-¡Que va! no tienen ni idea de cuando se irán ni a dónde, y eso no hace más que aburrirlos y que cada vez sean más peligrosos y difíciles de controlar. ¡Hacedme caso! -Se encara al resto de gentes que atienden a la conversación- ¡Cómo no nos pongamos firmes y exijamos que abandonen la ciudad acabarán por saquearla entera!
Asiento al hombre y me alejo poco a poco con disimulo del gentío. Pido al guardia que me siga de cerca, debemos tener cuidado, incluso buscar un segundo sitio al que huir en caso de necesidad. Un saqueo de la ciudad como dice aquel hombre podría ser fatal. No sé cómo no se me había ocurrido antes. Me encargo de procurarnos un sótano de emergencia, ateniéndome a lo peor. Sé que Asenoc era fuerte y no dudaba de mis poderes, pero no éramos rivales para una milicia y esa congregación de Assamitas que parecía converger en la ciudad. Quizás fuera demasiado paranoica, pero si nos habían marcado, alguien nos buscaba.