-Os lo agradezco -dijo, y se deslizó tan cerca del borde de la silla que Trini pensó que iba a caerse-. Nunca pensé que una sátiro pudiera entender el amor cortés, el-el... la espera, la prorrogación del deseo, pero lo entiende. Es la... no es una sidhe, pero aún así es la mujer más hermosa que he visto nunca. No debería habértelo contado -dijo con una sonrisa culpable-. Se va a enfadar mucho conmigo si se entera.
-Ya. Es que está muy de moda últimamente lo del amor cortés, y se ve que es buena chica al fin y al cabo. Pero yo creo que con no mencionárselo a la Meneos eliminamos el 100% de probabilidades de que eso se extienda como la pólvora -comentó con una sonrisa y un guiño, pensando ya en cómo escabullirse de allí. le dio un último sorbo al termo-. Me alegro mucho por ambas y de haber podido hablar con vos. ¡Tenemos mucho que organizar! Gracias por el aperitivo, Lady Mónica.
Lady Mónica se levantó y acompañó a Trini al borde del claro. Se despidió dándole dos besos y se pasó la mano por el pelo, pletórica.
-Yo también me alegro de que hayas venido a verme. Regresa pronto para preparar el torneo, ¿de acuerdo? ¿Qué te parece la semana que viene?
-Claro, justo acabo los exámenes así que tendré más tiempo. Volveré con los deberes hechos, y espero poder conocer más al resto del personal -dijo echando un vistazo alrededor. No había habido señales de ningún otro habitante durante toda la charla, pero no resultaba extraño tratándose de un sluagh y... No recordaba quién era el otro-. En fin. Hasta la próxima vez.
Le devolvió un afectuoso abrazo y echó a caminar de vuelta a la estación a pasos cortos y rápidos.
Minutos más tarde Trini saltaba de rama en rama convertida en ardilla, una forma mucho más práctica para moverse por el bosquecillo aunque significase dejar todo lo que llevaba encima entre unos matojos. En aquella forma el pequeño claro que era el feudo parecía una inmensa explanada en la que patrullaba una gigante.
Llevaba un rato trepando y saltando, y hasta había encontrado un rincón muy cómodo en el nacimiento de una rama de uno de los alisos, cuando la gigante miró hacia su árbol. Se dio cuenta de que no la había visto, sino que estaba mirando a otra persona. Era Javi, que se las había apañado para llegar hasta allí sin que le oyera. Le dijo algo a Lady Mónica que Trini no llegó a oír, y la sidhe se metió en su tienda de campaña. Por su parte el niño se dedicó a pasear por el claro mirando en todas las direcciones.
Un escalofrío recorrió a la pooka desde las orejas a la punta del rabo. Javi la había visto, y trepaba el árbol con una sonrisa desdentada.
Los sluagh eran la cosa más horrenda del mundo. Todos ellos. Especialmente los que se metían en casa ajenas a robar padres adoptivos. Andaban por ahí sin que se les viera husmeando y cotilleando, y retorciendo sus cuerpos en cosas antinaturales. Nada de lo que estaba haciendo Trini en aquel momento, claro, sobre todo cuando empezó a trepar y a saltar en otra dirección tratando de darle esquinazo al niño endemoniado. Podía ser todo lo flexible que quisiera, pero a una ardilla no la ganaba nadie a saltar por las ramas más altas.
No me ha quedado claro si el que le dice algo a Lady Mónica es Javi o la gigante.
El niño susurró un taco cuando Trini se alejó fuera de su alcance y estiró la mano para agarrar una rama. La agitó y retorció con gran esfuerzo, y Trini sintió una red de Glamour tejiéndose a su alrededor, preparada para envolverla. Sin embargo, cuando finalmente el sluagh logró partir la ramita y la pooka sintió el nacimiento de un cantrip, nada sucedió. El Glamour se dispersó y se perdió entre las hojas.
Javi parecía muy confundido. Con la mano con la que no se agarraba el tronco buscó algo bajo su chaqueta y sacó un cuchillo viejo y oxidado, pero de aspecto muy letal. Miró hacia arriba buscando a Trini, descubriendo las encías en una mueca animalesca que, aún sin dientes, resultaba muy amenazadora.
La gigante es Lady Mónica desde tu perspectiva de cosa chica. Perdón, me he emocionado con las libertades literarias y se me ha olvidado aclararlo.
Maldito niño creepy endemoniado. ¿Es que planeaba degollarla? Trini subió más alto, donde las ramas se volvían frágiles y el tronco endeble, asegurándose de que el peso del propio Javi acabaría por tirarlo al suelo si decidía seguir dándole caza. Probablemente pensase que era solamente un animal, y por eso el cantrip no había funcionado. Quizá. Quería pensar eso y no que de verdad estaba intentando destripar a otra persona en su forma más vulnerable. Aquello no estaba resultando divertido, por lo que decidió saltar a otro árbol, y de ahí al siguiente, y empezar a regresar hacia sus pertenencias. En aquella forma tan diminuta, moverse demasiado podía implicar perderse.
A Trini no le costó mucho alejarse del alcance de Javi, quien la despidió con siseos frustrados que muy pronto dejaron de oírse. En cuestión de minutos llegó a los matojos donde había escondido su ropa, ahora llena de tierra y hojas. Eso, junto con el frío y la humedad invernal del bosquecillo, hicieron de abandonar su forma animal y vestirse una tarea muy poco grata, pero al menos nadie intentaba apuñalarla.
Una vez recuperados la chaqueta y el aliento Trini inició el largo paseo hasta la parada del autobús. Si Lady Mónica se había tomado la idea del torneo tan en serio como parecía Trini iba a estar muy ocupada.