Partida Rol por web

El asunto de los acorazados le seguía rondando por la cabeza, pero en cuanto cesó el traqueteo del carro y comenzó un viaje más apacible, Dorotea se quedó dormida. No habían dormido demasiado la noche anterior, pues la llegada a Islingfell había puesto a Emilia en alerta y no quería que pasaran demasiado tiempo deambulando expuestas en un pueblo tan pequeño. No supo que estaban deteniéndose hasta que la despertó suavemente la señora Moralta para avisarle. Se alisó el cabello como pudo y se acomodó las ropas. Cuando el señor Moralta las ayudó a bajar, agradeció y aceptó su mano con la sonrisa de siempre.

Apenas habían bajado cuando vio a Emilia acercarse desde el otro carro. La envolvió de pronto cierta tranquilidad al ver que seguía como siempre. En general las niñas no dormían separadas y, por la situación en la que se encontraban, incluso Dorotea sentía esa inquietud de no saber si algo pasaría mientras miraba para otro lado.

—Buenos días —saludó Emilia al grupo con una leve inclinación de cabeza, mirando brevemente al señor, a la señora y luego a Dorotea. Luego miró nuevamente al señor Moralta—. ¿Os ayudamos a preparar la comida o un campamento? Imagino que deseáis tomar un descanso tras comer.

Dorotea, que ya estaba buscando con la mirada a Seraphine y a Mad, recordó ante esas palabras que los conductores estaban despiertos hacía varias horas, incluso con el sol ya alto en el cielo.

—Ah, sí, creo que a Arsa le vendrá bien también. Y a Haxow. —Sus ojos se detuvieron en los caballos que habían estado llevando el carro de los señores—. Podría darles agua a los caballos.

Todos los integrantes de la caravana se disponen en la zona que queda resguardada por los carros, en el centro de estos. Mientras Haxow desata a los caballos de los carruajes para permitirles pastar, Arsa y los Moralta comienzan a sacar cosas del carro almacén. Un paquete grande de comida encurtida y conservas, varios odres con algo líquido dentro, presumiblemente agua o tal vez vino, y un pequeño de fruta todavía fresca.
-Vamos, chicos, venid a comer -Dice Henewo a los invitados, que todavía no se sienten tan cómodos como para rebuscar cosas por si mismos -Mirad, cuando paramos poco rato, lo primero es alimentarnos -Explica, aprovechando el rato mientras Artell distribuye comida y Arsa, agua -Nos sentamos en la hierba, discutimos lo que vamos a ahcer mientras comemos, descansamos un poco y seguimos -Hace una pausa tras haber gesticulado su explicación, dándole enfasis a cada palabra -Cuando paremos, que será esta noche ya, primero comeremos, montaremos el campamento, que os enseñaremos en el momento, y dos se quedarán vigilando mientras el resto dormimos. Pueden pedir un cambio de guardia si se sienten cansados, claro, pero en principio intentamos que se queden despiertos los mismos toda la noche, así es más fácil organizarnos, ya que pueden dormir en el trayecto siguiente -Su sonrisa se amplia cuando termina e invita a todos a comenzar a comer.
-Ah, esos odres podeis quedároslos, así tenemos uno cada uno y no teneis que esperar a que paremos para beber -Indica, antes de morder un trozo de queso curado que se desmigaja y mancha su ropa. Con una sacudida, se quita las migas, entreteniendose con la comida, como si no hubiera nada importante de lo que hablar.

Seraphine estaba emocionada por haber encontrado a aquellas personas que parecían tener tan buen corazón. La gente amable le recargaba las pilas y entre eso y que por fin podía comer con tranquilidad, le daba una paz interior que hacía tiempo que le estaba faltando. -Muchas gracias por el odre y por la comida... y por todo en general.- Dijo la chica con expresión alegre y ojos iluminados. -Cualquier cosa en la que necesitéis ayuda, podéis contar conmigo. Si queréis esta noche hago yo guardia con alguien y así los demás podéis descansar, me imagino que todos lo necesitáis bastante con todo lo que está pasando.- 

Estaba entusiasmada de reencontrarse con Luisa y las gemelas. Lo cierto es que cuando había abandonado el carro en el que había viajado primero, se había quedado con una sensación un poco amarga por haber dejado a Luisa y a las gemelas. Aunque haber conocido a Maddon y Haxow le había llenado de júbilo. Y quería volver a intentar hablar con Arsa, pues Haxow sólo había tenido buenas palabras para con ella. Además, también quería conocer a los Moralta, pues a penas había intercambiado unas palabras con Henewo y habían sido ellos quienes la habían salvado. -¡Qué aproveche, por cierto!- Sonrió la chica antes de ponerse a comer.

Lo cierto es que estaba llena de preguntas que hacerles a todos, pero se las guardó, al menos por el momento, para dejar a todo el mundo comer con tranquilidad y descansar en la medida de lo posible. Tendría tiempo de sobra para hacerlas.

Emilia se extrañó al escuchar la explicación del señor Moralta, pero no hizo comentarios. Aunque no estaba segura sobre tener a los conductores despiertos tanto rato, sabía que los miembros de la caravana habían hecho aquello una y otra vez y, si lo habían mantenido así, era porque funcionaba. En todo caso, si se ofrecían a hacer la primera guardia los conductores podrían descansar sin problemas, algo que Seraphine parecía haber notado. Estaba por ofrecerse ella también cuando Dorotea le puso una mano sobre el brazo.

—Yo soy más rápida que tú —le susurró. Antes de que su hermana pudiera objetar, se dirigió al señor Moralta con una sonrisa—. De buena gana tomaré la primera guardia también si eso os permite descansar.

Emilia, que no comprendía por qué eso la haría la mejor opción, se preguntó si realmente era ese el motivo o si solo deseaba pasar más tiempo con Seraphine. De todos modos, ella tenía el sueño muy ligero como para suponer que algo la tomaría por sorpresa entre sueños y algo en el semblante rozagante y alegre de su hermana le sugería que había tenido un buen sueño.

El señor Moralta los llamó a sentarse para comer. Dorotea, evidentemente de buen ánimo, no perdió tiempo en sentarse junto a Seraphine. Emilia siguió escuchando las palabras de su benefactor. Sin embargo, no pareció que fuera a proceder sin antes tener algo en el estómago. "Comprensible", pensó, tomando ella misma un trozo de queso para comer. Esperó a que todos hubieran comido algo para mencionar lo que había quedado pendiente.

—Es un buen momento para retomar la charla de anoche, ya que estamos todos. —Dirigió la mirada a Luisa y luego al señor Moralta. Prefería sacarse de encima el tema incómodo de los acorazados y pasar el resto de la mañana en paz, de ser posible.

El señor Moralta se ríe ante el entusiasmo de las jóvenes que rápidamente se ofrecieron a hacer las primeras guardias y, tras tragar un bocado de pan, beber un trago de agua y recolocarse, les responde.
-No os precupeis, hasta esta noche no será necesario que esteis despiertas, de momento solo vamos a comer y a hablar antes de seguir -Su sonrisa se amplia, aunque Arsa se mueve incómoda cuando la menciona y señala con un gesto de la mano -, además, nunca viene mal bajarse del carro un rato para descansar del movimiento.
Haxow, que ha terminado su comida a toda velocidad, bebe algo de agua y se levanta, pidiendo que lo despierten cuando terminen de hablar lo que sea y se va a tumbar en el interior del carro principal, para intentar dormir un poco. Los señores Moralta asienten y le desean un buen descanso.
-¿Veis? No hay prisa para comer -Os dice Henewo con una pequeña risa -, pero mejor sí, vamos a ir hablando del tema, por si se alarga demasiado -Pide, haciendo que Arsa tenga que parar de beber para explicarse.

Mirando a los presentes con algo de incomodidad, Arsa, cierra su odre y carraspea.
-Hemos estado hablando durante el camino y Luisa me ha informado de que se enfrentó a un grupo que querían hacerles daño -Una pequeña pausa en la que Arsa mira a la aludida, invitandola a contradecirle si se equivoca -, en su grupo había varias personas con habilidades, así que eso atrajo la atención de los acorazados y... -Antes de que pueda continuar, Henewo le pide que pare alzando con suavidad la mano en el aire. Su mirada se gira hacia Luisa.
-Por favor, muchacha, cuéntanos lo ocurrido....

Silencioso me ubique entre los presentes y comencé a picotear de la  comida ofrecida, si bien mi estómago esperaba algo del calibre del estofado de La noche anterior, la verdad es que tampoco iba a quejarme por un comida frugal. 

Mis ojos iban bailando de un interlocutor a otro y cuando Haxow anuncio que se retiraría a dormir un rato, le desee un buen descanso por lo bajo, pero entonces no fue hasta que Arsa hablo que mi atención fue reclamada por completo, mire a Seraphine primero y luego a Luisa a la espera de sus palabras para contar aquello que había sucedido. Al final si, como lo había pensado, quizá Luisa se había enfrentando a acorazados usando su fuerza sobrehumana.

Luisa que para cuando llega su turno de palabra ya tiene el gaznate lleno, trata de engullir rápidamente y con nerviosismo el mendrugo de pan que taponaba su glotis. Carraspea y comienza a relatar la historia de la manera más espectacular de la que es capaz una persona con las dotes comunicativas de Luisa. Ejem.. bueno ci aver como sus cuento. La cosa eg que a mi me congierion de por'ai pa ponerme a curráh de bien pequeñaja. Yo de ciempre e ehtao con mah niñoh ehpesiale tu sabe, abia uno que zacia invinsinble i se metia por ai por el mercau a mangar lo que pillaba, otro que se transforsmasba en bichoh der campo, otro sacaba acin lah uñah de lah mano i lah uñah de lo pie illo no vea que aghco. Bueno totah, que a nozotroh noh iban agarrando de lah calleh que ehtabamoh abandonaus, susioh i pobreh, i noh ponian a faenáh. En principalmente cogiamoh xatarra de porai, la arreglabamoh y la bendiamoh de vuerta.  En ehto que un dia pasemoh por Paleah que abian munchas armas i cosas d'esas de una mobida que ubo o no ce que, y lah pillamoh i noh la llebamo pa fundí er yerro. Entre ezah cosa yo me cojí er cañonaco ehte Para darle enfásis a su discurso por primera vez deja caer el arma al suelo. Un espectacular cañón que puede observarse limpio y cuidado, de puro metal brillante, lo que produce un sorprende estruendo y levanta una leve nube de humo y grava. Poh debe séh que'rdia ehte no ehtuvimoh finoh i nos singuierons. A loh día ehtabamo en la cueva tranquislamente, yo tenia er cañon ya casi lihto, namáh le fartaban la ruedah, i derrepente empiezo a oir bullah. ¡QUE EHTAN AQUÍIII!!! ¡QUE EHTAN AQUIIII!!! Comienza a gritar teatralmente, a lo que siguen gestos y aspavientos. Y pa cuando me doi cuenta beo ai a treh matadoreh d'esoh, de loh que cazan a loh de loh podereh, que sehtaban dando de manporro con loh mah mayorceteh. Totah que sempieza a montar un lio de la hohtia i digo, O me loh cargo o noh pillan a tos, azín que cogí lo que pille por ay de la meza, que si clavoh, una piedra cabia por ay... vamoh, creo que metí ahta un martillo. Meché el cañon ar hombro, apunto ai a la puerta y veo que uno le corta er cuello ar Xino, quera un xaváh mu majo, y digo ¡¡HIJOOH DE PUTAAAAAAAAAAH!!!! ¡¡¡¡BOOOOM!!! I leh metí un zambazo que yo dehpue zolo bi un brazo por ai bolando que yo no se ya de quien era, i ya poh agarré er cañón i exé a corré.  Entonces se pone en pie y continúa con el espectáculo, corriendo casi en el sitio, desplazándose muy poquito a poco hasta estar al lado de Seraphine.  Corrí i corrí ahta que ya no podía mah, i luego corrí un poco mah, hahta que me'encontré a la Rubia llorando ai dehconzoláh en er medio der bohque que yo pencé "Mira, ci eh un acorazau d'esoh que me mate ya porque yo ya no pueo mah", Se sienta junto a su compañera de viaje I a partí de ay poh yo ya no zupe mah nah de loh nota aquello y asín eh como conocí a la Rubia. Termina el relato rodeando con su vigoroso brazo a la que a su lado parecía diminuta Seraphine. Tras lo cual, utiliza la otra mano para agarrar un puñado de frutos secos y metérselos en la boca. 

Con una expresión de lo más complicada, Arsa mira fijamente a Luisa, como si intentase traducir lo que estaba diciendo, mientras Henewo sonrie cálidamente y Artell parece sorprendida.
-En resumen -Dice finalmente la mujer, visiblemente confundida todavía, girandose a los Moralta -, tuvo un encuentro con unos acorazados y no está segura de que no le hayan podido seguir -Henewo se pone la mano en la barbilla, sopesando la historia contada.
-Luisa, querida, me gustaría que me contases más cosas sobre tus compañeros, ¿crees que seguirán en Paleah? ¿Podríamos salvarles si se lo propusieramos? -Pregunta el hombre, ignorando la mirada afilada de Arsa -. Por supuesto, primero cumpliremos el recorrido planeado, pero, si quisieras, podrías acompañarnos hasta allí en busca de tus amigos para llevarlos a Las Medusas y que estén a salvo también.
-¡Señor! -Exclama Arsa, intentando mantener un tono bajo, pero no lográndolo demasiado -Los acorazados seguro que les encontraron tras eso, y aunque no fuera así, se habrán diseminado por el reino o pasado a los reinos contiguos -Sus palabras parecen tan solo recalcar cosas obvias, así que respira y lo intenta de nuevo -No puede poner en peligro a este grupo para ir en busca de otro que no sabe ni dónde está -Henewo abre la boca para discutir -¡Ni se le ocurra! Ellos no son parte de su caravana, prometió mantenerlos a salvo, así que va a llevarlos hasta Las Medusas y cuanto se asegure de que se han habituado a estar allí, váyase a buscar a quien quiera, ¡pero hasta entonces son su prioridad! Se que quiere ayudar, y no me interpondré si encontramon algún don más por el camino, sin embargo, estos cinco ya están con nosotros y tienen derecho a conseguir lo que les ha prometido -En su voz se nota la lealtad que la une a los Moralta y a la caravana, pese a hablar de forma brusca, su tono nunca está demasiado alto. También se ve que, incluso con los encontronazos que ha tenido con los ocupantes de su carro o las quejas y gruñidos a cualquier persona, no es completamente ajena a ellos y no los odia.

El relato de Luisa acapara toda mi atención, su representación pese a estar narrando un hecho muy violento y triste por demás, me saca una sonrisa pues su forma de gesticular y hablar tienen ese efecto. Sin embargo me ocupo comiendo unos bocados y bebiendo agua para que no parezca que me burlo de la forzuda mujer. 

Entonces la intervención de Arsa y su discusión con Moralta me lleva a levantar la voz para atraer las miradas.

- Señor, no conozco Paleah, ni tampoco mucho mundo. Y si bien mi apariencia puede ser llamativa creo que será mucho menos notoria que la de Luisa. Quizá si esa localidad queda en la dirección que tomaremos, pueda desviarme consiguiendo alguna montura en los pueblos que vengan e ir hacia allí a averiguar si se sabe algo de la gente que vivía con Luisa. 

ustedes pueden continuar viaje y acordaremos reunirnos en alguna ciudad donde puedan esperar sin problemas. 

cualquiera que esté contra los acorazados es, en mi opinión, alguien que necesita ayuda y es un aliado. Ya sea que quieran ir a las medusas o no, no me quedaré tranquilo sabiendo que pueden estar siendo perseguidos.

me había puesto de pie y hablo de manera solemne, de reojo observo a Arsa para ver cómo toma mis palabras, no habíamos hablado nada y se notaba alguien ferrea en sus convicciones así como también que hablaba con una pasión difícil de contrariar.

Ni el señor Moralta ni su esposa interrumpen a Arsa, y permiten a Maddon dar su opinión después sin decir nada, aunque la mujer se exhalta al escucharlo.
-¿Viajar tu solo? ¿Acaso conoces la zona? ¿Has salido alguna vez de tu pequeño pueblo, niño? ¿Sabes cómo llegar a Paleah desde cualquier punto del continente sur? -Pregunta, claramente molesta -¿Vas a ir con tus ojos negros como el abismo a pedirle a un grupo de campesinos que temen las cosas nuevas que te dejen un caballo para buscar a personas que no conoces y que seguramente están escondiendose de cualquiera que les siga la pista? -Arsa resopla, como si no creyese que esa conversación estuviera teniendo lugar -. Dime, ¿qué harás cuando te delaten? Por que lo harán. O mejor aún, ¿qué harás cuando de repente estés rodeado por cinco personas con la cara tapada que intentan matarte? Bueno no, por que lo conseguirán. Ella tenía un grupo de dones y solo con tres acorazados ganaron la pelea, murieron, sí, pero disolvieron el grupo, los hicieron más débiles, es más fácil atacarnos cuando somos pocos que cuando no -Henewo, previendo el ataque de ira de su protegida, coloca una mano sobre la suya, intentando tranquilizarla.
-No puedes prohibirle seguir el camino que elija, Arsa -Ella pone mala cara y se gira a otro lado, molesta por que el hombre no vea cual es su punto de vista -, pero tiene razón, Maddon, en que yendo solo eres demasiado vulnerable -Continua, girándose al muchacho, con una sonrisa apacible -. De momento, vamos a estar atentos a nuestras espaldas, tengamos cuidado con como os mostrais. Todavía tenemos la opción de tomar un navío desde Olhyrst y cruzar sin ningún problema, aferrémonos a este plan aunque solo sea para que ellas lleguen a salvo -Al mencionarlas, señala a las dos mujeres y dos niñas que les acompañan en la caravana, queriendo también saber la opinión de las otras tres acompañantes.
-¿Quereis que dejemos a Luisa atrás o nos arriesgamos a que la estén siguiendo? -Pregunta antes de que nadie más comience a enfadarse. Arsa gruñe algo en voz tan baja que no se le entiende y se levanta, molesta, alejándose hasta meterse en el mimso lugar que Haxow está durmiendo.
-No os preocupeis por la decisión, si preferís que se quede le daremos alimento y agua de sobra para que peuda volver a la casa de mis hijos hasta que podamos volver -Os dice, con una clara disyuntiva frente a él.

Ante la intervención de Arsa por un instante me hago pequeño, bajo la mirada y guardó silencio, pero algo bulle en mi interior. Algo de lo que decía la dura mujer tenía razón, sin embargo si sabía que haría ante esas situaciones. 

Pero antes de actuar impulsivamente por la sangre que me hervía debido a ser tratado como un niño por Arsa, dije:

- No estoy de acuerdo con dejar a nadie, y si eso deciden entonces yo me quedaré con ella.

Luego me puse de pie y aceite la distancia con la morena, para mirarle a los ojos, me temblaban ligeramente las manos. 

- Entiendo que tú intención es la de cuidar, pero tus palabras dañan. Me preguntas que haré en esas situaciones y te digo lo que haré. 

acto seguido me acerque a su rostro mirándole profundamente y tomando todas las emociones que bullian en mi interior, el sentimiento de ser menospreciado, el temor por lo que podría pasar, mas la seguridad de que no dejaría que nadie dañará a Luisa, ni a Seraphine, ni Dorotea o Emilia. Le ordene.

- Te ordeno que dances Arsa, baila! 

Por el rabillo del ojo me parecía sentir la mirada de Artell sobre mi persona, sabía que ella le tenía en alta estima. Yo no estaba queriendo castigarle, sino simplemente mostrarle lo que estaba dispuesto a hacer para ayudar y que no era un simple niño que no sabía nada.

Antes de que Henewo sea capaz de levantarse a poner orden entre Arsa y Maddon, la discusión se torna demasiado llamativa. Al principio, una confundida Arsa comienza a bailar una danza que no conoceis, girando sobre si misma un giro a la vez, parando tras cuatro vueltas y rehaciendolos en la otra dirección. En la segunda repetición, es evidente su enfado y, cuando aplaude sobre su cabeza, sus palmas se incendian. Los giros que hasta ese momento estaban siendo en linea recta a su derecha y a su izquierda, se alejan ahora de los carros.
-¡Maddon! -Exclama el señor Moralta, intentando llamar la atención al chico -Para inmediatamente -Exige, levantándose -Todos tenéis derecho a dar vuestra opinión, y no pienso permitir que os ataqueis por cual sea la forma que tengais de pensar -Artell, que también esta alertada, se acerca a las niñas para que no se asusten -Arsa te estaba mostrando, _{^{de forma un poco maleducada}}, los peligros de un viaje por zonas desconocidas tú solo, no vamos a abandonar a Luisa pero todos tenéis que poder elegir si quereis o no asumir el peligro que atañe su compañía -Repite. Sus gritos hacen que Haxow, completamente adormilado todavía, asome la cabeza del carro.
-¿Arsa?¿Les estás haciendo una demostración? -Pregunta de forma inocente, mirando lo que ocurre sin entender absolutamente nada, y bosteza. El fuego de Arsa se apaga inmediatamente pero sigue mirando a Maddon con rabia, sin haber dejado en ningún momento de moverse.

Cuando Luisa acabó de contar su historia y la rodeó con el brazo mencionando que la había encontrado llorando desconsolada, Seraphine enrojeció. Aún sentía cierto pudor por el motivo de su huida, cosa que dejaban claras sus mejillas sonrosadas. 

Siguió escuchando a sus compañeros, como iba creciendo cada vez más la discusión y se iba calentando el ambiente. Seraphine nunca había llevado bien que la gente discutiese o se pelease. Era una mujer que intentaba resolver las situaciones hablando tranquilamente o debatiendo y cómo estaba sucediendo aquello le parecía que rozaba los límites. En el momento en el que se mencionó dejar atrás a Luisa, a Seraphine se le pusieron los ojos como platos.

-No voy a dejar a Luisa, de ninguna de las maneras. Ella es mi amiga y voy a seguir a su lado. Ya nos las hemos ido apañando las dos solas, podríamos volver a hacerlo. No me importa correr riesgos, los asumiré si es necesario pero me quedo con Luisa. Os agradezco mucho lo que habéis hecho por mí, el viaje y la comida, pero dejar atrás a alguien va en contra de mis principios y mucho más si se trata de Luisa. - Las palabras de la chica eran sinceras. En cierto modo, fue Luisa la primera que la salvó. La que la encontró y animó cuando pensaba que no podría seguir adelante. Habían compartido poco tiempo juntas, pero había sido intenso y habían estrechado lazos así que no pensaba dejarla atrás.

-Nadie va a abandonar a nadie, tranquilizaos, por favor -Pide Artell, preocupada por Arsa, pero sabiendo que su marido se encarga, no dice nada sobre el tema -. Solo queremos saber si todos estais de acuerdo con seguir adelante con el viaje pese a que podrían estar siguiendole unos acorazados, nada más -Su voz es suave pero se nota que está algo alterada, cosa que se puede notar más fácilmente por como pulsa rápidamente la vena de su cuello.
-Esta caravana se rige por una norma básica y es que todos debemos estar de acuerdo con las decisiones que se toman, y en caso de no estarlo, lo hablamos, no nos atacamos -Suspira, apesadumbrada -. Como ha dicho mi marido, en caso de que no quisierais viajar con ella por una posible persecución, volvería a Islinfell para que pudiera estar segura y protegida hasta que pudieramos volver a por ella, jamás dejaríamos atrás a nadie -Repite, más evidentemente alterada a cada palabra que dice.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando veo que Arsa comienza a bailar, pero luego el arrepentimiento se apodera de mi. Y más cuando escucho las palabras de el señor y la señora Moralta. Mi postura cambia para ser de nuevo ese chico sombrío y de hombros caídos. Hasta que me acerco a ella y le ordeno.

- Arsa deja de bailar!

La mirada de Arsa parece una afilada daga mientras mira a Maddon aún una vez ha terminado de bailar. Haxow, por su parte, sigue sin entender que pasa.
-Arsa, ven, vamos a dormir un rato más -Le pide adormilado, volviendo dentro. Tras unos segundos, Arsa toma aire, lo suelta de golpe y se marcha dentro del carro.

Las palabras de Luisa tuvieron un gran efecto. Quizá por la forma dramática en que relataba su historia o quizá porque algo le recordaba, Emilia podía imaginarse la escena de Luisa dando un porrazo con su cañón y huyendo. Hizo una mueca. Sin embargo, sintió que Dorotea no lo estaba tomando con calma, por ser generosa: la niña había acercado las rodillas al rostro y había rodeado las piernas con las manos, una expresión pálida, conmocionada, atravesando sus facciones. Lo estaba recordando, lo sabía. Le puso una mano al hombro, para que supiera que no estaba sola.

Desde su huida, Emilia se había cuestionado muchas veces su proceder; si no por ella, por lo menos en deferencia a su hermana, que jamás se habría cruzado con una realidad tan cruenta en su hogar, más allá de la decisión final de sus padres. Pero siempre le quedaba esa idea de que los acorazados podrían haberlas encontrado eventualmente: su "desaparición" repentina tras el eclipse no habría pasado desapercibida en la ciudad y los rumores invitan preguntas. O quizá era solo lo que se decía para acallar sus dudas.

Ante la pregunta del señor Moralta, solo cabía una respuesta: debían dejar a Luisa atrás; era un riesgo para todo el grupo y ya había demostrado que podía cuidarse sola. Sin embargo, estaba en desventaja respecto del asunto. Los Moralta, Mad y Seraphine estaban de acuerdo en llevarla. De Haxow no estaba segura y solo de Arsa podía esperar un voto a favor e incluso así, por su postura hacia los Moralta, dudaba que se les opusiera. Además, tampoco les convenía ponerse al grupo entero en su contra dadas las circunstancias.

Mientras pensaba en ello, de pronto el espectáculo que siguió captó su atención por completo y también la de Dorotea, a juzgar por su expresión confundida. Mad había sido muy reservado sobre sus habilidades, pero aquella demostración daba a entender que podía ser más peligroso de lo que se había imaginado en un principio. Y no necesariamente para ellas, sino para sus enemigos en general. Se le ocurrió que, con él y Luisa, tenían más oportunidad de defenderse de posibles ataques que a solas con los Moralta. ¿Podrían sacar provecho de ello?

—Por mi parte, si bien considero que es arriesgado —empezó Emilia—, si todos están al tanto y dispuestos a asumir el riesgo, no discutiré. Pero —recalcó, girándose para dirigirse a Luisa directamente—, si expone nuestra identidad ante los enviados o da cualquier indicio de querer delatar a alguno de nosotros o a los Moralta, no moveré un dedo para ayudarla.

Miraba a Luisa a los ojos. Por lo poco que conocía de esa mujer, parecía de confianza, pero nadie sabía de qué eran capaces los demás en la desesperación y el miedo. Dorotea no dijo nada, pero apartó la vista de Luisa, avergonzada. Emilia sabía que su hermana prefería seguir con el grupo al completo, incluso si no sentía especial interés por Luisa, pues dejarla atrás implicaría dejarla a su suerte contra esos monstruos si, en efecto, la estaban siguiendo. Pero como siempre que una decisión realmente importaba, sentía su convicción: si Emilia se hubiera negado a viajar con Luisa, ella la habría seguido sin cuestionarla.

Ver a Dorotea hecha un ovillo y con el rostro pálido conmocionó a Seraphine. Más aún cuando hace a penas unos minutos la joven había ido alegremente a sentarse a su lado. Tras el consuelo de Emilia posándole la mano en el hombro y tras luego sus duras palabras en lo referente a Luisa, Seraphine también trató de consolar a Dorotea. Le acarició el cabello delicadamente para confortarla. -¿Estás bien, pequeña? Quizá yo no sea tan fuerte como Luisa pero si os quedáis con nosotros, no dejaré que os hagan daño. A ninguna de las dos. - Su voz era casi un susurro melódico, quería que sus palabras fuesen un consuelo para Dorotea, pues aquello que había dicho Seraphine realmente lo sentía. La reticencia de Emilia a que Luisa se quedase le entristecía pero podía entenderlo. Las niñas aún eran muy jóvenes para vivir según que cosas y Emilia sólo quería proteger a su hermana. No sabía lo que las dos habrían tenido que sufrir en sus cortas vidas, pero haría todo lo que estuviese en su mano para que las pequeñas no tuviesen que volver a sufrir.

La decisión estaba tomada. Luisa seguía en el grupo, ya que solo Arsa y Emilia parecían no completamente de acuerdo con el posible futuro que les traeria la historia de la mujer, el descanso no tomó mucho más tiempo.
-Vamos a ponernos en marcha de nuevo -Dice Henewo, estirando su espalda tras ponerse en pie -Iremos en los mismos carros, Dorotea, querida, ¿puedes ir en el carro almacén? Quiero hablar de algo con mi esposa -Le pide amablemente, haciendo un gesto hacia los carros. Haxow, todavía bostezando por haber sido despertado por segunda vez, está disponiendo el caballo de su carro y Arsa, que parece menos enfadada, coloca las riendas del suyo antes de acariciarlo.
-Pararemos de nuevo esta noche para dormir en condiciones -Recuerda a todos, subiendo con Artell al primer carro y dando tiempo al resto a subir a los correspondientes. Antes de que Haxow suba, Arsa lo llama y le da una enorme bolsa marrón. El joven la abre y sonrie, le da un beso a la chica y vuelve a su caro feliz y contento.