—Es señorita Vivaldi, Mr. desubicado —le reprocho cuando me llama Rosalia a secas.
Luego de que salimos de la broma, le respondo en reprimenda:
—La que iba a morirse del disgusto era yo, viéndote comer así.
Todavía del brazo de Drake, lo miro de soslayo, sonriendo de lado.
—Ya sabía yo que te iba a reconocer por la voz, incluso me extrañó que no lo hiciera en un principio nada más verte. Tienes aquí un amigo de los que hay pocos, Hirokichi. —Luego me dirijo a Mr. Bluff, con cara de enojo, pero que relajo para darle una mirada gentil—. En cuanto a usted, Mr. desubicado, creo que no le he agradecido debidamente por todo lo que ha hecho por Hirokichi.
Me acerco entonces para darle un besito en la mejilla. Para mis admiradores, es algo que vale cien veces más que un autógrafo.
—Muchas gracias por cuidar de él y acompañarlo siempre —le digo, regresando al brazo de Drake—. Pero mejora esos modales, ¿eh?
Tras explicarle el asunto de la ascención, Mr. Bluff sale con algo que me deja otra vez como un pimiento, pero lo disimulo escondiéndome las orejas debajo del pelo. Mi agarre del brazo de Drake se hace mucho más fuerte. Pero ha sido muy cruel por querer gastarle una broma a su fiel amigo y compañero, y ya sé que yo lo soy más por seguirle el juego, pero ahora le toca a él que lo moleste un poquito.
—¿Quién querría casarse con este pervertido? —le respondo entonces, levantando la frente y mirando hacia otro lado—. ¿Acaso no sabes lo que me hizo en Arbolia? ¡Se escondió debajo de mi cama para espiarme mientras me vestía! Si Anita no lo hubiera descubierto, mi pureza habría sido manchada con los ojos de este vil degenerado. Puedes preguntarle a ella, fue testigo.
Aunque diga eso, estoy haciendo un especial esfuerzo por que mi pecho se presione en su brazo.
—Ahora mismo me está arrastrando para que baile con él, coaccionándome a base de amenazas a mi reputación. ¿Quién lo hubiera creído?
Drake se gira enarcando una ceja.
—¿Otra vez con esa broma que me gastasteis? Que sepas que todavía no he terminado de vengarme de vosotras. ¡Y en ningún momento te he coaccionado, señorita manipuladora!
Mr. Bluff se ríe.
—¡Jajajaja! Sí que os lleváis bien. De hecho hacéis una gran pareja.
Drake vuelve a enmudecer, y mientras Bluff coge otro pastelito para saborearlo. Esta vez está siendo más comedido y educado.
—Lo siento, cuidaré más mis modales. Hace una eternidad que no estoy en un evento así. Por cierto, Drake, Katya se muere de ganas por verte. Deberías visitarla.
—De todos modos tenía en mente visitar pronto a Gustav, así que aprovecharé para visitarla.
—Buh.
Inflo los mofletes de nuevo, viendo que lo que pretendía no dio resultado, pero aún así no me voy a rendir. Quiero hacerlo sentir incómodo a Drake.
—¿Ah, sí? —Me giro hacia él para mirarlo a los ojos, mordiéndome el labio inferior de forma exageradamente sensual, ahora oprimiendo mi pecho contra el suyo y apoyando mi mano también en él—. Pues estaré deseosa de conocer esas artimañas tuyas. Espero que estén a la altura de ese intelecto tan poderoso, ¿hm?
De nuevo Mr. Bluff me pone colorada, además de que lo que estoy haciendo me da una vergüenza tremenda y no sé si no estoy más colorada que el señor héroe mismo.
—Yo también quiero conocerla, me gustaría aprender de ella acerca de este famoso rey demonio y seguro tendrá qué aportarnos para nuestra misión; también tengo curiosidad por saber qué clase de persona es este Gustav, de tantas veces que lo mencionaron. A partir de mañana comenzaré a preparar el viaje, aunque Hirokichi seguro usará su telerregreso, así que será sencillo.
Drake se pone colorado cuando te pones con actitud sensual con él.
—Ah... uh.... eeeh... ahm...— pareciera que le va a salir humo por las orejas.
Cuando dices que quieres ir a verla esboza una sonrisa.
—Claro, puedes venir. Imagino que también querrás ver a Gustav, si no recuerdo mal fue profesor en la academia de tu padre. Qué ganas tengo de darle un abrazo a Katya...
Se le escapa una sonrisa bobalicona.
—Ya estamos. Se le cae la baba con esa muchacha. Es conveniente que no vayáis muchos, llamaría la atención y la pondríamos en peligro. Y me sorprende que sepas que es la hija del Rey Demonio...— os mira a ambos —Definitivamente parecéis una pareja.
—¡Bluff, para ya!— le grita avergonzado.
Podemos ir cerrando ya mismo la escena
—Lo fue, pero eso fue antes de que fuera yo alumna. Nunca he visto en persona a Gustav —quizás sí, pero era bebé y no lo recuerdo— y tengo ganas de conocerlo.
Esa sonrisa que ha puesto no me gusta nada. Con indignación, le pongo los mofletes inflados más tiernos que verá en su vida y le pellizco el brazo.
—No, iremos sólo nosotros dos y Anita, porque a donde voy yo, va ella, y eso no se discute. Bueno, puedes sumarte tú también, Bluff, pero no sé si cuatro ya no sea demasiada gente.
Okei, cerremos.
—Me quedaría más tranquilo si viniese también Michello.
—Bueno, 4 o 5 no son demasiados. Si voy a ir allí tendría que ir mirando un regalo para Katya.
—Podríamos mirarlo juntos, Bluff.
—¡Qué gran idea, jefe! Entre los dos podríamos comprarle algo bonito. Voy a comentárselo a Anabella y Michello para que se vayan preparando.
Bluff se va corriendo en busca de los hermanos Escarpone. La fiesta de cumpleaños de Anabella siguió sin más incidentes hasta el final.
Pues acabamos la escena. Puedes narrar si quieres un encuentro posterior con el conde Ashford y cómo te ocupas de él.
Pasamos al capítulo 5.