Partida Rol por web

West Hill, 11:57 (hotel Night Marriot)

La situación en las escaleras de emergencia estaba siendo caótica, ya que entre el ensordecedor ruido y el ansia de los clientes por salir del edificio dificultaba la tarea de huída. Además, otra vez los guardias estaban a punto de alcanzar a los esquivos intrusos.

Tres tiros rompieron la ruidosa monotonía y eso hizo que la gente saliese en estampida. Unos subían las escaleras, otros la bajaban, pero todos tenían la intención de alejarse del psicópata armado. De hecho, los anteriores tiros consecutivos le supieron a poco y le dio por asomarse al pasillo interior y disparar más balas.

Como dos imanes aquel par de locos se reunieron en la planta 30, y sólo los más devotos rezaban para que aquella pareja  de desequilibrados, de incívicos, se marcharan sin más sin dejar muertos de por medio.

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A oscuras, luego de destruir las luces que iluminaban el acceso a la planta 30 y un par de las luces que iluminaba ese mismo piso, Brian se volvió a asomar a las escaleras y distinguió a su compañero bajando rápidamente por la misma.

Alzando la voz, esperando que hubiera micrófonos en el lugar gritó a Frost - Por aquí, cambiemos de escaleras, hay otras por allá! - Sin embargo, más allá de sus palabras, sus gestos demostraban lo contrario. Su brazo, extendido ante la puerta, impedía el paso hacia el mismo sitio donde "informaba" que irían mientras su otro brazo, aún con el arma en la mano, señalaba hacia la misma escalera por la que estaba descendiendo.

Frost corrió y se situó al lado del sabueso y sin apenas mirarle siguió corriendo en la dirección que le sañalaba el sabueso con la mano.

Al ver que sus comentarios eran aceptados sin discutir y aprovechando la falta de luz que habían provocado sus disparos, Brian se lanzó tras Frost, tratando de enfundar su pistola mientras corria y reacomodar la notebook para que no le molestara si debía volver a tomar su arma

Con todo, al igual que su compañero, estaba claro que el entrenamiento físico había sido una parte importante de su vida. Poco a poco alcanzaron a los últimos clientes que habían huido de los disparos e intentaron mezclarse entre ellos, disminuyendo la velocidad y encorvándose lo suficiente como para que su físico entrenado no sobresaliera entre los habituales huespedes del hotel

West Hill, 11:58 – 12:00 (hotel Night Marriot)

El policía, con unas gafas con función de grabación, intentaba averiguar lo que había sucedido:

- Ya se lo he dicho –dijo algo irritada una mujer de mediana edad- Aquel joven de cabeza rapada sacó un arma y disparó cuando los guardias le pidieron que parase. Luego nos amenazó a todos y bajó por las escaleras. Después se oyeron más tiros… Oiga, ¿vamos a salir en la TV?
- Señora, ¿tengo cara de reportero? ¿Qué pasó después?
- ¿Después? No lo sé, a mi marido le dio un amago. Ese loco nos quería matar.
- Agente –le llamó un hombre con traje- Yo estaba cerca cuando ese par de lunáticos entraron hacia la planta 30. Antes de eso el hombre negro se lió a tiros con las luces. El muy cabrón nos dijo al principio que todo iría bien, que bajáramos con cuidado… ¿Dónde tengo que ir para demandar al hotel?
- Señor, ¿tengo cara de abogado?

Mucho antes…

Frost siguió el consejo de Spetock y ambos atravesaron los pasillos de la planta 30 hacia otra escalera. Con suerte podrían bajar sin que se toparan con más guardias, y sólo esperaban que el grupo de ellos no fuera demasiado amplio como para cubrir mucho terreno. Sólo había un problema: aquel par de locos habían disparado sus armas. ¿Significaba eso que las cosas se pondrían más difíciles? Eso era algo que pronto averiguarían.

Por las otras escaleras de emergencia discurría el mismo tipo de gente que en la otra, todas inquietadas por el sonido de la alarma; o más bien por el significado de ésta. Con mucha celeridad, apartando en ocasiones a la gente hacia los lados, llegaron al sótano donde, de inmediato, ambos detectaron a un guardia. Lamentablemente para ellos éste no estaba armado con una pistola de dardos o una simple porra; en sus manos sujetaba un subfusil.

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Frost bajó con toda velocidad al lado del sabueso, la presencia del poli del subfusil no iba a detenerlo. Antes se lo cepillaba, calculó las oportunidades de volarle desde allí mismo la cabeza de un disparo.

OK, yo la dejo tirada por si las moscas. si el Brian se avanza le seguiré corriendo para golpear al guardia.

O tu o yo tio... mal día para estar de guardia.

Rapidamente y sin el menor remordimiento, realmente le habían adiestrado para aquello durante años Frost levantó el brazo del arma como un resorte y disparó.

Ante la situación, Brian meneó la cabeza poco feliz de la forma en que su compañero la hgabía resuelto. Sin embargo no era el momento de quejarse, sino de huir.