—Chí, he dormido bien.
—Yo hacía tiempo que no dormía tan bien, muchas gracias— observa con curiosidad el uniforme que trae Lei —Espera, ¿es de mi talla? ¿Cómo...?
Pese a la sorpresa inicial, Lloyd se va con Lei para cambiarse.
—Empieza a parecerme un poco excesivo el vestirlo de sirviente, Rosalia.
Cuando explicas a Katya las palabras de Anabella, ésta mira fijamente a la sanadora con el ceño fruncido.
—Pervertida.
—Sí que estáis animados hoy. Por cierto, si no me necesitáis quisiera primero ocuparme del as8unto de Lloyd y luego ir a ver y organizar mi nueva vivienda. Bluff, vienes conmigo, vivirás conmigo.
—Espera, ¿vivienda nueva? ¿Dónde?
—¿Te vas a ir muy lejos, Drake?— pregunta Katya preocupada.
Drake te mira de reojo esperando a que seas tú quien lo diga.
Y en ese momento regresa Lloyd con su uniforme.
—Porque es un sirviente. Necesita trabajo y hogar, querido Michello, y voy a darle las dos —le respondo, un poco molesta por el comentario, puesto que conoce lo puntillosa que soy—. Va a llevar uno de los empleos mejor remunerados del reino y deberá vestirse como tal. Prolijidad y protocolo. Michello, me extraña.
Necesito comerme los mofletotes de Katya. Sólo así seré feliz. Quedé boba admirando esa visión tan sublime, hasta que la mirada de Drake me regresa a tierra.
—No, no irá muy lejos, sólo cruzando el parque —respondo a la niña—. Le daré la casa de Jules para que la habite.
Dedico una mirada de circunstancias a Anabella, pero seguidamente asiento con firmeza.
—Lo he pensado durante largos días, al final he concluido que una vivienda tan preciosa no puede estar siendo abandonada y desperdiciada sólo por un capricho mío. El mismo Jules se ofendería también. Además...
Miro ahora de refilón a Lloyd, poniendo una mueca presumida.
—...El héroe legendario no puede estar durmiendo en una posada de cuarta, ¿no les pare... ha...
Se me escapa un suspiro al tener delante al muchachín vestido con el uniforme. ¡Le queda espectacular! Casi enmudezco y olvido de cómo se hablaba, pero rápidamente me recompongo, carraspeando para disimular.
—Em, digo, que qué bien te queda eso, Lloyd.
¡Quiero apachurrarlo por el resto del día!
Y como cabría esperar, Ponpon salta de la nada para lambetosearle toda la cara al muchacho.
—Ah, eh... ¡Ejem! Por favor, necesito que vengas con nosotros para hablar sobre aquel temita.
Llamo entonces a Drake con la mirada. Mejor que esté a solas, pero me da curiosidad, así que los acompañaré al principio.
Anabella esboza una sonrisa traviesa cuando explicas lo de la casita de Jules.
—Oh, entiendo. Vaya, vaya...— se cubre la cara con el abanico.
—Esto... agradezco el detalle pero yo tengo vivienda en Levante. A pie de playa. Y de todos modos he de partir pronto pues hay un par de cosas que he de hacer.
—¿Vas a hablar con ese contacto del que me hablaste hace una semana?
—Así es, jefe. Tengo la corazonada de que puede darme información que os será útil.
—Como quieras, pero cuando estés aquí en Bremonia acuérdate de que tienes una cama disponible en mi nueva morada.
—Lo tendré en cuenta. Gracias jefe.
Lloyd se ríe cuando Ponpon se lanza para lamerle.
—¡Oye, para!— la coge con cuidado para quitársela de encima —Un momento, ¿qué decíais del héroe?
Drake te mira de reojo y esboza una sonrisa divertida.
—Ay, esos deseos ocultos que desvela tu familiar...
Lloyd y Drake te acompañan y una vez llegáis al lugar de la casa que quieres el héroe mira al chico.
—Aquí haré el ritual para convocar al espíritu de tu madre. Permíteme.
Drake pone la mano sobre la frente del chico.
—Piensa un momento en tu madre, así podré localizarla en el plano divino.
Lloyd y Drake se concentran cerrando los ojos durante un instante. Después el rubio se aparta un poco y procede con el mismo ritual que usó para convocar a Jules. Se forma una esfera dorada como la otra vez entre sus manos, y la deposita enfrente de Lloyd.
—¿Estás ahí, Alondra?
—Sí. ¿Quién me ha convocado?
Lloyd abre los ojos como platos, sorprendido.
—Esa voz... ¿mamá?
—¿Mamá? Espera... ¿Eres tú, Lloyd?
Las lágrimas brotan de los ojos del chico.
—S... ¡sí, soy yo, mamá!
Drake esboza una sonrisa y te mira.
—Vamos a dejarlos solos, Rosalia.
—¡Shh, no!
Cuando Drake hace ese comentario bobo, le doy un golpecito en el brazo, enfurruñándome. Que no sea atrevido diciendo cosas que no son.
Los conduzco a un oratorio de Selena que hay junto al vestíbulo, parándonos junto al altar.
Mis ojos se iluminan al ver de nuevo esa bola luminosa, alegre porque sí pudo hacer el contacto. Asiento sonriente a Drake cuando pide para salir de ahí y juntos los dejamos allí solos para que conversen.
—Eres una bendición para este mundo, Hirokichi —le comento, con una sonrisa radiante, aunque me da algo de timidez mirarlo a los ojos—. No te haces idea de lo feliz que has hecho a tanta gente. Gracias por hacerme este favor, de verdad.
Mientras estamos volviendo con los demás, recuerdo de pronto los tres fragmentos y lo boba que soy por haberlos olvidado.
—¡Ah! Em, ¿seguro que quieres irte ya? Porque tenemos que ver si los fragmentos reaccionan de alguna forma al estar juntos, ¿no quieres ver?
Drake responde con una sonrisa.
—Esto en gran parte es gracias a ti. Me has hecho ver que debo seguir adelante y darme nuevos motivos para avanzar. Sin ti nada de esto habría pasado— cuando propones comprobar los fragmentos asiente con la cabeza —Claro, echemos un vistazo. ¿Avisamos a los demás o por seguridad lo vemos solo nosotros dos? Si hubiese cualquier imprevisto podría protegerte.
Cuando revisáis los fragmentos, al estar cerca vibran bastante pero no hacen nada más. Drake entonces señala dos de ellos en concreto.
—Parece que esos dos podrían encajar.
La respuesta de Drake hace que se me pongan las orejas coloradas.
—Em, bueno, sí, claramente —respondo, entre titubeos—. Soy el corazón de todo este emprendimiento, por supuesto que nada hubiera pasado de no ser por mí.
Intento disimular el rubor dándome aires de suficiencia y elevando la frente.
—Quiero que estemos todos.
Mi respuesta es firme y decidida.
—Todos hemos trabajado duro en conjunto y nadie merece quedarse afuera. Llamaré a todos para que vengan al escondite y allí veremos qué sucede.
Quiero que Zack también esté, así que envié a Melissa a buscarlo. Cuando nos hubimos reunido, bajamos todos al sótano secreto y allí dejé sobre el escritorio mi collar con el primer fragmento, la bolsita de tela mágica con el segundo y el tercero dentro de mi estuche.
—Lo siento, Lloyd, si reaccionan y sucede algo con ellos. Sé que es un recuerdo de tu mamá, pero es algo que no podrás conservar por siempre. Tarde o temprano tendrán que unirse para formar el diapasón.
Tras observarlos detenidamente y concluir que dos de ellos podrían encajar, aguardo el consentimiento de todos para unirlos.
Estáis todos reunidos en el sótano, y Zack está presente.
—Oh, esto parece prometedor. Después os comento algo que me ha comentado un comerciante que podría interesaros— comenta Zack una vez lo ponéis al día.
—Lo siento, Lloyd, si reaccionan y sucede algo con ellos. Sé que es un recuerdo de tu mamá, pero es algo que no podrás conservar por siempre. Tarde o temprano tendrán que unirse para formar el diapasón.
—No pasa nada. Habéis cumplido mi deseo así que ya no necesito la Canción para nada— responde con una sonrisa encantadora.
Procedes a probar a unir las dos piezas que parecen encajar y ésta emite un repentino fogonazo. Drake instintivamente te abraza para cubrirte y protegerte, pero finalmente no ocurre nada más. Te das cuenta de que vuestros rostros están muy cerca y al menos Drake está rojo como un tomate.
Cuando miráis los fragmentos veis que se han unido mágicamente formando una sola pieza.
—Menudo susto— se aparta lentamente —Eehm... ¿estás bien, Rosalia?
—Los demás estamos bien. Gracias por preocuparte, Drake— comenta Anabella con sarcasmo —En fin, Zack. ¿Qué cosa interesante has escuchado?
—Me ha hablado de una subasta en Florentia en el que se venderán varios objetos extraños. Dice que se rumorea que uno de esos objetos se trata de algo relacionado con la Canción de la Vida.
Tener a Drake tan cerca así tan de golpe me deja paralizada, mirándolo fijamente a los ojos. Asiento débilmente cuando me pregunta, intentando responderle con palabras, pero éstas no salen.
—Ah...S-...Bie...
La voz de Anabella me hace notar que están todos los demás allí presentes, durante este instante lo había olvidado y, cuando regreso a este mundo, me pongo del color de una brasa. Drake se quita demasiado despacio y apresuro el proceso apartándome yo. Tengo el corazón en la garganta, pero debe ser por el susto del fogonazo.
—E-el comerciante, sí, Zack, cuenta, p-por... por favor.
Habiéndome ya calmado y con Drake a una distancia más prudencial, voy a sentarme al escritorio a mirar los fragmentos, que ahora parecen ser dos solamente. Apoyo los codos y, con mi cara frente a los dedos entrelazados, escucho atentamente al cuento de Zack.
—Muy bien. Eso puede ser cualquier cosa, desde la edición original del libro que relata la leyenda, que tiene ya varios siglos y podría venderse muy caro, hasta un mismo fragmento del diapasón. Sea lo que sea, debemos hacernos con eso porque nos servirá como pista. ¿Cuándo es esta subasta? Tenemos que planificar muy bien para que no nos lo ganen, no pienso convertirme en una ladrona y robarlo del depósito. Anita, ¿puedo contar contigo? Zack, tú serías de gran ayuda también. Cuantos más seamos allí de nosotros, más chances tendremos de llevárnoslo, pero igual hay que ser muy meticulosos y averiguar quiénes más irán, que es obvio que algún sectario estará presente y de esos no conocemos sus aspectos, salvo Malaquías. No olvidemos también a Barafor y a Nikola.
Respiro hondo, cerrando los ojos y pensando.
—Hay muchas variables. Pensaba ponerme a estudiar los objetos del mundo de Hirokichi para pder aprovechar sus usos, pero esto tiene más prioridad, así que dedicaré el día de hoy a esto. Invito a quedarse conmigo al que lo desee.
—Parece que se va a celebrar el próximo martes a las 10 de la mañana. Yo no pienso asistir así que paso.
—Qué extraño, con lo que a ti te encantan las subastas.
—Es que tengo otros asuntos que atender, Ana. Asuntos que no puedo posponer. Ah, casi lo olvido. Rosalia, tengo que avisarte que es muy probable que Priscilla Salieri asista.
—¿ESA ZORRA?— se gira como un resorte hacia ti —No podemos permitir que esa zorra nos venza. Te la tiene jurada, apuesto que en cuento vea a Drake querrá robártelo.
—¿Oh? ¿No te incluyes en la ecuación, hermana?
—Vamos, no puedo competir con lo que acaba de hacer. Lo que sí que es cierto es que si ve que Rosalia va a ir a por algo querrá arrebatárselo a toda costa. Y dinero tiene de sobra.
Esto último hace que Drake esté completamente mudo y rojo como un tomate, y no se atreve a mirarte ni de reojo.
—Señorita Vivaldi, ¿quiere que prepare parte de sus ahorros?
—Zack, esto es importante, trata de estar —le digo, con un gesto de desaprobación.
Me levanto del sillón del escritorio y camino hasta él, decidida, mirándolo fijamente a los ojos muy seria, intentando ponerlo incómodo al acercarme.
—Quizás me esté volviendo paranoica, quizás no, pero si alguien de ustedes está siendo extorsionado, ya sea por Barafor o por cualquiera, para espiarme mientras hago el trabajo sucio de reunir los fragmentos y arrebatármelos justo cuando los consiga todos, que por favor no me lo oculte, porque me enteraré tarde o temprano y será peor.
Acabando de decir eso, miro a los ojos a todos, uno por uno.
—Sé que somos todos amigos desde la infancia, pero a veces la coacción y el chantaje pueden aún con los lazos más fuertes. Sepan que nosotros somos mejores que eso y, si están en aprietos, no descansaré hasta que quien los tenga debajo del puño reciba su merecido. Hablen ahora, les ruego.
Sigo recorriéndolos a todos con la mirada, para intentar detectar cualquier cambio de expresión, de postura, respiración, etc. Habiendo finalizado, suspiro y retrocedo hasta el escritorio para sentarme sobre él, cruzando las piernas.
Seguidamente, el comentario de Anabella me deja ojiplática, girando la cabeza para ver a Drake, que está él ahora como una brasa. Vuelvo a mi amiga, sin saber qué decir.
—¿Eh...? —parpadeo, sin poder creerlo—. Y-¿ya te rindes?
Agacho la cabeza. Que Anabella se rinda tan fácil, con un chico tan lindo, es de no creer. Pero entonces, ¿eso significa que...? No, concentrémonos, por favor.
—Tranquilos. Convirtamos los inconvenientes a nuestro favor.
Se me dibuja una sonrisa sádica, disimulando bastante bien el rubor que se me hizo recién.
—A Hirokichi nadie lo conoce con este aspecto y eso es una ventaja que obviamente vamos a usar.
Me detengo un rato a pensar. Luego levanto la cabeza de nuevo y expreso mi idea.
—Él irá como Vicenzo Vespucci, un caballero de alto rango de Rivorno. Con sus encantos, intentará conquistar el corazón de Priscilla y eso ya la pondrá a nuestros pies.
Mi sonrisa se ensancha.
—Que intente pujar, para que ella vea que está interesado en el objeto que buscamos. De ese modo, o lo ganamos nosotros, o lo gana ella y se lo regalará a Hirokichi para agasajarlo, siendo esto lo preferible. Anabella y yo iremos aparte, "conoceremos" al señor Vespucci y nos pondremos a charlar encantadas con él, para que Priscilla nos vea y entonces tenga más ganas de quitárnoslo. Ella estará siendo nuestro instrumento sin darse cuenta ni un poquito. Con suerte, quizás consigamos el objeto sin gastar nada.
—Lei, reúne veinte millones de liras, no más.
Frunzo los labios, dudando bastante.
—Son ahorros para donar al municipio de Levante y ayudarlos a construir un hospital de primer nivel. Hay muchos marineros con enfermedades que traen de otras tierras y es algo que se necesita, pero esto es indirectamente más importante. Espero no tener que gastarlas.
Sigo pensando otro poco.
—Lo que no estoy segura es si va como "Vicenzo" o si va como él mismo. ¿Qué creen? ¿El héroe legendario atraerá más a Priscilla? Aunque Hirokichi prefiere el anonimato, no creo que le haga gracia profesarlo delante de todo el mundo allí.
Me giro hacia él, mirándolo preocupada.
—¿Tú qué prefieres? Necesito oír tu opinión.
—Rosalia, lo siento mucho pero no puedo. Nadie me está coaccionando ni chantajeando, de lo contrario te lo habría dicho. De verdad que no puedo acompañaros, lo siento— se disculpa Zack.
Todos niegan con la cabeza ante la posibilidad de que alguien esté siendo chatajeado
—Rosalia, entiendo que nos estamos jugando mucho pero deberías saber que a mí no me chantajea nadie— abre el abanico con estilo —Y mi hermano es demasiado idiota como para caer en esas cosas.
—¿Perdona?
—¿Eh...? —parpadeo, sin poder creerlo—. Y-¿ya te rindes?
Anabella esboza una sonrisa sin decir nada. Pero con su mirada parece que está diciéndote "no pienso entrometerse en algo que es obvio para todos excepto para vosotros dos".
Tras exponer tu plan y preguntar a Drake, éste suspira.
—No me hace ninguna gracia hacer de engaño o señuelo, y más tratando de engatusar a otra mujer. Sobre todo si es una de tus rivales. Y no tenemos ninguna certeza de que quisiera regalarme el fragmento, no descartes que podría saber algo y querer la Canción. Acabaríamos dándoselo en bandeja, ¿no crees? De todos modos tengo en mente algo que podría complementarse con el tuyo: que Bluff puje por el fragmento.
Mr. Bluff le mira perplejo.
—Eh... espera. ¿Pujar yo? Jefe, con el debido respeto, no tengo dinero para ello.
—El dinero lo pondría Rosalia. El plan era que pujases tú con ese dinero para no atraer la atención de esa Priscilla y evitar que el precio de venta se disparase, cosa que seguramente ocurriría si se metiese. Estaría bien si lográramos hacerla pujar por otros objetos inflándole los precios para restarle poder adquisitivo. Cuando tocase pujar por el fragmento yo sería el centro de distracción para Priscilla mientras se disputa con Rosalia la atención y afecto del misterioso caballero Vicenzo Vespucci. ¿Qué os parece?
—¿Eh? ¿A otra mujer? —pregunto, arqueando las cejas—. No a una mujer, ¿sino a otra mujer? ¿Y eso?
Voy a tratar de no darle vueltas a eso. Concentración.
—Es brillante, pero de nuevo entramos en el detallito de que Priscilla podría no ser la única. Si nos cruzamos con esbirros de Barafor o con Malaquías, habrá que pensar en muchas contingencias.
Echo la cabeza hacia atrás, mirando el techo. Cierro los ojos en rato, pensando, y ya se me ocurre algo. Va a tener que ser así, no hay otra. Y si la hay, prefiero ir a lo seguro.
—Vamos a añadir algo de condimento al plan. Que Cinnamon use su henge para ir encubierta, se hará pasar por una admiradora o amiga de Priscilla y charlarán juntas. De ese modo, podrá hablarle del misterioso objeto y desacreditarlo, intentando que ella pierda el interes. Y si conoce acerca de la Canción y pretende hacerse con eso, será nuestra forma de averiguarlo y entonces estar más alerta. Es un ganar o ganar, sea la situación que sea. En caso de que haya más gente que lo quiera será mucho más complicado, pero tenemos tiempo para pensarlo.
—Iremos a Florentia el fin de semana. Saldremos el viernes por la noche para llegar a la madrugada del sábado, así tomaremos con calma la situación con varios días de antelación, podremos asentarnos bien en algún hotel y observar. Será fácil desde ahí seguir averiguando quiénes más irán e investigarlos.
Me despego del escritorio y recojo el fragmento que ahora son dos combinados y lo guardo en la caja fuerte detrás del cuadro. El otro lo envuelvo bien apretadito en la bolsa de tela mágica y me lo guardo en el estuche.
—Se ha acabado la reunión, chicos, pueden irse. Hablaremos de nuevo mañana luego de haber digerido bien esto y pensarlo con más detenimiento, así podremos traer nuevas ideas a la mesa.
Cierro los ojos, frunciendo y mordiéndome el labio inferior, pensando por un segundo. Luego digo:
—Lloyd y Lei no, quédense un momento a solas conmigo, por favor. Los demás, retírense.
Drake te mira de reojo, con dificultad.
—Eeehm... quiero decir, ya tengo bastante con los coqueteos de Anabella, aunque ella ahora diga que se rinde— escucha lo que tienes que añadir al plan —Estoy de acuerdo, aquí Cinnamon puede ser de gran ayuda. Podemos teletransportarnos el jueves o el viernes si quieres preparar las cosas con antelación y estando descansados.
Tras acabar la reunión, todos se marchan excepto Lloyd y Lei. El chico parece nervioso, trata de decir algo pero parece no saber cómo hacerlo.
—¿Qué desea de nosotros, señorita Vivaldi?— pregunta Lei para acto seguido mirar a Lloyd como diciéndole "así se hace, aprende".
Asiento feliz a Drake y los observo marcharse a todos con una sonrisa, que se me borra al instante cuando el último cierra la trampilla, poniéndome sumamente seria.
Hago un gesto con la mano a Lloyd y Lei para que guarden completo silencio y aguzo el oído. Cuando ya siento que no hay más pasos en el estudio, muevo los brazos, abriéndolos hacia los costados.
—Isolamento sonorizzato —murmuro y se me sacude la cabellera y el vestido al crear una onda de aire que se esparce hasta las paredes, techo y suelo.
Abro lentamente los ojos y doy media vuelta para dirigirme al escritorio, abro un cajón que está lleno de trocitos de metal y saco uno, mientras que retiro del estuche el fragmento que metí y lo desenvuelvo de la bolsita mágica. También dejo allí un broche de la amistad.
—Lloyd, lindo, ¿estás listo para tu primer trabajo como sirviente de la casa Vivaldi? Confío en que lo harás muy bien.
Me siento, apoyando la cara sobre mis dedos entrelazados. Levanto desde ahí la mirada, observándolos desde detrás del flequillo.
—Porque vamos a robarnos el premio.
Sonrío ante la expresión de Lloyd y me adelanto a lo que fuera a decir.
—"Un shinobi reconocería la diferencia entre honor y victoria", Genichiro Ashina —cito la frase, sin dejar de mirarlos fijamente desde mi asiento—. Sé lo que dije acerca de los ladrones y no dejo de pensar así. Pero cuando el destino del mundo está en juego, mi orgullo es algo muy secundario. Nuestros enemigos harán lo que sea para salirse con la de ellos, así que yo no voy a ser tan ingenua.
Doy un largo suspiro, pido silencio y me concentro completamente en el pedacito de metal que puse sobre el escritorio, que es muy similar al fragmento que está a su lado. Acerco las manos abiertas y cierro los ojos, mientras empiezo a recitar un ensalmo:
Sotto dura staggion dal Geo accesa
langue l' huom, langue 'l gregge, ed arde il pino;
scioglie Selena la Voce, e tosto intesa
canta la tortorella e 'l gardelino.
Zeffiro dolce spira, mà contesa
muove Helio improviso al suo vicino;
e piange il pastorel, perche sospesa
teme fiera borasca, e 'l suo destino;
Cuando voy acabando, el pedacito de metal comienza a resonar y vibrar débilmente.
—Muy bien.
Los cojo uno en cada mano y los acerco, probando si resuenan el uno con el otro.
—He creado un fragmento falso que resonará en presencia de otros y viceversa. No tiene ningún otro poder más, pero bastará para lo que necesitamos. El encantamiento debería durar una semana y eso será más que suficiente.
Me levanto y hago que Lloyd extienda su mano, para colocarlo en ella, cerrarla y acercarla a su pecho, con una sonrisa.
—Esto es lo que tú vas a hacer: Partirás con Lei hasta Florentia y te quedarás en la villa que tenemos en el campo, desde allí planearás el robo al galpón donde se guardan los objetos de la subasta. Primero necesito que averigües bien todo lo que se expone. Si lo que buscamos llega a ser un fragmento, lo reemplazarás por este; de lo contrario, dejas todo como está, no tocas nada y regresas con Lei a casa.
—Usaremos este broche para comunicarnos, aunque aún no he probado si sirven con tanta distancia. Es probable que no, pero no está de más intentarlo. Si no funciona, entonces no estaremos en contacto. Ni se les ocurra enviar ninguna clase de carta o mensaje. Lei, tú harás todo lo que Lloyd te pida y le proporcionarás todo el material que necesite. Tú, Lloyd, tendrás hasta el fin de semana, o sea, hasta que lleguemos nosotros, para hacer esto. Confío en ti. Te has podido colar en el sitio más seguro de Bremonia, así que esto otro para ti será pan comido, sé que puedes.
Le doy el broche a Lei.
—Para engañar bien a tus enemigos, primero tienes que engañar a tus amigos —continúo explicando, muy seria. No me gusta lo que estoy diciendo, pero es la verdad.
—De esto no se dice una palabra. A nadie. Si preguntan, lo que aquí hablamos fue sobre el entrenamiento de Lloyd como mayordomo, que será aprendiz de Lei e irán a la villa para que pueda ella enseñarle. El más filoso será Hirokichi seguro. Sólo si pregunta, le dirán que insonoricé las paredes porque el protocolo de la servidumbre de la casa Vivaldi es un secreto que sólo se le da a los que vayan a instruirse en ello. No es una mentira. El plan que trazamos para la subasta seguirá llevándose a cabo, no tienen que saber nada de esto porque así no reducirán inconscientemente el esfuerzo en conseguirlo. Si fracasamos ahí, entonces el enemigo sólo se hará con un metal falso, pero creerá que es verdadero y eso lo entorpecerá. Ganaremos o ganaremos, sea cual sea el resultado.
Al terminar, mi mirada taladra al chico.
—Hai capito tutto?
Lloyd parece sorprendido al principio, pero al final esboza una sonrisa.
—De acuerdo, lo haré. Pero si vamos hasta allí solo tendré un día para preparar el golpe y ejecutarlo, será casi imposible.
—Tiene razón, señorita Vivaldi. En carruaje, incluso con prisa, llegaríamos uno o dos días antes de la subasta. Sugiero que nos acercase el héroe con ese conjuro de teletransporte, aunque imagino que no querrá que sepa nada.
—Aún no me creo que él sea el héroe. ¡Es alucinante! Si nos pudiera acercar me ayudaría muchísimo.
—Usted decide si le pide que nos acerque o no, señorita Vivaldi. Si prefiere no decirle nada iré inmediatamente a preparar un carruaje.
—Hm. Es cierto, sí.
Cierro los ojos, pensando otro momento. Luego me levanto del sillón, ya para ir saliendo.
—Lei, pídele que los lleve, no necesitamos decirle el motivo. De lo contrario, recuerda que será para el entrenamiento de Lloyd. Eres experta en evasivas, así que si hace demasiadas preguntas, ya sabes qué hacer. —Suspiro—. Y bueno, si los descubre, qué se le va a hacer. Díganle todo y que los ayude, pero más le vale que guarde el secreto o lo mato, es menester que los demás no sepan nada para no condicionar el esmero en el otro plan, ya que esto puede fracasar también.
Le devuelvo también la sonrisa al muchacho.
—No le estarás mintiendo al héroe, puesto que es verdad que vas de entrenamiento. Todo esto cuenta como parte de tu aprendizaje, ¿a que sí?
Me coloco delante de ellos y apoyo una mano en el hombro de cada uno.
—Nos estamos jugando el destino del mundo. Hagan esto bien y recibirás un bono del veinte por ciento en tu primer salario, Lloyd; y tú, Lei Fong, serás ascendida a directora de servicio y también recibirás el bono. Claudio ya está viendo para retirarse y pasar a un puesto más leve para su edad; necesitamos a alguien igual o más capaz, esa persona no puede ser otra que tú.
Gasto un token para ayudar con esto. Quiero añadir como elemento beneficioso que Lloyd tenga a su disposición todo lo que necesite y de la mejor calidad. No se... que haya cosas a su favor y tenga suerte.
Y obvio, que Lei le devuelva ya su daga.
—No se preocupe, no me sentiré mal por esto porque entiendo que el fragmento no debe caer en malas manos. Lo haré lo mejor que pueda.
Lei hace una leve inclinación.
—Le agradezco tal honor, señorita Vivaldi. Trabajaré duro para estar a la altura y perpetuar el legado de Don Claudio.
Y con estas palabras finalizáis la reunión secreta. Esperas con todo tu deseo que todo salga bien.
Un par de horas después ambos han sido transportados por Drake con su telerregreso hasta Florentia.
Tirada oculta
Motivo: mision lloyd
Tirada: 2d6
Resultado: 7(+8)=15 [2, 5]
Tirada oculta
Motivo: bono
Tirada: 1d6
Resultado: 6 [6]
Tirada oculta
Motivo: percepción Drake
Tirada: 2d6
Resultado: 7(+10)=17 [3, 4]
Pasamos a la siguiente escena.
—Selena, que mis plegarias te alcancen. Solo tú sabes lo que es realmente bueno y no deseo otra cosa más que se cumpla tu voluntad.
Me hallo en el oratorio, de rodillas junto al altar, donde Lloyd estuvo hablando con su mamá. Luego pienso ir al templo a dejar una ofrenda.
—Por favor, ayuda al pequeño siervo tuyo Lloyd, alejándolo de todo peligro. En tu nombre precioso te lo ruego.
Al finalizar, abro los ojos y me quedo un rato mirando la imagen de la diosa. Doy un suspiro y me levanto para irme y continuar con el día. Hay un montón de cosas que hacer.