—¿Eeh? Pero, pero...
Evitando insistir, agacho la cabeza, poniendo pucheros.
—Pero es verano y hacen días lindos... Con el transporte de Hirokichi estaríamos en instantes y sólo habría que preparar equipaje ligero. Podemos quedarnos en la villa que tenemos en Levante o de nuevo usar a Hirokichi para regresar aquí dentro del mismo día.
Ya me estoy entusiasmando. Nunca me gustó mucho ir a la playa, pero ahora es diferente, con muchos más amigos y...
—Piensas pedirle a Drake que te enseñe a nadar, ¿verdad?
—¡A! ¡psnnghmfngch! —Articulo un lenguaje incomprensible mientras le lanzo cojines a Anabella con la velocidad y precisión de las ballestas de repetición. Antes de lanzar el último, en vez de hacerlo me abrazo a él y me voy corriendo de allí para buscar a Lei.
Claro, adelantemos.
—Lo siento, pero ahora es imposible. Si esperas una semana entonces iré encantada. Y traeré a Zack conmigo.
Anabella sonríe con malicia al ver tu reacción y escuchas su risa mientras sales corriendo a buscar a Lei. La encuentras en el pasillo con Lloyd, y ambos se giran al verte.
—¿Necesita algo, señorita Vivaldi?
Cuando le preguntes a Lei avanzaremos hasta el momento en el que los primeros teléfonos funcionales estén listos.
—¡Lei! —grito, corriendo hacia ella y cazándola en un abrazo—. ¡Anita me estaba peleando!
Me acurruco en sus brazos, como si eso me fuera a proteger de algo. Ya cuando dejo de gimotear le digo lo que iba a pedirle:
—En una semana iremos a la playa. Quiero que prepares todo lo necesario, pero puedes prescindir del transporte, ya que de eso se encargará Hirokichi. Avisa al sector del servicio de la villa que pasaremos allí, em... no lo sé... Una semana, tal vez, pero nos volveremos antes si surge alguna noticia de otro fragmento o cosa por el estilo.
Lei espera pacientemente a que dejes de gimotear.
—Entendido, iré a preparar las cosas señorita Vivaldi. Lloyd ven a ayudarme.
—¡Claro! Con permiso...
Han pasado 5 días. Tal y como dijo, Himiko había logrado cristales féericos y os lo trajo. En cuanto lo tuvo en sus manos, Eugene se puso a trabajar en los prototipos de forma frenética, encerrándose en el laboratorio de Drake. De eso han pasado 2 días.
A petición de Eugene reúnes a todos en casa de Drake. Están los hermanos Escarpone, Kayleen, Zack, Himiko, Bluff, Lei, Lloyd y el propio Drake. Eugene se acerca con una bandeja tapada con una tela que deja sobre la mesa, y al retirar el trapo desvela varios dispositivos que se asemejan mucho en aspecto a los de Drake y Himiko.
—Os presento los teléfonos arcanos. 2 kilómetros de alcance, autonomía de 15 días en reposo y de 2 hablando. Capacidad de hacer llamadas, capturar imágenes y vídeo y de enviarlas. También se puede enviar mensajes de voz y texto. ¡Y disponible en varios colores! Ah, y he añadido adaptaciones de las pruebas arcanas a modo de juegos, aunque solo están habilitados en el dispositivo de Himiko. Si alguien quiere desbloquearlos solo tiene que navegar por el menú, es científicamente sencillo.
Hay un total de 9 dispositivos, en blanco, negro, verde, azul, amarillo, gris, rosa, rojo y naranja.
—Himiko, el tuyo es el naranja. Drake se ha pedido el negro y yo me quedaré con el blanco.
—Me pido el azul, y le daría a Kayleen el verde. Y si no recuerdo mal, Rosalia quería el rosa.
—¿Podéis darle el amarillo a Zack? Le haría juego con el color de su pelo.
Finalmente Michello toma el rojo y Lloyd se queda con el gris. Bluff se queda mirando a Eugene.
—¿No hay para mí?
—No he tenido tiempo para fabricar más. Y estoy exhausto.
Dejo que reacciones al teléfono y lo pruebes si quieres.
—Lei, no seas mala... —me quejo, con carita de cachorro desahuciado—. Cuando vengo así me tienes que dar mimos para consolarme.
Mi expresión cambia instantáneamente a estrellitas cuando me devuelve el abrazo, aunque lo haga con la misma cara de nada que tiene siempre.
—¡El rosa es el mío! —grito con efusividad y me abalanzo encima de la mesita para cogerlo—. ¡Y qué bonito es! ¡Me encanta, Eugene, gracias!
Felicito al científico raro con un abrazo y un besote en la mejilla. Luego regreso junto a Anabella para trastear juntas con el asunto, investigando sus funciones. Estoy tan emocionada que casi doy saltitos mientras le toqueteo toda la pantalla. Lo que decido hacer es arrastrar a Himiko, Lei y Kayleen también y capturar una imagen de todas juntas, haciendo un buen esfuerzo para que cada una de nuestras caras quepan dentro.
—Je. ¡Y ahora voy a enviarla!
Es demasiado fácil de aprender, muy intuitivo todo, y no me tardo en lograr que cada una tenga la imagen en su propio artefacto.
—Entiendo —respondo, luego de las explicaciones—. Es una maravilla, de verdad. Pero de todas formas no me desharé de los broches de la amistad, pueden servirnos en alguna emergencia.
—¡Los llevaremos a la playa!
Viendo las caras que ponen, me apresuro a explicar:
—Ah, em, bueno, estamos en verano, está todo tranquilo, por ahora no hay pistas de un nuevo fragmento y la gente mala no parece que vaya a molestar en lo pronto, así que... este...
Todos te miran cuando dices de ir a la playa.
—Ehm... Rosalia, yo no pienso ir a la playa... no sin antes comprarme un bañador.
—Sí, es imprescindible que vayamos a comprar bañadores. Sobre todo si Rosalia decide pedirle a quien ya sabes que le enseñe a nadar...
Mañana cerraré esta escena, así que aprovecha para lo que quieras añadir como conclusión.
—Mr. Bluff, tú no te preocupes. Tendrás uno para la siguiente tanda, y seguro que al corregir los errores que podrían tener estos, los siguientes saldrán mucho mejor, ¿no te parece?
Espero que eso le sirva de consuelo... me siento mal por él.
—¡Hhiinnkrrhjg!
Produzco un grito ahogado, contenido en mi garganta, a la vez que le salto encima a Anabella para jalarle los mofletes como si no hubiera un mañana. Roja como el teléfono arcano de Michello.
Kayleen y Lei me separan de ella, sosteniéndome de los brazos y empujándome hacia atrás.
Cuando se calma la cosa, asiento y les doy la razón a las demás.
—S-sí, vayamos a ver si en la sastrería Giordano tienen algo. ¿Cómo puede ser que me haya olvidado de algo tan importante? Soy tonta. Digo, eh, no, no soy tonta, soy genial. Lo que pasa es que estaba distraída y... y creo que cuanto más hable más me hundiré, así que me cayo. Ejem.
Saco la lengua a Anabella y me alejo dando zancadas, con los puños apretados. Mientras paso junto a Lei, no me entero de que ella está viendo ahora, impasible como siempre, una imagen capturada en su pantalla de mí en toda mi cólera, jalando los mofletes de mi amiga, con la cara de la criada en la esquina de la fotografía, poniendo los dedos en v.
—Bueno, no importa señorita Vivaldi. Yo lo decía más que nada por si necesitabais de mi ayuda. De todos modos ahora solo le sería de utilidad a tus empleados, porque yo no iré a la playa. Hay un par de asuntos que tengo que tratar, y uno de ellos es pasar un rato con mi hija mayor.
Anabella se queja mientras le agarra de los mofletes, hasta que Lei y Kayleen os separan.
Vas a comprar bikinis con Anabella, Kayleen y Himiko, y ésta última os mira con envidia cuando se fija en vuestros bustos mientras os probáis modelos.
—Ojalá os exploten las tetas...— afirma sin ningún disimulo, colocándose al lado de Kayleen —Mejor me quedo contigo, no me siento acomplejada a tu lado.
—No lo entiendo. ¿Cuál es el fundamento de esas prendas?
—Son para bañarse y lucir el cuerpo.
—¿Y para eso no es mejor hacerlo desnudas?
—¿Eh?
Me descoloca el comentario de Himiko, pero enseguida caigo y me cubro con los brazos.
—Ey, esas cosas no se dicen.
Mientras escojo modelos para probarme, voy respondiendo a Kayleen, que también sale con un disparate.
—No seas boba. Quizás ustedes no conozcan el pudor, pero aquí, la playa y el baño son cosas diferentes. No estaremos solas, puede que haya gente desconocida mirando, tenemos que cubrirnos con algo, pero que no sea incómodo para echarnos al agua.
A decir verdad, hay algunos diseños que me daría mucha vergüenza usar, y eso que estoy acostumbrada a que me vean en público, ¡pero siempre voy usando vestidos sobrios!
—Y ustedes dos no tienen de qué quejarse. A Kayleen se lo dije hace un tiempo, cuando nos conocimos, que tenía un cuerpito hermoso de modelo y podría lucir muchas prendas bonitas. Himiko, tú también eres encantadora. No sabía que Zack tendría debilidad por las chicas exóticas.
...
Me pregunto si a Drake le gustarán los pechos grandotes. Noto que no deja de mirarlos, pero ¿lo hace porque le parecen raros? No, Michello también me mira a veces, así que sí, deben ser raros. ...Espero encontrar algo que no los realce demasiado o parecerá que soy una guarra.
—Ah, em...
Voy hasta Roberto, con la cara colorada, a pedirle que me ayude con esto.
—¿No tendrías algo que fuera modesto?
¡Pero qué estoy diciendo! ¡Es un traje de baño! Es inevitable enseñar aunque sea algo. Cielos...
—P-podría llevar algo encima, quizás. ¿No? Pero algo que no me mate de calor.
—Sigo sin entenderlo. Si deseáis atraer a un hombre, ¿no sería mejor mostrar tus mejores virtudes?
—Oye, pues me gusta cómo piensa. La próxima vez que vea a Drake me despelotaré delante de él— bromea Anabella.
Roberto te observa pensativo.
—Rosalia, querida, tú lo que necesitas es un pareo. Tengo unos cuantos que son ideales y divinos para ti, te los enseño y te los pruebas. ¿Vale?
Roberto te enseña algunos pareos, cuidando que hagan juego con los bikinis que has ido mirando.
Finalmente completáis la compra y regresáis a casa para preparar el viaje. Más tarde te enteras de que Anabella había estado sacando fotos de cuando os probabais los bikinis y se los había enviado a Drake. Éste te avisaría rojo como un tomate, enseñándote las fotos.
Con una vergüenza tremenda comprobaste que los teléfonos arcanos funcionan muy bien.
Cerramos esta escena.
Te doy 5 puntos de mejora.