan bien? Bueno, o sea, si son todos como tú, no creo que haya muchos problemas, porque, bueno, em...
Aparece Pon y el comentario de Drake me deja más colorada.
—¿¿Q-qué carajos estás insinuando?? —replico, poniéndome de pie bruscamente. Agarro el vaso con agua de la mesita de luz y se lo echo en la cara, me doy la vuelta con la frente en alto y me alejo dando pasos largos hasta la puerta, murmurando un "atrevido" en voz baja, pero bien audible.
—No voy a mentirte, echo de menos mi hogar, mi familia, mis amigos, todas las cosas que hay en mi mundo. No te creas, yo no era tan fuerte cuando estaba en mi mundo de origen. Sí, estaba en buena forma, pero no tenía ni de lejos la fuerza que tengo ahora pero sí que destacaba por ser muy observador. Aunque no lo creas mi mundo es muy pacífico. Bueno, al menos en mi país no hemos estado en ninguna guerra desde hace más de medio siglo, y ojalá siga así.
Drake se ríe cuando ve tu reacción y le tiras el agua en la cara.
—Vamos, no te vayas. Lo siento, solo era una broma.
Ponpon te mira mosqueada pues también la has mojado. Se sacude para secarse salpicando más aún a Drake.
—Antes de que te vayas, ¿qué planeas hacer ahora? Deduzco que querrás ir cuanto antes a Arbolia. ¿Me equivoco?
Por segunda vez me detengo en la puerta y me doy la vuelta para continuar hablando con Drake.
—¿Llamas a eso deducción? Es obvio que iremos allá. El viaje estará listo mañana y partiremos tan pronto salga el sol.
Me giro de nuevo para darle la espalda, de nuevo levantando la frente.
—Imagino que don perfecto se aparecerá luego con su teletransporte a salvar el día, así que ni me molesto en invitarlo a ir con nosotros.
Drake esboza una sonrisa.
—¿Tan picada estás conmigo? Vamos, no pretenderás compararte conmigo siendo apenas una novata. Al contrario que yo, tú tienes mucho margen de mejora. Y lo de los broches fue una genialidad, en serio. Me costó entender cómo funcionaban exactamente, tuve que pedirle ayuda a mi maestro. Mira, antes de nada deja que te proponga una cosa: Si me das un par de días de descanso puedo teletransportaros a todos hasta el Fuerte Biscezzo. Podría ahorraros 10 o 15 días de viaje. Créeme que es mejor que vaya con vosotros a Arbolia.
—¿Que qué? —pregunto, quedando boquiabierta con la sugerencia. La abro y la cierro como un pez, sin saber qué responder a eso.
—Ma che cosa!? ¿De verdad puedes hacer eso? ¿Llevarnos a todos, el carruaje, los caballos, nuestro equipaje? Non ci credo!
Entre toda la conversación y ahora encima esto, se me olvidó darle las gracias por todo lo que hizo por mí, que fue la razón principal por la que vine hasta acá. Ahora creo que ya he perdido la oportunidad, supongo, probablemente. Bueno, no, que sigue ahí.
—No hace falta que hagas tanto, aunque... si dices que ahorraríamos dos semanas de viaje, entonces, em... bueno...
Vuelvo otra vez más hasta la cama. Me quedo mirándolo ahí tirado, que parece tan vulnerable, me dan ganas de aprovechar y hacer que Ponpon le muerda la nariz, aunque no creo que ella acate esa orden, lo quiere mucho.
—Yo, em... —pongo boca pequeña, entrelazando y titubeando los dedos—. G-gracias y todo eso.
—Para el carruaje necesitaría hacer 2 viajes, pero podría hacerlo.
Drake esboza una sonrisa cuando escucha tu agradecimiento.
—No me lo agradezcas. Lo volvería a hacer las veces que fuesen necesarias. Jamás habría permitido que tu esfuerzo hubiese sido en vano.
—Kh...
Casi como por reflejo oprimo los puños y se me escapa además alguna lágrima. De verdad no entiendo qué pasa por la cabeza de este tipo, nadie puede ser tan bueno y me asusta.
—En serio, deja de... de... —me llevo una mano a la cara, para taparme por la vergüenza—. No sé, no te entiendo. ¿Me estás intentando comprar? Deja de ser tan amable conmigo, por ...favor...
Está haciendo que extrañe más a Jules, su comportamiento desinteresado es igual y me da una nostalgia que me hace doler mucho el pecho.
—I...imbé...ecil...
Me alejo corriendo y conteniendo el llanto para que nadie me vea así.
Drake observa cómo te marchas sin entender qué ha pasado. Mira a Ponpon y ésta le mira a él, y el chico le acaricia la cabeza.
—Vamos, ve con ella.
—¡PON!
Mientras vas corriendo te cruzas con Melissa.
—¿Estás bien, jefa?— observa el lugar de donde vienes —Es cosa de ese idiota que detesta al héroe, ¿verdad? ¡Espera a que le lea las cuarenta por molestarte!
—¿Eh...?
Me detengo y busco la manera de limpiarme la cara.
—N-no, espera, para.
Pon viene corriendo y salta sobre mi pecho, buscando que la mime.
—No, por favor —carraspeo y vuelvo a expresar seriedad—. Ahora necesita descansar, no me parece correcto castigarlo mientras se encuentra en ese estado tan lamentable. En cuanto mejore tienes mi permiso para darle azotes.