Partida Rol por web

Esperas a que Drake salga pero éste no lo hace. Anabella se gira con una sonrisa divertida.

 —Oye, creo que deberíamos parar. Al pobre le va a dar algo.

Cuando Drake por fin consigue salir de debajo de la cama se va de la cabaña de forma apresurada y con los ojos cerrados, no sin antes chocar contra la pared al lado de la salida. Veis cómo se mete en su cabaña dando un portazo.

Kayleen deja de estar escandalizada volviendo a su expresión habitual.

 —No entiendo este circo. ¿Os divierte molestar de esa manera al héroe?

 —No lo entiendes. Es tierno y gracioso ver su reacción tan inocente. Tan tierno que me están entrando ganas de asaltarle ahora— se relame.

 —¿Acaso no has tenido suficiente con romperle el corazón a 15 elfos hace un momento?

 —Bah, ellos eran muy pegajosos y solo eran un poco monos. Drake es diferente, me interesa de verdad. Puede que incluso le entregue mi virtud— se tapa la cara con el abanico.

Eso te alarma. Si Anabella dice eso es que realmente va en serio.

 —¿Oh? ¿En serio eres virgen?

 —Boh, cree lo que quieras. Pero ahora me interesa más otra cosa— te mira —¿Por qué has estado llorando antes? Cuéntamelo con detalle.

Acompaño con una risilla la explicación de Anabella.
—Más vale que sí, es demasiado tierno —le digo a la elfa. Luego termino de vestirme, conteniendo la carcajada de cuando mi amiga va por los quince el día de hoy. Sumados a los otros, ¿eso ya serían casi treinta? A este paso va a igualar los corazones rotos de elfos y los humanos.
—Jeh, no si se la entrego yo primero, querida —replico a Anabella, entornando los ojos, mientras nos intercambiamos miradas de complicidad—. ¿Y tú qué creías? ¿Que mi amiga es una putona? Discúlpate con ella por pensar así.

La sonrisa desaparece un poquito cuando me pide que le cuente las cosas, pero así hago, a Anabella nunca le escondo nada. Le explico todo con detalle, desde que entré al manantial hasta que salí y luego lo que hablé con Drake aquí dentro hasta que ellas llegaron.
—Estoy... no sé de verdad cómo sentirme. Me he podido despedir de él y sé que será feliz mientras yo lo sea.
Bajo la mirada, recostando la cabeza en el hombro de Ana.
—Por otra parte... —ahora bajo más la voz, de modo que sólo ella pueda oírme—. No alcancé a ver nada, jolines. Me pregunto cómo será. ¿Y si apostamos? Yo digo que más de veinte.

Kayleen va a responderte cuando Anabella con unn gesto le indica que espere.

 —Tranquila Rosalia, eso lo dijo en plan broma típica entre amigas— Kayleen asiente con la cabeza refrendando las palabras de tu amiga —Además, me encanta que otras duden de mi virginidad por pura envidia.

 —¡OYE!

Anabella se ríe. Cuando comentas tu última charla con Jules ella esboza una sincera sonrisa.

 —Me habría gustado haber podido hablar con él y despedirme, pero es mejor así. Has tenido un momento muy mágico y especial con él, y es algo muy hermoso que podrás atesorar en tu corazón toda la vida. Me das mucha envidia— dice mientras te mima —Siéntete como dicte tu corazón, no trates de reprimirlo ni de cambiarlo. No podemos escoger cuándo nos enamoramos y si queremos u odiamos a alguien, es como es. Sé sincera con tus sentimientos y ten claro cómo estás antes de dar el paso y seguir hacia adelante.

Anabella se ríe por lo bajini tras tu último comentario. Kayleen carraspea.

 —¿Os recuerdo que los elfos tenemos muy buen oído? Pervertidas... y también digo que más de 20.

Asiento a las palabras de Anabella mientras dejo que me mime, para luego sentarme en la cama mientras se pone a cepillarme el pelo y dejar que me sorprenda con algún peinado bonito.
—Pero qué atrevida, metiéndose en conversaciones ajenas —bromeo—. Pero ¿sabes qué? Envidio eso de los elfos. De tener un oído así, podría apreciar mejor la música, que es lo que más disfruto, después del vino. No, más que el vino. Quién sabe qué maravillas se esconden tras los sonidos que no podemos escuchar los humanos.

Y para seguir molestándola...

—¿Así que también opinas igual entonces? Hm, claro, un héroe legendario tiene que estar potente —continúo, entornando los ojos, con una sonrisa pícara—. Potente en todos lados. Pero... ¿Crees que podrías tú con todo eso?

Esto ya se empieza a parecer a la pijamada que tuvimos, aunque no estaría mal tener otra luego de cenar, me lo paso muy bien con Meira y Kayleen. Ver a Meira colorada al hablar de cosas tórridas es casi tan divertido y tierno como haber visto a Drake recién. Kayleen tampoco se queda atrás, incluso lo es más porque se intenta hacer la dura.

 —¿Oh? Yo no quiero algo tan grande, gracias. Os lo dejo enterito para vosotras— responde sin ningún atisbo de duda —Nosotros estamos orgullosos de nuestro oído y vista, además de ser tan afines a la naturaleza. Podrías aprender muchas cosas si quisierais que os enseñe sobre las bondades de la naturaleza, una bendición concedida por Geus.

 —Eso suena a rollo para una pijamada. Hablemos de otras cosas más interesantes. ¿Qué tipo de hombres te gustan a ti, Kayleen?

 —¿Eh? No voy a hablar de eso— está sonrojada.

 —Vamos, que estamos entre amigas. ¿Verdad, Rosalia?

—Pues a mí me parece el tamaño perfecto —replico, encogiendo de hombros—. Desde luego, sólo estoy hablando desde la imaginación, la última vez que vi uno de esos fue a Michello cuando éramos muy, muy pequeños.

Donde sea que esté mi amigo ahora, acaba de estornudar, sin saber muy bien por qué.

—Soy más devota de Selena, pero Geus tiene lo suyo.
Apoyo las manos sobre la cama para reclinarme un poquito hacia atrás.
—Por supuesto que me interesa. Justo ahora estaba pensando en la posibilidad de aprender un conjuro que me permitiera emular los oídos vuestros, sería poderosamente útil.

Y el tema que saca Anabella me interesa más. Vuelvo a inclinarme hacia adelante, expectante de la respuesta de Kayleen.
—¡Claro! De hecho, podríamos pedir que nos traigan aquí la cena y hacemos un picnic de habitación. Llamemos a Meira también, que le encanta hablar de esas cosas que tienen los chicos allí debajo.
Contengo la risa y me quedo mirando fijamente a la elfa.
—Vamos, vamos. A ver... quizás sean del tipo que te dé ganitas de apachuchar y proteger, tal vez alguien bajito y aniñado.
Entorno los ojos para observar la cara que pone.
—¿Adiviné? Adiviné, ¿verdad?

 —No has dado ni una. Tiene que ser grácil, confiable, que esté siempre a tu lado cuando más lo necesites, que esté dispuesto a compartir mis alegrías y penas... y sobre todo que adore a los animales.

Anabella hace como que bosteza.

 —Eso es demasiado genérico...

 —No me importa tanto el aspecto físico para nada, yo miro más allá. ¿Y qué hay de vosotras? ¿Qué os gusta de Drake?

—De vero? Acabas de describir a todos los que merecen la pena, sólo agregas el gusto por los animales —le digo, sonriendo de lado y volviéndome a reclinar, cruzando las piernas—. Curioso que una elfa diga eso, cuando ustedes mantienen la juventud y belleza por qué sé yo cuánto. Deberíamos ser nosotras las que restemos importancia al aspecto físico, dado lo efímero que es. Qué cierto es, ¿eh?, que los que no tenemos algo, lo valoramos más que los que sí.

Y la pregunta sobre Drake me la veía venir. No puedo disimular el ligero rubor, así que bajo la mirada, aún sonriendo.
—Es... Es un Jules sin los anteojos. Qué pena, ¿no? Con lo sexys que son... —Le daré vuelta a la tortilla y ahora intentaré poner más incómoda a Kayleen; digo todo esto mientras hago la pantomima—: Abrazarle el cuello mientras me siento sobre su regazo, para luego quitárselos con los dientes, mirándolo en todo momento a los ojos y diciéndole cuánto lo amo... Bueno, los elfos qué sabrán. Con la vista prodigiosa que tienen, dudo que alguno de ustedes use, o siquiera que sepan fabricarlos.

Doy un suspiro. Mientras más lo pienso, más se me dificulta hablar.

—No sé si esté bien eso que dije. No quiero ver a Hirokichi como si fuera un reemplazo de Jules. Sí es cierto que tienen las mismas virtudes y defectos, pero quiero valorarlo por cómo es él mismo, sin comparar.

 —No todos los elfos tenemos la vista perfecta, algunos incluso necesitarían anteojos. Y es verdad que eso les da un toque sexy— te dedica una sonrisa —Eso da lo mismo, todas las flores al final se marchitan y mueren. Por ello hay que quedarse con lo más importante y no solo con el envoltorio.

—No sé si esté bien eso que dije. No quiero ver a Hirokichi como si fuera un reemplazo de Jules. Sí es cierto que tienen las mismas virtudes y defectos, pero quiero valorarlo por cómo es él mismo, sin comparar.

 —Eso suponiendo que Meira o yo no te lo quitemos.

Pasáis la noche hablando entre vosotras y pasándolo bien. Después cenasteis (aunque no viste ni a Drake ni a Michello) y volvisteis para descansar.

Te despiertas al amanecer, antes de que los rayos del sol asomasen por la ventana. Al abrir los ojos y levantarte ves que Anabella está tirada en el suelo, con su pie en la mejilla de Kayleen quien, por su cara, parece estar teniendo una pesadilla.

Cuando sales para bañarte en el manantial ves a Drake fuera, revisando su extraño dispositivo. No se ha percatado de tu presencia.

—Muy osado de tu parte insinuar que la elfa grasosa está a mi altura, Anita —le replico a mi amiga, mirándola re refilón—. En cuanto a ti, pues veremos. No me subestimes.

Pasamos la noche a las risas, acompañadas, obviamente, de unas copas y tentempiés ligeros. Al amanecer me desperezo con ganas y, por una vez que Anabella no me marca la cara, dejaré que Kayleen solucione ese problema ella misma cuando despierte. Mientras tanto voy canturreando feliz hasta el manantial.

—No me ha dejado de fascinar este lugar —comento, pensando en voz alta—. Realmente me quedaría a vivir aquí. No, me gustaría más poder llevármelo a casa. Sí, eso.
Pero me callo de golpe al ver que Drake anda allí, distraído con el coso ese que me intriga bastante. Tanto así que rodeo el camino para aparecer por su espalda y husmear lo que esté viendo desde encima de su hombro.

Te escabulles para husmear lo que está mirando, y ves en la pantalla el retrato de una chica.

 —Ella es Yukie— dice sin girarse, con la mirada fija en la imagen con expresión nostálgica —Buenos días, Rosalia.

—Estás atento, ¿eh? —comento mientras me sitúo frente a él, inclinándome hacia delante y con las manos a la espalda—. Si te percatas así de mi presencia, entonces no me parece que estés mirando esas ilustraciones con la debida atención.
Sonrío con gentileza, luego me acerco para mirar yo también.
—Cuando te veo con este aparato me dan más ganas de aprender cosas de ti. ¿Qué se supone que es? ¿Quién lo hizo? ¿Por qué tiene dibujos tan impresionantemente fieles y reales? Tengo demasiada curiosidad.
Se me iluminan los ojos mientras le hablo, realmente me intriga.
—Así que ella es Yukie...
Es una sorpresa, primero pensé que me estaría espiando a mí con alguna magia suya, pero al acercarme y ver mejor, noto que no soy yo esa persona. Jamás me he puesto esa ropa y su cabello tiene un tono más claro. Tiene una carita más... más gentil, como si con esa sonrisa pudiera sanar cualquier mal. Me da un poquito de envidia.
—Em, debo admitir que... bueno... Ejem.
Es bonita, ciertamente, pero nunca va a salir de estos labios que lo es más que yo. Yo también puedo sonreír así, además mi pelo se ve mucho mejor y tengo ojos más lindos.
—No se si decir que comprendo cómo te sientes, porque no sé si es del todo igual mi situación. Hablé con él ayer. Tú, en cambio, llevas ¿diez? años sin verla. Sería un atrevimiento de mi parte siquiera insinuar que mi dolor es el mismo. 

Me quedo en silencio un rato. No sé qué más decir y no quiero meter la pata.

—Tampoco te pediré que me enseñes más de ese artefacto, entiendo que te dará nostalgia hacerlo.

Luego me alejo un poco de él, apartando la mirada y poniendo pucheros.

—Y... em, imagino que con una simple disculpa no bastará para que no te cobres la que te hicimos ayer.

Drake esboza una sonrisa.

 —No te preocupes. Yo diría que es más o menos el mismo dolor, solo que han pasado 10 años. Esto es un teléfono móvil. Bueno, eh... un dispositivo que sirve para comunicarse a distancia con cualquier persona, esté donde esté. Parecido a lo que hiciste con el broche pero mucho más avanzado y requiere de conectarse a toros dispositivos para que funcione. Como imaginarás, aquí no sirve de nada. También puedes usar diversas aplicaciones para por ejemplo buscar información, sacar retratos, escuchar música...

Drake abre el reproductor de música y pone una canción clásica.

 —Es la Quinta Sinfonía de Ludwig van Beethoven, un famoso compositor alemán de mi mundo. Lleva ya más de 200 años muerto, pero sus obras perduraron y son famosas.

Drake te enseña cómo funciona el dispositivo y abres la galería de imágenes. La primera que ves es ésta.

 —¡Ah! Ésa es una foto de mi hermana lanzándose sobre su entonces novio (imagino que acabó casándose con él). Estaban de fiesta en su laboratorio y yo saqué una foto cuando él le propuso matrimonio. Dos días después dijo que me mataría si no la borraba, y fingí que la eliminé. Sí, ambos llevan bata. Ella es química, tenía muchos conocimientos de alquimia. Y Takeru era médico forense. A veces he trabajado con él cuando ha habido víctimas mortales, es muy bueno analizando cadáveres— suspira con tristeza —Creo que es la única foto que conservo de mi hermana.

Tras esa anécdota sigues viendo fotos. Imágenes de recuerdos y vivencias de Drake. En algunos se ven a los padres de Drake y a éste de pequeño. Muchas otras fotos en cambio son de Yukie posando, y en una Drake y ella están besándose.

 —Esa foto la tomó un amigo de la preparatoria, una semana antes de que... de que ella...

Drake enmudece, compungido. Sabes mejor que nadie que le debe resultar doloroso revivir aquellos momentos. Le lleva un buen rato reponerse.

Solo te queda una foto más por ver.

 —Eeeehm... creo que sé cuál es la última foto— parece inusualmente avergonzado —Es muy comprometedora, te pido que no la mires. Me da mucha vergüenza...

La música que sale de golpe de allí me sobresalta, pero me quedo escuchándola con atención, frunciendo más y más el entrecejo, con expresión totalmente seria.
—Esto es...
Cierro los ojos para concentrarme y aguzar el oído, tratando de captar los instrumentos presentes e ir marcando en mi cabeza las partituras.
—¡Esto me ha copiado esquemas y estilos míos! —exclamo, atónita—. Es... es como lo mío, pero mucho más avanzado, complejo... ¿Y dices que lleva muerto doscientos años ese tipo?
Me llevo una mano al mentón, pensando más. Creo que lo estoy comprendiendo. Si este hombre ha creado música inspirada en la mía, pero forma parte de su pasado, entonces...
—Tú vienes del futuro. Del futuro de otro mundo, claro, pero eso explica por qué eres tan raro, destacas, además, este aparato... No es magia, es tecnología. Bueno, la magia comienza a ser ciencia a medida que la entiendes. ¡Ahora comprendo tantas cosas! Todas esas cosas de las que hablas son de algún futuro lejano. Por eso los dioses te eligieron, porque tienes el raciocinio y los conocimientos de alguien que está por encima de esta época. Habrán buscado y buscado, pero sólo tú tenías un corazón lo suficientemente bondadoso, generoso, humilde... Ejem, en fin... ¡Enséñame más!

Procedemos a mirar otras de esas imágenes, flipando con lo reales que son, es como si hubiera congelado el tiempo en ese momento y lo hubiera metido allí dentro para tenerlo presente siempre. Necesito aprender a hacer eso.
—¿Sabes? Eres demasiado tierno. Tú y Yukie se ven preciosos juntos.
Se me quiebra la voz y estoy empezando a lagrimear. Y si a mí me duele un montón ver eso, no me puedo llegar a imaginar lo que estará pasando él.
—Lamento mucho que hayas que tenido que vivir todo esto, Hirokichi —le digo, apoyando la frente en su hombro—. Te prometo que de ahora en adelante sólo existe la subida. No más tristezas. Bueno, tal vez algunas de vez en cuando, pero haré todo lo que esté en mi mano para que las puedas superar.

Cuando enmudece no puedo hacer más que darle palmaditas en la espalda, guardando silencio yo también.

—Pero... ¿pero me vas a dejar con toda la curiosidad encima? —Inflo los mofletes—. No hubieras dicho nada entonces. Ahora sí que quiero verla. ¿O lo has dicho adrede para hacerme sentir culpable? Pillo.

Hm, calculo que en breve Anabella se vendrá a bañar conmigo, así que...
—Sabes, creo que ya te he gastado demasiadas bromillas. Anita aparecerá en nada para bañarse conmigo y, bueno, preferiría verla yo sola, no quiero atormentarte más, al menos por ahora.
Paso entonces a la siguiente foto.
—Obvio que la voy a mirar, ¿qué esperabas?

 —Yo no lo calificaría como que vengo del futuro. En mi mundo nunca hubo magia, solo en los relatos de fantasía. Pero no diría que estés equivocada, tienes razón en lo general.

Drake se muestra un poco avergonzado por el tema de la última foto.

 —Pero... pero... es que es muy... vergonzoso para mí...

 —¿Algo vergonzoso de Drake? ¡Quiero enterarme de qué se trata!

Anabella aparece repentinamente y se acerca para ver la foto misteriosa justo cuando estás deslizando el dedo en la pantalla... y este retrato os deja petrificadas a la par que a Drake se le escapa una risita culpable.

¡Es una foto de Drake y Michello en ropa interior echándose un pulso dentro de la cabaña!

 —¡Esto es parte de mi venganza por lo de anoche!— os saca la lengua —¡Os espera más!

—¡Hih!
Anabella casi me da un infarto. ¿Qué no estaba durmiendo todavía? ¿Cómo...? Bueno, da igual.
—Ah... eh...
Ahora enmudezco yo, pero por otros motivos completametne diferentes. Tampoco entiendo por qué lo llama venganza, porque me gusta lo que veo. Bueno, esperaba algo más vergonzoso, pero he sido sorprendida gratamente de todos modos.
—Así que conque esas... ¿Sabes? Eres tierno hasta para vengarte.
Si pudo conseguir una de estas imágenes anoche, quiere decir que esta función del aparato todavía puede usarse. Hmm...
—Jeh... Anita, hagamos venganza de la venganza —le digo a mi amiga, haciendo un gesto con la cabeza a Drake—. Vamos a dejarte un recuerdo bien bonito, ¿qué te parece?
A la cuenta de tres, le damos un beso sorpresa, cada una en una mejilla, a la vez que capturo la imagen de eso, quedando justo después de la del pulso entre los muchachos. Quedo un poco colorada, pero valió la pena.
Satisfecha, pongo una sonrisa presumida mientras me hecho el pelo por encima del hombro, mirando de soslayo a Drake y devolviéndole su artefacto.

Pilláis por sorpresa a Drake cuando le dais ambas el beso en cada mejilla. Cuando le devuelves el móvil, éste observa la foto y esboza una sonrisa de oreja a oreja.

 —Disfrutad el baño.

Al llegar al manantial ya está allí Meira relajándose. Más tarde se uniría Kayleen, y empezaréis a hablar de diversas cosas.

Tras ese relajante momento toca volver a la cabaña, para esta vez empezar a preparar la vuelta a casa. En la de al lado están Drake y Michello hablando de tal forma que parece que se han vuelto buenos amigos.

 —Buenos días, chicas. Ya me ha contado Drake que os ha encantado la foto que nos hicimos anoche— le da un leve codazo en el costado —Y ya he visto la que os sacasteis esta mañana. Menudo bribón está hecho, ¿verdad?

 —¿Vamos a bañarnos ahora?

 —Claro. Seguramente nos encontraremos allí con algunos de los ex-novios de mi hermana. Iremos a consolarlos.

Anabella le saca la lengua como respuesta.

Una hora después estáis todos terminando de desayunar y os preparáis para partir. Allí os esperan Meira con un séquito de elfos.

 —Bueno, llegó el día de la despedida. Y me apena un poco, la verdad. Rosalia, me ha encantado conocerte. Por favor, cuida de Hiro y suerte en tu búsqueda de los fragmentos. Cuando lo necesitéis venid a pedirnos ayuda. Aquí todos sois considerados amigos de los elfos. Excepto Anabella, ella necesitará estar acompañada por alguno de vosotros si quiere regresar.

 —Boh, qué injusto...

 —Esto no habría pasado si no le hubieras roto el corazón a esos 15 elfos. ¿En cuánto está la cuenta?

 —En 58.

Mientras ambos discuten Drake se te acerca.

 —¿Tienes alguna idea de qué haremos ahora?*

—Bueno, lo primero será llegar a casa, ahí veremos —respondo, alegre.

También me despido de los demás elfos, en especial de Meira, a quien le digo que el broche de verdad es un regalo y me hace feliz que lo atesore. Le digo en tono juguetón que cuidaremos muy bien de Hirohiko.

Al final parece que Kayleen decidió venir con nosotros y eso me deja más contenta, la casa va a estar mucho más iluminada con la presencia de alguien nuevo.

—Creo que lo primero que haremos será buscar la manera de infiltrarnos en la casa de Barafor y sonsacarle información —voy diciendo, mientras viajamos en el carro todos juntos—. Es la siguiente pista que tenemos y por ahora se me ocurre aprovecharla, pero cuando esté en casa tranquila me lo pienso mejor. Mientras no tengamos noticias graves y yo conserve este fragmento, no llevamos prisa realmente. Tampoco dormirnos en los laureles, digo, pero sí tomárnoslo con calma. Donde nos apresuremos innecesariamente es cuando aparecen los errores tontos.

 —Id con cuidado y volved cuando queráis.

Mientras regresáis en el carruaje expones lo que tienes planeado.

 —Eso estaría bien si supiéramos dónde se esconde. De saberlo hace tiempo que me habría ocupado de él.

 —Habrá que esperar a obtener alguna nueva pista, o que a Rosalia se le ocurra algo. Por cierto, Drake. ¿Ya pensaste sobre lo que te propuse anoche?

 —La verdad es que no he necesitado meditarlo mucho. Estaré encantado de hacerlo.

 —Fabuloso. Tus conocimientos beneficiarán al reino y ayudará a la guardia.

 —¿Qué andáis tramando?

 —Voy a ser inspector asesor. Voy a instruir a la guardia en métodos, procedimientos y técnicas de investigación, aparte de ayudar en casos especialmente complejos.

 —He pensado que sería un desperdicio no contar con sus conocimientos y experiencias. Tengo que hablarlo con mis superiores pero estoy seguro de que lograré que lo aprueben. Aunque tenga que recurrir a la princesa...

 —¿Algún problema con ella?

 —Es la otra cosa de la que quería pedirte consejo más adelante, cuando regresáramos...

 —Espera... ¿acaso esa princesa pedorra está coladita por ti?— se ríe —¡Vaya, vaya! Acabas de robarle un partidazo a Drake.

 —En realidad... el único interés que tenía por mi era librarse de algún casamiento concertado. El hecho de que me propusieran mi mano y lo rechazara "de momento" fue para darle ese escape. Me tiene como un amigo que le hizo un favor gigantesco.

Y el viaje hacia el fuerte transcurre sin incidentes. Y ya es mucho decir.