"La magia siempre ha envuelto nuestro mundo como una transparente seda que solo es entrevista por unos pocos y muchos menos son capaces de adquirir. Las diferentes escuelas y cábalas han intentado a lo largo de los siglos enseñar e inculcar, aunque también exigir e imponer sus propias reglas sobre el mundo de los durmientes. Antaño poderosos, en la actualidad son casi inexistentes ante la incredulidad de los durmientes, satisfechos de sus vidas grises e ignorantes de las fuerzas que los conducen como marionetas. La Tecnocracia es un mal extinto, poco o nada queda de ellos.
Tokio era un ejemplo de ello, los antaño omnipresentes miembros de la Estirpe de Oriente controlaban Asia con puño de hierro, pero todo había cambiado, la capital más moderna y cosmopolita del mundo era asediada desde las sombras. La camarilla se había asentado en la capital y aferraba cada metro de las calles con una presa llevada por la necesidad y la desesperación. El Sabbat y sus manadas habían puesto el ojo al reluciente Jade que era la ciudad, y comenzaba a controlar poco a poco a sus bandas, llegando incluso a infiltrarse entre la Yakuza. Los cambiaformas, tanto los hengeyokai como los garou, intentaron conservar los pocos nodos que aun conservaba Japón de la influencia corruptora del Wyrm. En el mundo de las Sombras, los wraiths, los fantasmas y los espectros deambulaban en un mundo donde para ellos la 2ª guerra mundial no finalizó nunca, llevando los horrores de la guerra un escalón más. Y por último, aunque no únicos, los cazadores, observando, rastreando a sus presas y cazándolas sin compasión alguna.
La cosmopólita ciudad era un espejo de lo que acaecía al resto del mundo, la realidad tal y como era conocida se tambaleaba. Miembros de uno y otro bando se enfrentaban en cruentas guerras tras las bambalinas de los despachos o la suciedad de los callejones de las urbes. Todos se paraban en esta encarnizada lucha, el mundo dejó de girar un instante, las estrellas se apagaron para aquellos que aun eran capaces de atisbarlas, y el suelo tembló. En lo más profundo de sus almas y corazones, sabían que algo estaba sucediendo, algo que podría salvarlos o destruirlos, fortalecerlos o debilitarlos… Pero las manecillas del reloj continuaron girando, y la guerra siguió sucediéndose, hasta que algún gilipollas apretó el botón que no debía, causando algo que solo unos pocos de miles en el mundo recuerdan actualmente: Una guerra nuclear."
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